jueves, 23 de junio de 2011
3993.- DAVID G. BARRETO
David G. Barreto (Quito, 1976) Terminó sus estudios de Literatura y Filosofía en The Catholic University of America, Washington, D.C. En este momento está realizando un doctorado en Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Michigan. Ha publicado el poemario La frágil resistencia (2006).
Es Magíster en Literatura Hispánica por la University of Michigan, Ann Arbor, y Licenciado con Honores en Literatura y Filosofía por la Catholic University of America, en Washington, DC. Ha colaborado para el diario El Universo, diario Hoy, la agencia de noticias Reuters, y las revistas Diners, Crux y Kipus. Próximamente varios de sus ensayos serán publicados en las revistas Letras de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y en Podium de la Universidad Espíritu Santo. Sus proyectos de investigación giran alrededor de nociones de ética y de estética en la poesía transatlántica contemporánea, así como de temas concernientes a la relación entre poesía, filosofía y política.
12
El peso amargo de tu cuerpo ciego —sudores de un adiós hendido en tu presencia
Y es ese momento, cuando la nieve cubre el dulce holocausto del deseo en un tálamo partido
Cuando el amor es un enemigo intenso, aunque lejano
Es ese momento, cuando agrietamos las lenguas y decimos: Lejanía es el acoso de uno mismo:
Casuales frases, ruinas de los meses (que son años) que sostienen hasta hoy en sabor ajeno ese momento, cuando fue
(Eros es un enemigo, Anne Carson)
14
Llegará el día, llegará,
y los muertos estallarán en muertos —
frágil responsorio sin testigo—
para la voz de granito urdiendo el hambre sin conciencia
(Elementales los rezos de los tristes,
soledad sin prisa, insostenible)
Y seremos hojas que del tierno mármol se desprenden
al llegar el día, cuando rompa el día —
derrumbe inédito del cuerpo sin respuesta
ni recuerdos, solo,
solamente,
solo
29
El eterno vaivén del tiempo en el milagro, ¿necedad acaso del blanco sobre el suelo?
En el aire la sola ausencia del espacio se repliega. La existencia empieza con un reflejo de nada en la conciencia:
Ya las mariposas aletean hacia el Sur
Atrás queda la memoria, el frágil romper de la crisálida en el campo: el bello ocaso de la piedra sólo es residuo en la breve residencia de lo fijo
El plazo del exilio es el otoño. El firmamento, entonces, se asemeja al mar en su extravío
Sólo así el fracaso del siempre en la mirada, sólo así el silencioso afán del vuelo hacia el abismo, hacia lo abierto...
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Toda esta profunda nostalgia por una mujer en agreste nombre que me despoja, como a un animal, del sudor que aún retengo en el silencio
Fundación de Lisboa
Shmuel HaNagid escribe a su hijo, Yehosef, en Córdoba
Algún perro con sus dientes sobre el cuerpo
Nada cambia en el rictus de la muerte
Ésa mi única advertencia
Lisboa, 22-VII-06
[Llegará el día, llegará]
Llegará el día, llegará,
y los muertos estallarán en muertos—
frágil responsorio sin testigo—
para la voz de granito urdiendo el hambre sin conciencia(Elementales los rezos de los tristes,
soledad sin prisa, insostenible)
Y seremos hojas que del tierno mármol se desprenden
al llegar el día, cuando rompa el día—
derrumbe inédito del cuerpo sin respuesta
ni recuerdos, solo,
solamente,
solo
Fundación de Lisboa
Toda esta profunda nostalgia por una mujer en agreste nombre que me despoja, como a un animal, del sudor que aún retengo en el silencio
IMÁGENES DE DIOS
Desde Nietzsche, todos los filósofos
quieren ser poetas, todos envidian a los poetas
La Edad de los Poetas está completa
Alain Badiou, descontextualizado.
A través del espacio,
el cuerpo de la idea se posa como una sombra,
como un dintel de luz que no se agota
en la cercanía de la voz.
Y entonces,
en la materia del poema,
imágenes de dios:
toda sustancia infinita
que recorre tus nervios, tus huesos,
el universo de los sentidos.
(Inédito)
Cuando termine la hebra todo es distinto
El tiempo es un punto cavado en papel: los enterradores dejan palas, picos y azadones y ya es su puño cincel, cuchilla y pluma
para herir la tierra para abrir el mármol para hundir la letra
Pretendemos hilar el sentido con escasos trazos de luz:
Dioses de una mitología menor:
Nada fijo con la tinta permanece, nada fijo en el huso es infalible
Cuando termina la hebra ya todo es distinto
Abre y cierra el cuerpo el cerrojo de los nombres—
De súbito, en la boca de tu noche, un colibrí, que al igual que en el zoco el mercader hurga en lengua ajena la palabra a dar
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