Fotografía: Cristóbal Ladrón de Guevara
Alejandra Basualto. Nació en Rancagua, Chile, el 1 de diciembre de 1944. Se formó en los talleres literarios de Miguel Arteche, José Donoso, Alfonso Calderón y Pía Barros.
Es Licenciada en Literatura y Egresada de Doctorado en Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Chile. Cultiva tanto la poesía como la narrativa, especialmente el género cuento. Su labor como directora de talleres literarios la ha llevado a conducir talleres en ambos géneros en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, y otros talleres de escritura creativa en varias universidades e institutos privados, como Balmaceda 1215. También lleva a cabo esta labor en el Instituto Cultural del BancoEstado y en su taller particular La Trastienda.
Desde 1991 dirige la Editorial La Trastienda, donde ejerce como editora y diseñadora. Ha dirigido en Chile un programa para alumnos extranjeros de La Humboldt State University por un semestre al año, durante 4 años consecutivos, también hace clases de español intensivo y literatura.
Los útimos años ha sido nominada como Jurado en diversos concursos literarios de cobertura nacional.
Ha publicado:
Los ecos del sol, poesía, 1970, Offser Service, Santiago.
El agua que me cerca, poesía, 1984, Taller Nueve, Santiago.
La mujer de yeso, cuento, 1988, Ed. Documentas, Santiago
Territorio Exclusivo, cuentos, 1991, Ed. La Trastienda, Santiago.
Las malamadas, poesía, 1993, Ed. La Trastienda, Santiago.
Desacato al bolero, cuentos, 1994. La Trastienda, Santiago.
Altovalsol, poesía, 1996, Ed. La Trastienda, Santiago.
Casa de citas, poesía, LOM Ediciones, 2000, Santiago.
Además, publicada en diversas antologías en Chile, Estados Unidos, México,
Francia e Italia.
Del libro “Casa de citas”:
CANCIÓN PARA CAPERUCITAS
No le digan a los carniceros / que en cada vaca hay un cisne.
Hernán Rivera Letelier
Muchacha,
huye del cuchillo
cuando aún sea posible, cada seductor
es un larvado carnicero.
No permitas que sus dedos terroristas
se cobijen en tu espalda,
sólo quieren arrancarte las plumas.
No dejes que su boca besadora
deslumbre de algas tus pezones
o derrame aromáticas especias
sobre tu vientre acurrucado.
Jamás cultives en tu Monte de Venus
perfumados verdores de perejil
de albahaca ni tomillo
que sólo despertarás sus apetitos.
Arranca de tu jardín todo asomo de laurel
y oculta el oloroso diente del ajo campesino;
no vaya a ser que hierva la avaricia
en el fondo oscuro de la olla
y el seductor no pueda contenerse
e introduzca en el agua alborotada
el bello cuerpo implume
que entonces ya serás.
TRIAL AND ERROR
Apenas laten hoy / las partes que mucho te extrañaron
Margarita Laso
Como si fuera poco haber derrochado por años
la sal y el agua en el lloradero
hoy has resuelto –sin más- evaporarte.
Ni huella de tu presencia me has dejado
para el resuello cotidiano.
Mejor así que aprendo fácil
Ensayo y error
+
paciencia paciencia paciencia
hasta dar en el clavo:
No en balde dicen que la física
se sostiene de atmosféricos milagros:
apenas corre el sol por los húmedos tejados
el ojo se vuelve a secar
y nuevos gatos iluminan agosto.
MUROS
Confianza en muchos, pero ya no en uno
César Vallejo
De cuando en cuando vagabundeo
escribiendo graffitis por las noches.
Quiero violar la blanca fisonomía de los muros,
la urgente monotonía del silencio
que me dejaron aquellos / los ausentes,
esos puros muros
donde ya ni los perros se detienen a mear.
SÁLVESE QUIEN PUEDA
Para que me amaras / maquillé yo mi rostro de negro
Marina Arrate
Junto a esta luz recién apagada
tendré miedo por última vez:
no quiero más deudas de aliento,
ni aquel hombre de bronce,
ni la muchacha en el camino.
Apenas diviso ya tus ojos, algunas piedras,
un cuerpo solo.
Oigo pedernales chasquear en lo oscuro,
fustigan esta carne que aún es mía.
Sálvese quien pueda
gritan mis fantasmas y se abrazan
a modo de exorcismo.
Duelo sangro sudo
y en la bóveda
el reflejo
de una rojez desgastada.
ÚLTIMA PRIMAVERA
Sé que un día de éstos / acabaré en la boca de alguna flor.
Blanca Varela
Cegadora y arbitraria entró como un torbellino
para destriparme, la primavera.
me succionó la médula,
forcejeó con mis aprensiones hasta metérseme dentro
y tuve que verla en su verdor inexcusable,
tuve que olerla hasta la náusea,
y ella hubo de arrebatarme
hasta mis nubes más ocultas.
Quedé con el corazón en descampado, desprovisto
de telarañas y puñales / calato en su calabozo.
Engañosa luminosa
me humilla con su mascarita de flores
y sus pajaritos recién brotados,
pero el memorioso que llevo dentro no cesa de gritarme
que no le crea / que se irá de un día para otro
con su risueña costumbre de madreselva.
Y luego tendré que construirme pabellones y huesos
y costillares y verjas de feroz apariencia
para guardarme y protegerme
de sus besitos pintados.
LAS AFINIDADES ELECTIVAS DE CHILE
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