Michael O'Loughlin (Dublin, 1958)
Talith
Dormimos debajo del talith de tu abuelo
Fina lana de oveja con rayas blancas y negras
Un código de barras gigante para que escanee Dios
El vellón de una bestia fabulosa.
Carpa pequeña, templo portátil
Sobrevivió a los ladrones holandeses y a los propietarios de Dublín
Para ampararme en esta noche irlandesa incluso a mí
No circuncidado, y la mayoría de las veces, no lavado.
Tu padre lo clavó a la pared de su estudio
Una bandera sin escudo. Edredón de eternidad,
Tu abuelo no creyó que iba a necesitarlo
Cuando tomó el tren en Amsterdam.
“¿Qué?”, dijo burlándose de tu padre,
“¿Acaso van a matarnos a todos?”
In This Life, New Island, 2011
Traducción de Jorge Fondebrider
El Fugitivo
Una hora antes de que abra el Metro
te recuerdo, Richard Kimble
con mis manos hundidas en los bolsillos de mi campera
caminando las calles de una ciudad extranjera.
Esta noche recordé de pronto todo —
las húmedas noches de invierno en Dublín
la sala con la cortina corrida
y la luz de la calle metiéndose adentro
y yo, silencioso, hipnotizado
tendido sobre el linóleo anaranjado
perdido en las imágenes misteriosas
del brillo en blanco y negro de la TV
y marcado por humo y amaneceres ciudadanos,
el sordo gruñido de los acentos norteamericanos
llegando fuerte y filosos como navaja
por encima de la interferencia local.
Ya no puedo recordar las historias
pero al final lo único que importa son los íconos,
la silenciosa y anónima ciudad americana
con la lluvia escurriéndose por la alcantarilla
y el fugaz reflejo del hombre con un sólo brazo
sumiéndose atrás en las sombras,
la víctima real, el verdaderamente culpable,
el hombre al que estás destinado a seguir.
Esta vida, esta ciudad me calza
como una vieja campera de cuero
conseguida por nada
en un mercado de segunda mano.
Y enciendo un cigarrillo
relajado en la armonía ocasional
que flota a través de la ciudad
que une otras vidas a la mía
y como muchas otras veces antes
me subo el cuello contra el viento
y me alejo por el lado oscuro de la calle
soñando ya con otra ciudad
recordándote, Richard Kimble
y a la manera de vivir que me enseñaste;
terminando otro olvidado episodio
todavía yo mismo, todavía el Fugitivo.
Poesía irlandesa contemporánea,
Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1999
http://campodemaniobras.blogspot.com/
Una canción de amor en Irlanda, 1988
Te amaré hasta el final de los tiempos
dijo él, una cueva oscura
abriéndose al borde de sus palabras.
El nombre redondo, plateado
estaba en su boca,
el barro tibio,
el sueño de ellos es agua.
Nadan juntos.
La plegaria de él es cada noche la misma:
zambullámonos, que nos impulse
el robusto motor
de nuestro amor.
Seamos el salmón
que persigue un río
por mares envenenados.
poemas de Another Nation, Arc Publications, 1996
Versión © Gerardo Gambolini
http://campodemaniobras.blogspot.com/
Una canción de amor en Irlanda, 1988
Te amaré hasta el final de los tiempos
dijo él, una cueva oscura
abriéndose al borde de sus palabras.
El nombre redondo, plateado
estaba en su boca,
el barro tibio,
el sueño de ellos es agua.
Nadan juntos.
La plegaria de él es cada noche la misma:
zambullámonos, que nos impulse
el robusto motor
de nuestro amor.
Seamos el salmón
que persigue un río
por mares envenenados.
poemas de Another Nation, Arc Publications, 1996
Versión © Gerardo Gambolini
Los fragmentos
Durante meses, al volver a casa tarde, a la noche,
nos deteníamos en un semáforo
en medio de la nada
y sentados ahí, el motor inquieto
por la autopista vacía
yo miraba el paso sobre nivel a medio construir
alzado bajo la luz de la luna
como un templo griego en ruinas
y me sentía rodeado de repente
por los monumentos destruidos y potentes
de una civilización que aún no hemos descubierto
los fantasmas de algo que nos acecha
el futuro imaginado pasado quizás
o los millones de muertos sino
que se elevan y caen
en el barro y la piedra grabada
el fantasma de la bestia
en cuya caparazón habitamos
sin saber si estamos
en el centro o el contorno
sintiendo que los fragmentos son nuestra única integridad
tallando con cuidado sus bordes partidos.
poemas de Another Nation, Arc Publications, 1996
Versión © Gerardo Gambolini
http://farovacio.blogspot.com/2011/04/michael-oloughlin.html
Durante meses, al volver a casa tarde, a la noche,
nos deteníamos en un semáforo
en medio de la nada
y sentados ahí, el motor inquieto
por la autopista vacía
yo miraba el paso sobre nivel a medio construir
alzado bajo la luz de la luna
como un templo griego en ruinas
y me sentía rodeado de repente
por los monumentos destruidos y potentes
de una civilización que aún no hemos descubierto
los fantasmas de algo que nos acecha
el futuro imaginado pasado quizás
o los millones de muertos sino
que se elevan y caen
en el barro y la piedra grabada
el fantasma de la bestia
en cuya caparazón habitamos
sin saber si estamos
en el centro o el contorno
sintiendo que los fragmentos son nuestra única integridad
tallando con cuidado sus bordes partidos.
poemas de Another Nation, Arc Publications, 1996
Versión © Gerardo Gambolini
http://farovacio.blogspot.com/2011/04/michael-oloughlin.html
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