viernes, 8 de julio de 2011

4107.- EMILIO DURÁN


Emilio Durán, nació en Sevilla, ha cultivado los géneros de poesía y narrativa, habiendo obtenido algunos galardones, como el premio Leonor de la Diputación Provincial de Soria, y el Camilo José Cela de Guadalajara, fundador de los pliegos El Carro de la Nieva y El Molino de la Pólvora.

Publicaciones
"Paralelo 40". Poesía. 1975.
"La luna de la menara". Poesía. 1980.
"Camino de Nadir". Poesía. 1986.
"Catacumba de rosas". Poesía. 1986.
"La dorada memoria de ese narciso". Poesía. 1986.
"Blanco es el color de la paloma". Poesía. 1987.
"Cartas son cartas". Poesía. 1992.
"Mosaico de los amores perdidos". Poesía. 1995.
"La última batalla de Fernando de Abertura". Narrativa. 1995.
"Logia de conversos". Poesía. 1997.
"Sólo memoria de la vida". Poesía. 1997.
"Cartas de amor a la condesa". Narrativa. 2005.

"El boulevard de los náufragos".
"Plaza de Cabildo". Poesía. 2009.

Otras publicaciones
"Itinerario de amor sobre un plano de Olavide". Poesía. 2003.






LA DORADA MEMORIA DE ESE NARCISO
(1986)




JULIO CÉSAR CUMPLE UNA PROMESA LA MAÑANA DE VIERNES SANTO EN
LA CALLE PARRAS

Tiene el balcón un sueño de laureles
que eleva el pedestal de una mañana
repujada de plata y terciopelo
sobre el tapiz de la metalería.
Y, en el balcón, moneda entre macetas,
esculpido en marfil y mármol frío,
Julio César dirige sus pupilas
de águila y lictores sobre el océano
de los vecinos de la calle Parras.
El sol se está rompiendo en los varales
del impreciso palio de la Virgen,
mientras una centuria de aguardiente
rinde aceros al cónsul de la urbe.
César sorprende luz en las retinas
cautivas de las plumas de los cascos,
desecha sus esquemas de cohortes
y concluye que, en Sevilla, es natural
que un capitán de armaos fume negro
y calce unas toreras medias rosas.
¡La guerra de las Galias fue tan simple
frente a este doblar de la Macarena
la blanca esquina de la calle Parras! ./.
El fragante sueño de la noche
cuaja en el verde de los antifaces,
en el humo borracho del incienso,
en la pálida muerte de la cera
y en ese seco golpe de martillo
que a la diosa detiene entre la gente.
Es, entonces, cuando César aún deudor
de un voto formulado por los predios
de la bética Munda belicosa
agarra con sus manos de guerrero
el hierro del balcón como una espada
y lanza al aire cada vez más tibio
un quejío que dice “Tota pulchra”,
que lo remata en son de martinete
y que al cielo se lleva a la Señora.










BLANCO ES EL COLOR DE LA PALOMA
(1987)

“No nos bañamos dos veces en el mismo río”
HERÁCLITO

Hacia el sol que agoniza, bajo el espeso polvo, van tres mujeres. No volverán.
Han dejado tras ellas un crujir de almidón, unas palabras, apenas aire.
Como si se le clavara un hierro dentro del pecho, el caminante piensa con
amargura, que nunca ese ocaso volverá a iluminar esos mismos cuerpos. Y se
entristece.








CARTAS SON CARTAS
(1992)

CARTA DE MANUEL HALCÓN A ANITA PEÑALVER

“Al campo te escribo, Ana. Supongo que en Sevilla ya no podrás vivir. Hasta la rosa
muere, y aquella ciudad que tanto amábamos ya sólo es un aroma que va
desvaneciéndose.
¿Recuerdas? Aquella flor de cales y altos azulejos, en los que el mármol construía
con el ladrillo miradores de domésticos edenes se cuartea y derrumba como un
mito...
Volvías en abril con sed de azul y pisabas plazas de sueño y adoquines, calles con
olor a pueblo, rincones de azahar inevitable, el áspero serrín de las tabernas...
Y, de repente, un quiebro de los tuyos –té con pastas en salones de abanicos y
cuadros de Esquivel– te apartaba de nosotros y volabas a Suiza.
Te quise por ambigua. Por vestir los viernes tu cama de morado después de una
noche de sábanas adúlteras y por beber un vino de guitarras nada más salir de
heráldicos zaguanes...
Ana, atiende, quédate en el campo. Allí serás eterna. Deja el catavino sobre la
caoba, marca el libro de Proust que estás leyendo y recuerda los días que jugamos
al amor. Lo nuestro –tú lo sabes– fue tan sólo un juego. Lo único que el hombre
hace seriamente”.











MOSAICO DE LOS AMORES PERDIDOS
(1995)

CARLOTA

Quisiera revivir sólo un momento
la música del cine de verano,
el incienso de oro que el polvo entronizaba
bajo los haces de luz, las caderas de Gilda,
el mirar fascinante de Bette Davis
y empezar a buscarte por las calles
de aquel pueblo.
Te llamé Carlota porque sí, quizás tan sólo
porque un joven Wherter me había regalado
la violeta suicida de su amor
y tú me parecías una sutil figura
huyendo por aquellos carriles de chumberas
y bocoyes en donde se albergaban
los temblores rojizos del poniente.
Resonaban martillos toneleros
y campanas llamando al rosario de la tarde...
Por las noches
cantaban las gramolas
oscuros romances de valentía,
torres de arena mordidas por la cal,
tatuajes marineros, parralas de Moguer...
Te nimbaba el misterio cinematográfico:
triste magnolia siempre inalcanzable
-el NO-DO en la pantalla– sobre el regado albero.










SÓLO MEMORIA DE LA VIDA
(1997)

VIERNES SANTO

Arden los hachones, se queja el fagot, arrastran los hombres la barroca imagen:
Dios muerto se acerca. Quisiera llorar tamaño cataclismo, pero el escorpión que
anida en mi cerebro, sutil me susurra:”Sólo es una talla del siglo XVII”.








LOGIA DE CONVERSOS
(1997)

SOMBRAS CHINESCAS

A fray Alonso, aquella noche se le apareció San Bruno.
Al padre hospedero, san Bernardo de Claraval.
A los dos, los celestes viajeros, les habían pedido oración y penitencia.
Después de comer, en plena siesta, se me apareció Federico Nietzsche.
“Hijo mío –me dijo- no te dejes embaucar. Utiliza la razón. Yo no puedo
aparecerme”.








ITINERARIO DE AMOR SOBRE UN PLANO DE OLAVIDE
(2003)

EL BAJONDILLO

Viejas fotos en sepia de otros tiempos
se empinan en sus marcos para verte,
quizás recuerden tardes ya lejanas
-un viernes de dolores, un domingo de ramos- en que una voz antigua
-tu voz de niña- resonó en la casa
mientras alguien cerraba una cancela,
entreabría un cierro, inauguraba un deseo...
¿Y por qué esa voz está sonando ahora?
se preguntan las sombras amarillas
desde la eternidad triste del cartón.
Apurando el vermú, se te humedece,
a la vez que los labios,
la pradería de tus verdes ojos
que brillan mientras hablas sin cesar,
y yo te escucho e, incluso, los devotos
de la bodega están mudos escuchando,
porque sólo estás tú, y nadie más,
repartiendo la gracia por el mundo.







No hay comentarios:

Publicar un comentario