Ibai Pascual Martín
Nacido en 1993, residente en El Torno (un pequeño pueblo perteneciente al Valle del Jerte, al norte de Cáceres). Demostró desde temprana edad sus inquietudes intelectuales, sobre todo en el ámbito de la expresión llevando a cabo redacciones variadas en cuanto a temática, incluso de protesta ante situaciones medioambientales. A los doce años conoció la cultura Hip-Hop, que le irá derivando a la propia escritura de letras, y esta, a la poesía con ese afán continuo por expresar lo que siente y protestar ante las injusticias y acciones de dudosa moralidad.
A los 18 años autopublicó sus Sonetos de adolescencia y se mudó a la capital de España donde desde ese momento cursa estudios de ingeniería de software en la Universidad Politécnica de Madrid. Desde el principio se ha movido en círculos literarios y forma parte de la Asociación Versos Pintados del Café Gijón. Además, desde 2012 mantiene el blog El hambre del soneto, que alimenta con frecuencia.
Busca constantemente un equilibrio entre lo físico y lo intelectual, de ahí su afición al deporte (escalada) y al baile (b.boying).
A su vez trabaja en proyectos paralelos tanto en poesía como en composición y grabación de letras para el grupo musical nombrado anteriormente.
Ha publicado: Sonetos de Adolescencia, (Editorial: Círculo Rojo, 2011) y Dos cuervos de platino, 2015.
SÍSTOLE, DIÁSTOLE
Me hurtaron sístole, pisando el pecho,
sed, recluí en su diástole; de preso,
todo por escuchar yunque cual peso,
todo por cubrir lo dado; que has hecho.
Y no sé si queda aún el derecho,
a una lágrima desgarrada, tieso
menester de su fulgor por exceso,
chimenea sin llama, sutil techo.
Será que te devuelve humo; antaño
nadó la ilusión sin ayuda alguna,
y le dejas vestir, no mas que un paño.
Me robaron en sístole, su luna,
me cambiaron pliegues; amor, por daño.
arrojarónme diástole, cual cuna.
En su cuello
En el cuello de la garza,
Vive un lago de sosiego,
Que baña de ardientes brillos,
-¡qué camada de luceros!-
Las amables cabelleras
Destiladas del recuerdo,
El pasado nos amaga,
El pasado es un mal sueño.
Qué cercano el mismo canto,
En los dedos, los labriegos,
Es el alba confundida
Mientras llueven los gorjeos;
La adulta y presta llamada,
De la infancia y su proceso,
Llevadme por la pradera,
Que culmina con su cuerpo.
*
Ya no hago más, que cuiestionarme,
si mis versos, son preguntas,
si el alcázar de las hojas,
embullen la sién, en dudas.
Engaño, fiel a la aurora,
a sabiendas de su astucia,
que al poeta, que el sol no oye,
ferviente lo hace la luna.
Por qué, si me huyes, a coro,
los embates se nos cruzan,
en mi Pinta surco valles,
cuyas aguas, fueron tuyas.
Que yo, sólo sé de sílabas,
sé, del blanco y sus hambrunas,
que alientan al egoísmo,
libando al caído, culpa.
Coser sonidos, no es arte,
no sabrás a qué, te buscan,
pueden entender, un fin,
pero no esta celda injusta.
Mejor, te respondo a ti,
te confío al tiempo acusas,
por no responderme a mí,
por olvidar, [a] quien pronuncias.
El corazón sangrante. Reseña de “Dos cuervos de platino” de Ibai Pascual.
Ibai nos propone un reto cuando nos acercamos a Dos cuervos de platino. Físicamente es un libro sin nota editorial, sin contraportada, sin nota del autor. Nos invita a leer su poemario sin ninguna carga, por toda pista en la portada aparece Odín, flanqueado por sus dos cuervos Hugin (pensamiento) y Mugin (la memoria), y sus dos lobos Geri y Freki (que podríamos interpretar como el alimento y la carne).
Armados con este escaso bagaje nos adentramos en un poemario cuyo tema central es el desengaño amoroso, asistimos a un escenario nocturno que nos recuerda a la “Noche oscura del alma” de Fray Luis de León:
En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía,
sino la que en el corazón ardía.
En este libro hay también mucha pasión, el cuerpo de la amada es tierra fértil y en muchas ocasiones se viste de paisaje: higueras, arroyos… Pero no debemos olvidar que es un poemario sobre el desamor, continuamente actúan la memoria y el pensamiento que se adueñan del presente haciéndolo más doloroso con el recuerdo de la opulencia de días pasados. Aquí intervienen el alimento y la carne; el cuerpo se alimenta del recuerdo del encuentro carnal, pero también del oprobio, del engaño, de la continua huida hacia adelante. Tanta desolación y dolor llevan a la voz poética al borde de la crisis, de la pérdida de la razón.
Ibai crea un paisaje interior que se construye y destruye desde dentro, fruto de la subjetividad que domina un universo propio, donde tienen cabida imágenes sorprendentes como “fresas de esparto” o “mares encendidos”.
Estamos ante una obra pasional tanto en el contenido como en la forma. Ese paisaje destruido podrá ser reconstruido desde la perspectiva del niño, cuando comprendamos que nada era lo que parecía, cuando sepamos que la percepción nos ha engañado, podremos llegar a comprender que la reconstrucción es posible.
Finalmente estamos ante una poesía rupturista, desde unos preceptos clásicos: versos medidos, rima, uso de estrofas clasicistas. Pasamos a versos de carácter popular con rima asonante en los pares. Se da cabida a una forma de versificación que alterar en muchos casos el decurso habitual del verso, se produce, de forma intencionada una cesura, marcándola con una coma que rompe el ritmo habitual. Es este un recurso habitual en el poeta, versos que así pausan su ritmo aportándoles una cadencia característica; el soneto no parece soneto en la declamación. No duda en introducir recursos propios de la poesía urbana actual, como el uso de las asonancias que van más allá de la rima (extensión-pretensión); que aportan al poemario frescura frente al uso del hipérbaton o la utilización de un vocabulario en muchos casos clasicista.
Esta combinación original de recursos técnicos y lingüísticos dan a la poesía de Ibai un toque de frescura que queda atemperado por el acertado uso de la mitología y de la alegoría.
Nos encontramos, pues, ante un poemario de formación o aprendizaje, donde el autor busca nuevos caminos a través de formas clásicas con claras conexiones con los autores del Siglo de Oro, a los que añade otras formas más populares integradas tanto en la tradición como en la más moderna poesía urbana.
Quizá para puristas de la forma estrófica no sea un poemario del todo redondo, pero quien busca nuevos caminos debe explorar los ya transitados y renovar siempre es un riesgo. En Ibai Pascual se adivina un poeta que podrá devenir en un autor innovador o en autor de corte clasicista. En su mano está la decisión.
Quiero terminar con mi visión poética de su poemario:
Geri y Freki
Falla la memoria
cuando buscas el origen del sentimiento.
Fracturan la mente
tus recuerdos insomnes.
Incrustada en un paisaje lactante
la noche se derrama,
atrapada,
en el borde de tu abismo.
En el frenesí de la huida
quedas preso
del ritmo de tus versos,
de la sombra de sus pasos,
de la crisis de su fuego.
Buscas ansionso la carne
que te proporcione el alimento
necesario
para superar la soledad de tus noches,
la ausencia de tus días.
Sentado en tu trono,
tus cuatro avatares
acompañan
el dolor de una ausencia
dolorosa y seca.
Las higueras
darán tarántulas por frutos.
Pablo Malmierca
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