Luis E. Prieto
1947, Melilla, España
Reside en Cerceda, Madrid, España
Médico ginecólogo y escritor
Director y creador de Palabras Diversas: www.palabrasdiversas.com
Co-responsable General de REMES: www.redescritoresespa.com
lepv@escribidor.com
Bio-bibliografía completa en: http://www.redescritoresespa.com/L/luisprieto.htm
Textos:
SÓLO EL HOMBRE
Las noches
de calaveras endiosadas
se bifurcan
entre sátrapas sin fin.
Surge
una luna de calabaza rancia
y las estrellas de celofán
bambolean su cintura de vedette
haciendo guiños mareantes.
Sólo el hombre
será capaz de vaciar
los nubarrones del olvido
para re-encontrar la voz
en promesas de futuro.
Sólo
el hombre indefenso
devorará
el silencio cómplice
para definir
auroras.
Sólo el hombre-amor
recalificará los besos en milagros.
TARDE
Has llegado tarde al gozo de ver el compromiso del sol con las estrellas, y sólo cuando la deslumbrante línea de plata sobre el agua anuncia el manifiesto del día con las horas, sólo cuando las sombras comienzan a salir, como fantasmas asombrados de sus huecos de silencio, - al amparo de la luz de los engaños-, sólo entonces, te has dado cuenta de que la muerte te persigue impertérrita...
Llegaste tarde a la mentira y al amor porque osaste analizar qué de amores y mentiras copulaban los hombres en sus sentimientos contrapuestos, -y tan pregonados en palabras escritas y robadas al viento-, en los libros de la vida que dejaron en tu biblioteca de aprendiz de casi nada...
Tarde has arribado a la risa desde genéticas esenciales que encarcelaron tus labios en presupuestos técnicamente confusos, en gestos pretendidamente trascendentes, en proyectos surtidos de lágrimas frescas, como emisarias de un mundo en el que el dolor, y las sangres, se visten con frecuencia con la cotidiana sombra de lo inevitable...
No has conseguido el tiempo para desbordar miserias, atracadas desde siempre al puerto de la vida, donde los cadáveres se amontonan con sus gestos de asombro entre sus huesos mezclados, ni para hacer malabares de magias necesarias con el odio, ni para desertar iras vagabundas, ni para reconvertir tristezas ataviadas de hambres antiguas, de tierras hueras...
Espero que seas aún capaz de sacar de tu chistera ilusionada algún conejo convertido en mariposa de colores errantes... porque la muerte casi nunca se retrasa.
Del libro CONTRA UN MURO DE SAL
HA MADRUGADO TU SEXO
(para I.M.)
Ha madrugado tu sexo de caramelo
en mi boca:
leche de orquídeas
para destapar el gozo de la piel
encendida.
Logaritmos
algebrados en el tobogán de la noche
que busca desesperadamente
el placer de los pezones de azúcar,
el sabor a papaya
de tus labios que huyen,
la posesión
de la voz que penetra en la carne.
Orgasmos de sábanas grises
en el insomnio de las horas sin ojos,
convulsiones de un mar
que se pierde en horizontes lejanos.
(Tu azul
destruye mis canas tardías
amamantando canciones de recuerdos y ausencias:
solo el jadeo
soporta el latido del mundo)
ENTONCES LOS DOS
No habrá ya más sombras
hasta que los abedules enturbien sus raíces
en el fango previsible de la noche.
Entonces los dos
nos miraremos a los ojos
con la trémula ternura de un oasis
que llegó desde el horizonte de los días:
arrugas
que se fueron convirtiendo en horas de paz,
manos
disecadas en la belleza de un pretérito
tan imperfecto como nuestro,
surcos
de senderos recorridos a contrapelo de las risas,
hijos
que arrullaron la simiente del ocaso.
Entonces la muerte
será bicóncava y fértil,
inevitable y pasajera:
vendrá en el tiempo sutil
en el que los corazones se derraman
en un solo aliento de lluvia.
Entonces los dos
seremos la misma carne...
Del libro EQUIDISTANCIAS DE MAR Y SIERRA
NO HAY TREGUA
Para Lola Bertrand, que ya no sufre.
No hay tregua
para el proscrito.
Aunque flameen
de turquesas y marfiles
los altos corredores
donde el silencio aguarda
para besar la muerte;
aunque el hambre de los otros
no invada las cárceles inmunes
por donde el placer aflora
vestido de princesa;
aunque la vida se apague
entre luces de calabaza y neón:
no hay tregua
para vivir
doliendo.
Si acaso
habrá que percutir los labios
hasta que los intestinos revienten de ira
para que la sordidez de la lluvia
ácida no alcance el corazón inútil
de los poderosos murmullos
que bisbisean por entre las caléndulas
agostadas de soledad y frío.
Si acaso habrá
que redistribuir las mareas
antes de que la tregua de los proscritos inicien
su masacre de dolor y lágrimas…
POR LA CIUDAD VIEJA
Recuerdos de una noche en la Ciudad Vieja de Cáceres
Témpanos de la Lusitania
se iban enredando en mis manos
por la Ciudad Vieja:
desde la Plaza Mayor
las notas de un Chopin perdido entre palacios,
por entre arcos, piedras y catedrales,
se enredaban en mis ojos
con musgo de siglos.
Los Golfines de Abajo, los Ovando, los Carvajales
bailaban polonesas
desde la penumbra incierta de un atardecer
de ruidos y silencios,
mientras los Solís, en la Concatedral de Santa María,
rompían plegarias incorruptas
de roca y cielo.
Había una magia de piedras y músicas
enlazando el silencio torvo
de la madrugada:
pianistas mudos
coqueteando con el frío
en los portalones cerrados a la voz
de los mudos fantasmas del ayer
que se ocultaban entre los muros y las rocas.
Me dormí en el Foro de los Balbos
dejándome llevar por el misterio de las gárgolas
mientras Frédéric
entonaba un mea culpa displicente
con la Sonata para piano n.º 2 en si bemol menor Op. 35
que fue sonando desde el sueño hasta las lágrimas.
INÉDITOS
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