FELIPE MACHMAR
Felipe Andrés Machmar (Coyhaique, Chile, 1994)
Es un poeta que comenzó a escribir en 2010, participando en variadas lecturas desde entonces. Ha publicado los poemarios: Paulette con prólogo escrito por Juan Cameron (2014) y Asesinado, muerto y suicidado con prólogo escrito por Federico Zurita Hecht (2016). En 2017 se encuentra trabajando en una Antología de Poesía Joven Chilena junto a Simón López Trujillo y retrata un poemario muy personal que llamará Etcétera.
Felipe Machmar estudia Licenciatura en Lengua y Literatura en la Universidad Alberto Hurtado. De su poemario Paulette, Juan Cameron dijo sobre él, en el prólogo de este libro: Se atreve, lector informado [que] juega con los textos y la información por esta disciplina, y despliega una variedad de formas y recursos técnicos tal si acaso quisiera alcanzar esa totalidad inexistente para el lenguaje humano: la distancia absoluta e inalcanzable entre las más íntima significación del término y la cosa designada en el mundo exterior.
La casa marchita
Oír este canto
es pura, pulcra poesía.
nos hemos estacionado frente al fantasma de un recuerdo campesino, casi indigno.
Usanza toca la puerta
(dedos gritan tu nombre)
un sonajeo de maracas lucra ¡obra maestra, hoy has nacido!
¡hurga mi alma de poeta afiebrado,
hurga mis paisajes castillos de usía!
ya ni reencarnamos en ideas bellas -se ha divorciado el miedo-
ya mi sangre escurre y no escruta la vena.
el picaporte está caliente, tú lloras greda -entras, tus ojos saltan y desmayan-
me rehuso a ser tu bohemia viruela, te cambias el nombre, el ambiente es frío;
me lanzo a la hamaca, no quedan fuerzas y la rosa blanca que crecía en mis venas
se pudre en mi bolsillo lleno de des hojos,
grano, grano,
cae mi arena.
Tacatá
¿de qué sirve el sexo si estamos cayendo?
tentaciones a la vuelta de cada ojo
¡los camaleones cantando para ti y otras!
una representación
ni un solo amor
empero
hasta tu más tácita sonrisa es dormir
sobre mi hermoso Coyhaique
¡sonrisa de alma a alma!
tu piel es una armonía de colores
tu piel descanso de la furia del sol
ojos himnos de la noche
¡desconocida!
¡ráfaga de encantos!
a media voz intento escribirte lo más sátiro
¡un brindis por las estrofas de tu vida!
el dolor no se comparte pero llevo admirándote hasta-hastío
zona de paz
el camino desmoronándose
los brazos al alto del amor
¿puedo regalarte mis flores de noventa y nueve jardines malignos?
mis ramos de sangre acatando tus pasos
vive aunque la vida no viva
vive aunque la vida no beba
sé el respiro
musa y alma
que muera la muerte
cielo infierno tierra y
tus ojos en vísperas de un inicio
¡fronteras de penumbra
liándose mis ideas y que-
dándote sola dentro de mí!
tu baile de pestañas
mejor que el sexo de todas las mujeres.
Maten a la muerte
No pongo en duda su dolor
No colaboro con desesperanza
No me carcome la idea de muerte
porque siquiera a mí no se me ha ido nadie a ningún lado
y me tomo la responsabilidad de faltarles el respeto mirando hacia ningún lado
porque mi amigo no está en un altar, ni en un sarcófago de madera, ni con la tierra
Fabián está en mi subconciente, en mis actos y en mi habitación donde dormimos
bebimos una cerveza riéndonos de nuestros grupos favoritos
cantando karaokes de Queen, Sodastereo esperando a que llegara Maximiliano
Tres amigos que hablaban, jugaban y cantaban
¡quiten todas las abas y aban de su mente! qué yo seguiré rugiéndole a las letras y escribiré todos los poemas que digne necesarios
tal cual como Fabián me dijo: -Tú Felipe, tienes todo mi apoyo con tu libro y sé que te irá bien.
El supo estar y estuvo, y está
Cuando todos reían de cómo cantaba con sonidos guturales, él me observó y año tras año me dijo: -Me gusta que seas tú mismo y no lo que los demás quieren oír.
Toda la admiración que dijiste tener por mi poesía, yo la tengo hacia ti por la poesía que significas hoy y todos los hoys del dolor, la alegría, la emoción, y que pare la gente de darme condolencias o de felicitarme, porque si yo estuviera muerto de cuerpo, él hubiese hecho lo mismo
¡Porque aunque la humanidad dé asco y pequemos de humanidad, algunos le morderemos
los cogotes a todas las palabras gallinas y no seremos presa nunca, porque somos los zorros que jamás dejaron de pensar, qué jamás dejaron de luchar por sus ideas y definitivamente no dejarán de gritar ahora, y todas las mañanas-días-noches que se diga que se hizo lo posible por mi amigo el político
el poeta, el eterno remitente de los sempiternos apoyos!
Lo único que puedo decir es
Show must go on y We will rock you
Dos himnos musicales que Fabián y yo cantamos y leímos y releímos y seguiremos haciéndolo
Show must go on
El show debe continuar.
música fúnebre
cobarde
el sufrimiento tiene que ser tu amigo
no tu infamia
nunca serás más que polvo que mueve el viento
si no aguantas el dolor
¡aguanta el dolor!
aunque te carcoma el hígado
el alma
-yo no quiero que mi vida esté llena de dolor -dice
yo sé que puedes
-dime cobarde -dice
confío en ti
carrosa de muertos
rotonda sempiterna
palique de muertes
en mis poemas siempre hay incendios
que tú jamás has querido apagar con
tus labios de ginebra, he debido resis-
tir con una botella bajo la almohada
Sakura de carrusel.
ETCÉTERA
mi -eterna- etcétera
no caduca en los ojos De
mi madre
ni en las manos de mi abuela
aferradas al aire
ni en nuestro
corazón
inmóvil -aunque- con un eterno flujo
sanguíneo
por supuesto
nosotros somos dos cuerpos
así los fluidos de dios
quien llora
desahuciado De felicidad
sobre nos otros
no es salado su llanto obligadamente sincero
sino dulce como los Elíseos
absoluto e imperfecto es dios
despiadado con quien sí puede mentir
un extraño golpe
dn la vida
un beso profundo bajo Cuatro y luego
siete soles
una avalancha
en su Cielo
no hay sal para este plano
pero dios puede hacerlo
mas
no disfrutar de ello
ni tener nos
en su corazón
como te tengo
etcétera
por mucho que lo intente
y dé vida
ininterrumpidamente
para mantenerte vivo en mí
y así en él
no me importaría quebrar el espejo del cielo
para recuperarte si te olvido
las personas que se abrazan
desDe el cielo parecen rosas
y todas las rosas de caSa están
con la tierra hasta el cuello como una corbata
nuestros brazos extendiéndose
de maneras incómodas
haciendo sentadillas en <<ocasiones importantes>>
a un dios escalofriante
que me obliga a perder mi camino
palpando mi latir árido entre sus suaves dedoscuchillos fosforescentes
de arrepentidas serpientes que cambian el pellejo
siendo piel y amabilidad
hablando con las bestias que prometí asesinar
oyendo Sus calvarios las tomo en mis dislocados manos
que las pierden y perdiéndose
en el sueño que duerme la Estación
al oírme batir la orilla de un cuenco y un amable lago
me perdonas
etcétera
bajo un sepulcro
que anhela ser griego
ET
etcétera
tu cabello es blanco
tu barba es blanca
no tienes bigote
para que también sea blanquecino
etcétera
pero sí una marca negra
probablemente
un corte
en ese
tu rostro
azul desde el cielo
San Tiago
no sé si vuelvo
eso lo sabrás tú
que llevas muchos más
años que yo
conmigo
en cuanto más te alejas
de donde
comenzaste
envejeces y te derrites
el cielo
contigo ahí
vuelve a ser una dilatada camilla
de sueños imposibles
que encienden tus ojos bilingües
de dos azules al tercer pinchazo
un azul
claro y
otro todavía más claro
etcétera
¿en qué lugar de tus ojos de tu Cielo preciso el corte?
me he elevado
demasiado
más allá de las ideas y las nubes
¿aGua?
los lagos y los ríos
son extensos jeroglíficos
en el
sur
y la tierra
más que construida
parece rota
ajada varios trozos de género esterilizado
por la civilización
diluida en
la fe
sin migajas de luz
en el mostrador plateado
de esta frustrante inmensidad
regida por tiempO [dibujar un reloj en la letra O de <<tiempo>>]
diviso las nubes
encima
de las que evavivistediste
confiando tu destino
a una mano
sin árboles
bailaste y
prontamente corriste
del aullido salvaje
un seguro eco en el tiempo
dirigiéndote directo
adonde la bestia
no dejaba de despertar
ella tendió
hacia ti
una mano
tú regalaste ambas
y para ella las juntaste
dios y su sistema
no te dieron la liberación que tanto
ansiabas
etcétera
sino un trabajo
y te aprisionó en Este cielo
como un mito
el viento te ama
la brisa te ama
son tus padres
de él solo eres bastardo
et
cétera
y desDe
entonces
vagas buscando un final
un principio
eso no lo sabes tú ni lo sabré yo
la nieve congela tus indefinidas
EXtremidades
mientras con un cincel armas tus piernas
que a diferencia de
etcétera
no tienen várices
no sé qué pienso
ni qué escribo
mi alma y sus huesos
te esquivan
delatando que tú no EXistes
pero no les creo
yo
nos otros
no creemos en Nada ni Nadie
CETERA
¿acaso logras oírme?
tú, ustedes, quienes seamos ¿todavía existen?
no serían los primeros, tranquilos.
hablo con los muertos
hace dos decágonos, etcétera,
en la Casa de los Muertos,
donde la mayoría de los zumbidos son pájaros
en la eterna madrugada y, la electricidad,
perdiéndose en el fin, escribe la marea estelar.
todo lo que escribas, Dios,
puede ser y fue,
pero no será, aunque vendas universos de segunda mano que, evidentemente,no pueden multiplicar más elefantes ni fuego
en Cartago,
quienes en seis diez
tuvieron que desvelarse con el molesto gorjeo
de las moscas.
Dios, con floja honestidad,
tú dirás,
etcétera, propuso una
desquiciada fantasía, a la cual un terapeuta ultraterreno
cortejó con milagrosa hambre,
‘’¿son esos todos los elefantes que puedes multiplicar,
etcétera?’’
mofándose en su cara, la sordera del dios que es todos los dioses,
etcétera, riendo eternamente;
en tus restos,
etcétera,
recordarás que faltan por probar
todos los cielos,
nuevamente.
sobre la Biblia,
pero no acerca de ella,
encuentras abierto mi relicario,
sostenido por el deterioro de la madre plata,
serpentina cadena
de todos los inmortales,
cuyas puertas, siempre abiertas,
tiemblan de aterradora
manera.
el relicario muestra a la misma persona,
dos fotografías cortadas en
imperfecto redondel,
de distintos tonos incoloros y,
distintos rostros,
recordarás también, tú, conmigo,
memoria del mundo azul.
personaje unánime,
etcétera, es lo que quise ser en esta vida,
si me dejabas sobrellevarme.
en la parte blanca del ojo,
sosteniendo un nombre,
que para mí no existe, dos lunares,
bajo el sol café que es luz para sí mismo,
mas no para mí;
la templanza de mis gritos,
el
-‘’ex
cet
e
ra’’-
gratificante canto
de todos los demás gritos,
o –oh-, piel medianamente negra,
sostén mi mano
en la multiplicidad de la tuya, despójame lentamente,
no merezco este sufrimiento,
he votado en el parlamento de tus azahares sin pedirle, a la historia,
permiso. adrede, lo hago, no puedo
detener mis deseos, me emociona el llanto
de la madre herida,
no pude, entiéndeme, esta invención tan iksageradamente
necesaria detener.
-
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