América Alejandra Femat Viveros
Poeta, escritora. Nació en –Tizayuca, Estado de Hidalgo, México. 1984–. Licenciada en Medios de Información y Periodismo por el ITESM. Participante en encuentros poéticos como: Quinto Maratón Nacional de Lectura 2016: Poesía y Cuento Corto 24 Horas de Lectura, Xalapa- Veracruz, XIX Encuentro Internacional de Poetas, Zamora Michoacán 2015. Publicada en el suplemento La Jiribilla del diario Gráfico de Xalapa y en las revistas electrónicas: Círculo de Poesía, Foja hidalguense y Proyecto 217. Participante en las antologías: Tributo a Sabines. He aquí que estamos todos reunidos y Tenho tanta palavra meiga, alguns poetas mexicanos. Ha participado en recitales poéticos en espacios como: Museo de la Ciudad de México, Centro Cultural España, El Museo del Ferrocarril y La Feria Infantil Y juvenil de Hidalgo, Foro Cultural José Martí, Museo de Arte de Tlaxcala. Presentó su primera obra poética "Inexorable" En la XXXVII Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, su segunda muestra poética publicada por la revista chilena Revista Mal de Ojo, Colección Biblioteca Virtual.
AMANECER
Adormecidos mis adentros y los tuyos
niño de cuna vacía. Anochecí,
dejando una estela
pletórica de jugos siderales,
caí sobre tu astro y ahí posé mi cuerpo,
así amanecí sobre tu pecho transparente,
así amanecí cargada de aromas.
TIERRA VACÍA
I
Hay veces que la tierra se encuentra vacía
y su espada de barro no fecunda los rostros
de espigados mirasoles.
La tierra de mi espíritu olvidado hace mucho
mi nombre de galaxia.
Triste sin tiempo y sin época
dando pasos en lo caminado:
fantasma erradicado hasta de sí mismo,
fumarolas de un espejo de carne.
Me pregunto,
si tú también estás solo o conmigo
o te encuentras solo conmigo.
-pregunto-,
sí, mil veces sí.
II
Tropiezo sobre
tu luna de agua y las palabras,
fuente, brotan de mi garganta,
serpenteo en la mente,
un viaje desde su origen
para terminar con la misma oración
-siempre-.
III
Caduca ensoñación para el que sueña.
Primitivo tiempo
letra “O” en suspenso
ouróboros, al huir de ti, te encuentro.
IV
Desde mi cabeza a tus pies
una historia no termina de escribirte.
Peces danzantes sobre la tierra,
marea de aturdimiento,
brisa de fertilidad a cada paso,
levitación, templanza,
tus pies te explican,
me conocen.
V
El polvo se levanta, absorbiéndome,
sepultándome, dejándome al borde de la nada.
La piel cae de mi carne
igual que la sierpe del mito.
Estoy
olvidada,
de donde el sol se levanta
porque soy piedra aislada,
pesada de melancolía.
VI
Planté mi mente
pero las raíces se pudrieron
hoy la tierra no fecunda
carga un rebozo negro
y muestra máscara sobre máscara:
artificio del desposeído,
y te pregunto
¿Dónde está tu mundo, si no eres de aquí?
¿De dónde te desnudas, si eres coraza de alma?
Muda respuesta, eco sin sonido.
VII
Qué tierna timidez cayó sobre el verdugo
que no deja de caer el último golpe
lleno de intenciones pero siempre al borde
apuntando inmóvil sobre la llaga.
VIII
¿Quién te crees tú?
sobre todo, tú,
que has habitado mi vacío.
IX
Una vez un crisol rojo cobrizo
me cegó con su luz de fuego
y nuevamente me quedé sin luz en los ojos,
desde entonces, tres ciclos de luna
en un desierto conmigo misma.
Ya no llueve agua en mis poros,
mi tierra se ha secado,
¿Pero yo?
LA CABALGATA DEL POETA
Brotaste del sueño,
cabalgata incendiaría dejaste al trote,
en espigada noche tu estampa,
-conforme avanzabas
y al tiempo-,
ojos internos
en un cardumen de peces y cuerpos,
agua de pulida luz.
Has desnudado mi alma
que miraba oculta en ti,
como una ensoñación del agua
y hubo más claridad que sombras,
desde entonces
soy incendio
emanación del agua.
Se oyó un manantial
de piedras que calcinadas
rasparon el almíbar del fruto,
ahí me encontraba; alba en
colmenar de letras y de enjambre.
Me incendiaste
en testamento
en memoria,
cuánto verso estandarte,
fijo e inmutable.
Se sabe de la brevedad
con que las palabras estallan
su azorada pirotecnia
y así no me alcanza
la vida
para seguir creando universos:
el internamiento de tu mirada en el bosque
la espigada noche en tus ojos
la cabalgata de tu pelo
el cardumen de peces destilando luz
el diamante en ellos.
Cuántos universos me conocen;
nacen de la mirada, parvadas azuladas.
Me remontan a una extraña fe
que presiento.
Cuánto verso
así por la calles más iluminadas,
en llamas,
donde cabalga
donde la tierra tiembla
su coincidencia sonora,
así del sueño, así del agua,
así tan vivo brota
B R O T A
y se derrama,
ÉL DUERME
Sus aguas ahora mansas
lo cubren, lo abrazan
lo recorren en espasmos
–espejos que palpitan en calma–
Tendido en quietud,
ahora duerme
pero su corriente fluye sobre mí
un torrente de adrenalina que no cesa.
En sus lindes
mi boca juguetona lo succiona.
Me parece un héroe, sí, es mi héroe.
Su rostro mojado del mío
me sobreviene,
inconmovible e inquietante
lo respiro en adicción
y me colma de plenitud.
Duerme,
como un sol poderoso:
colmena de inquietante líquido.
Dorado rostro que respiro.
Entra en mí, penetra, limpia
salvándome de un vacío.
Mi héroe duerme,
desnudo girasol, espiga
que danza con el solar
del medio día musitando
poemas en cada poro.
Mi héroe se arroja tierno
al cansancio dormitante
respira quedo, murmura fuerte.
Levedad del sueño que protejo.
AQUELLOS CUERPOS
Algo en la mañana de los cuerpos nos aferra insuperables.
Imagino, el vaho oloroso y susceptible del éxtasis,
la devorada luz que destila el acantilado de mi sexo,
la revolcada ola parida entre las piernas de las rocas,
la derramada sed en la mar de los cuerpos,
el paladar gustoso que se relame,
el sedimento impregnado en las paredes de basalto.
Extrañamente algo insuperable nos aferra
dejando en la batalla una llama sublime,
intacta, indivisible, cargada de lucidez;
algo nos aferra y prohíbe olvidarnos.
NECESITABA
Fueron tus ojos
donde el alma me mostró
su sonido de isla inhabitada.
-Desde entonces-
fuimos el reflejo de un mismo espejo
la aparición súbita y perfecta
de dos ríos que encontraron
un mismo cauce.
La chispa y la pirotecnia de la esperanza.
Yo no sé qué descifra el sueño
o si éste sea de carne
pero paladea
la gota que el sediento
Necesitaba
No te vayas
quédate
porque cuando zarpas
tu ancla
se arremolina en mis entrañas.
La palabra mía se vuelve
selva y enredadera del insomnio,
llueven zarpazos del alma
de esta agotada fe del navío.
-Detente-
descansa en mi centro
en mi puerto.
LATIDO MÍO
Eres mi piano precioso,
mi cuerda más vibrante.
Tierno te me escapas,
estrella sobre los océanos,
como un imantado suspiro.
Qué infinito celeste te encuentro,
levitando en el cosmos de mi pecho.
Latido mío, faro de sol en esta deriva.
Has venido a llenar mi vida toda,
a tocar mi mar, a rendir mi corazón.
PRESAGIO
Hiedra, asedias pacífica, clara, tierna,
desde el centro de mi ombligo.
Tus raíces extiendes en mis caderas,
me sumerges noctambula, precisa.
No te apartas y te respiro hondo.
Exhalo en la orilla de tu superficie
para ahogar un orgasmo.
Vuelvo a subir a tu cima para
sumergirme en vértigo.
Extenuada y llena de un rumor
caudaloso,
el agua se rompe, el cántaro se agrieta
superficialmente en este vaivén,
aguas iluminadas son un rostro
de espesos manantiales.
Tu torso, suntuoso camino
de brazas danzando
en el uniforme espacio recorrido.
Extiende una a una tu raíz,
deja que inunde, que derrame el cauce,
el badén de mi ombligo.
En el tambor del medio día,
un presagio sabe.
Las aves de tus ojos
lo han visto ya nacer
entonces
una luz de esperma
satura los sentidos.
EL PEREGRINAR DEL RECIÉN NACIDO
A mis hermanos renacidos
Cuetzalan- Puebla 2016
Alas de luciérnagas encendidas
vaporeaban la intención de abrir ventanas,
pero como alas de mariposa en resurrección,
para llenarnos,
asistirnos,
florecernos,
debimos escuchar la inundación de ríos,
del internamiento en la caverna.
Hablamos de ser tierra para la semilla,
de ser camino labrado a puro impulso
a golpe de enfados por los vacíos del alma,
-los sabores de un estéril peregrinaje-.
Miramos bien por el rabillo de nuestros ojos
pudimos juzgarnos menos,
sabernos estrellas sonoras, latido de nombres,
saber de eclosión, de pacto y cumplimiento.
Así nos descifró el lenguaje
y de nuestras almas entretejidas
hubo un núcleo poderoso
de donde brotó la llama,
abriendo la puerta hacia nosotros
asombrados en un paraje interno.
-¿Qué encontramos en el encuentro hermanos,
si no luz de agua que quitó la tiña de nuestros ojos?-
Ha llegado el sortilegio
anegado raudal de la alegría,
donde la sangre se constela
mapa de sus nombres,
espejo sobre lirios nuestros rostros
en cuya agua hemos de encontrar
otro peregrinaje.
De esta tierra santa, sagrada, me llevo
los suspiros más amotinados en el alma,
como una parvada de pájaros salvajes
intuitivos, libres vamos por la vida.
Hemos dejado atrás toda tormenta que ahoga
para encontrarnos en otra agua
más
dócil,
onda
silenciosa, callada.
La infancia nos crece en los ojos,
nos asoma en la mirada,
mis hermanos y yo estamos de pie
cantando la canción del recién nacido.
PLACER DE SERTE
Desciendo entre las veredas de tus brazos.
Fugaz e incontenible
me hablas
con lenguaje diamantino.
Me devuelvo para mirarte, para recibirte
impasible.
Mi monte se despeña.
Soy Avalancha temeraria
en el acantilado de tus manos
que dicen sostenerme
atravesándome en caricias.
Sostengo y muero la muerte.
Salva miles de ternuras
que no caben en este cuerpo, sálvalas;
me desprendo
una a una.
Me desprendo
en gotas que florecen.
Me desprendo, de tanto serte, placer.
.
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