Daniel Faria
(Paredes, Portugal 1971-1999), graduado en Teología en la Universidad Católica, se recibió como Licenciado en Estudios Portugueses por la de Porto. Murió en el monasterio benedictino de Singerverga. Siendo muy joven ganó varios premios con Explicação da árvores e de outros animais (1998) uno de sus libros más leídos. Para Faria la vida cotidiana está llena de señales, como creían los románticos y los místicos, a la manera de Juan de la Cruz, Rilke o Herberto Helder. La poesía será la búsqueda de ese cruce de caminos que cortan el silencio y el misterio de la existencia.
Las mujeres aspiran la casa dentro de
los pulmones
Las mujeres aspiran la casa para adentro de los pulmones
Y muchas se transforman en árboles llenas de nidos –digo,
Las mujeres– aunque las casas presenten los tejados inclinados
Al peso de los pájaros que allí se abrigan.
Es asomadas a la ventana de los hijos como respiran las mujeres
Sentadas en escalones mirándolos y muchas
Transformándose en escaleras
Muchas mujeres se transforman en paisajes
En árboles llenos de niños trepando que se cuelgan
En las ramas –en el cuello de las madres– aunque los árboles irradien
Llenos de brotes
Las mujeres aspiran para adentro
Y generan de continuo. Se transforman en pomares.
Ellas ordenan la casa
Ellas ponen la mesa
Alrededor del corazón.
*
La puerta vive a la espera
De perfil se ensombrece
Y descansa
El escalón es paciencia
El umbral anuncio
El silencio es el lugar
Donde golpearán las manos
*
La casa viene de las manos para quedar desabrigada
Arbusto por abrir
Sueño del bicho en el escalón de entrada.
La casa viene a demoler al hombre
A envejecer el pan.
Casa mártir, planicie por donde se viaja mucho
Ciega que palpa hendiduras de paredes.
Morada de sí misma. Árbol
Poblado.
AQUILES Y PATROCLO
Ni siquiera sucesivas y sucesivas migraciones de aves
Recorrerán la distancia que ahora nos separa
Pero esta nave no me llevará a mi casa
Y seguirte no será morir
EXPLICACIÓN DE LA NOCHE
Sobre el agua estaré suelto de caminos
De los que vengan ningún barco es para ti
No dejes encendida la candela
Duerme: me basta esa luz
EXPLICACIÓN DE LAS MAREAS
El navío atraviesa el sentido de los cuerpos
Las casas vomitan la luz por la ventana
De la náusea de las casas naufragan
Las mujeres
EXPLICACIÓN DEL POETA
Échate despacio la azada sobre el hombro
Has cavado ya mucho silencio
Como un puñal te brilla en la espalda
La lámina contra el cansancio
*
Quería tener la posición de los claustros
La posición del monje antiguo que los barre
La posición del moribundo que pregunta las horas
La posición de los árboles cuando suben los niños
La posición de las ramas cuando nacen los nidos
La posición de alguien que ya no habita aquí. Quería
Como si tuviera
La posición de la casa y alguien me visitara
Traducción de José Morella.
*
Qué pena ver a la magnolia caer. Créeme.
El relámpago cae
Sobre ella. La tempestad.
Las plantas son tan frágiles como las cabañas de los hombres.
Somos muy frágiles los dos en este poema.
Con el relámpago, la cabaña, con la magnolia en los hombros
Sin ningún terreno pulmonar intacto
Para que después de mirarnos uno de nosotros diga
Plantémosla aquí – aquí
Es mi pulso, es mi boca
Es la retina con la que buscas, es la madera de la puerta
Con la que te encierras en casa. Te prometo
Yo nunca voy a cerrar los ojos
Las manos.
*
Quiero decirte que esta magnolia no es la magnolia
Del poema de Luiza Neto Jorge que nunca vino
A mi casa – ella misma florecía
Ella tocaba las hojas
Ella era grande incluso cuando la magnolia no crecía
Esta magnolia no es como la de ella una magnolia pronunciada
Es una magnolia de verdad con todo alrededor – más grande
Y más bonita que la palabra
*
Sabes, lector, que estamos los dos en la misma página
Y aprovecho que hayas llegado ahora
Para explicarte cómo veo el crecer de una magnolia.
La magnolia crece en la tierra que pisas – puedes pensar
Que te digo algo innecesario, pero podría haberte dicho, créeme
Que la magnolia te crece como un libro entre las manos. O mejor,
Que la magnolia – y esa es la verdad – crece siempre
A pesar de nosotros.
Esta raíz para la palabra que ella arrojó al poema
Puede significar que en el ramo que queda de ese lado
La flor que se abre ya es un poco más tuya. Y la flor que te ofrezco,
Aunque la rechaces
Nunca la podré conocer, ni jamás, por mucho que la ame,
La cogeré.
La magnolia extiende contra mi escritura su sombra
Y yo toco la sombra de la magnolia como si tocase tu mano.
Traducción de Pablo Fidalgo
“Hombres que son como lugares mal situados”, Ediciones Sígueme, Salamanca 2015. Traducción de Luis María Marina.
Hombres que trabajan bajo la lámpara
De la muerte
Que excavan en esa luz para ver quién ilumina
La fuente de sus días
Hombres muy doblados por el pensamiento
Que vienen despacio como quien corre
Las persianas
Para ver en lo oscuro el primer manantial
Hombres que excavan día tras día el pensamiento
Que trabajan a la sombra de la copa cerebral
Que podan la piedra de la locura cuando aplastan las pupilas
Hombres todo blancos que abren la cabeza
En busca de esa piedra definida
Hombres de cabeza abierta expuesta al pensamiento
Libre. Que vienen despacio a abrir
Un lugar donde amanezca.
Hombres que se sientan para ver una mañana
Que excavan un lugar
Para la salida.
*
Hombres que son como lugares mal situados
Hombres que son como casas saqueadas
Que son como sitios fuera de los mapas
Como piedras fuera del suelo
Como niños huérfanos
Hombres sin huso horario
Hombres agitados sin brújula donde reposar
Hombres que son como fronteras invadidas
Que son como caminos en barricada
Hombres que quieren pasar por los atajos sofocados
Hombres sulfatados por todos los destinos
Desempleados de sus propias vidas
Hombres que son como una negación de las estrategias
Que son como los escondrijos de los contrabandistas
Hombres encarcelados abriéndose a navajazos
Hombres que son como daños irreparables
Hombres que son supervivientes vivos
Hombres que son como sitios fuera
De lugar
Hombres que son como casas saqueadas
Que son como sitios fuera de los mapas
Como piedras fuera del suelo
Como niños huérfanos
Hombres sin huso horario
Hombres agitados sin brújula donde reposar
Hombres que son como fronteras invadidas
Que son como caminos en barricada
Hombres que quieren pasar por los atajos sofocados
Hombres sulfatados por todos los destinos
Desempleados de sus propias vidas
Hombres que son como una negación de las estrategias
Que son como los escondrijos de los contrabandistas
Hombres encarcelados abriéndose a navajazos
Hombres que son como daños irreparables
Hombres que son supervivientes vivos
Hombres que son como sitios fuera
De lugar
Explicación de los árboles y de otros animales (Sígueme)
Traducción: Luis María Marina
No podía ser de otro modo. Discreto, casi en silencio, llega entre nosotros Daniel Faria (1971-1999). Podría decir que es, quizás, el proyecto literario al que más ilusión he dedicado en estos últimos años; podría, también, dejar escrito que Faria, no me cabe duda de ello, es el mejor poeta portugués de las dos últimas décadas –y eso no es poco en país con tradición lírica tan asentada y pujante como este. Pero una y otra cosa, que serán dichas a su debido tiempo, violentarían lo que ahora realmente importa: la palabra del poeta. La palabra del primero de sus libros mayores, Explicación de los árboles y de otros animales, que acaba de publicar Sígueme. Violentarían el asombro que sentí al leerlo por vez primera, al compartir con Faria el espacio inacabable, aterido y sin embargo acogedor, de sus páginas. Un espacio al que el lector español queda, desde hoy, convocado. [Luis María Marina]
Aun en el interior del cuarto
Eres la parte de fuera de la casa
Los innumerables peldaños de la casa. El más antiguo
Niño subiéndolos uno a uno
*
La piedra está posada sobre sí misma
En tiempos de indigencia no pedirás otra abundancia
Ningún otro verso o casa
Ninguna otra firmeza
La simiente brota bajo el peso de la tierra
La voz de las cigarras bajo el peso del calor
Una piedra pesa sobre la piedra
Las manos unidas no tienen fuerza así
En el tallo la hoja no tiene ese equilibrio
Y te columpias ojos adentro
Inundando de paisajes la ceguera
*
1
Si enciendo la luz
no moriré solo
2
Aunque se duerman los pastores
No se ha de descarriar la voz
Del forastero
De las casas, por ejemplo, una de las series más hermosas del volumen, donde describe la celda:
Estoy entre paredes blancas.
Cuatro paredes mi celda, el frío, la soledad y mi catre.
La luz entra siempre de noche.
*
Debo ser el último tiempo
La lluvia definitiva sobre el último animal en los pastos
El cadáver donde la araña decide el círculo.
Debo ser el último peldaño en la escala de Jacob
Y el último sueño en él
Debo ser el último dolor en la cadera.
Debo ser el mendigo a mi puerta
Y la casa puesta en venta.
Debo ser la tierra que me recibe
Y el árbol que me planta.
En silencio y despacio en lo oscuro
Debo ser la víspera. Debo ser la sal
vuelta hacia atrás.
O la pregunta a la hora de partir.
Un mito de la poesía portuguesa
Daniel Faria es, probablemente, el poeta de su generación que ha dejado una huella más profunda en la poesía portuguesa
Por ANTONIO SÁEZ DELGADO
La célebre frase con la que Fernando Pessoa recordó a su añorado amigo Mário de Sá-Carneiro (“mueren jóvenes los que los dioses aman”) bien podría aplicarse a Daniel Faria (1971-1999), probablemente el poeta de su generación que ha dejado una huella más profunda en la poesía portuguesa. De muy temprana vocación sacerdotal (como José Tolentino Mendonça, otra de las voces más autorizadas de la última poesía lusa), la vida de Faria se malogró por un accidente doméstico ocurrido en el monasterio benedictino de Sindeverga, donde era novicio, y cuando solo había publicado dos libros: este Explicación de los árboles y de otros animales y Homens que são como lugares mal situados, ambos de 1998. Ya de manera póstuma, en 2003, apareció su Poesía reunida, que incluía un último libro publicado en 2000 (Dos líquidos) y tres poemarios de juventud, y que sirvió para construir una especie de leyenda alrededor del autor, provocada tanto por su temprana muerte como por la calidad de su obra.
Explicación de los árboles y de otros animales, traído con felicidad al español por Luis María Marina, permite por primera vez al lector de nuestro idioma adentrarse en un libro de Faria, tras sus poemas recogidos en antologías como El arte de la pobreza. Diez poetas portugueses contemporáneos, de José Ángel Cilleruelo (2007), o Photomaton. Nueva lírica portuguesa, de Andrés Navarro (2011). Marina, además, presenta al empezar el volumen un amplio fragmento de otro elemento importante en la elaboración del aura enigmática que rodea a este autor: su única entrevista, concedida algo menos de un año antes de su trágica muerte. En ella, Faria ofrece algunas de las claves que ayudan a desentrañar su poesía: la misteriosa dimensión de la luz (“injerto la luz / en todo lo que nombro”), el fulgor de la palabra poética como revelación (“¿Cómo he podido olvidar el camino hacia fuera?”) o la “materia de los silencios” como elemento de trabajo. Sobre esos motivos, enraizado en una tradición nacional que lo emparenta con nombres sagrados de la poesía portuguesa como Ramos Rosa o Herberto Hélder, Daniel Faria nos ofrece un libro que conjuga con sabiduría altura y profundidad, en el que el tono hímnico no abandona nunca el territorio de la intimidad (“También los corazones de los hombres arden / Beben vino, leche y agua y no apagan / El amor”) y en el que los elementos propios de su tradición histórica (los textos bíblicos, San Juan, Santa Teresa, cierto José Ángel Valente) se articulan en torno a la búsqueda de lo inefable a través de la esencia de las palabras.
Examinemos também a escrita
O solo negro deixado pelo fogo
O mecanismo semelhante às queimadas
Deixando a terra arável na sua devastação.
Tudo isto interessa para retomarmos a pedra onde está escrita
A palavra nova
A pedra onde corre o sangue.
Enquanto perguntas pelas dez palavras.
Põe a boca na palavra líquida
Examina o coração de carne em vez da escrita antiga
O verbo onde jorra a palavra incessante
Há dentro dela uma pedra nupcial
*
Amo-te nesta ideia nocturna da luz nas mãos
E quero cair em desuso
Fundir-me completamente.
Esperar o clarão da tua vinda, a estrela, o teu anjo
Os focos celestes que a candeia humana não iguala
Que os olhos da pessoa amada não fazem esquecer.
Amo tão grandemente a ideia do teu rosto que penso ver-te
Voltado para mim
Inclinado como a criança que quer voltar ao chão.
*
Trabalho a partir da existência da luz
E de certos minerais
Mesmo se não mereço a matéria luminosa
Da terra soprada donde o homem vem. A ânfora, o vidro. E recolho
O fogo
Quando como no princípio a manhã se abeira
Trabalho a partir da ceifa matinal. Experimento
A paveia antiga do homem vergado, o rumor enxugado do líquido
Na névoa, no orvalho, na carne
Da palavra calculando o voo
Pelo reflexo sobre as águas: no início
Trabalho na água que a voz movimentou
Gerando os sismos: e sou
O húmus, o barro nas margens
O homem que nunca compreendeu
*
Sabes, leitor, que estamos ambos na mesma página
E aproveito o facto de teres chegado agora
Para te explicar como vejo o crescer de uma magnólia.
A magnólia cresce na terra que pisas – podes pensar
Que te digo alguma coisa não necessária, mas podia ter-te dito, acredita,
Que a magnólia te cresce como um livro entre as mãos. Ou melhor,
Que a magnólia – e essa é a verdade – cresce sempre
Apesar de nós.
Esta raiz para a palavra que ela lançou no poema
Pode bem significar que no ramo que ficar desse lado
A flor que se abrir é já um pouco de ti. E a flor que te estendo,
Mesmo que a recuses
Nunca a poderei conhecer, nem jamais, por muito que a ame,
A colherei.
A magnólia estende contra a minha escrita a tua sombra
E eu toco na sombra da magnólia como se pegasse na tua mão
[in Poesia, Assírio & Alvim, 2012]
Amo-te nesta Ideia Nocturna da Luz nas Mãos
Amo-te nesta ideia nocturna da luz nas mãos
E quero cair em desuso
Fundir-me completamente.
Esperar o clarão da tua vinda, a estrela, o teu anjo
Os focos celestes que a candeia humana não iguala
Que os olhos da pessoa amada não fazem esquecer.
Amo tão grandemente a ideia do teu rosto que penso ver-te
Voltado para mim
Inclinado como a criança que quer voltar ao chão.
in "Dos Líquidos"
Tenho Saudades do Calor ó Mãe
Tenho saudades do calor ó mãe que me penteias
Ó mãe que me cortas o cabelo — o meu cabelo
Adorna-te muito mais do que os anéis
Dá-me um pouco do teu corpo como herança
Uma porção do teu corpo glorioso — não o que já tenho —
O que em ti já contempla o que os santos vêem nos céus
Dá-me o pão do céu porque morro
Faminto, morro à míngua do alto
Tenho saudades dos caminhos quando me deixas
Em casa. Padeço tanto
Penso tanto
Canto tão alto quando calculo os corpos celestes
Ó infinita ó infinita mãe
in "Dos Líquidos"
Amo-te no Intenso Tráfego
Amo-te no intenso tráfego
Com toda a poluição no sangue.
Exponho-te a vontade
O lugar que só respira na tua boca
Ó verbo que amo como a pronúncia
Da mãe, do amigo, do poema
Em pensamento.
Com todas as ideias da minha cabeça ponho-me no silêncio
Dos teus lábios.
Molda-me a partir do céu da tua boca
Porque pressinto que posso ouvir-te
No firmamento.
in "Dos Líquidos"
Amo o Caminho que Estendes
Amo o caminho que estendes por dentro das minhas divisões.
Ignoro se um pássaro morto continua o seu voo
Se se recorda dos movimentos migratórios
E das estações.
Mas não me importo de adoecer no teu colo
De dormir ao relento entre as tuas mãos.
in "Dos Líquidos"
Há uma Mulher a Morrer Sentada
Há uma mulher a morrer sentada
Uma planta depois de muito tempo
Dorme sossegadamente
Como cisne que se prepara
Para cantar
Ela está sentada à janela. Sei que nunca
Mais se levantará para abri-la
Porque está sentada do lado de fora
E nenhum de nós pode trazê-la para dentro
Ela é tão bonita ao relento
Inesgotável
É tão leve como um cisne em pensamento
E está sobre as águas
É um nenúfar, é um fluir já anterior
Ao tempo
Sei que não posso chamá-la das margens
in "Dos Líquidos"
Sem outra Palavra para Mantimento
Sem outra palavra para mantimento
Sem outra força onde gerar a voz
Escada entre o poço que cavaste em mim e a sede
Que cavaste no meu canto, amo-te
Sou cítara para tocar as tuas mãos.
Podes dizer-me de um fôlego
Frase em silêncio
Homem que visitas
Ó seiva aspergindo as partículas do fogo
O lume em toda a casa e na paisagem
Fora da casa
Pedra do edifício aonde encontro
A porta para entrar
Candelabro que me vens cegando.
Sol
Que quando és nocturno ando
Com a noite em minhas mãos para ter luz.
in "Dos Líquidos"
Eu Peneiro o Espírito e Crivo o Ritmo
Eu peneiro o espírito e crivo o ritmo
Do sangue no amor, o movimento para fora
O desabrigo completo. Peneiro os múltiplos
Sentidos da palavra que sopra a sua voz
Nos pulsos. Crivo a pulsação do canto
E encontro
O silêncio inigualável de quem escuta
Eis porque as minhas entranhas vibram de modo igual
Ao da cítara
Eu peneiro as entranhas e encontro a dor
De quem toca a cítara. A frágil raiz
De quem criva horas e horas a vida e encontra
A corda mais azul, a veia inesgotável
De quem ama
Encontro o silêncio nas entranhas de quem canta
Eis porque o amor vibra no espírito de quem criva
O músico incompleto peneira a ideia das formas
Eu sopro a água viva. Crivo
O sofrimento demorado do canto
Encontro o mistério
Da cítara
in "Dos Líquidos"
Quero a Fome de Calar-me
Quero a fome de calar-me. O silêncio. Único
Recado que repito para que me não esqueça. Pedra
Que trago para sentar-me no banquete
A única glória no mundo — ouvir-te. Ver
Quando plantas a vinha, como abres
A fonte, o curso caudaloso
Da vergôntea — a sombra com que jorras do rochedo
Quero o jorro da escrita verdadeira, a dolorosa
Chaga do pastor
Que abriu o redil no próprio corpo e sai
Ao encontro da ovelha separada. Cerco
Os sentidos que dispersam o rebanho. Estendo as direcções, estudo-lhes
A flor — várias árvores cortadas
Continuam a altear os pássaros. Os caminhos
Seguem a linha do canivete nos troncos
As mãos acima da cabeça adornam
As águas nocturnas — pequenos
Nenúfares celestes. As estrelas como as pinhas fechadas
Caem — quero fechar-me e cair. O silêncio
Alveolar expira — e eu
Estendo-as sobre a mesa da aliança
in "Dos Líquidos"
Amo-te como um Planeta em Rotação Difusa
Amo-te como um planeta em rotação difusa
E quero parar como o servo colado ao chão.
Frágil cerâmica de poros soprados no teu hálito
Vasilha que ergues em tua mão de oleiro
Cálice que não pudeste afastar de ti.
in "Dos Líquidos"
Amo-te na Carne que Tomaste do Chão que Aplaino
Amo-te na carne que tomaste do chão que aplaino
Com as mãos
Com as palavras que escrevo e apago
Na areia, no cérebro.
Amo-te com o cérebro em ferida
Pensando-te
Remédio que derramas em mim a tua medicina, a morte
No meu corpo. Até que repouse como enfermo
No teu leito. Amo febrilmente amo o dia
Em que disseres: Larga
A tua enxerga! — E ande
in "Dos Líquidos"
Estranho é o Sono que não te Devolve
Estranho é o sono que não te devolve.
Como é estrangeiro o sossego
De quem não espera recado.
Essa sombra como é a alma
De quem já só por dentro se ilumina
E surpreende
E por fora é
Apenas peso de ser tarde. Como é
Amargo não poder guardar-te
Em chão mais próximo do coração.
in "Explicação das Árvores e de Outros Animais"
Explicação da Ausência
Desde que nos deixaste o tempo nunca mais se transformou
Não rodou mais para a festa não irrompeu
Em labareda ou nuvem no coração de ninguém.
A mudança fez-se vazio repetido
E o a vir a mesma afirmação da falta.
Depois o tempo nunca mais se abeirou da promessa
Nem se cumpriu
E a espera é não acontecer — fosse abertura —
E a saudade é tudo ser igual.
in "Explicação das Árvores e de Outros Animais"
Ausência
Fala
Ouvir-te-ei
Ainda que os segredos
As amoras me chamem
Diz-me
Que existirão lágrimas para chorar
Na velhice
Na solidão
Ainda que acordes os olhos dos deuses
Fala
Ouvir-te-ei
A coragem
Alguém de nós que já não está
in "Oxálida"
Conserto a Palavra
Conserto a palavra com todos os sentidos em silêncio
Restauro-a
Dou-lhe um som para que ela fale por dentro
Ilumino-a
Ela é um candeeiro sobre a minha mesa
Reunida numa forma comparada à lâmpada
A um zumbido calado momentaneamente em exame
Ela não se come como as palavras inteiras
Mas devora-se a si mesma e restauro-a
A partir do vómito
Volto devagar a colocá-la na fome
Perco-a e recupero-a como o tempo da tristeza
Como um homem nadando para trás
E sou uma energia para ela
E ilumino-a
in "Homens que São como Lugares Mal Situados"
Um pássaro em queda mesmo
Quando é proporcional à pedra
Que tomba do muro nunca
Alcança a mesma coloração do musgo
– Já nem sequer falo do tempo
Em que mudam a pena
Para fazeres ideia pensa
Como perde um homem a idade
De encontrar os ninhos
Retém na memória: o homem cai. Desloca-se
O pássaro para que as estações não mudem
É dessa rotação que o muro
Pode cercar-se sem ninguém o construir. O cerco
Do voo é a pedra da idade
Para fazeres uma ideia pensa
Em engoli-la
§
Há muitos metros entre um animal que voa
E a escada que desço para me sentar no chão
Mas basta-me um quadrado de sossego
Para a distância absoluta
Está para além do que se vê a janela onde me debruço definitivo
Não é uma aparição
Nem se pode alcançar sem se ir em frente caindo
Só no fim da paisagem estou de pé como um para-quedista que desce
Suspenso como os santos num arroubo místico
Erguido como um anjo em suas asas
E sinto-me ser alto como um astro. Nuvem
Como se fosse um homem
Que levita
§
Ando um pouco acima do chão
Nesse lugar onde costumam ser atingidos
Os pássaros
Um pouco acima dos pássaros
No lugar onde costumam inclinar-se
Para o voo
Tenho medo do peso morto
Porque é um ninho desfeito
Estou ligeiramente acima do que morre
Nessa encosta onde a palavra é como pão
Um pouco na palma da mão que divide
E não separo como o silêncio em meio do que escrevo
Ando ligeiro acima do que digo
E verto o sangue para dentro das palavras
Ando um pouco acima da transfusão do poema
Ando humildemente nos arredores do verbo
Passageiro num degrau invisível sobre a terra
Nesse lugar das árvores com fruto e das árvores
No meio de incêndios
Estou um pouco no interior do que arde
Apagando-me devagar e tendo sede
Porque ando acima da força a saciar quem vive
E esmago o coração para o que desce sobre mim
E bebe
§
Procuro o trânsito de um homem que repousa em ti
Como se desvia um homem do seu coração para seguir viagem
Como deixa ficar tudo e acrescenta à sua herança
Procuro conhecer os símbolos, os marcos miliares
Diurnos, como se lêem
Sinais de fumo e o ângulo dos pombos – e todas as coisas
Que nos chegam da distância
Procuro saber como se fecham os pés dentro dos teus
Percursos
Como se põe descalço um homem que necessita
De atravessar-se
E desejo outra vez desdobrada a tua palavra cheia
De estrelas
Para que as recorte, para que as ponha no silêncio
Vivas
Na minha boca e nas minhas mãos
Em chamas
§
Caminho sem pés e sem sonhos
só com a respiração e a cadência
da muda passagem dos sopros
caminho como um remo que se afunda.
os redemoinhos sorvem as nuvens e os peixes
para que a elevação e a profundidade se conjuguem.
avanço sem jugo e ando longe
de caminhar sobre as águas do céu.
§
Estranho é o sono que não te devolve.
Como é estrangeiro o sossego
de quem não espera recado.
Essa sombra como é a alma
de quem já só por dentro se ilumina
e surpreende
e por fora é
apenas peso de ser tarde.Como é
amargo não poder guardar-te
em chão mais próximo do coração.
§
Acontecera que as coisas se destruíssem sem que nelas sobrevivesse
E era tarde.
Sozinho em tempos não fora a falta de ninguém
E o que doía não tinha o quisto da doença
Só o espaço sereno das coisas que se deixam.
Acontecera que nada se fizera fora
Do coração.
Acontecera que passara a noite a abrir os olhos
Para não se interromper
A estender a mão para estar vivo
E certo de que nem ele próprio se abeiraria de si mesmo
Pois ocupara-se rigorosamente de ausentar-se.
Mesmo se caminhara muito devagar
Sem outro meio para esperar que o visitassem.
Ele que é agora o que nunca repousou
O que nunca encontrará o sítio do sossego
A não ser que haja o equilíbrio na vertigem
Uma luz parada no meio da voragem.
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