sábado, 10 de julio de 2010
228.- HERIBERTO HERNÁNDEZ MEDINA
Heriberto Hernández Medina (Camajuaní, 1964) sale de Cuba en 1997 rumbo a Perú y desde 2001 reside en Miami. Graduado de Arquitectura por la Universidad Central de Las Villas en 1987.
Poeta y Crítico de arte. En 1987 se gradúa de Arquitectura. Ha publicado los libros de poesía: "Poemas " Ediciones Matanzas, 1991, “Discurso en la Montaña de los Muertos" Ediciones Unión, 1994, "La Patria del Espejo" Ediciones Unión, 1994, "Los Frutos del Vacío" Ediciones Matanzas, 1997, "Los Frutos del Vacío" Linkgua Ediciones, 2006, “Verdades como templos” Iduna Ediciones, 2008, "Los Frutos del Vacío" Bluebird Editions, 2008 y "Las sucesivas puertas, el frágil aire eterno" Bluebird Editions, 2009. Ha recibido el Premio "DAVID" de la UNEAC, 1989 y el Premio Internacional de Poesía “Nicolás Guillén” 2006.
ARBOL, SUEÑO, ETERNIDAD.
I
Sombra si la memoria niega, nombra o protege
y su temblor se torna temblor de húmedo insecto.
Luz que la mano niega sin nombrar el perfecto
mar de aguas y de dudas que en su silencio teje.
Haz que sin ocultarlo, mi sombra se asemeje
a la verdad que traza la mano. Su trayecto
del vacío, surcando la sombra, hacia el proyecto
de espacio en que la luz nuestro temor refleje.
Si la memoria asalta del recuerdo la duda,
ennoblece el designio que agua y aire sustenta,
y el tiempo que elogiara, y el miedo que lamenta.
Del elogio al lamento, no haz de nombrar la aguda
palabra que el espacio innombrable negara,
ni el mar, ni el viento breve que mi silencio ampara.
II
Bajo que humilde tierra parecida al vacío
sueñas la sombra humilde de un sueño que no cesa.
Bajo que sombra etérea o en que amable corteza
grabas el gesto noble que lento inicia el río.
Un temblor insondable de árbol, de baldío
espacio junto al pecho, a su temblor regresa.
Rememora la savia que de su sombra presa
inicia su aventura de sangre y aire frío.
Dialogo, si en las frondas de su mutismo estuve,
en su dialogo eterno, el temblor de la savia
asciende hacia la nube que su silencio agravia.
No inicia el gesto unánime que violenta la nube,
árbol que aguarda insomne su lenta eternidad
de imaginado bosque que sueña la verdad.
NUNCA MI SOMBRA.
Estoy trazando un circulo, un circulo de agua;
florecerá en la estrella, en el ilustre tiempo
florecerá y su sombra
tendrá el amargo aliento de la bestia que gime.
Estoy trazando un circulo, una flor en el túmulo
que el tiempo alaba y teme.
Borra el perfecto margen que sus armas elude,
borra sus armas, borra
el filo que en la nieve ampara y reconforta.
Ah, si aun oculto siento vibrar los hilos leves
en que el agua rugiese su tierna intolerancia,
escribiré en el blanco rostro que no te nombra
mi temor, nieve ultima, sobre la cierta nieve.
Escucharas el canto, canto si canto fuere
agredir el silencio
con la palabra blanca que sostiene el vacío;
escucharas y el polvo
será una puerta frágil.
Estoy trazando un circulo,
si cantas para mí será más breve
la línea otrora azul que cruza el agua;
será más breve el agua y podrás verla
como se mira el agua cantando en el silencio.
Sentada al borde mismo, la línea te recorre
equidistante, turbia
como el agua que funda la mas profunda ausencia.
Interroga la oscura noche de los equívocos,
nunca mi sombra, nunca
mi voz de cielo y páramo.
A QUIEN CULPAR.
Hay un sitio en las aguas en que el hombre
pone a pruebas sus fuerzas,
un sitio oscuro y húmedo en que la soledad nombra la duda.
Hay un sitio, un oscuro y húmedo sitio,
en que se superponen los arcos de la muerte;
el agua traza, alejada de todo esfuerzo humano,
líneas que han de cruzarse en un espacio incierto.
Hay un sitio, un tiempo real e inabarcable
en que comienza a olvidarse todo tiempo pasado,
toda verdad lamiendo los muros del recuerdo.
Palabras para una historia enferma y eternamente dividida,
sin árboles, sin espejos, sin brumas insondables.
A quien culpar cuando la noche canta.
CABE EL IMPULSO.
Cabe el impulso, mirar pudiera el ojo simple, bastaría
si no fuera tan amargo ser ojo opaco, turbio,
encerrado en su profundidad de cálido retiro.
Y no fuese por asco, no ansiedad,
cable el impulso, siempre cabe
aunque no siempre
tiene el impulso el filo de un dardo en la penumbra.
Mirar pudiera,
con una no tan amarga pose de observador ecuánime
y tener la justa respuesta
que como un grueso cristal, antecede sólido
un frágil cristal de inusitada transparencia.
Y no fuese por asco, no ansiedad,
simple no decir o no a quien decir
que de igual modo entendiera y bastaría.
Puede que de algún modo no fuese el impulso una lección de dignidad,
cargo de conciencia o falsa estrategia o equivocada estrategia
o simplemente no es político ahora.
HACER TIEMPO.
Es la calle, donde, cansado lector de libros grises,
buscaba la acera de la sombra,
la ansiada acera en que la sombra calma la sed y observa
en cierto modo distante
los soleados portones de la duda.
Buscaba la sombra calma
sin nombrar nada cierto, sin nombrar nada
y el nombre es hoy la calle
empujándonos hacia la puerta heráldica,
lamento, arco perdido en los inicios o el fin,
en la tonsura o el sueño de un Don desconocido,
hacia la plaza donde la Libertad recuerda,
los pies en la tierra, los pechos desnudos,
el naufragio olvidado a tiempo
de ciertos y eternos símbolos.
No era esta o aquella la acera de la sombra ayer
ni la sombra
una u otra puerta que de abrirse
mostrara
desconocidos monstruos, pálidas beldades del diecinueve.
Era, puedo decirlo, voz limpia en el silencio
de oscuro salón,
de oscura ciudad que aun sueña su pasado,
puedo decírtelo en voz baja, saludable,
mejor vista,
una simple acera de una calle
oscura como un país donde ya nadie escucha.
Nunca mas corto el paseo
agotado en los ávidos álamos
que de cubrirlo todo
no han sido aun descubiertos,
fundados por bondad alguna.
Aquí terminara,
paseo, especulativo discurso,
y ya no seria una puerta la razón, una muchacha puede
o una mentira de mármol
como duele a veces escuchar.
O abrirse pudiera la ventana, o caer
y el espejo
o el lienzo mejor, que de soñarlo
fue un sueño, estuvo horas enteras posando para él.
En el espejo todo fue distinto,
cómplice de un instante,
y yo no he de entrar para hacer juego
que hacer tiempo no es hacer historia.
PRAEMEDITATIO MALORUM.
Solo, como un monstruo que siente que ha destruido el cielo
ha puesto en orden todas las palabras,
ordenado tanto objeto que apenas reconoce,
ha descubierto un sitio
para escribir sin dudas la palabra silencio.
Tardes soleadas, paseo entre los árboles
para sentir que solo se ha olvidado lo que un día fue cierto.
Ordena objetos grises,
mira al cielo y blasfema
sintiendo que ha olvidado las palabras más áridas.
Bebo en el aire
esta humedad probable del agua que no he visto,
siento que voy pisando
las pisadas distantes con que borra mis pasos,
con que pisa insegura.
ese seguro paso que sostiene mis dudas.
Fuera el uno del otro
me he escondido en su sombra,
en mi voz he abrigado su odio, su desprecio.
Me juzga, me destruye cada palabra suya
y en cada gesto siento que niego que la juzgo.
Callo su nombre, callo
el nombre que me niego solo por no nombrarle,
callo toda palabra que en algo me recuerde
y construyo un olvido que algún día nos borre.
Vivo una muerte otra que dibujo en su pecho
con la daga punzante que aun en sus manos tiembla.
Siento, mas el que yo
porque aun puede olvidarlo,
que amo el pan noble, el barro primario al que volvemos
y en el que el fuego nada
puede ya alimentar.
Piedra que calla, escribe
o simplemente existe,
somos el fuego, el agua,
no uno u otra,
es cierto que en uno u otra hablamos,
que no existimos solo porque hagamos silencio.
Le concebí tan solo para poder negarle
esas palabras turbias
a las que amo temiendo que un día he de borrar;
o he sido concebido
sin dolor, como un árbol,
para que haya una sombra noble como el olvido.
Piedra que calla, escribe
y a su vez es escrita,
existe como un templo, como un lamento antiguo.
Piedra de sacrificio, somos dos condenados
piedra y hombre sin serlo,
sin matar,
sin ser muertos, fuera uno del otro
y al otro destinados.
HANGING JUDGE
Camino del patíbulo, ha buscado su rostro
como quien busca el rostro de la muerte.
Culpable repite,
repetirá culpable una y otra vez
y el camino será más corto y el tiempo menos árido.
No recuerda el sabor de la duda,
los colores perdidos que viste la inocencia.
Son los paños oscuros que cubren la verdad,
las enguantadas manos del recuerdo
ordenando el silencio en que se tiende y sueña.
Culpable o no,
no importa si es posible culparle,
basta que exista, basta
que haya vivido un día perdido entre los hombres.
Ha buscado su rostro
pero ha tiempo que nadie podría reconocerle,
camino del patíbulo,
no importará la duda, no importará el silencio.
Ha buscado su rostro
y él se vuelve, se busca
en el vacío espacio que un día fue su vida,
la gracia que ha negado.
quaestio disputata
¿Por dónde va el camino a la habitación de la luz?
...................JOB 38.19
Vuelto hacia el mar que la verdad propone,
...........hacia el tiempo vulgar en que adolece, combada el alma,
...........su mortal sosiego,
...........embarga del recuerdo el arco efímero
...........de trascendida historia a cruel halago.
No basta el infinito
...........mar de oscuros espejos y armas nobles
...........que hundir en sal pudiera
...........las islas del recuerdo, las sombras y los libros.
Es frente al mar que el hombre
...........del ocio al singular clamor del agua renaciendo
...........negará el turbio círculo,
...........equívoco, en oro renovado.
Imagen y hombre, en ambos dividido
...........cual cuerpo y alma o páramo y silencio,
...........a un largo viaje apresta el hombre otro,
...........que ha partido en silencio hacia su imagen,
...........la imagen triste
...........que a lamentarse de sus armas vuelve.
(pág. 7)
VIII
No hay nadie realmente. Nada vivo. Nada. A tal punto
que las piedras no son más que piedras.
........................JEAN GENET.
No intentes mirar al cielo,
...........entre una estrella y otra sólo hallarás un espacio vacío,
...........el sitio en que muy bien pudiera estar
...........otra vulgar estrella.
Allí, donde el vacío nos hace sentir tan cerca de las bestias,
...........donde después de la roca está la roca,
...........donde después de la sal y la ceniza
...........no hay más que un sabor amargo y algo que se ha perdido,
...........has de escuchar la voz imperceptible
...........en que para los hombres canta dios, o lo eterno.
Mintió el hombre un día oscuro
...........en que lo atormentaba el desaliento, la sed
...........de una luz diferente
...........a esa que le recuerda la hoja brillante del arbusto,
...........el vidrio en la ventana.
Mintió soñando
...........la perfección que le atormenta, el hombre justo
...........que quiso ser, que le recuerda
...........su mezquindad, sus vicios.
Moldeable barro, tierra de los orígenes indefensa
...........bajo las veladuras de un cielo que era apenas la nada,
...........arrastrado por las aguas que no eran siquiera una verdad palpable;
...........hijo de su soberbia, de pasiones innúmeras,
...........es hoy la carne de un saber innoble,
...........de un miedo más parecido a la verdad que lo desconocido.
No intentes mirar al cielo,
...........allí sólo has de encontrar luces vacías como las ciudades,
...........estrellas y oscuridades
...........como en un viejo hotel o una antigua postal.
Escucha, esa música ambigua
...........puede estar llenando
...........el espacio iluminado en que habrán de encontrarte,
...........esa multitud desconocida
...........puede estar fundando la soledad en que quizás te olviden.
(pág. 23)
solutio
Es pues, evidente, que el alma humana es de tal modo
que, si sirve a aquello para lo que existe, viva alguna vez
dichosa, libre en verdad de la misma muerte y de toda
otra molestia.
.............ANSELMO DA AOSTA.
De ambos caminos el polvo en el costado,
...........el latido en la sien; de uno y de otro
...........deudor y de ambos muerto o bendecido;
...........en el reencuentro yace sosegada
...........el alma, el trascendido cuerpo que nada teme,
...........que nada debe,
...........para el abrazo apresta
...........la sustancia que en cierto modo fue.
Nada comienza, no es este el día soñado de los hombres,
...........el día o la hora en que desamparadas criaturas
...........volverán a los libros,
...........a la palabra escrita.
En tanto habrá servido
...........parte de vos a vuestro humilde anhelo,
...........y algo que no recuerdas
...........a ejercicios diversos que es mejor olvidar;
...........así habrá sido la existencia que negaras
...........y la existencia toda que presientes.
No es este el día, la hora común,
...........que no hay lugar al desagravio; equívoco o duda
...........no has de ver, que nada apreciaría
...........uno u otra, si allí os reconocieran,
...........y vos tan sólo existes
...........en la verdad en la que nunca has muerto.
Que si del alimento liberado, de la sed que le abrasa,
...........de todo esfuerzo o vana idolatría,
...........y el pez ya no le elude, y el árbol no le ofrece
...........su inútil sombra acá y en nada siente
...........el miedo de la ausencia, el vacío mortal de la renuncia;
...........es pues razón de dicha tal estado
...........y de este abrazo eterno
...........un puente, de su paso segregado, reunido en sí y eterno
...........recorriera.
(pág. 34)
Las sucesivas puertas, el frágil aire eterno, Editorial Nave de Papel / Revista Río Hondo / Bluebird Editions, 2009, 35 págs.
EN EL RETIRO DE ENZO FRANCESCOLI
Horacio (“la pepa”) Valdezari comenta las imágenes
en el “Resumen Deportivo”.
No estoy hablándoles
de una alegría o un dolor ajenos.
Sé que ha pasado el tiempo,
muchos de los que hoy se pintan la cara
o se atan un pañuelo azul o crema al cuello
no pueden entender
el dolor de ese hombre
que corre hacia un lugar impreciso,
que patea los recuerdos para poder sonreír.
No estoy hablándoles de un vacío
que no pueda llenarse con palabras.
Este hombre corre hoy sobre la alfombra falsa
en que se confunden
las fibras innúmeras de toda despedida.
Este hombre está cruzando coronado las puertas de la nada,
está siendo condenado por la inmensa ovación
a mirar como yo desde la inexistencia,
o a existir apenas
en las renovadas esperanzas de El Municipal.
Por eso pienso en el dolor,
ese vacío en el que pueden alojarse
las efímeras glorias del pasado.
DOMINGO EN CHOCICA
Que no es subir al cielo,
decirlo no pudieras.
En lo alto del cerro sólo existe el descenso, sólo
-el recuerdo del descenso que no hemos de iniciar; hemos salvado ya
las delicadas pendientes de un silencio sin nombre,
hemos recorrido sin sentirlo apenas
la pradera infundada en que pastan las bestias como simples
/palabras.
Ésta es la irrealidad, acá pudiera
penetrar sin dudarlo el silencio insondable,
el más justo silencio en que tejes desnuda los hilos del recuerdo.
Ésta es la irrealidad,
una verdad mayor, la luz,
los ojos mirando apenas, más sintiendo, deshacerse
los sueños que quizás nunca fueron
o fueron tanto que es preciso olvidarlos.
Escucha la música, yo no sé si hay vacíos
que no puedan llenarse con palabras, escucha,
-la música ha inundado cada sitio en el que uno u otro no estamos,
-ha penetrado el sitio angosto en el que a veces solemos encontrarnos.
No puede ser que no recuerdes nunca
la holgada puerta o el rumor del agua, la dulce voz
del poderoso árbol que en sombra se deshace.
Éste es el sitio en el que dios pasea descalzo los domingos,
allí la oculta puerta entre los árboles, breve y alucinada como tu
/corazón,
como tu mano breve.
El patio sevillano, en el que ya se escuchan
las aguas que corren desde el canal con su lamento antiguo,
no podría dibujarlo,
no podría
-recordar las macetas, la casita en que se amaron, ha tiempo, extraños
/visitantes,
recordar no podría siquiera el olor, fresco supongo,
de los arbustos o el césped que imagino pisábamos.
No podría, y no quiero siquiera imaginarlo,
verte alejarte hacia el rincón oscuro
que algunos llaman soledad, yo miedo,
miedo a la vida que de vivir nos mata.
El settler irlandés corre a recibirte como si regresaras de un viaje hacia la
/nada,
puedes olvidar que existo,
yo pasearé junto al camino tras los chicos -Oliver Twist, Becky
/Teacher indiferente,
Huck, el sombrero oscuro hasta los ojos-,
me detendré un momento antes de entrar, junto al piano de las
/veladas al calor del fuego,
-sueño de música, verde sueño de sonora madera e historias para ser
/contadas.
Esta es la casa en que la vida comienza todas las semanas,
en la terraza soleada tenderé, en tanto estés ausente,
como un lento lagarto mis recuerdos.
- Sostenida por una leve brisa, por una breve sombra,
extiende su mano mi árbol, mi sitio de estar sola,
ella me devuelve el hambre de estar viva;
nos conducirá, no has de dudarlo,
hacia la nada en que todo se resuelve.
Cuanta ave detenida en su vuelo, el plumaje de la historia,
el manto de la muerte.
Corre el agua desde el canal hacia sus ojos,
-podemos escucharla, pero ella cuenta las monedas en el arcón de
/madera,
pone las monedas antiguas
del lado de los días turbios de soledad
y cuenta con ojos de gacela
las lustrosas monedas del más cálido amor.
Santa Rosa de Lima, no importan
las rosas con su olor a destierro,
es ésta la ciudad sobre las aguas sostenida, es ésta
la verdad de una mujer que mira al cerro y el cerro le responde.
Pueden subir las aguas, no hemos de temer,
el tiempo es nada,
nos conduce de la mano una muchacha breve como el silencio.
Siento en la sien el hongo, alucino,
nada escucho, he recorrido del páramo a la duna
y no he ido a sitio alguno.
Sólo puedo escuchar la voz del tiempo, las palabras que callas para mí,
el camino trazado en el silencio
en el que entré una vez para perderme.
Acá el Eros se apoderó del barro, esto es lo que ha quedado;
allá los grandes ídolos colgados, con hilos invisibles,
de un muro inexistente, y la escalera
sostenida por el fin del viaje, por la nada que aún tiene una sorpresa.
Ésta no es una ventana, es la ventana,
el muestrario del mundo al que hemos de volver,
estas palabras fueron escritas allí después que nos marchamos.
Yo continúo escribiendo en el lugar en el que ya no estamos,
son éstas las palabras que he robado,
las palabras que escribo por temor a decirlas.
Ésta es la ventana, desde ella he de mirar dentro de ti
hasta encontrar el sitio que tu silencio esconde.
A MEDIA CUADRA
A media cuadra de ese lugar absurdo
en que la soledad se ha conformado
de muchas ausencias corriendo a perderse entre los transeúntes;
a media intención, con todos los deseos a medias satisfechos,
basta la pregunta menos certera.
Basta el más leve apunte, y comienza a dibujar en el dócil silencio que
/cortamos
una estación de trenes, tendidos como puentes falsos
hacia una república que sólo existe en fotos
o cuelga como un fruto
del árbol excesivo de innombrables recuerdos.
Intencional, nada sutil, el ojo clínico: la falda
antecediendo las insinuaciones eternas de la danza;
caminaremos unas cuadras no más, cantando solo en la intención
como quien retrocede.
En la cocina, el pisco sour seco como el silencio, los girasoles que sólo
/podré ver entre la niebla;
éste es el sitio, equidistante de todo,
el portero ausente de toda puerta posible.
No es que cante, sólo recuerda a todos como se quiebra el hielo,
como pueden quebrarse todos los emblemas,
todas las costumbres que sostienen nuestra soledad.
No es que cante, no es que su voz no alcance a llenar
ese vacío en que hemos puesto
a duras penas nuestro cuerpo salpicado de amarga cerveza;
no es, y no hay un silencio mayor.
No puede ser menos, se abre una ventana y aún existe otra, y aún;
vuelve a callar y puede que el humo sea
menos confiable y una sonrisa un triste argumento
donde coincidir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario