Yesenia Montilla
Poeta de Nueva York Afro-Latina, traductora y profesora.
Yesenia Montilla es poeta, traductora y educadora; afrolatina con raíces caribeñas que vive en la Ciudad de Nueva York. Sus poemarios son Forthe Crowns of Your Head y Pink Box. Ha publicado en las revistas literarias 5AM, Adanna, The Wide Shore y Prairie Schooner entre otras. Tiene una maestría de Drew Universiy en Poesía y Traducción Literaria. Montilla es miembro de Canto Mundo. Su poemario Pink Box es parte de la lista larga del PEN Open Book Award de 2016.
La voz lírica de los poemas es delicada, femenina y asertiva. Esta voz revisita las raíces negras latinas. Nos lleva a las islas del Caribe para buscar los orígenes disfrazados de abuelas que celosamente guardan los secretos de familia y dan pistas que permiten reencontrar la identidad, casi difusa, en ciudades tan grandes, y racialmente diversas, como Nueva York. Hay ciudades donde se pasa gran parte del día en ir y venir en el metro, en los autobuses u otro tipo de transporte, donde el encuentro con el otro es el pan nuestro de cada día, Montilla lo sabe y lo plantea en sus versos.
Esta misma voz lírica también nos transmite una nostalgia milenaria encapsulada en el suadade brasileño, originada, en este caso particular, por la pérdida del amor. Sin prejuicios habla del dolor que se padece, de los fantasmas que se crean, y de los sabores que permanecen en la boca.
Con delicadeza casi cristalina, los poemas cuestionan la maternidad, el proceso creativo y el papel de la mujer en la sociedad actual. Estos poemas nos invitan a reflexionar sobre las expectativas que la familia o los círculos sociales, tienen de las mujeres.
Inglés es el idioma principal en que la poeta se expresa. Matiza sus líneas con vocabulario seleccionado en español o portugués que tienen una connotación emocional. Yesenia vive en Harlem y suele escribir sus mejores poemas en el metro o cuando su jefe no se da cuenta.
Para esta ocasión he traducido, “Saudade”, “El santo patrón de las abuelas perdidas” y “A mis compañeros de trabajo quienes dicen que estoy incompleta sin un bebé”.
Por Xánath Caraza
Copatrocinado por el Smithsonian Latino Virtual Museum
Saudade
Bailo con tu sombra
& el amor se forma
como agua que golpea
suave piedra mientras
tropieza desde lo alto
& fuiste albatros
& fuiste fuego ardiente
mano con dedos
extendidos como
continente en mi
abdomen & fuiste
nave que zarpa desde
una amplia orilla & el
deseo es un monstruo
con dientes afilados &
tus pies templos de roca
devota fui allá & dije
esto no es amar, no es un
poema de amor.
Venero una silueta,
tu espíritu, tu espectro,
fantasma de hombre,
barbado & desgarbado.
Deseé un día
poder decir aleluya
mas en su lugar susurro
saudade, saudade al leer
tus poemas & las palabras
ahora son lenguas. & déjame
ser franca, he besado a otros
la semana pasada distintos
los labios con sabor a malta
y leche condensada, huracán
dulce & mi boca se aferraba
mietras su adoración me
engordaba, cada golpe un
borrador limpiando la pizarra
& estoy limpia una vez más,
renovada, brillante por ahora
ante tu rostro, luna tras
las nubes de la medianoche
como una aparición. Estoy
harta de extrañarte, de revivir
el fervor de hace un año.
Pasión es agujero en
el espacio-tiempo &
el anhelo, un demonio
despreciable que ensucia
la casa cuando duermes
& sin amor equivale a
tortura& estoy cansada
de hacerme promesas a
mí misma, no puedo dormir
porque anoche después de
pasar el día pensando
terminé de alegar contigo.
Me dormí y tu caricia era
suave almohada en mi cara
Porque el futuro es nevera
Porque la locura es todo lo que queda
Porque este poema no será el último
El santo patrón de las abuelas perdidas
Rezo al santo
de las abuelitas perdidas.
Mas cómo puedo rezar
por algo que nunca
he perdido. Veo tu rostro
al lado de los edificios
de interés social pero
ni una vez he sentido
que ha ocupado
mi casa & mis huesos.
¿Cómo eres?
Veo la corva
los hombros de mi madre
su peso no deja
saber que te sientas
en la boca de la nuca.
Quiero frotar la pena.
Dejarla convertirse en luz
como jugo de lichi, o
coco rallado, crezca,
vuele, se entierre en
sí misma& se esfume.
¿Cómo suenas?
Basalto es como visualizo
tu piel hoy, abuela.
Cada poro una consecuencia
de tanta añoranza —
un hueco en el cual
sueño que presiono mis
dedos delgados, coagulando
la desesperada necesidad
que puedas tener de abrazar
a mi madre con tu cuerpo.
¿Me abrazarías también?
¿Cómo te encuentro, abuelita?
Debo clavarme desde la punta
de los cayos de la Florida, mi
vestido blanco un fantasma
flotando en furiosas aguas.
A mis compañeros de trabajo quienes
dicen que estoy incompleta sin un bebé
Para Kojo & Mike
Quiero amar un adulto.
Deseo pensar en esa posibilidad.
Quiero confiar en que él me ame
sin que piense que nada más estoy hecha
para ser madre & fornicar. Deseo creer
que la gente se puede amar
sin distracciones o deudas.
Quiero verlo a los ojos & decir sí.
A lo que me refiero es que él sea suficiente.
Cuando la gruesa sombra lunar
cubra mi espalda al anochecer
cuando los dedos del sol se extiendan
a través de mi ventana al amanecer, sí
el amor vive aquí, en la cara de
largas noches & de beber en soledad
& una quietud tan deseosa
de complacerme, que golpea
las sienes como un suspiro
secreto de un gato en un callejón
o en aguas bajas de la promiscuidad
rosada del flamingo. Quiero paz en
esta única vida, no deseo preocuparme
por dinero o hambre. Quiero ver
cada pulgada de esta Tierra
porque soy tan pequeña que pudiese
caber en el ojo de la aguja & esto
pudiese sonar demasiado te suplico
lee mis poemas, te mostrarán
algo de la creación & control.
Soy animal solitario
Me quebraré al suspiro de
la tradición. Amo más el mundo
en el abrazo dulce del silencio, para hacer
de mi preciado útero una caja decorada—
Yesenia Montilla is a New York City poet with Afro-Caribbean roots. Her poetry has appeared in the chapbook For The Crowns Of Your Head, as well as the literary journals: 5 AM, OVS and Adanna. Her Manuscript “The Pink Box” was a first book award semifinalist with Crab Orchard Press, Trio House Press and most recently Alice James Books. In 2012 Notorious was nominated for a Pushcart prize.
Ode To A Dominican Breakfast
Keep your pancakes, french toast, eggs
benedict, your muffins and scones
Keep your waffles and four types of syrup
the way your eggs scramble but never sizzle
Nothing more scrumptious than mangu con queso frito
The other day I wore a white dress
with a wide skirt and a red sash
I danced merengue barefoot on my stoop. I kissed the
Dominican flag, once for each time I remembered a taino word
yuca, batata, tanama, ocama, yautia, cacique, juracan,
every bite on the plate, every morsel like a bachata tune
This can all be yours, get off the long lines at the brunch spot
Forget the grits and cheesy okra. Ring my doorbell
Five ingredients: Olive oil, onions, plantain, white cheese and flour
The Day I Realized We Were Black
my brother Hector was four hours late coming home from work
when he entered the house He was angry I was holding his pet
rabbit in my arms watching The Godfather — which part I can’t remember
did I mention he was angry sixteen and angry
and he said his legs ached like what the wind must feel against a tumbleweed
and he said he was tired like death seemed easy like rice and beans
and whatever meat we had that night was too hard to swallow
and he said he wished we were white
and I stood up startled my much lighter skin than his
could not wrap my coarse hair around the idea that we were not that
because my mother is Cuban with grey eyes
because my father had an afro once but I had not noticed then
because my grandfather once said “I wish I were King Kong so I could destroy Harlem and those
fucking black cockroaches”
because my godparents were Irish-American
because I had suppressed my blackness
because my brother shook me when I told him he was stupid we were Latino
because he had missed his Jersey to Port Authority bus
because he was walking to the nearest train station and lost his way
because he was stopped by the police
because he was hit with a stick
because he was never given the right directions even though he begged
because trash was thrown at him from the police cruiser’s window as he walked
because he was never the same
because we’re black
because we’re black and I never knew I was twenty-two
A Perfect Game
To this day I still remember sitting
on my abuelo’s lap watching the Yankees hit,
then run, a soft wind rounding the bases
every foot tap to the white pad gentle as a kiss.
How I loved those afternoons languidly
eating jamón sandwiches & drinking root beer.
Later, when I knew something about the blue collar
man—my father who worked with his hands & tumbled
into the house exhausted like heat in a rainstorm—
I became a Mets fan.
Something about their unclean faces
their mustaches seemed rough
to the touch. They had names like Wally & Dyskstra.
I was certain I would marry a man just like them
that is until Sammy Sosa came along
with his smile a reptile that only knew about lying in the sun.
His arms were cannons and his skin burnt cinnamon
that glistened in my dreams.
Everyone said he was not beautiful.
Out on the streets where the men set up shop playing dominoes
I’d hear them say between the yelling of capicu
“como juega, pero feo como el diablo.”
I knew nothing of my history
of the infighting on an island on which one side swore
it was only one thing: pallid, pristine. & I didn’t know
that Sammy carried this history like a tattoo.
That he wished everyday to be white.
It is a perfect game this race war, it is everywhere, living
in the American bayou as much as
the Dominican dirt roads.
It makes a man do something to his skin that seems unholy.
It makes that same man change eye color like a soft
summer dress slipped on slowly.
It makes a grandmother ask her granddaughter
if she’s suffering
from something feverish
because that could be the only excuse why
her hair has not been straightened
like a ballerina’s back dyed the color of wild
daffodils growing in an outfield.
Sammy hit 66 home runs one year
& that was still not enough
to make him feel handsome
or worthy of that blackness that I believe a gift
even today while black churches burn & black bodies
disappear from one day to the next the same as old
pennies.
I think of him often barely remember what he looked like
but I can recall his hunched shoulders in the
dugout his perfect swing
& how maybe he spit out something black
from his mouth after
every single strike—
.
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