Pierre Emmanuel
Pierre Emmanuel, seudónimo de Noël Mathieu (3 de mayo de 1916 - 24 de septiembre de 1984) quien fue un poeta francés nacido en Gan, en la Aquitania (Pirineos Atlánticos), y fallecido en París. Fue miembro de la Academia Francesa en la que ocupó el asiento número 4 y a la que renunció en protesta por la elección de Felicien Marceau.
Al emigrar su padres hacia los Esyados Unidos de América, él fue criado por un tío paterno. Estudió letras en la Universidad de Lyon y se orientó a la carrera de educador. Su vocación poética se vio estimulada con la lectura de la La Jeune Parque de Paul Valéry y de los románticos alemanes (Hölderlin) y los autores británicos Gerard Manley Hopkins y Thomas Hardy. Fue Pierre Jean Jouve, a quien conoció en 1937, quien lo condujo en sus primeros intentos de poesía: Elégies (1940), Le Tombeau d'Orphée (1941).
Se refugió en el Drôme durante la ocupación alemana, en donde continuó son sus actividades de enseñanza y participando en el movimiento de resistencia contra la ocupación de su país. Escribió en ese tiempo: Jours de Colère, Combats avec tes Défenseurs, La Liberté guide nos pas.
Además de sus actividades como poeta, Pierre Emmanuel también ejerció el periodismo colaborando como cristiano de izquierda con la publicación Témoignage Chrétien, Réforme, Esprit.
Fue jefe de los servicios ingleses y después americanos de Radio difusión francesa de 1945 a 1959, dando conferencias en los Estados Unidos y Canadá, y siendo profesor visitante de varias universidades americanas. Fue también durante esa época presidente de la Asociación internacional por la libertad de la cultura, y presidente del PEN Club de Francia de 1973 a 1976. Más tarde fue administrador del Festival de otoño de París.
Propuso la creación del Consejo de desarrollo cultural en el que participaron personalidades como François-Régis Bastide, Jack Lang, François Billetdoux, Claude Santelli, Alfred Grosser y Iannis Xenakis. Este Consejo inspiró la política cultural del futuro ministro Jack Lang.
Pierre Emmanuel fue electo a la Academia Francesa el 25 de abril de 1968 para ocupar el asiento número 4 que había sido del mariscal Juin. La recepción oficial tuvo lugar el 5 de junio de 1969. En 1975, tras la elección a la Academia de Félicien Marceau a quien él denunció como colaboracionista del régimen alemán durante la segunda guerra mundial, decidió renunciar a su condición de académico. Como es la costumbre en esos casos de dimisión, la Academia no reemplazó a Emmanuel en su asiento sino hasta su muerte. Después de que ésta ocurrió en 1984, Jean Hamburger fue electo para ocupar el lugar número 4.
Obra
(en francés)
Elégies (1940)
Tombeau d'Orphée, Éd. Poésie 41, Pierre Seghers, (1941)
Jour de colère (1942)
Combats avec tes défenseurs, Éd. Poésie 42, Pierre Seghers, (1942)
Sodome (1944)
Vercors 1944
Cantos 1944
La liberté guide nos pas (1945)
Le Poète fou
Mémento des vivants
Poésie, raison ardente (1947)
Le Poète et son Christ
Qui est cet homme (1947)
Car enfin je vous aime
Babel (1951)
L'ouvrier de la onzième heure (1953)
La Colombe
Visage Nuage
Versant de l'Âge
Evangéliaire
Le Goût de l'un
La Nouvelle Naissance
La Face Humaine
Le monde est intérieur (1967)
Jacob (1970)
Sophia (1973)
La Vie Terrestre
Tu (1978)
Le Livre de l'Homme et de la Femme, trilogie : Una ou la Mort la Vie, Duel, L'Autre
L'Arbre et le Vent
Les Dents serrées
Le Grand œuvre, Cosmogonie (1984)
Œuvres poétiques complètes, Lausanne, L'Âge d'homme, 2001, t. I, 1940-1963.
Œuvres poétiques complètes, Lausanne, L'Âge d'homme, 2003, t. II, 1970-1984.
Tombeau d'Orphée suivi de Hymnes orphiques, édition établie et préfacée par Anne-Sophie Andreu, Lausanne, L'Âge d'homme, coll. Amers, 2001.
Lettres à Albert Béguin : correspondance 1941-1952 (edición con notas de Aude Préta-de Beaufort). Lausanne, París : L'Âge d'homme, coll. « Cahiers Pierre Emmanuel » n° 2, 2005. ISBN 2-8251-1921-0.
(en inglés)
The Universal Singular: The Autobiography of Pierre Emmanuel (traduit par Erik de Mauny), Grey Walls Press, London, 1950.
A Gerard Manley Hopkins
Consuela, oh Muerte, mi corazón sin sombra y solo, sol
profundo, golpeando la carne a plomo. ¡Ah, la cara Sombra
muerta, víctima al fin de esta hambre, ese loco
hastío que mata la Noche y gira y brilla y rueda
allí! El abismo y la resplandeciente rueda, la sangre
silenciosa que se abre y, ¡Cielos!, oigo el sordo
eco de los golpes que socavan el alma…
Oh tiembla, tiembla
cuerpo que la sangre horada y que obras con astucia, sintiendo
sin cesar cómo el ariete te sacude … Ese ruido pesado
que el olvido adormece, pero que recomienza, prolonga
el miedo, se hace pánico y duro, alcanza el firmamento,
haciendo que se hunda el día en la sangre, y la sangre
en la ausencia… Y las torres, las tumbas y los templos
tumbados, los montes derribados, el mundo cansado, contemplan
¡oh, Muerte!, la dorada ceniza de la vastedad, el incienso.
(Del libro Orphiques)
Traducción de Carlos Cámara y Miguel Ángel Frontán
À Gerard Manley Hopkins
Console, ô Mort, mon cœur sans ombre et seul, soleil
profond , frappant d'aplomb la chair. Ah la chère Ombre
morte, victime enfin de cette faim, ce fol
ennui qui tue la Nuit et tourne et luit et roule
là ! Le gouffre et la roue rayonnante, le sang
silencieux, qui s'ouvre, et, Ciel ! j'entends le sourd
écho des coups qui sapent l'âme…
Oh tremble, tremble
corps creusé par le sang et qui ruses, sentant
sans cesse t'ébranler le bélier… Ce bruit lourd
par l'oubli engourdi, mais qui reprend, prolonge
la peur, devient panique et dur, atteint l'azur,
faisant crouler le jour dans le sang, et le sang
dans l'absence… Et les tours, les tombes et les temples
tombés, les monts rasés, le monde las, contemple
ô Mort ! la cendre d'or de l'étendue, l'encens.
Nacer
Cuanto más considero mi pasado
Tanto más me veo entreabierto
Terror de existir sin cimientos
Oh madre mía tierra dónde estás
Amé tanto amé tan poco
Que todavía hoy ignoro
Qué sentido darle al verbo dar
Oh madre mía tierra dónde estás
Perdonadme he recibido demasiado
Sin que jamás me diese cuenta
Me reconozco culpable de esa falta
Oh madre mía tierra dónde estás
Tú la única que me habrás faltado
Yo que jamás fui tu hijo
Ahora ya viejo te invoco
Oh madre mía tierra dónde estás
Las heces del no-amor sin fondo
A los labios me suben y a los ojos
Es su náusea lo que en todo busco
Oh madre mía tierra dónde estás
Quién me devolverá ese gusto perdido
Sin haberlo poseído nunca
De haber amado lo que amé
Oh madre mía tierra dónde estás
Esta muerte que siento cómo en mí
Me tiende un seno ennegrecido
Y que en el fondo del pozo me acuna
Oh dime madre mía tierra si eres tú
Amar es nacer de mi muerte
Alguien con mi propia voz
Me arrancará con gran esfuerzo
Oh tierra oh madre que me matas
(Del libro Tu)
Traducción de Carlos Cámara y Miguel Ángel Frontán
Naître
Plus je regarde à mon passé
Et plus je m'apparais béant
Terreur d'être sans fondement
O ma mère terre où es-tu
Tant aimé j'ai aimé si peu
Qu'encore aujourd'hui je ne sais
Quel sens donner au mot donner
O ma mère terre où es-tu
Pardonnez-moi j'ai trop reçu
Sans en être jamais conscient
Coupable de ce manquement
O ma mère terre où es-tu
Toi qui seule m'auras manqué
Jamais je ne fus ton enfant
Vieux je t'appelle maintenant
O ma mère terre où es-tu
La lie du non-amour sans fond
Me vient aux lèvres comme aux yeux
C'est son dégoût qu'en tout je veux
O ma mère terre où es-tu
Qui me rendra ce goût perdu
Sans l'avoir possédé jamais
D'avoir aimé ce que j'aimais
O ma mère terre où es-tu
Cette mort que je sens en moi
Me tendre un sein bruni au brou
Et me bercer au fond du trou
O ma mère terre est-ce toi
Aimer c'est naître de ma mort
Quelqu'un avec ma propre voix
A grand effort m'arrachera
O terre ô mère qui me tues
Escorpión
En el marco al amparo del postigo
Replegado en sí mismo el escorpión
Bajo la Protección sueña sin bordes.
Cuando lo despierto al abrir la ventana
Lo saludo y le hago don del día.
A mí lo ata mi agradecimiento
De tu Amor cuyo administrador yo soy
Y que por él desde el alba me nombra
Ya que me has dado el derecho de elegir
Si su presencia aumenta tu Alabanza
O si para alabarte lo debo hacer morir.
(Del libro Tu)
Traducción de Carlos Cámara y Miguel Ángel Frontán
Scorpion
Dans le chambranle à l'abri du volet
Le scorpion ramassé sur lui-même
Rêve sans bords sous la Protection.
Quand je l'éveille en ouvrant la fenêtre
Je le salue et lui offre le jour.
Il m'est lié par ma reconnaissance
De ton amour dont je suis l'intendant
Et qui par lui dès mon lever m'assigne
Puisque Tu m'as donné droit de choisir
Si sa présence ajoute à ta Louange
Ou si pour que je loue il doit mourir.
Hojas de plátano
Secas hojas de plátano
En el camino que vuelve a la infancia
Un hombre ya antiguo
Se asombra de haber vivido tantas vidas
Y de haber cambiado tan poco
Sin embargo sería incapaz
De identificarse
Ninguna de las imágenes que creyó recobrar
Conserva su proporción o su lugar
La inmovilidad de las cosas que duran
Sufren por ello de un desfase sutil
Demasiado leyó para haber nacido simplemente en su fecha
Demasiado viajó para haber nacido simplemente en su lugar
Es que acaso nació es que acaso pertenece a esta tierra
Por pulmón artificial tiene el futuro
En esta tarde otoñal en que se tiñen de rojo los jardines
De cada lado de la alameda ya obscura
Solamente se acuerda de sí mismo
Por el ruido de sus pasos
Y por la estrella que vela allá en lo alto
Sobre el umbral sobre el abismo
(Del libro Tu)
Traducción de Carlos Cámara y Miguel Ángel Frontán
Feuilles de platane…
Feuilles de platane séchées
Sur la route qui revient à l'enfance
Un homme déjà ancien
S'étonne d'avoir vécu tant de vies
Et si peu changé
Pourtant il serait incapable
De s'identifier
Aucune des images qu'il a cru retrouver
N'a sa proportion ni sa place
L'immobilité des choses qui durent
En est subtilement décalée
Il a trop lu pour n'être né qu'à sa date
Trop voyagé pour n'être né qu'à son lieu
Est-il même né est-il de cette terre
Il a pour poumon artificiel le futur
En ce soir d'automne où rougeoient les vergers
De part et d'autre de l'allée déjà sombre
Il ne se souvient de lui-même
Que par le craquement de ses pas
Et par l 'étoile qui veille là-haut
Sur le seuil de l'abîme
Ser o ventana *
II
La casa está poblada de espejos que no cesan de reproducirse
bajo mis ojos
o acaso son mis ojos
que no cesan de reproducirse
de espejo en espejo
una gran pantalla es el cielo
fuera
magnifica les imágenes
las vuelve invisibles
maravillosamente
Sí la invisibilidad
ella es es la mayor maravilla
toda ojos
distancia
infinita abolida
Es mi rostro hecho cristal
mi rostro luz
Bruñido hasta la perfecta inexistencia
Nada purísima
cuyas innumerables facetas concentran
la ciega ubicuidad en que vivo
sin apartar los ojos de la pantalla vacía
IV
Que del azogue del espejo del fondo negro del espacio
me llegue
en oleadas de viento
por falsa transparencia
por grados de una espera de tornasoladas cortinas
destellante a flor de agua
hastiada en la ventana
en que el hueso frontal se une con el vidrio
me llegue
para el boca a boca
mi propio rostro y los ojos en los ojos
en otro rostro
el otro en el mío
helo aquí tras el velo de tul
que como el agua corre sobre él
estoy tumbado
mis labios mis ojos
el agua que rutila
son para mí un beso
de dos bocas a orillas del río
rozan la corriente
el sol que fluye
que no se acaba nunca
que son sólo un aliento
de un solo rostro sí quizás de uno solo
porque el mío lo destruye el agua que fluye
yo mismo no soy más
los párpados que el agua que refresca
los labios del otro
VI
Y si nuestros dos vahos no fuesen más que uno
como el único punto de oro
en tus ojos
sería entonces y los míos
el deshielo de los vidrios
es el deshielo
nuestro aliento crea el espacio a medida
que respiramos
y no sólo el horizonte del espacio
sino el cenit y el fondo
y no sólo la inmensidad de lo visible
sino lo invisible que está en su centro
entre dos parpadeos tuyos
yo podría alojar varios mundos
con cada inspiración aumento
en tu seno la sabiduría
y cuanto más inspiro
me quedan más eternidades
donde dilatarme
y tú loto cada vez que yo espiro
dilatándote extiendes el océano
de nuestras almas la más vasta es la tuya
que en mí se abisma
(Del libro Le grand œuvre)
Nota de los traductores:
* Ser o ventana (el título en francés, Être ou fenêtre, incluye un juego de palabras sobre el verbo être, ser) es un poema compuesto por doce partes que cierra el libro Le grand oeuvre. Hemos elegido tres de esas partes para la traducción.
Traducción de Carlos Cámara y Miguel Ángel Frontán
Être ou fenêtre *
II
La maison est peuplée de miroirs qui ne cessent de se reproduire
sous mes yeux
ou bien est-ce mes yeux
qui ne cessent de se reproduire
de miroir en miroir
un grand écran c'est le ciel
dehors
magnifie les images
il les rend invisibles
merveilleusement
Oui l'invisibilité
elle est est la plus grande merveille
tout œil
distance
infinie abolie
C'est mon visage devenu vitre
mon visage lumière
Poli jusqu'à l'inexistence parfaite
Néant de la plus belle eau
dont les myriades de facettes concentrent
l'aveugle ubiquité où je vis
sans quitter des yeux l'écran vide
IV
Que du tain du miroir du fond noir de l'espace
me vienne
par vagues de grand vent
par fausse transparence
par degrés d'une attente aux rideaux miroitants
scintillante à fleur d'eau
morfondue au carreau
où se soudent l'os frontal et la vitre
me vienne
pour le bouche à bouche
mon propre visage et les yeux dans les yeux
dans un autre visage
l'autre dans le mien
le voici derrière le voile de tulle
qui court sur lui comme l'eau
je suis couché
mes lèvres mes yeux
l'eau qui chatoie
me sont un baiser
de deux bouches sur la rive du fleuve
frôlent le courant
le soleil qui coule
qui n'en finit pas
qui ne sont qu'une haleine
d'un seul visage oui peut-être d'un seul
car le mien l'eau qui passe l'efface
moi-même je ne suis
les paupières que l'eau qui rafraîchit
les lèvres de l'autre
VI
Et si nos deux buées n'en faisaient qu'une
comme l'unique point d'or
en tes yeux
ce serait alors et les miens
le dégel des vitres
c'est le dégel
notre haleine crée l'espace à mesure
que nous respirons
et non seulement l'horizon de l'espace
mais le zénith et le fond
et non seulement l'immensité du visible
mais l'invisible qui en est le tréfonds
entre deux battements de tes cils
je pourrais loger plusieurs mondes
à chaque inspiration j'agrandis
en ton sein la sagesse
et plus j'inspire
d'éternités et plus il me reste
où me dilater
et toi lotus à chaque fois que j'expire
en t'épanouissant tu étends l'océan
de nos âmes la plus vaste est la tienne
qui s'engouffre en moi
Una deuda pendiente con Pierre Emmanuel
POR PABLO MARTI ZARO
6 OCT 1984
La reciente muerte del poeta francés Pierre Emmanuel supone la desaparición de un gran testigo de las luchas del siglo por mantener la fe y la esperanza en un mundo en constante estado de alerta. En este artículo se trata sobre todo de la profunda relación que Emmanuel mantuvo con el universo literatio español.
Nació un día de primavera en Gan, a ocho kilómetros de Pau, muy cerca de España a la que nunca sería indiferente ni ajeno-, cuando mediaba la Gran Guerra, como en tiempos se decía, y ha muerto en París el primer día de este otoño, si es que un poeta de verdad, como él, puede morir del todo. Pues, aunque escasamente conocido entre nosotros, Pierre Eminanuel, Mathieu Noél.para el registr o civil, un bearnés de pura cepa que pudo haber sido ciudadano norteamericano porque su padre había llegado a serlo y que se negó a ello, fue y seguirá siendo, además de un notable ensayista, uno de los poetas más representativos de la Francia cóntemporánea.Sacudido- a teinprana edad por un fragmento de La jeune parque, de Valéry, discípulo de Jean Wahl, asiduo lector de Hólderlin, de la Biblia, de Karl Barth, de San Agustín, y con sólidas raíces en la mejor tradición de las letras francesas, "había aprendido", según confesaba, "a respetar en las palabras, no ya la mera imagen de las cosas, sino la substancia misma del hombre", y se había acostumbrado a nadar en aguas- íntimas y profundas, casi metaflisicas o, más exactamente quizá, casi místicas, como denotan los simples títulos de algunas de sus obras: Tombeau d'Orphée, Le Goút de Vun, Le monde est intérieur... Pero, dado que el mundo interior no se oponía, para Eminanuel, al mundo exterior, sino que "lo penetraba y englobaba", ese hábito de lo íntimo y profundo no le impidió convt!rtirse, durante la ocupación hitleriana, en una de las voces que con más resonantes acentos cantaron al grand peuple de la nuit, a la Resistencia, en poemas como Combats avec tes défenseurs, Jour de Colère, La liberté guide nos pas, que están hoy en todas las antologías, ni le irqpidió militar activamente en las organizaciones clandestinas que luchaban contra el nazismo. Por ello, en 1942, Drieu la Rochelle le. acusó, públicamente, de judío y comunista.
Tras la paz de 1945, como no en vano había nacido bajo el signo de la guerra, nuestro poeta, fiel a la doble vertiente de su personalidad y su talento, siguió combatiendo para defender al hombre de cuanto le oprime desde dentro y desde fuera: La face humanine, Pour une politique de la culture, La révolution parallèle y decenas de artículos, de ensayos, de conferencias. Pero no habría de combatir sólo con la pluma y la palabra. Miembro del Comité France-Espagne, junto a Picasso, Malraux, Aragon, Cas sou.... amigo y protector de José Bergamín, codirector del semanario Les Étoiles, órgano de la Unión Nacional de los Intelectuales fran ceses, estuvo en todas las trincheras donde le fue posible poner pie, y con un amplio número de univer sitarios y escritores de Europa y América, entre los que figuraba Salvador de Madariaga contribuyó de un modo decisivo a fundar, organizar e impulsar el Congreso por la Libertad de la Cultura, luego llamado Asociación Internacional en lugar de Congreso.
Nunca, repito, le había resultado indiferente lo español. Lo nuevo para él era que, a partir de ese momento, ya podía hacer algo efectivo por el país que tanto le atraía. Y en 1959, como directivo de la entidad arriba mencionada, Emmanuel reunió en el sur de Francia, concretamente en Lours Marin, a un reducido grupo de españoles, Cano, Cela, Castellet, Laín Entralgo, Marías, del que no tardaría en surgir el Comité Español de la Asociación Internacional por la Libertad de la Cultura, al que, además de todos los citados antes (con la excepción de Cela), pertenecieron, entre otros, Aran guren, Josep Benet, Bru, Chueca, García Sabell, Lorenzo Gomis, Mariá. Manent, José Antonio Maravall, Morodo, Ridruejo, Ruiz Giménez, Sampedro, Carlos Santamaría y Tierno Galván, y del que yo fui secretario hasta su extinción en 1977.
Merced al no muy caudaloso pero insustituible apoyo económico que le prestaba la Asociación Internacional por la Libertad de la Cultura, el Comité Español, que jamás tuvo existencia legal y del que formaban parte hombres de orígenes y convicciones tan dispares como la precedente relación de nombres delata, se convirtió pronto en un activo foco de oposición cultural, y, pese a sus limitadas posibilidades de acción, en un eficaz instrumento que permitió canafizar muchas ayudas y poner en práctica muchas iniciativas. .
Dar bolsas para viajar al extranjero, para escribir libros o para emprender trabajos de investigación; montar coloquios y mesas redondas sobre temas entonces candentes, unas veces en público y con la venia nunca fácil de las autoridades de la época, como el simposio sobre Realismo y realidad en la literatura contemporánea, celebrado en 1963, en el hotel Suecia, de Madrid, con la participación de 85 escritores y críticos de seis países, o el simposio sobre Los problemas del desarrollo regional, celebrado en el Instituto de Técnicas Em presariales de Córdoba, en 1968, con la participación de 40 especialistas de toda España, y otras veces, en la más rigurosa clandestinidad, como los seis encuentros, so bre los nacionalismos internos en España, celebrados entre 1964 y 1971 en diversas poblaciones del centro y de la periferia; abrir y mantener el diálogo con nuestros vecinos peninsulares, mediante una sudesión de reuniones y seminarios, organizados en Francia, Portugal y España, en colaboración con el comité portugués de la Asociación Internacional por la Libertad de la Cultura, al que per tenecían personas tan relevantes en la vida cultural lusitana como Algada Baptista, Bénardda Costa, Cárdoso Pires, Lendley Cintra, Sedas Nunes, Joel Serrao o Hele na Vaz da Silva; poner en marcha una pequeña editorial y publicar una colección de libros de bolsillo Hora H, ensayos y documentos, que alcanzó los 80 títulos; nada de esto se habría podido hacer si Pierre Emmanuel no hubiese auspiciado, primero, la constitución del Comité Español y no hubiese promovido, después, su desarrollo.
Respirar con holgura
Pero lo más importante, con serlo tanto, no fue, creo yo, eso. En la España cautiva de los primeros años sesenta, la aparición y las actividades del Comité Español vinieron a franquear no pocos portillos y a representar, en nuestro desvalimiento, una de las posibilidades más reales que cabía hallar entonces para comunicar entre nosotros y con el mundo exterior, para respirar con más holgura en aquella atmósfera confinada. Esto es, para mí, lo que confiere mayor importancia al respaldo que recibimos del amigo que se nos ha ido. Y esto sólo, aunque no hubiese otras razones, basta para que muchos, tal vez todos los que vivimos la experiencia, nos consideremos en deuda con Pierre Emmanuel.
Adentrarse en el conocimiento de su obra y contribuir a difundirla en tierras hispánicas. Quizá fuera este el medio más idóneo para saldar una deuda semejante. Algo, y de no escasa monta, saldríamos ganando de paso. Así comprobaríamos de nuevo, si acaso hiciera falta, que el quehacer del poeta nunca es gratuito -ni extraño a los intereses del común, que la indagacíón de lo esencial no se puede disociar de la lucha por la libertad, y que la fuerza de que ambas se alimentan brota, en suma, de un mismo y único manantial: el,hondo pesar, el hondo sentir.
es escritor; fue secretario del Comité Español de la Asociación Internacional por la Libertad de la Cultura.
* Este articulo apareció en la edición impresa del Sábado, 6 de octubre de 1984
Cuadernos del Congreso por la Libertad de la Cultura
París, marzo-abril 1960número 41
páginas 67-70
Impresiones de España
Por Pierre Emmanuel
En España se encuentran muchos espíritus libres; pero viven con una libertad disminuida. Como casi todos mantienen la misma actitud frente al régimen, al parecer se entienden bien entre sí; y es que no hablan más que para criticar, a falta de poder construir. Pero hablan: la idea de que entre ellos haya enemigos y espías no les preocupa. Esta complicidad general, que podría tomarse por amistad, engaña en lo que se refiere a la unidad y a la influencia verdadera de los medios intelectuales. Basta, no obstante, reflexionar que el régimen tiene más de veinte años de existencia y que conoce muy bien a los suyos y a los otros: puede darse el lujo de tener una «oposición a Su Majestad», oposición a la luz del día y fácil de vigilar.
Esta observación no disminuye el mérito de los medios intelectuales españoles. El solo hecho de haber sobrevivido durante veinte años de atonía espiritual debería granjearles el respeto; y por nuestra parte deberíamos preguntarnos si no somos en parte responsables de la debilidad de su influencia sobre el medio. Varias veces me invitaron a ir a España, y casi inmediatamente después de la guerra civil; siempre decliné las invitaciones a causa de mis sentimientos para con el régimen. Al explicarles esto a algunos escritores españoles, diez años más jóvenes que yo, me respondieron: «Pero si éramos nosotros los que le llamábamos», con un grito apasionado que traducía su resentimiento y su dolor de que los vencedores les hubieran mantenido aislados después de la guerra.
Ayer aislados del resto del mundo, estos escritores, estos intelectuales, estos estudiantes lo siguen estando aún hoy de su pueblo y de su medio social. De su pueblo: en España no hay opinión pública. En cuanto a la función de pensar, algunos la guardan cautelosamente, sin que ni siquiera se la reconozcan ni se la respeten. Esta ausencia de comunicación la sienten vivamente los mejores espíritus: ¡cuántos de ellos la expresan diciendo que la España de hoy les resulta un enigma… El escaso número de los que hacen política y se mantienen en contacto con los obreros y campesinos se quejan de la inercia de las grandes masas, entregadas a la inseguridad del mañana, fatalistas por naturaleza o por necesidad y que buscan en la pasión nacional, el fútbol, un derivativo a la miseria de su existencia.
Aislados del pueblo, estos grandes intelectuales lo están también de su medio ambiente. El exilio de muchos de ellos es una herida incurable, incluso entre los que se quedaron en el país. Esas dos mitades de España se comprenden mal: los exiliados creen representar las virtudes eternas de su pueblo; los que se quedaron creen vivirlas. Pero cuando el exiliado vuelve, se le hace un sitio y se le agradece su retorno. Por lo demás, todo lo que los escritores del exilio publican fuera de España lo conocen las gentes del interior. Desde este punto de vista la cultura española es una, y las diferencias [68] e intemperancias sólo se producen al juzgar la situación actual del país. Más que los puros escritores, son los publicistas del exilio los criticados: su imagen de España es una abstracción del futuro o del pasado, no una realidad presente.
La cultura es una, pero ¿a quién se dirige? A un pequeño mundo interior del mundo español y que se ha refugiado en las cosas del espíritu a falta de poder vivir a la luz del día de la realidad social. Se dice que los filósofos españoles y extranjeros (pues muchos de estos últimos se traducen en España) tienen un público numeroso fuera de los medios universitarios. En conjunto, la enseñanza de estos últimos está lejos de ser tan liberal como desearían ciertos maestros. El interés que los estudiantes aplican a la especulación es bastante restringido; la mayoría de ellos se resienten de una disciplina de la inteligencia que comenzó desde su infancia y que no es precisamente la más adecuada para ensanchar su horizonte espiritual. La influencia de los intelectuales y de los pensadores no se propaga, pues, en su medio ambiente: siendo como es asunto de contactos individuales, quizá gane en calidad lo que pierde en prestigio. A los españoles se les impone desde muy pequeños cierta ideología –si es que merece tal nombre.
Entre mis manos he tenido extraños libros, de gramática y de historia en particular, destinados a las clases elementales en ellos aparecía el Imprimatur y el Nihil Obstat. Página tras página, se escogían los ejemplos gramaticales con miras a glorificar el régimen o a exaltar a Dios y a sus santos. En cuanto al libro de historia, cada capítulo iba seguido de un resumen en el que toda la historia de España se enfocaba como un testimonio precursor y heraldo de la «Cruzada de Liberación». En cada resumen figuraba una frase por este estilo: «Las virtudes españolas brillaron con todo su esplendor ante nuestros ojos durante la guerra de liberación, ganada por nuestro invencible Caudillo, que nos ha librado de las crueles garras comunistas.» La Iglesia sigue apareciendo asociada al régimen en esta empresa libertadora, que la propaganda reviste de un carácter milagroso, como puede juzgarse por este otro extracto: «En nuestra Cruzada de Liberación, la Virgen, desde su sagrado Pilar, nos ha conducido a la victoria contra los hombres sin Dios ni patria.» Verdad es que tales libros no aparecen uniformemente repartidos por todas las escuelas españolas y que algunos editores reaccionan contra sus excesos; pero la tendencia de que son ejemplo característico es sin duda alguna la de la enseñanza en general.
La Iglesia desempeña un papel considerable en la preparación intelectual de la juventud; además, la política del poder consiste en crear un lazo místico entre la Iglesia y él. Aunque entre el clero joven surjan algunas reacciones contra una confusión tan sabiamente mantenida, la fuerza del interés tanto como la de la costumbre mantendrán todavía por largo tiempo este equívoco. Verdad es que la retórica del régimen sólo parece brillar en las palabras y que en España estamos muy lejos de las grandes exaltaciones fascistas o hitlerianas. También el régimen está cansado de sí mismo. Sin duda la enseñanza ideológica es obligatoria, pero es sólo puro verbalismo. Lo que me parece más grave es la estrechez de los límites dentro de los cuales se permite mover el espíritu del estudiante de Universidad. El tomismo más escolástico constituye el fundamento de la enseñanza oficial. Produce sorpresa encontrar una grande y justa libertad de pensamiento en un pequeño número de estudiantes: [69] ello se debe a que, por sus lecturas o por la influencia de un maestro, tales privilegiados pudieron entrar en contacto con un pensamiento filosófico más abierto. Pero han de saber pasar sin esfuerzo de un pensamiento oficial y escolar a su secreto y verdadero pensamiento, a la soledad fecunda del espíritu. Esto es difícil, pero no imposible. Mas ¿cuál es la virtud de las catacumbas? Es aún demasiado pronto para juzgarlo.
La censura esteriliza por adelantado todas o casi todas las publicaciones. Y no se limita a fiscalizar las audacias de la intelligentsia política, sino que anda a la caza de las de la inteligencia en general. Tras un cuarto de siglo de censura, resulta excusable que los mejores se hagan timoratos. Cada uno aplica por adelantado su propia censura. Resulta, pues, difícil saber hasta dónde se podría «ir demasiado lejos». No obstante, la lucha contra la censura adopta la forma de un juego notablemente complicado, en el que lo simbólico desempeña su papel (se publican muchos poemas en España) y en el que hablar de algo completamente distinto es el mejor medio de hacerse entender sobre aquello de que no se debe hablar. Los españoles han llegado a ser maestros en la materia. Merecen por ello elogio, pues este ejercicio de la astucia mantiene vigilante el espíritu de la libertad, aunque ello no sea más que para consuelo de la minoría.
Tal vez la juventud se interesa menos en estos juegos que sus mayores. De creer a los estudiantes mismos, muy pocos se interesan de una manera activa, bien por la política, bien por las cosas del espíritu. La vida es difícil en España; los empleos poco numerosos. No hay por que comprometer a las primeras de cambio la propia carrera. La mejor manera de licenciarse sin complicaciones es seguir dócilmente las exigencias de la enseñanza oficial –y, si preciso fuera, desembucharla de memoria en el examen. La culpa no es de los estudiantes, sino del sistema. Conocida es la inteligencia de los españoles; yo la he visto brillar en los seminarios a que fui invitado en la Universidad de Madrid. Es cosa sabida que los jóvenes españoles emigrados, que encuentran en el extranjero la posibilidad de desenvolver sus aptitudes aventajan frecuentemente a sus nuevos compatriotas y muestran un sorprendente poder de asimilación. (Estos éxitos, que son conocidos en España, crean entre los que se quedan, jóvenes y a veces menos jóvenes, una sed de emigración que sólo en Irlanda encuentra paralelo.) La proporción de analfabetos puros es en España de uno entre cinco; si a este pueblo se le diese una verdadera enseñanza –lo que supondría una reforma completa del sistema actual–, asistiríamos seguramente a fenómenos parecidos a los que produjo en Rusia la lucha victoriosa contra el analfabetismo. Y seguramente como en Rusia, los lectores se volverían hacia los clásicos, al no encontrar en las publicaciones contemporáneas un alimento adecuado a su gusto.
Pues a juzgar por los escaparates de las librerías, a la vida de las letras le falta en España aire. Los editores –algunos al menos– hacen grandes esfuerzos por mantener a la élite de su público al corriente de la vida literaria internacional. Hay incluso, en España como en otros países –en particular como en Yugoeslavia y Polonia–, un esnobismo de la pura novedad que en este caso se halla lejos de ser irritante. Pero todo ello se mantiene dentro de límites estrictos; no se sabe qué admirar más, si la sutileza de ciertos censores o la estrechez de algunos otros. Reunidos, esos dos tipos opuestos componen una excelente censura.
Una excelente censura que mantiene a los espíritus al borde mismo del hambre. Tuve varias discusiones intelectuales con algunos estudiantes: tenían hambre de pensamiento vivo, pero constituían una excepción; la mayoría de sus camaradas, se me aseguró, tienen sólo una idea muy vaga de la libertad intelectual. Encontré también a estudiantes –si bien con mucha frecuencia eran los mismos– deseosos de discutir de política; y aunque me dijeron en varias ocasiones –pues me lo hice repetir frecuentemente– que apenas una centésima parte de los estudiantes se preocupaban poco o mucho de la política, comprobé que al menos ellos, los que conmigo hablaban, estaban muy fuertemente politizados. Empleaban una terminología izquierdista que en Francia conocemos bien; [70] además, nuestro país les servía en política como sustitutivo de España. No pudiendo hacer la política de su país, hacían, a distancia, la del nuestro. Me ofrecieron brillantes análisis de la decadencia del socialismo en Francia. Nada parecía importarles tanto como las perspectivas de un reagrupamiento de las «fuerzas de izquierda»; de paso, señalaban como un hecho cierto la clásica maquinación policíaca en el asunto Mitterrand. Todo esto sonaba a ejercicio escolar, y pensaba yo para mis adentros que aquellos jóvenes llenos de energía, agrupados en torno a hombres que yo estimaba, permanecerían seguramente condenados por largo tiempo a vivir de esperanzas y de vocablos, y que el régimen sobreviviría con seguridad a su primer entusiasmo, como sobrevivió a la cólera o a la desesperación de sus mayores.
Pero esto es precisamente lo que oprime el corazón en España: un régimen que nadie ama, repudiado incluso por la mayoría, se ha convertido en un hábito, un viejo hábito al que casi todos acabaron por acomodarse. La culpa no es toda de los españoles. En el resentimiento de éstos para con el mundo exterior se manifiestan dos actitudes contradictorias. Ya he hablado de la primera: los españoles creen que, menos aislados después de la guerra, habrían podido transformar el régimen desde el interior. En cuanto a la segunda, se trata de una patente desconfianza hacia los occidentales en general y sobre todo hacia los Estados Unidos, a los que se acusa de mantener el régimen tal como es con miras al equilibrio mundial de las fuerzas. En cuanto al régimen, conserva viva la tradición maniquea surgida de la guerra civil: implícitamente, sigue habiendo los «buenos» y los «malos», el doloroso díptico de España. Toda la flor y nata de la energía española pereció durante la guerra, y España guarda de esto una huella atroz, que la hace aparecer más debilitada de lo que en realidad está. La inercia moral de muchos se explica por el temor de revivir los horrores de un pasado cuyas huellas pueden verse por todas partes, y sobre todo en los espíritus. Pero la división de España en dos no es lo más apropiado para exorcizar la amenaza. A la juventud, que no ha conocido ese horror, le toca hacer tabla rasa de un pasado que sus padres siguen viviendo aún hoy.
La historia está, pues, como parada, mientras el régimen se mantiene sorprendentemente estático. Esta formidable inercia produce en ciertos momentos la impresión de que no existe el régimen y sí sólo las numerosísimas francmasonerías de intereses que proliferan en España. Pero existe, sin duda alguna: con ocasión de la entrega de cartas credenciales del embajador de Francia a Franco, pude ver el coche de éste, rodeado por cuarenta motociclistas y una decena de automóviles, pasar por la carretera que une a Madrid con la residencia del Jefe del Estado. Zeus descendía del cielo para manifestarse a la vista de los hombres. Lo hace raramente, pero todo el mundo sabe que está allí y cada cual se pregunta qué será de España a la muerte del generalísimo –que no es para mañana.
Este suspenso tiene algo de mágico, igual que la impresión que España produce cuando se viene de un país del Mercado común (Pero ¿es esta magia propia de España? ¡Quién sabe! La despolitización merced al bienestar conducirá tal vez a un amodorramiento de un tipo nuevo, cuyos síntomas podemos comprobar aquí y allá. ¿Con qué derecho habremos de juzgar del amodorramiento político de los españoles cuando un fatalismo de irresponsabilidad se instala ya entre nosotros?). La verdadera lección de un viaje a España radica en que, tras de varios días vividos entre el pueblo español, acaba uno por preguntarse si ese pueblo no conserva el secreto de una virtud esencial, de un espíritu de pobreza que nosotros hemos perdido hace ya tiempo. Para ejercer plenamente esta virtud espiritual sería preciso que saliera de su anacrónico estado presente. Es de desear que las virtudes a que la necesidad le obliga las manifieste en plena libertad y que ese espíritu de pobreza de que hablo lo conserve dejando de ser pobre. Mas para eso sería menester que las conmociones que aún le quedan por experimentar a este pueblo para convertirse en el pueblo moderno que no puede dejar de ser algún día, no destruyan por segunda vez su sustancia, so pretexto de liberarle.
Pierre Emmanuel
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Vaya paliza te estás dando! 3.000 el 31.
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