Alberto Caride Brocal
(Alcantarilla, Murcia 1982) es periodista en la agencia Europa Press y miembro de la asociación literaria ‘Colectivo Iletrados’, en la que ha coordinado el ciclo literario ‘Mursiya Poética’. Ha publicado el libro de literatura de viajes ‘El viaje en el que te conocí’ (Ediciones Tantín, 2009) y poemas en revistas como ‘Manifiesto Azul’ o ‘La Rosa Profunda’. Además, ha recibido, por su obra poética, el 3º premio del Certamen ‘Creajoven 2003′ y el ‘Búho Creativo 2009′ de Las Torres de Cotillas. Formado en Catania (Italia) y en París, donde participó en un encuentro europeo de escritores jóvenes. Con estudios en Filología Hispánica, Caride es licenciado en Periodismo.
Sus poemarios: Narciso despeinado, (Azarbe, 2012) y 'Ciudades Jirón' (2014).
¿Será quizás el amor un estado del fuego?
Alberto Caride Brocal
Febrero de 2011. Número 3 de la colección Mursiya Poética
BRICOLAJE
Por primera vez me sentí parte de ti
al recibir las instrucciones del electricista,
ya sabes, cuando tengas que cambiar la bombilla
sólo tienes que darle medio giro a la lámpara.
Y mientras Felipe me hablaba y atendía interesado
deseaba que llegara el día en que se fundiera
tu bombilla y fuera yo el que te la cambiara,
dando ese medio giro sin miedo en el corazón.
ESTADO DEL FUEGO
¿Será quizás el amor un estado del fuego?
Marina Tsvietáieva
I
¿Será quizás el amor un estado del fuego?
¿De ese fuego que lo incendiaba todo
cuando la juventud andaba mecida
como una hoja recién caía del árbol?
Era fácil contagiar la luz sin medida
cuando el alma aún era virgen,
como un tallo verde y fresco
nacido en la humedad del río.
Pero en la sequía o en la helada
el alma olvidó la inocencia
que le hizo formular sus deseos,
y aprendió con arte a esquivar el frío,
convirtiendo su corazón
en dura piedra de camino.
II
¿Será quizás el amor un estado del fuego?
¿De ese arder enteramente del alma,
cuando ingenua se extinguía la llama
ahogada por su propio deseo?
Erraba el camino el alma joven
creyendo que era el arder lo que importaba,
pero no existe cantidad ni proporción
adecuada en el arder.
Su fracaso no fue apagarse,
pues toda brasa es hoguera en potencia.
No saber contagiar su luz con armonía fue su fracaso;
no quemando, sino siendo resplandor;
no cegando, sino revelando una verdad;
no consumiendo, sino encendiendo la esperanza..
III
¿Será quizás el amor un estado del fuego?
No existe luz que no cegue en el mirar
ni llama que no queme en su tacto.
Si el fuego abraza a los amantes
no nació de un chispazo inesperado
como la brasa en una caricia de viento…
Si el amor no consigue ser un estado del fuego,
es mejor dejar que se consuma en silencio,
a la espera que en la noche indefinida
un nuevo soplo de vida despierte al alma
de su letargo,como a la brasa el viento
con su caricia redentora.
POSTDATA
Quizá la sombra de París
ha sido más alargada de lo que creíamos,
y ahora cada uno de nosotros
anda refugiado en su propia sombra
de silencio,
esa tibia sombra que siempre acecha
pero nunca acaba de esfumarse.
Quizá París nunca ya acabará para nosotros,
y será como un pero sin responder
anotado en la agenda.
O quizá todo es más sencillo
y esta escarcha de verano en la piel
es esa única respuesta que no encontramos
a este amor tan bien definido.
SOMOS TIEMPO
Somos el tiempo que nos queda
José Manuel Caballero Bonald
Somos el tiempo que nos queda,
un número infinito de segundos
que tiraremos por la borda.
Porque ser libre era eso,
tirar la vida al retrete
y riendo tirar de la cadena.
Un día seremos el tiempo perdido,
un número infinito de recuerdos
que buscaremos en cada retrete,
porque ser libre da miedo…
Y riendo la muerte tirará de la cadena
y seremos ese tiempo que no existe
tirado a la basura.
“ … la poesía de Caride reside en el sagrado (y humano) acto de despeinarse. Un cuerpo desnudo y de pronto / nunca será tan erótico como los labios / húmedos que jamás podrás besar (“Spycam”) es un botón de muestra. La cita de Tsvietáeva ¿Será quizás el amor un estado del fuego? (“Estado del fuego”), otro. Uno más: Volver a ser imprevisible como un indio / en medio de una fiesta de vaqueros (“Shappa”).
… Caride aporta dos cosas que convierten su poemario en algo, al menos, refrescante: por una parte, educación, es decir, la emoción del aprendizaje literario, frente a la esclerosis precoz de quien cree saberlo todo en poesía; por otra, un conjunto de homenajes tan radicalmente diferente al canónico en su generación que uno no puede evitar preguntarse: bueno, ¿y por qué diablos no? ¿Cortázar, Tsvietáeva, Patricio Peñalver, Vicente Cervera, Miguel Hernández, Ángel González, Hierro, Sabina, Góngora, Homero y Rulfo?
…Este libro nos ha convertido a Alberto y a mí en amigos. Lo digo orgulloso y convencido de que la cosa va a durar. Le advierto desde ya, amable lector, de que a usted está a punto de ocurrirle lo mismo”.
Apartes de la reseña por José Daniel Espejo
En Narciso despeinado. Azarbe, 2012.
Sentado en medio de esta locura
(enfermo estoy de tanto ruido),
procuro mantener húmeda mi boca
para el silencio,
lanzando elipsis como protesta
en mitad de esta noche
de lenguaje incomprendido.
La partitura
A Vicente Cervera
El presente reescribe tenazmente la historia
sobre melodías inacabadas.
Nada importa si lo anterior fue más bello
que lo nuevo o si su ritmo
continúa atrapando en sus compases
al corazón,
su mano busca completar constantemente
el pentagrama para seguir cantando.
La partitura no presenta marcas ni borrones
que afeen la grafía actualizada,
porque la vida escribe siempre sus romances
sin tinta china,
sin cadenas lo suficientemente fuertes
para resistir la tensión del nuevo deseo.
No temo las variaciones rítmicas de la orquesta
ni tampoco que ml allegro se transforme
en ocasiones en un adagio melancólico,
marcado en el cristal
por gotas de lluvia de distintos cielos,
porque si al pentagrama se le agregan
las notas musicales precisas
aparece nuevamente la música.
E1 compás le da al pulso del corazón
la medida con la que percibimos
las estructuras en las que se ordena la vida,
pero somos nosotros, a modo de acentos
y silencios, los que podemos dar sentido
a la composición.
La partitura nunca guarda marcas ni borrones
que afeen su grafía actualizada, es cierto,
porque la vida nunca escribe sus romances
con tinta china,
pero el alma guarda siempre en sus faldones
un ritornello que le recuerda y devuelve
fragmentos pasados de la obra,
pequeñas anotaciones en el libretto
que dan al presente esa pausa necesaria
para interpretar brillantemente la canción.
SPY CAM
Un cuerpo desnudo y de pronto
nunca será tan erótico como los labios
húmedos que jamás podrás besar.
Ahora comprendes por fin
por qué Adán y Eva
en poco tiempo se cansaron
de ser amantes de paraíso;
sin ropas que quitar
a dentelladas desesperadas,
uno se cansa de ser voyeur.
NARCISO DESPEINADO
Narciso se toca el cabello frente al espejo
y no es artificio su belleza
pues el cristal en el que se mira
refleja tan solo la realidad.
Narciso existe porque así tu lo imaginas,
lector, con su melena ondulada al viento,
perfectos sus rasgos como nada
puede serlo en este mundo sin cánones
que tratamos de apresar en coordenadas
de forma y estilo.
Narciso siempre quiso ser como Dioniso,
ser proporción y medida para el arte,
pero su cuerpo lampiño y sin cincelar
lo relegó a otro estadio diferente de belleza
que nunca sería canon.
Sin embargo, hay algo en sus maneras
que provoca mi envidia de poeta,
algo que no podré alcanzar enteramente
y me relegará a otro estadio diferente
que nunca servirá de canon.
Miré como él el mundo en el espejo
pero no era mi imagen la que se reflejaba
sino el escorzo desnudo de las ninfas
que en el cristal se bañaban.
Miré como él el mundo en el espejo
pero en vez de atraer la mirada distraída
de las cortesanas
escuché sus carcajadas distantes
al correr tras un arbusto con otro Narciso,
más joven y mejor peinado que yo.
CUESTIONES DE SEMÁNTICA ELEMENTAL
Decimos las mismas cosas
con distintos morfemas,
a veces nace la magia en ese instante
y aparece la poesía y los fonemas
suenan similares en nuestras bocas
siendo los labios distintos.
Ese es el secreto del amor,
no saber explicarlo con palabras
pero entender en cambio
esa elipsis natural en el silencio.
A veces no vale con que las razones
suenen igual de convincentes,
ni que los gestos traten de acercanos
como a dos extranjeros que se buscan
con la necesidad del frio,
con la necesidad que el frío guarda
en la memoria de otros inviernos.
Pero nosotros no somos extranjeros
para nuestra piel aprendida de memoria
ni tenemos la necesidad del frío
para buscar el amor como una tregua.
Es el amor quien nos busca
para calentarse junto a nuestro fuego
y sacudirse la escarcha que le dejaron
otro cuerpos cuando no éramos nosotros.
A veces decimos la mismas cosas
con distintos morfemas
y eso tendría que bastar para saber
que los fonemas nunca suenan igual
cuando nuestras lenguas son las extranjeras
y no aparece la poesía aunque la busquemos.
FINES DE SEMANA
Ahora que mis fines de semana
son cualquier día laborable,
sé que la felicidad (esa palabra
que por miedo se nos desvanece
entre los labios) nos sigue de cerca
con la discrección de un espía a sueldo,
a la espera de alcanzarnos
cuando nuestros pasos, como los días
del calendario, acompasen su latido.
Ahora que mis fines de semana
son cualquier día laborable,
comprendo la soledad de tus festivos
y sé que, como la felicidad,
también guardas un as en la manga
para que no me crezca demasiado
con mi forma de jugar tan farolera,
tan a pecho descubierto y camisa rota.
Ahora que mis fines de semana
son cualquier día laborable,
reconozco entre teletipos y sucesos
que posees la intuición que me falta
para ser un buen poeta salido del armario.
Admiro de ti lo que no tengo
o lo que a mi me sobra y se desparrama
sin orden por el suelo,
que no censures lo que no entiendes
ni que aceptes completamente lo dogmático
y que seas capaz de distinguir
lo poético de lo baldío sin necesidad
de entender qué lo hace poético o baldío.
Alberto Caride en Ciudades Jirón.
Lastura.
Últimamente es todavía
Siempre me ha resultado imposible
mantenerme cerca del término medio.
A mis poemas en cambio no,
les basta con saborear las cosas
que no sucedieron para descubrir,
con la precisión de un sumiller,
a qué hubieran sabido.
Mis sentidos se me han vuelto imprecisos
con las cosas que están lejos,
y mi tacto un torpe párkinson
que no me deja leer entre líneas
los secretos que me aguardan en tu piel.
Fracaso y triunfo son como ese pez
que se muerde constantemente la cola
mientras olvida si fue antes el dolor de cantar
o la herida.
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