viernes, 24 de diciembre de 2010
2641.- SERGIO ALTESOR
Sergio Altesor es uruguayo. Ha publicado los siguiente libros de poesía:
Río testigo (1973), Trenes en la noche (1982), Archipiélago (1984), Diario de los últimos días del archipiélago (1995) y Serpiente (1999). Su obra integra las antologías Fueradefronteras (1984), Las voces distantes (1985), Contra el silencio: Poesía uruguaya 1973-1988 (1989) y 8 antologías personales, poesía uruguaya en Suecia. Ha recibido los siguientes premios: Primer premio de poesía en el concurso de la revista Brecha (Montevideo,1969); Fondo Lagerström del University College of Arts, Crafts and Design, (Estocolmo,1982); Fondo de los Escritores Suecos (Estocolmo,1983,1984,1985); Premio Literario Municipal 1997, Intendencia Municipal de Montevideo, por el libro Serpiente. Jurados: Washington Benavides, Dina Díaz y Gustavo Wojciechovski; Premio Literario Municipal 1997. Mención de Honor en la categoría "Narrativa" por su novela Río Escondido. Premio Posdata 2000 por su novela Río Escondido.
Él esperó otra vez la noche
Él esperó otra vez la noche
(que al igual que el día estaba subyugada
por un líquido amniótico de color blanquecino)
pero al menos los charcos de la lluvia en el asfalto
brillaban
bajo las luces amarillas de neón
y recordó el tiempo fantástico y lejano
en que el sujeto segregaba un discurso interminable.
Era dulce aquel duende lleno de palabras
porque en su ingenuidad y debilidad
podía mirar al mundo en la palma de la mano,
esfera de cristal transparente
que el movimiento sísmico del tiempo
astilló en mil estrellas apagadas.
El niño del sentido lograba
una cartografía de todo el universo
en los espejos cubiertos hoy de paños negros
como en casas en duelo.
Estación polar
Hemos llegado a la estación polar.
Alrededor están los hielos y la noche.
Uno puede pararse en la ventana
y ver como la noche es sólo el fondo de un gran cuenco
que no tiene fondo.
Detrás del cuenco está el espacio
que uno quiere mirar como si fuera el tiempo.
Malmö, 2001
Liebre
Una liebre corre sobre los campos
cubiertos de nieve.
Bulltofta, febrero de 2005
Un país
Fue siempre un país de almas desoladas
y suicidios morbosos
como quizás lo sean todos los suicidios
un país donde todos se conocen
aunque todos son desconocidos
un país en donde no conviene hablar muy alto
porque mañana tu vecino te puede dar trabajo
unas luces que se prenden al atardecer
y atardeceres sucios sobre veredas rotas
donde perros enfermos hurgan en la basura
un país donde el que dice no
quiere decir que sí
y un país donde el que dice sí
quiere decir que no
un país relativo
relativamente chico pero no tanto comparado con países europeos
un país a la orilla del viento a la orilla del agua
a la orilla del sueño a la orilla del mito
a la orilla de un río que puede ser un mar
a la orilla de un mar que puede ser desierto
un país cuya existencia se torna irreal
cuando a uno lo encontraron al otro día de nacer
flotando en la corriente dentro de una canasta
un país lleno de hombres y mujeres de ojos desorbitados
que deliran a solas y a los gritos
excitados de una extraña locura que los consume como un fuego negro
un fuego que oscurece en vez de iluminar
un país de silencios demasiado largos
porque en vez de sentido están llenos de olvido
un país de silencios demasiado largos
porque en vez de silencio están llenos de miedo
un país donde las madres que buscaron a sus hijos
vivieron denunciando y murieron esperando
un país donde los jueces archivaron los casos
cada vez que convino que olvidaran las cosas
un país cimentado
en grandiosas traiciones y legendarias ignominias
un país que segrega un desprecio vitriólico
por los diferentes
y un amor promiscuo por los indiferentes
un país en donde todos los varones que no saben de fútbol
son sospechosos de insospechadas perversiones
--las mujeres pueden perfectamente no saber nada de fútbol--
un país que destierra lo que no puede exterminar
doblegar asfixiar amordazar aniquilar neutralizar
un país cuyas calles llevan nombres
de hipócritas y verdugos famosos
y en donde las moscas se arremolinan por millones
sobre un pedazo de carne que llaman esperanza.
Montevideo, marzo de 2006-junio de 2010
Mariposa de fuego
Y cuando cae la noche aquí en el sur
cae siempre tu imagen alrededor de mí
con los colores de una libélula aleteando
sobre objetos dormidos.
Cada tarde tu nombre suena como campanas
de una iglesia remota que nadie conoce
y veo tus largos huesos y tus manos moviéndose
en la torre del norte, en el frío del sur
que aprieta las paredes de la casa.
Cada tarde te trae en la acuarela de la tarde,
cada noche te deja encerrada en mi casa
indiferente al hombre que se calienta junto al fuego.
Ya no voy hasta el mar como al principio del otoño.
Ahora el invierno me recoge junto al único sitio
con algo de calor. Vos vas entre las llamas
mariposa de fuego
con tu nuevo peinado y tus nuevos championes
con tus nuevos amigos y tus viajes.
Te movés entre el fuego sin saber que te miro
sin saber que en mi casa mi corazón te guarda
cada tarde del sur cada noche de aljibe
aquí te bebo como al vino, bebo vino,
y me voy disolviendo a lo largo de la noche
mientras tu imagen corre sobre el fuego
como sobre un escenario donde te veo otra vez
diciendo los poemas que me conmovieron.
Veo el arco largo de tu vida
veo pasar tu imagen por el horizonte
de una noche del sur
y reconozco al tiempo y a la niña
de estos parajes llenos de abrojos dolorosos.
Yo bebo tu figura en este vino oscuro
te festejo en las llamas de los leños
mientras tu vida arde hacia un lugar
que el vino deja ciego
como si la libélula que danza
se quemara las alas dentro de mi garganta
o como si yo mismo me quemara
antes de tu futuro.
Parque del Plata, junio de 2010
Norte o no ser
En el espacio imaginado, frágil,
que existe entre el colapso y el renacimiento,
entre la revelación y la locura,
se oculta esta calle por la que caminan
los expulsados del paraíso terrenal,
siempre a medio camino
entre el odio de los bárbaros
y la paralizante fascinación por las metrópolis.
Espacio sin historia
ni aromas ni infancia ni memoria,
grueso cristal para mirar del otro lado
el viejo circo incandescente
del imperio romano y sus cónsules retóricos.
Copenhague, octubre de 2007
Robots
en el norte había días interminables y él se sentaba en un parque a temblar de frío como si lo hubieran arrancado de un árbol y todas sus raíces se murieran como peces que dejan demasiado tiempo fuera del agua
en el norte iba todos los días en bicicleta por el mismo sendero de grava o pasaba bajo azuladas luces de neón al costado de una estación espacial manejada por robots
también pasaba por una enorme fábrica plateada en donde los robots fabricaban pequeños ratones electrónicos que se usaban para entretener a los gatos que vivían encerrados en los apartamentos
de tanto estar callado se olvidó de las palabras o más bien de la forma en que se enhebran las palabras para formar las frases y también de la forma en que las frases pueden tejerse con otras frases nuevas para formar diferentes tejidos de sentido en el caso de que alguna cosa resultara tenerlo
en el norte él vivía en un patio rodeado por un arroyo circular donde nadaban peces artificiales o pequeños robots submarinos que se alimentaban de la basura que él vertía diariamente en el arroyo
del otro lado del arroyo vivían los demás y los demás iban en trenes de color azul a gran velocidad
los demás aparecían diariamente en la televisión, tanto en el noticiero leyendo las noticias como entrevistados por el que leía las noticias y también en el pronóstico del tiempo
algunos para aparecer en el pronóstico del tiempo que venía después del noticiero se disfrazaban de pequeñas nubes o de copos de nieve y otros se disfrazaban simplemente de flechas
los demás escribían en los diarios y en sus textos las ciudades de África se volvían capitales de los países sudamericanos y los ríos turbulentos de Brasil desembocaban en el lago Tanganika
en sus textos los chinos eran descriptos como hormigas y poblaban no solamente toda el Asia continental sino también Japón y las islas del Océano Pacífico
en los artículos que los demás escribían en los diarios los árabes se trasladaban entre los continentes mediante arcaicos platos voladores
en esos textos que él leía con curiosidad con ansiedad los demás describían como las ordas bárbaras que venían desde el sur atacaban el norte diariamente, seres de otros colores olores y sabores intentaban diariamente alcanzar las costas del viejo continente
él esperaba leer otras noticias en aquellos periódicos, qué había pasado con el cañaveral detrás del gallinero, o con la perra que recogió en la calle el verano anterior a la explosión nuclear, o alguna descripción científica del efecto que tenía el jugo de la madreselva en la memoria
Malmö, marzo de 2009
Es diferente la luna
Es diferente la luna sobre el arroyo de agua podrida, la luna de nieve sobre el azul profundo de la noche nueva, cuando el verde húmedo se traga el corazón y la belleza es un riesgo mortal.
Esta ciudad, estas calles, estos caminos, esos campos, la gente que quisiera poder saber que nunca más es realmente nunca más.
Pero solo es una canción, una consigna, una esperanza, una bandera en la parte trasera de la moto.
Montevideo, diciembre de 2009
grillos y viento
grillos y viento, viento y grillos son los únicos sonidos de la noche, el condimento del silencio
todo es real, es decir no hay futuro ni cultura ni crédito. Ni pasado
todo es real: el ulular del viento en el bosque, los grillos ocultos en el pastizal
El corazón es una boca llena de tarántulas, lombrices, tierra húmeda. Ninguna historia podrá ser creída, ningún discurso podrá ser escuchado
a lo sumo caminaremos hasta el mar
y volveremos a encender la estufa
pero hay un movimiento allí afuera, los árboles se cimbran, el bosque hierve lenta oscuramente, la noche es una pista llena de puntos suspensivos
Parque del Plata, mayo de 2010
[http://www.revistainternacionaldepoesia19.es.tl/Sergio-Altesor.htm]
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