Augusto Rodríguez
(Guayaquil, Ecuador 1979). Es licenciado en Comunicación Social. Ha publicado Mientras ella mata mosquitos (2004), Animales salvajes (2005), La bestia que me habita (2005), Cantos contra un dinosaurio ebrio (2007) y Matar a la bestia (2007). Es catedrático y colaborador en publicaciones periódicas del Ecuador y otros países. Su obra ha obtenido numerosos premios y consta en diversas antologías. Es fundador del grupo cultural guayaquileño Buseta de Papel. Ha participado en varios eventos literarios dentro y fuera de su país. Parte de su obra está traducida al inglés, al catalán y al francés. Es editor de la revista El Quirófano.
Esta lengua que no me pertenece
La tierra prometida no existe. El paraíso no existe. Nada somos en esta tierra que no sea enfermedad que palpita a cada instante y en cada hueso. En este espacio entre tierra y ojo, que no sea dolor de arterias y sílabas. Entre esta lengua que no me pertenece y la que me dieron como gracia divina. Todo es silencio y bullicio entre la sien y mis manos. Sé que es temprano para irse muriendo entre el corazón y el pulmón derecho. Pero ya no hay hígado que nos aguante ni dolor que levemente soportemos, sin dejar de respirar y de exhalar, sin que seamos pura carne y latido por este cuerpo lleno de vocales y cenizas.
De La enfermedad invisible
Un cuerpo enfermo
La palabra es una columna rota de jirafa que está partida en dos en la tierra. Un pájaro moribundo como tu pie fuera de mi sábana. El inverso de la aritmética básica que aprenden los niños en la escuela.
Un oído que siempre recuerda una dulce canción inexistente. Un puma blanco que solo existe en la nieve del recuerdo. Una cabeza rota que amanece en el sueño.
La palabra es un cuerpo enfermo que siempre expulsa frutas quemadas.
De La enfermedad invisible
Adiós, padre
Padre me voy: voy a jugar en la muerte,
padre me voy. Dile adiós a mi madre,
y apaga la luz de mi cuarto: padre, me voy.
Leopoldo María Panero
Padre me voy
me voy definitivamente
a jugar con la muerte
mis días se han tornado tenebrosos
y ya no tengo tu mano
sobre mi hombro
ni tu sonrisa cariada
y benévola
Padre lo he decidido
tengo que irme pronto
ya hice las maletas
y es inminente mi partida
despídeme de mamá, de mis hermanos,
de la abuela
y de mi mascota favorita
Padre me voy
sí pero aquí te dejo
mis poemas
para que los leas y después
los quemes
pero antes te darás cuenta, tal vez,
de lo que en vida
te odié
De Cantos contra un dinosaurio ebrio, La Garúa, 2007
Mi padre
Mi padre murió en invierno
sólo sé que al fin descansó en la estrecha
cama de todos los días.
Ya no hay ruido, ni ceremonias,
ni pañuelos, ni rosas blancas.
Al fin, dije yo, descansó de las deudas,
de los vicios, de la burocracia.
Mi padre murió en una pequeña alcoba
donde sólo quedan remedios, jeringuillas,
alcohol, drogas,
sus manos frías, abiertas
y vacías que me tocan con ternura.
Unos ojos blancos y amarillos
inyectados de muerte.
Un cáncer que no silencia
su victoria de sangre, de carne,
de vejez inconclusa.
Todos los relojes dan la misma hora
y retroceden el tiempo,
cuando mi padre no era mi padre
y simplemente era un hombre
lleno de energía
que se abría paso ante esta vida.
Mi padre murió en una alcoba de hielo
y su cuerpo cada vez se adelgaza,
se empequeñece, se evapora,
se disuelve en el aire vacío de la nada,
la lámpara de la alcoba
juega con la materia de su piel.
Sus dientes amarillos
llenos de cáncer me sonríen
yo le sonrío
sé que está temblando de miedo
aunque de a poco
se convierta en polvo fugaz.
De Cantos contra un dinosaurio ebrio
El beso de los dementes
IV
Hoy rezo por la sangre de mi sangre, la carne de mi carne, que descansa en la bóveda familiar hasta el día del juicio final. Esperando la visita de un ángel perdido que galope en mi cráneo e intente descifrar los misterios de mi vida, antes de que sea tarde. Me interesa descubrir la luz de las cosas simples, que también amó mi padre antes de la cosecha y del diluvio; descubrir su herencia fosforescente en este día cálido de invierno, donde llueve y la ciudad parece una construcción hecha por niños tristes que intentan decapitar los techos de los lugares donde alguna vez fui feliz. Con mis manos intento esculpir a mi padre, regresarlo del largo viaje donde la felicidad sigue siendo una luz que atraviesa los cristales y nos deleita con su coito de estrellas. En algún lugar de estas calles mi padre me espera: los brazos abiertos, su sonrisa cálida, un latido de caballo azul, sus dedos tristes, dispuestos a acariciarme; me esperará con dos copas de vino servidas para beber nuestra sangre y recordar el origen de la selva interior. El abrazo será largo como una manada de pájaros en dirección al sur, y la fábula de nuestras pieles, la única garantía de no volvernos locos en este desierto.
XVIII
La tierra entera es una apariencia banal ante tus ojos, padre mío. Mírame con tu amor y tu desprecio mayores. Merezco morir por tu despecho y por tu cruel enfermedad. Merezco ser la enfermedad que te está matando y merezco morir en tu honor y en tu regazo. Eres la sombra y el cuchillo que se enterrará en mi corazón. Mátame, padre, de una vez. Mátame. Yo soy el cordero de tus pesadillas.
De Matar a la bestia, Mantis, 2007
Manuscritos de Ha-Satan
Poesía*
Augusto Rodríguez
Aquel a quien la Biblia llama Satanás, es decir, el Adversario
Emmanuel Carrère
1
yo soy el antagonista yo soy el que ignoran yo soy el adversario la historia siempre la terminan contando los ganadores pero ahora contaré la mía la del perdedor
yo soy el verdadero dios supremo
y todopoderoso creador del cielo y de la tierra
el otro dios que todos aman y veneran es una farsa ese otro sólo finge lo que no es yo soy el único dios derrotado vencido por la historia y por las mentiras
2
yo no asesiné a los hombres en las cárceles en los hospitales en las guerras en los cuarteles del infierno o en los manicomios
yo no asesiné a los hombres ni a su sombra porque yo soy su sombra frente al espejo
3
«la fiebre se parece a dios» —ya lo dijo el viejo panero— yo soy un gran poeta yo soy la máscara que el otro desechó el infiel el mentiroso el envidioso yo soy real yo vivo y transito las calles de las ciudades no como ése que se queda en su sillón muy cómodo viendo como todo se va a la mierda yo soy el poeta de la vida y de todas las cosas panero es un dios derrotado igual que yo él se parece a mí en sus padecimientos y en su imaginación caníbal
4
la fiebre me revienta el rostro los colmillos la sangre el hígado y mi carne me arropa con su virus letal con sus microbios con su máquina de asesinar con su pistola nueve milímetros con su espada con su bomba explosiva pero yo salgo ileso de muerte aunque me declare su único y eterno moribundo
5
hay mujeres que mueren en las noches ahorcadas por sus celosos maridos yo también asesiné a todas mis amantes ellas estarán en la lista de las bienaventuradas que irán al infierno o al cielo donde siempre las estaré esperando yo tengo en mi barriga a eva y a adán soy su verdadero padre y madre yo parí a adán con mi carne sangre y con mis huesos
6
yo no tengo edad ni lugar de nacimiento no tengo origen ni tengo nacionalidad tengo muchos nombres y ninguno soy la sombra que acompaña a todos los hombres soy su derrota soy su dolor soy su enfermedad soy su cuchillo soy su rey soy su muerte soy su fin
7
soy el ave que vuela los cielos soy el ave que vuela en la cabeza de dios y del hombre soy su sinrazón soy su desgracia soy su odio soy el ave de la vida al revés soy el nido de las serpientes soy la nave del olvido soy la música de los funerales soy el cáncer soy la lepra soy el sida soy todas las enfermedades y virus de este mundo
8
oídme simples mortales oídme oídme oídme
que aquí está mi verdad la que siempre te ocultaron la que te mezquinaron la que te negaron yo sé que no quieres saber más pero tendrás que
oírme oírme oírme
9
no vivo en el infierno como te contó mamá papá o el cura de tu iglesia yo viví en el cielo pero me aburrí del cielo en cambio el infiel vive en las cavernas en los bosques en las ruinas de la tierra en la selva en las montañas ocultándose de mí
me tiene miedo mucho miedo
10
dios es una farsa y todas las religiones sólo sirven para dividir al mundo
él es el culpable de todas las guerras del mundo su total indiferencia
ha sentenciado al mundo y pronto tendrá que llegar el final
11
las tres grandes guerras mundiales se pudieron haber evitado pero él no quiso que yo intervenga y ahí está el resultado los hombres están al borde de la cuarta guerra mundial y él todavía no mueve ni un dedo y lo más seguro es que no lo moverá nunca
12
dios verá todo el daño que ha causado en este mundo del remordimiento y del horror
se ahorcará
con un soga
desde el cielo
13
yo no sólo me llamo satanás lucifer demonio el amo de las tinieblas
o de cualquier forma que me llamen yo me llamo vida y estoy hecho de todas las cosas y todas las cosas en mí renacerán
14
yo soy el amo de este mundo yo soy el creador no el infiel que está enterrado en el olvido del mundo yo soy el verdadero creador de esta galaxia
15
yo soy un ser solitario que vaga por las calles sin rumbo buscando un sitio nuevo para dormir el cielo es aburrido el infierno es aburrido quiero un lugar diferente para vivir así sea una cárcel hospital o manicomio
soy un dios todopoderoso que la realidad destruyo y construyo a mi antojo
16
las religiones apestan me dan asco son distintas las formas pero el mismo fin adorar al maldito infiel
17
dios no expulsó a adán y a eva sino que en verdad me expulsó a mí
adán y eva por fidelidad me siguieron a donde yo fui
18
en la última cena yo comí con los doce apóstoles lo demás sigue siendo pura biblia
19
mataré a dios y al fin la paz y la tranquilidad reinarán conmigo el mundo
20
yo destruí las torres gemelas
sadam no fue
ben laden no fue
la izquierda extrema no fue
el espíritu del che no fue
los torturados del 73 de chile no fueron
los asesinados en las guerras de irak no fueron
los judíos muertos en los campos nazis no fueron
yo fui yo fui yo fui
el que manejaba a su vez los dos aviones
que se estrellaron contra las torres gemelas
yo fui yo fui yo fui
* Del libro Manuscritos del Mar Muerto, 1947, Cuevas de Jordania, en la región de Qirbet Qumran
http://www.ciberayllu.org/Literatura/AR_Manuscritos.html
Selección del libro Matar a la bestia (Mantis Editores, Guadalajara, México, 2007)
Vivo sin padre y sin especie; callo
porque no encuentro en el osario ciego
del sonido aquellas como frutos
antiguos, las adámicas, redondas
palabras oferentes. Van perdidas
las prietas de salud; quedan vestigios:
astillas, soledad, tierras, estatuas.
Antonio Gamoneda
I
En el inicio éramos mi padre y yo, tomados de la mano, en la infancia de nuestro apellido, en la prehistoria de nuestros abrazos y besos, de los viajes a la noche inventada o a la ciudad del alcohol y del tabaco. Nada sacamos en limpio si el mundo no se despedazó con nuestros rezos familiares. Si nosotros no fuimos el mundo, si la tierra que hierve en nuestras venas no expulsó el infierno que llevamos dentro. Mi padre era un hombre de piel silenciosa que llevaba en el corazón la ira, el odio y la condena del tiempo; hombre de sal, de sueños verdes, destinado a padecer debajo de la tormenta de hielo que incendió sus manos; manos que acariciaron mis párpados gastados, que alguna vez miraron cómo el horizonte fue un imperio que se destruyó con el fuego de la selva. Mi padre atravesó la orilla de los muertos para alcanzarme, para alcanzar a sus muertos y decirles que es el hijo de la rabia, de la furia, de los ángeles violados, el hijo que se fugó de su propio entierro para reinventar los sollozos de las mujeres que tanto amó. Mi padre es la copa rota donde yo bebo sus vicios. Soy su vicio más profundo, su herencia vengativa, la carne miserable que no teme dividir el aire para conquistar lo que desea. Soy su herencia enferma, que asesinará sin piedad a sus verdugos. Su herencia enloquecida, que revivirá cadáveres y bestias, con tal de que su herida expulse el veneno. Mi padre es una habitación abierta de par en par, donde yo entro sin zapatos y sin medias, dispuesto a corregir mis errores. Ahí dentro sé que soy bienvenido, pero tengo que guardar silencio, para que su palabra, que es silencio y gozo, me atraviese el tímpano, el cerebelo, y cruce mi espina dorsal hasta crucificarse en mi aorta. Tengo que aprender a defenderme de sus espejos y dioses furiosos: como tigres se me lanzan al círculo e impulsan a pelear con mis manos heridas. Sólo acepto con honor su invitación y nos debatimos sangre a sangre.
XI
Mi padre murió en invierno. Falleció con miedo a cerrar los párpados, con los anillos del tiempo en los dedos púrpuras, los ojos heridos de sangre amarilla, los dientes ennegrecidos por el sol tenebroso y las corrientes del aire de serpiente. Cuando alguien muere al fin deja su jaula, para convertirse en la presa de los rostros sucesivos de la piedra original, en los colores de las fuentes de agua, en las monedas arrojadas por los veteranos; deja fluir su alma como el poema perfecto y se va, lejos, muy lejos, a buscar eso que alguien pierde en los riachuelos de los días, la suerte arrojada en los casinos o en las cartas. Lo que sea más que morir en la ola, en la espuma o en los dientes de ese mar que nos reclama desde el paraíso inventado por las palabras dogmáticas, que nunca significan nada más que ver cómo decapitan a los hombres en una cruz arrojada al abismo de las campanas.
XV
Yo soy el cáncer que mató a mi padre. Yo soy el cáncer que mató a mi padre. Yo soy el cáncer que mató a mi padre. Yo soy el cáncer que mató a mi padre. Yo soy el cáncer que mató a mi padre. Yo soy el cáncer que mató a mi padre. Yo soy el cáncer que mató a mi padre. Yo soy el cáncer que mató a mi padre. Yo soy el cáncer que mató a mi padre. Yo soy el cáncer que mató a mi padre. Yo soy el cáncer que mató a mi padre. Yo soy el cáncer que mató a mi padre. Yo soy el cáncer que mató a mi padre. Yo soy el cáncer que mató a mi padre. Yo soy el cáncer que mató a mi padre. Yo soy el cáncer que mató a mi padre. Yo soy el cáncer que mató a mi padre. Yo soy el cáncer que mató a mi padre. Yo soy el
LO QUE TOCA LA POESÍA, RESUCITA
Prólogo a “El beso de los dementes” de Augusto Rodríguez.
Mantis Editores de Guadalajara y El Colegio de Puebla, México 2014.
Por Rafael Courtoisie
Hacer poesía es construir significado más allá de toda sombra posible. Ni siquiera la letra debe echar sombras sobre el significado. En todo poema cada palabra, cada sílaba, cada fonema debe desaparecer en su absoluto simulacro. Debe, simplemente, ser, y sobre todo, debe querer construir un decir que se imponga con solidez a la evanescencia falaciosa de esa niebla que llamamos “lo real”.
La poesía es construcción de transparencia, evidencia pura del signo que deja ver lo que oculta aquello llamado “realidad”. La poesía pone el mundo al revés: el significante cambia de lugar con el significado. Y viceversa. Cada significante pasa a ser otro, una contigüidad que por transitiva crea sentido donde no existe y este sentido abre todas las posibilidades más allá de la muerte. A pesar o a favor de Saussure: la lluvia brilla, llueve el sol.
Poesía es sonido, referencia y cuerpo: sonido del ser, referencia del acto, cuerpo del verbo y, dentro de ese cuerpo intangible pero cierto, carne de la enunciación.
Poesía es también construcción de saber. Dar testimonio más allá de la muerte o de la noche.
“El beso de los dementes” es violencia pura y hermosa, cincelada como la piedra de una joya rara. Una sinceridad brutal y precisa, bella y dura recorre estos poemas en prosa, esta suerte de diario de la desesperación transmutada en metal nobilísimo, enfrenta el tema de la muerte para que sepamos la buena nueva de la vida. El lenguaje de Augusto Rodríguez impone sus manos sobre el rostro de la verdad y, como la mejor poesía, hace que resucite lo amado.
Montevideo, Uruguay, 2014.
LO QUE TOCA LA POESÍA, RESUCITA
Prólogo a “El beso de los dementes” de Augusto Rodríguez.
Mantis Editores de Guadalajara y El Colegio de Puebla, México 2014.
Por Rafael Courtoisie
Hacer poesía es construir significado más allá de toda sombra posible. Ni siquiera la letra debe echar sombras sobre el significado. En todo poema cada palabra, cada sílaba, cada fonema debe desaparecer en su absoluto simulacro. Debe, simplemente, ser, y sobre todo, debe querer construir un decir que se imponga con solidez a la evanescencia falaciosa de esa niebla que llamamos “lo real”.
La poesía es construcción de transparencia, evidencia pura del signo que deja ver lo que oculta aquello llamado “realidad”. La poesía pone el mundo al revés: el significante cambia de lugar con el significado. Y viceversa. Cada significante pasa a ser otro, una contigüidad que por transitiva crea sentido donde no existe y este sentido abre todas las posibilidades más allá de la muerte. A pesar o a favor de Saussure: la lluvia brilla, llueve el sol.
Poesía es sonido, referencia y cuerpo: sonido del ser, referencia del acto, cuerpo del verbo y, dentro de ese cuerpo intangible pero cierto, carne de la enunciación.
Poesía es también construcción de saber. Dar testimonio más allá de la muerte o de la noche.
“El beso de los dementes” es violencia pura y hermosa, cincelada como la piedra de una joya rara. Una sinceridad brutal y precisa, bella y dura recorre estos poemas en prosa, esta suerte de diario de la desesperación transmutada en metal nobilísimo, enfrenta el tema de la muerte para que sepamos la buena nueva de la vida. El lenguaje de Augusto Rodríguez impone sus manos sobre el rostro de la verdad y, como la mejor poesía, hace que resucite lo amado.
Montevideo, Uruguay, 2014.
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