Jaime Luis Huenún
(Nace en 1967 en Valdivia, Chile), es un escritor mapuche-huilliche chileno. Sus obras han recibido muchas distinciones y premios y se ha incluido en varias antologías. En 1996 y 1997, obtuvo financiamiento por medio del Fondo para el desarrollo de las Artes y cultura (Fondart) de Chile para un proyecto de escritura, denominado Ceremonias. Obtuvo el “Premio Nacional de Poesía: El joven Neruda” en 1999.Ha publicado dos libros, Ceremonias en 1999 y Puerto Trakl en 2002. Con esta última obra, obtuvo el premio de poesía Pablo Neruda, en 2003. En 2003, edita la antología Epu mari ülkatufe ta fachantü, 20 poetas mapuches contemporáneos.
Puerto Trakl [Selección de poemas]
Bajé a Puerto Trakl entre neblinas.
Buscaba el bar de la buena suerte para charlar
sobre la travesía.
Pero todos miraban la estrella polar en sus copas,
mudos como el mar frente a una isla desierta.
Salí a vagar por las calles con faroles rojos.
Las mujeres se ofrecían sin afecto, fragantes
Pero todos miraban la estrella polar en sus copas,
mudos como el mar frente a una isla desierta.
Salí a vagar por las calles con faroles rojos.
Las mujeres se ofrecían sin afecto, fragantes
y cansadas.
«A Puerto Trakl los poetas vienen a morir»,
«A Puerto Trakl los poetas vienen a morir»,
me dijeron
sonriendo en todos los idiomas del mundo.
Yo les dejé poemas que pensaba llevar a mi tumba
como prueba de mi paso por la tierra.
*
«Aparta el mal de tu vida», decía el capellán
en el servicio del zarpe.
Los pelícanos cubrían el muelle
y hasta el puerto llegaba el resonar de las maniobras.
«Pobres ustedes», advertía el reverendo, pero nadie
comulgaba con sus dichos.
La soledad nos había curado para siempre
de todo temor
y de cualquier destino.
*
Como una manera triste de predecir
miro el paso de las nubes sobre el puerto.
Sé que mi suerte no está
en ninguno de esos nimbos que regresan al mar
movidos apenas por el viento de la literatura.
«Profetizar me asquea» podría decir
y, sin embargo, allá va mi vida,
sobrepasada por pájaros que llevan
todo el tiempo del mundo entre sus alas.
*
Dices que no puedes dejar de recorrer los bares
junto al mar de la mañana,
que los cuerpos llegan hasta ti
con la violencia de los puertos siempre vendidos
al peor postor.
En verdad llorarás en vano
y tu sed sólo será la vanidad de los árboles
que en la colina creen vencer el turbio cielo
sonriendo en todos los idiomas del mundo.
Yo les dejé poemas que pensaba llevar a mi tumba
como prueba de mi paso por la tierra.
*
«Aparta el mal de tu vida», decía el capellán
en el servicio del zarpe.
Los pelícanos cubrían el muelle
y hasta el puerto llegaba el resonar de las maniobras.
«Pobres ustedes», advertía el reverendo, pero nadie
comulgaba con sus dichos.
La soledad nos había curado para siempre
de todo temor
y de cualquier destino.
*
Como una manera triste de predecir
miro el paso de las nubes sobre el puerto.
Sé que mi suerte no está
en ninguno de esos nimbos que regresan al mar
movidos apenas por el viento de la literatura.
«Profetizar me asquea» podría decir
y, sin embargo, allá va mi vida,
sobrepasada por pájaros que llevan
todo el tiempo del mundo entre sus alas.
*
Dices que no puedes dejar de recorrer los bares
junto al mar de la mañana,
que los cuerpos llegan hasta ti
con la violencia de los puertos siempre vendidos
al peor postor.
En verdad llorarás en vano
y tu sed sólo será la vanidad de los árboles
que en la colina creen vencer el turbio cielo
de la noche.
El silencio, mientras tanto, hará lo suyo
a esos poemas quemándose apacibles
en los desbordados ceniceros de tu vida.
*
Una mujer escrita en la arena,
soñada por torvos marineros desaparecidos.
La longitud de su pelo alcanza
los oscuros ojos de los peces yacentes.
El musgo de su sombra cubre
las roídas murallas de los astilleros.
«La felicidad es una sombra», dice
mientras la tormenta imaginaria inunda
los quebrados ventanales del puerto.
*
Flores trajimos al cementerio marino,
poesía, whisky y otras vituallas.
Navegamos aquí la muerte vespertina
de quienes bajo tierra aún ansían
hacerse al azote de las rutas del mar.
*
Como un cantante de ferias y cantinas
repitiendo siempre las mismas canciones,
declamo poemas al océano.
El oleaje apaga el rumor de mi voz
y la espuma salpica estos papeles
como un escupitajo de las rocas y del agua
a mi vanidad.
Entonces imito el gesto del cantante
cuando extiende la guitarra al público y le dice:
«no quiero aplausos, sólo monedas,
no quiero aplausos, sólo monedas».
*
La frontera del puerto está en tus ojos:
el horizonte y el sol
en una botella vacía.
LAMGEN
Aquellos ojos del color del color, a una
altura azul,
cunden copihues, humo de agua,
con tanto encanto blanco en el espíritu.
¿Había viento a aquellas horas o
eran abejas borrachas
trayendo miel y sangre
al panal de mi cráneo?
Porque el agua es hermosa
y el cielo es hermoso
y ambos son buenos amigos -dijo-
Porque la luz es la cruz de la estrella
y mis pechos la cruz de la luz...
Porque en silencio sabemos lo que somos,
a una altura azul:
el águila y el cisne,
el venado y el puma,
montañas de carne y hueso,
cementerio de la eternidad.
LIBRO
Sólo puedo leer tu cara, huenún jaime luis,
sietemesino feo, sólo
puedo leer tu mitad hijo,
tu mitad hueso y calavera encarnada
tu débil número negativo
hecho de cuarteada eternidad
y carne.
Sólo puedo leer tu mitad
padre, hermano, aquel
que diariamente sale a conseguir
una mísera ración de estrellas, exiguo alimento
de palabras que no saben todavía ni
siquiera balbucear.
Sólo puedo leer al lado de Otro,
sólo junto a los conjuntos rotos de tu madre,
sólo solitario pero nunca solo,
mal ladrón de la blancura de las Páginas.
Sólo puedo leerte juntando las letras
al pie de un título de un poema de Tu Fu.
Sólo puedo tu raíz falsa, huenún
jaime luis, hombre
o duende porfiado o malo de la cabeza,
sólo puedo leer la mitad
del aire que te hace viejo,
la otra mitad la ganas
con el sudor de tus ojos
y aquello
no tiene explicación en mi
alfabeto.
El silencio, mientras tanto, hará lo suyo
a esos poemas quemándose apacibles
en los desbordados ceniceros de tu vida.
*
Una mujer escrita en la arena,
soñada por torvos marineros desaparecidos.
La longitud de su pelo alcanza
los oscuros ojos de los peces yacentes.
El musgo de su sombra cubre
las roídas murallas de los astilleros.
«La felicidad es una sombra», dice
mientras la tormenta imaginaria inunda
los quebrados ventanales del puerto.
*
Flores trajimos al cementerio marino,
poesía, whisky y otras vituallas.
Navegamos aquí la muerte vespertina
de quienes bajo tierra aún ansían
hacerse al azote de las rutas del mar.
*
Como un cantante de ferias y cantinas
repitiendo siempre las mismas canciones,
declamo poemas al océano.
El oleaje apaga el rumor de mi voz
y la espuma salpica estos papeles
como un escupitajo de las rocas y del agua
a mi vanidad.
Entonces imito el gesto del cantante
cuando extiende la guitarra al público y le dice:
«no quiero aplausos, sólo monedas,
no quiero aplausos, sólo monedas».
*
La frontera del puerto está en tus ojos:
el horizonte y el sol
en una botella vacía.
LAMGEN
Aquellos ojos del color del color, a una
altura azul,
cunden copihues, humo de agua,
con tanto encanto blanco en el espíritu.
¿Había viento a aquellas horas o
eran abejas borrachas
trayendo miel y sangre
al panal de mi cráneo?
Porque el agua es hermosa
y el cielo es hermoso
y ambos son buenos amigos -dijo-
Porque la luz es la cruz de la estrella
y mis pechos la cruz de la luz...
Porque en silencio sabemos lo que somos,
a una altura azul:
el águila y el cisne,
el venado y el puma,
montañas de carne y hueso,
cementerio de la eternidad.
LIBRO
Sólo puedo leer tu cara, huenún jaime luis,
sietemesino feo, sólo
puedo leer tu mitad hijo,
tu mitad hueso y calavera encarnada
tu débil número negativo
hecho de cuarteada eternidad
y carne.
Sólo puedo leer tu mitad
padre, hermano, aquel
que diariamente sale a conseguir
una mísera ración de estrellas, exiguo alimento
de palabras que no saben todavía ni
siquiera balbucear.
Sólo puedo leer al lado de Otro,
sólo junto a los conjuntos rotos de tu madre,
sólo solitario pero nunca solo,
mal ladrón de la blancura de las Páginas.
Sólo puedo leerte juntando las letras
al pie de un título de un poema de Tu Fu.
Sólo puedo tu raíz falsa, huenún
jaime luis, hombre
o duende porfiado o malo de la cabeza,
sólo puedo leer la mitad
del aire que te hace viejo,
la otra mitad la ganas
con el sudor de tus ojos
y aquello
no tiene explicación en mi
alfabeto.
CEREMONIA DEL AMOR
Los árboles anoche amáronse indios:
mañío e ulmo, pellín e hualle
tineo e lingue nudo a nudo amáronse
amantísimos, peumos
bronceáronse cortezas, coigües mucho
besáronse raíces e barbas e renuevos,
tineo e lingue nudo a nudo amáronse
amantísimos, peumos
bronceáronse cortezas, coigües mucho
besáronse raíces e barbas e renuevos,
hasta el amor
despertar de las aves ya arrulladas
por las plumas de sus propios
mesmos amores trinantes.
Mesmamente los mugrones huincas
entierráronse amantes, e las aguas cholas
abrieron sus vertientes alumbrando, a sorbos
nombrándose, a solas diciéndose: aguas buenas,
despertar de las aves ya arrulladas
por las plumas de sus propios
mesmos amores trinantes.
Mesmamente los mugrones huincas
entierráronse amantes, e las aguas cholas
abrieron sus vertientes alumbrando, a sorbos
nombrándose, a solas diciéndose: aguas buenas,
aguas lindas, ay pero violadas somos aguas
Rahue, plorosas Pilmaiquén, floridas e parteras
Rahue, plorosas Pilmaiquén, floridas e parteras
e aún felices
las arroyos que atraviesan como liebres
los montes e los cerros.
E torcazos el mesmo amor pronto ayuntáronse,
los Inallao manantiales
verdes, las Huaiquipán bravas
mieles, los Llanquilef veloces
ojos, los Relequeo pechos
zorzales, las Huilitraro quillay pelos tordos,
los Paillamanque raulíes nuevos.
Huilliche amor, anoche amaron más
a plena chola arboladura,
a granado cielo indio perpetuo
amáronse, amontañados
como aguas potras e como anchimallén encendidos,
las arroyos que atraviesan como liebres
los montes e los cerros.
E torcazos el mesmo amor pronto ayuntáronse,
los Inallao manantiales
verdes, las Huaiquipán bravas
mieles, los Llanquilef veloces
ojos, los Relequeo pechos
zorzales, las Huilitraro quillay pelos tordos,
los Paillamanque raulíes nuevos.
Huilliche amor, anoche amaron más
a plena chola arboladura,
a granado cielo indio perpetuo
amáronse, amontañados
como aguas potras e como anchimallén encendidos,
al alba oloroso
amáronse, endulzándose
el germen lo mesmo
que vasijas repletas de muday.
amáronse, endulzándose
el germen lo mesmo
que vasijas repletas de muday.
CISNES DE RAUQUEMO
Buscábamos hierbas medicinales en la pampa
(limpiaplata y poleo, yerbabuena y llantén).
El sol era violeta, se escarchaban los pastos.
Bajaba el Rahue oscuro, ya sin lumbre de peces.
Oímos mugir vacas perdidas en la Vega,
y el ruido de un tractor camino a Cancha Larga.
Llegamos hasta el río y pedimos balseo,
un bote se acercó silencioso a nosotros.
Nos hablaron bajito y nos dieron garrotes,
y unos tragos de pisco para aguantar el frío.
Nadamos muy ligero para no acalambrarnos.
La neblina cerraba la vista de la orilla.
En medio del junquillo dos cuerpos de agua dulce,
blancos como dos lunas en la noche del agua,
doblaron sus dos cuellos de limpia plata rotos,
esquivando sin fuerza los golpes y el torrente.
Cada uno tomó un ave de la cola o las patas
y remontó hacia el bote oculto entre los árboles.
Los hombres encendieron sus linternas de caza
y arrojaron en saco las presas malheridas.
Nos marchamos borrachos, emplumados de muerte,
cantando unas rancheras y orinando en el viento.
En mitad de la pampa nos quedamos dormidos,
cubriéndonos de escarcha, de hierba y maleficios.
Cantos
Un notro es la mañana
donde habitan
los tordos.
Árboles fantasmas
en tu sombra
hay.
Honda vuela el agua
sobre el sol y el bosque.
Negra golondrina,
sales de mi sueño
y entras en la tierra
sin voltear.
Mariposas
en el cardo
que todos evitan.
Fuegos de montaña,
cenizas del sol.
Mediodía en mi
provincia.
Escribo mi poema
en las hospederías del bosque.
Los pájaros vuelan
y borran con sus cantos
lo que escribo.
Purrún*
Yo la miro
danza
canelo florecido lleva en sus manos
danza
sus pequeños pies llenos de tierra
danza
flores de ulmo y miel en su cabellos
danza
ríe y danza
bebe su muday
Yo la miro
yo no danzo
y el polvo que levanta el baile
me oculta
ante sus ojos
*Danza mapuche
Llamekan**
Sangre de golondrina, sangre
de mariposa
tenemos.
Los muchachos saben, los
hombres saben
y nos miran.
Escondidas en los bosques nos quedamos,
mojando la tierra,
mojando los arrayanes
y los helechos.
Sangre de golondrina,
sangre de cisne hembra
en los juncos y los arroyos.
Mujeres, niñas del sol,
escóndanse de los muchachos.
Mujeres, niñas del sol,
escóndanse de los muchachos.
**Canción antigua de las mujeres
(Referencias: El Wrong Side de Daniel J. Montoly)
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