Hallberg Hallmundsson , nacido en 1930, fue periodista, trabajó en una editorial islandesa y también trabajó como traductor. Escribió poemas, muchos de los cuales han sido traducidos al Inglés.
Hallberg Hallmundsson, un autor que apenas se ha traducido al español o al francés, pero que, sin embargo, ha tenido bastante peso en el ámbito anglosajón gracias a su labor como traductor al inglés de la obra de sus contemporáneos. En ese sentido, puede decirse que ha sido un gran difusor de la cultura islandesa en Estados Unidos y Canadá. Una de sus obras más conocidas, a este respecto, es su antología sobre la poesía nórdica Anthology of Scandinavian Literature, de 1966.
Nacido en Brú, en el norte de Islandia, en 1930, estudió Geografía e Historia en la Universidad de Islandia. Al igual que muchos de sus contemporáneos y siguiendo la tradición de la mayor parte de los intelectuales del país que, como tuvimos ocasión de explicar en otros números, hacen del aprendizaje de otras lenguas y del conocimiento de otras culturas un elemento esencial de enriquecimiento literario, Hallberg Hallmundsson estudió español en Barcelona. En 1960 viajó a Estados Unidos, donde permaneció durante dos décadas. Allí trabajó como redactor en una editorial especializada en la publicación de enciclopedias y colaboró en la elaboración de algunas de ellas con distintos artículos, unos firmados y otros anónimos. También trabajó como escritor independiente en la revista mensual Global Finance y escribió reseñas sobre la literatura islandesa para World Literature Today. Desde su regreso a Islandia, ha contribuido a aumentar el volumen de las traducciones de obras extranjeras al islandés con importantes aportaciones. Su interés por la cultura española le ha llevado a publicar, por ejemplo, una conocida antología de los versos de Juan Ramón Jiménez.
Como escritor, se ha dedicado a los relatos cortos y, sobre todo, a la poesía. Es autor de varios libros de poemas. El primero de ellos, Haustmál, apareció en 1968 y el último del que tenemos noticia, Óræða, se publicó en 2002. Si Hallberg Hallmundsson nos interesa especialmente, es porque ha desarrollado, sobre todo en algunas de sus últimas obras, una poesía desengañada, desacralizadora y casi irreverente muy propia de nuestro tiempo, en la que el prosaísmo, el lenguaje coloquial, la ironía y el humor se ponen al servicio de la observación de los detalles de la vida cotidiana, de esas acciones que realizamos casi de modo automático y que, enlazadas unas con otras, conforman nuestra “existencia”.
Esto se aprecia con gran facilidad en sus libros Umhendur (Sucesos), de 1997, y Sneiðar–ekki af osti (Lonchas–no de queso), del año 2000, en cierta medida continuación de Umhendur, como demuestra su subtítulo: Umhendur II. Es, precisamente, en estos libros donde se nos ofrecen distintas imágenes de los momentos fútiles de la vida a los que apenas prestamos atención y que el poeta se permite aislar en el marco de la construcción poética, otorgándoles así un valor casi simbólico. De hecho, muchas de las composiciones tienen como punto de partida algún acontecimiento habitual, bien de los vividos directamente por el mismo autor, bien de aquellos que suelen aparecer en los nada sensacionalistas periódicos islandeses (más en el segundo volumen: Sneiðar–ekki af osti). Lo importante es comprobar cómo esta visión atomizadora y lúdica que, en un primer acercamiento, puede parecer una enfermiza obsesión por la banalidad, potencia, paradójicamente, el significado más profundo de algunos temas universales, como la falta de comunicación, el extravío en un mundo carente de sentido y la conciencia de la muerte, y termina haciendo más visible y angustioso, en general, el carácter irracional de nuestra existencia. La virtud de Hallberg Hallmundsson consiste en mostrarnos, de un modo eficaz, nuestro lado ridículo y en revelarnos, por tanto, que quizá nos estemos tomando demasiado en serio en nuestro afán de trascendencia. Los tres primeros poemas que hemos seleccionado, pertenecientes a su libro Umhendur, constituyen un buen ejemplo de esta postura y resultarán –creemos– especialmente atractivos para nuestros lectores.
Pero Hallberg Hallmundsson, sin renunciar a una cierta ironía, también sabe darnos una visión más grave y reflexiva de nuestro desencanto y nuestra frustración. En su libro Hringferli (1999), por ejemplo, quizá interpretable como complemento de los anteriores, volvemos a encontrar algunos de esos temas importantes de su trayectoria poética, esta vez expresados con un tono más severo. A él pertenecen los dos últimos poemas, titulados “Solo” y “Miré volar los pájaros”.
Aunque somos conscientes de que con este modesto recorrido no hemos agotado en absoluto todas las facetas de Hallberg Hallmundsson como poeta, esperamos haber dado, al menos, unas pinceladas que despierten la curiosidad y el interés de nuestros lectores por este autor. A ellos les corresponde, ahora, juzgar esta selección. Como es habitual en nuestra revista, las traducciones son nuestras.
Þegar ég fer út úr herberginu mínu
loka ég einatt dyrunum á eftir mér
jafnvel þótt ég sé ekki að fara út.
Þetta helgast af því
að ef ég fer ekki út úr herberginu
get ég ekki lokað dyrunum á eftir mér;
ég gæti þá eins verið kyrr inni.
En ef ég er kyrr inni –sem oft hendir–
get ég ekki heldur lokað á eftir mér;
til þess yrði ég að fara út.
Svona flókið getur það verið
sem öllum sýnist svo einfalt:
að fara út og loka dyrunum á eftir sér.
De asuntos sencillos y, sin embargo, complicados.
Cuando salgo de mi habitación
siempre cierro la puerta detrás de mí
incluso aunque no vaya a salir.
Esto se justifica
porque si no salgo de mi habitación
no puedo cerrar la puerta detrás de mí.
De idéntico modo podría quedarme quieto dentro.
Pero si me quedo quieto dentro –lo que a menudo sucede–
tampoco puedo cerrar la puerta detrás de mí:
para lograrlo tendría que salir.
Así de complicado puede ser
lo que a todos parece tan sencillo:
que uno salga y cierre la puerta tras sí.
Um tryggasta vininn.
Þegar ég tala við hundinn minn
situr hann fyrir framan mig allur eftirtekt
mænir á mig fallegum brúnum augum
á sinn hundslega smjaðrandi hátt
og skilur ekki orð af því sem ég segi.
Þá fer ég stundum í örvæpi að ávarpa guð.
Og guð situr í sínum sessi á himnum
lítur niður á mig fyrirlitningaraugum
og skilur ekki fremur en hundurinn minn
eitt einasta orð af því sem ég er að þvaðra;
hefur ekki einu sinni skott til að dilla.
Því nánari kynni sem ég hef af guði
því betur líkar mér við hundinn minn.
Del amigo más fiel.
Cuando hablo con mi perro
él se queda sentado delante de mí todo atento
me mira con sus hermosos ojos castaños
con esa canina y halagadora manera tan suya de mirar
y no entiende ni una palabra de lo que le digo.
Entonces se me ocurre a veces dirigirme a dios.
Y dios se queda sentado en su silla allá en el cielo
me mira con sus ojos desdeñosos
y como le sucede a mi perro no entiende
ni una sola palabra de lo que intento transmitirle;
ni siquiera tiene una cola que agitar.
Cuanto más conocimiento tengo de dios
tanto más me gusta mi perro.
Um börn á öllum aldri.
Þegar börn eru á bernskuskeiði
(og á hvaða öðru skeiði
ættu þau svo sem að vera?)
vilja þau öll ólm verða „stór”
sem raunar þýðir að þau geta varla
beðið eftir að eldast.
Svo líða árin. Börnin fullorðnast
og fyrr en varir verður þeim ljóst
að þau eru komin á miðjan aldur.
Þá fara þau að kvarta yfir því
hvað þau séu orðin gömul
og óska sér þau væru ung á ný.
Barnaskapurinn eldist aldrei af þeim.
De los niños de todas las edades.
Cuando los niños están en el periodo infantil
(¿y en qué otro periodo
podrían estar?)
desean desesperadamente hacerse “mayores”
lo que quiere decir que apenas pueden
esperar a envejecer.
Así pasan los años. Los niños se hacen adultos
y antes de que se den cuenta comprenden
que han llegado a la mitad de su vida.
Entonces empiezan a quejarse
de lo viejos que se han hecho
y de lo mucho que desean volver a ser jóvenes.
Nunca envejece su puerilidad.
Einn.
Hvergi er maður eins einn
og í margmenni þar sem enginn þekkir mann
en flestir aðrir
virðast þekkja hver annan.
En ég hef þróað mér
(að nokkru leyti)
mótvægi þeirrar einsemdar:
Ég hef lært að lesa varir.
Þannig
þótt enginn gefi sig á tal við mig
eða ég við annað fólk
og þótt ég heyri ekki hvað það segir
sé ég það.
Þetta er eins og að standa á hleri.
Og oftast prísa ég mig sælan
að þurfa ekki að taka þátt
í svo fáfengilegum samræðum
-ef ekki beinlínis heimskulegum.
Ég sagði „að nokkru leyti.”
Ég er einn eftir sem áður.
Solo.
En ningún sitio está uno tan solo
como en medio de una muchedumbre
donde nadie nos conoce y la mayor parte de los otros
parecen conocerse.
Pero yo he desarrollado
(en cierta medida)
una compensación a esta soledad:
he aprendido a leer los labios.
Así,
aunque nadie se digne a hablar conmigo
o yo a hablar con los demás
y aunque no oiga lo que dicen
soy capaz de verlo.
Es como jugar al escondite.
Y muy a menudo me considero afortunado
por no tener que participar
en tan insignificantes conversaciones
-o podría decir, directamente, tan estúpidas.
He dicho “en cierta medida”.
Me quedo tan solo como antes.
Ég horfði á fuglana.
Ég horfði á fuglana
fljúga yfir höfði mér
til fjarlægra landa.
Ég horfði á þá stöðugt
uns þeir hurfu út í fjarskann.
Haustkælan gerði mér hroll.
Og yfir mig steyptist
undarlegur söknuður.
Miré los pájaros volar.
Miré los pájaros volar
por encima de mi cabeza
hacia las más lejanas tierras.
Los miré constantemente
hasta que se desvanecieron
en la distancia.
El frescor del otoño me hizo estremecer.
Y me envolvió
una extraña nostalgia.
http://www.strokkur.org/Strokkur13/pag.3%3A_poesie___poes%C3%ADa.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario