sábado, 29 de octubre de 2016

FLORENCIA GORDILLO [19.409]


Florencia Gordillo

(San Francisco, Córdoba, 1989) Periodista y poeta. Docente de literatura en colegios secundarios. Coordina talleres de escritura. Publicó en la antología poética Rutas (2015), de la editorial Punto de Encuentro. Actualmente integra el colectivo que organiza el ciclo Escena y Memoria: teatro, poesía y derechos humanos. [Festival de Poesía de Córdoba 2016]



ALUMBRAMIENTO

Vengo de la tierra
la misma tierra en la que sumergen a nuestros muertos.
Quizás por eso me siento halagada con su compañía.

Prefiero la compañía traslúcida de un muerto
y no la muerte en seducción constante
Las divisas de los capitalistas ya no tienen más aire
en los bolsillos bancarios de la muerte
Pobres, creen estar sobornándola
cuando están llenando de lujos
el túnel que los llevará a su encuentro.

Prefiero un muerto
y no al que alimenta la muerte,
como si estuviera aprisionado en la jaula de un caníbal
consigue sin piedad cadáveres de su alrededor para callar el hambre,
tan alienado que olvida
que cuando no haya más carne
será el próximo en ser comido.

Prefiero un muerto
y no la impunidad de la muerte
que deseosa como una cama vacía
en una noche de invierno
es capaz de dejar a un pasaje sin “el Rubio”
a un barrio sin murguera.

No, ya no prefiero los muertos.
Prefiero un vientre a punto de expulsar un fusil.


*

Hay un pájaro muerto en la vereda,
la gente dibuja un círculo a su alrededor
para mirar cómo los insectos lo mastican
‒quieren asegurarse la ausencia de rastros‒.
Después, sellarán todas las puertas
para negar que la muerte existe
A mí me gusta caminar por el pasillo
y saber que al final,
antes de salir a la calle,
todavía están las plumas pegadas al suelo
sobre un charquito de sangre
como si hubieran aplastado un puñado de moras:
el pájaro desobediente
dejó una cicatriz en el cemento
La imagen se clava en mis ojos
como la primera moneda que cae
en la alcancía de un niño.


*


Ahora lo único que hago es llorar,
siento que soy Hiroshima
y es en vano descubrir
quién hará detonar la bomba.
Claro que desearía darle muerte antes
pero ya sé que voy a volar por los aires,
entonces agradezco
que las paredes de mi casa sean blancas
así será más fácil reconocer mis pedazos.
No ensayo cómo morir
pienso dónde dejé el hilo
que uso para coser mujeres:
esta vez voy a nacer desde mi vientre
Será un acto sucio, 
hice bien en no pasar el piso
hoy a la tarde.



EL NIÑO SOLO

Se encadenaban los hierros
Retorcidos.
La calesita murió su música,
La algarabía muto
En un grito anónimo.




FORMAS

Redondo, cuadrado, puntudo.
Tantas formas chocaban con su sombra
colgada del espacio.
Sus ojos en orbitas enormes
orfanaban las pequeñas cosas.
En su armazon,
latía el alma
noble como su esquema.




HORAS

Partir el instante
en una lid con el insomnio
despertar, vívido
contorno de las sombras,
los ecos entrecortados
del silencio doliente,
agonizando la noche
se acurruca el día.




DESCRIPCIÓN

En los símbolos secretos,
en los fragmentos de caras,
en los espacios geométricos,
en los trozos concretos,
en el perro, la niña, la escalera,
yo desaparezco
en sus contornos, sus orillas




CRUCES HUMANAS, CRUCES DIVINAS

Para Lucila y Amalia

Cruces humanas, cruces divinas
Entrecruzan sus trazos anónimos
Arcilla en las palmas anónimas
instrumentos de amor y caridad, paralelas,
evocan un Dios
que puso el cielo en la tierra
y sufre en la noche sin nombre
¿Es la alegría?
¿Es el dolor?
Es la cruz que tantas veces pesa
pero nunca cae.



El MISMO SABOR

Reina de las vitaminas
y las moléculas
Abajo el consumismo
Agonía de las latas,
Fin del pensar
en qué comemos
qué bebemos, qué festejamos
Murió el sabor.



*


Para Amalia

Hoja nacida que vive del silencio.
Perla en su ostra.
Voy aprendiendo
a amar su soledad.




ESPERA

Para Lucila

A bordo de sí misma
Quiso ser primavera
Con ese brote soñado
Que será vida.
Hoy es semilla.
Mañana será amor.




SUEÑO

Como ave dormida que se muere
En el hábito del tiempo,
Somos poetas de lo que creamos
Sin pensarlo,
en la noche, el sueño.




AL ABRIGO

En el reposo, cuando se cierran los parpados,
como en una caricia,
al abrigo de los recuerdos elocuentes,
el alma se refugia en lo personal,
en lo propio, en lo hundido.




EL TÉ

Carraspea el fósforo,
La pava en ebullición,
Olor a invierno,
a salón de te,
a clínica o primeros auxilios.
Los hay de tilo,
manzanilla, jazmín,
de hierba buena
que crece buena 
a la orilla de los ríos,
de boldo,
coronando un gran banquete
agua siempre agua,
olores colores, sabores intensos,
amigos inseparables,
de ese terrón de azúcar.




EL MAR

El silencio, la eternidad
del mar la poseían
Las olas con arcilla
en los ojos sin tiempo.
El sol copulaba
embarazando este instante,
sus formas hollaban la arena blanda
Sintió la brisa hasta doler
Y una gaviota en su pico
naufragó su oración
que silenció la noche.




LAZOS DE FAMILIA

Se escaparon de
los lazos de sangre
en cada golpe encontré
una mano
y fueron sordos y no sonoros
como aquellos de esa casa,
de esos muros,
a los que siempre golpeaba.




SED

Cae una lágrima, cuando desvaría
el cielo.
Nube henchida de gotas de agua
gotea infinitud.
Diluvio, huida de pájaros.
Hay un mar arriba.




OSCURIDAD

Mascara sin ojos
de congojas y fatigas,
mundos cerrados en los ojos,
mano, golpeteo de la luna.







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