MORALES MONTERRÍOS
Roberto Morales Monterríos. Poeta. Nació en Pueblo Hundido, Chile, en 1970.
Premio Municipal Gabriela Mistral 1998 y participante en 1997 del Taller Literario José Donoso de la Biblioteca Nacional, dirigido por Raúl Zurita.
Ha publicado los libros: Príncipe de Chile (2000), Antichton (2004), Pantheon (2004), Hécate (LOM Ediciones, Entre Mares 2009).
Del primer número de Revista CONTRAFUERTE LITERARIO
Lope de Aguirre.
Para que haya orden y reinen cristo y la iglesia
Más importante que la justicia es la victoria
Más importante que la verdad es el poder
Santo Oficio
VASCO
Vasco
Vasco
Conchetumadre
Que maldigo a mi tierra madre
Y a mi padre
A mi madre
Y a todo aquel que haya rodeado
Mi vida antes de haber nacido de nuevo
En Tierra Firme y maldigo también
A quién se acerque a Chile
Porque de esta provincia tomé mi nueva sangre
Entendieron
Entendieron
Que en estos carajales y en estas rutas sin trazo
Fui hundiéndome hasta encontrar mis bolas bastardas
Soy el desvergonzado
Me senté en la corona
Soy LOPE de AGUIRRE
Entendieron
El que hecho cuartos
Formó las cuatro esquinas del Reyno
Soy el Hombre de esta tierra
Lope
Soy quién les enseñó a mentir a los ojos
Y a matar mirándote
Aguirre
el de las manos sucias
Príncipe de los Pringados
Por amor
Y por amor
Soy el padre de esta tierra
Entonces
SIGO
Felipe hijo de Carlos el invencible
¿Has comido carne humana Felipe?
Mascado carne cruda
Te has chorreado sangre por la comisura
Y sacado la lengua para saborearla
Pues la carne cruda
sabe a mi nombre
Robé el poncho de Castilla
Y lo puse en el cuerpo mordido del diablo
Lope de Aguirre
Fuerte caudillo de los invencibles marañones
Nómbrame
conchetumadre
Lope de Aguirre
Que la ira de Dios resuene en los troncos vocales
Que la sangre humana
La carne cruda
Cruja entre tus dientes
Que el nombre te seguirá donde quiera que vayas
Seguirá a tus hijos
Y los hijos de tus hijos
Porque la medida de mis palabras
No es el oro maldito cabrón
sino la sangre
La Sangre perfumada
Perfumada que baja tibiecita por los ojos del Salado
Mi nombre está en tu sangre
Aguirre
El Traidor
La Ira de Dios
La Mordedura del diablo
Parece que mearan sentados
todos estos cronistas
Sentados en esas apostasías llevando una vida de cojín y culo Nunca verán sustraerse el verdadero espíritu de la aventura
Qué son los bellos textos de este mundo
Sino Ir
Ir sobre uno mismo
Y subírselo al lomo
Y subirse los latigazos
Seguir de a pie y a pelo muerto
Seguir
Con espada y a pulso
Tuerto
Viudo
Cojo
Seguir
Seguir
Si el hombre es polvo
Esos que andan por el llano son hombres
Firmes como el suelo que los parió
LAS FUERZAS MÁS SALVAJES ABREN CAMINO
Parece que mearan sentados todos estos cronistas
En el grupo de Hurtado venía un cabrón que se quejaba por todo, los mosquitos la comida la lluvia el calor
-Quiero volverme a españa al grupo literario mandril, decía-
Conchetumadre
Qué a punta de patada en el culo te enseñé a escribir
Aquí te enseñé a botar los dientes de leche
Y a caminar como un hombre
Erguido enfrentando
Las tormentas de Dios con la frente en alto
Nos comimos la montura
Y con los zunchos fermentados con saliva
Hicimos el mejor licor que he probado durante años
Siempre soñé con llegar a Chile Ursúa
Siempre
Y mira qué extraños son los caminos
Lope de Aguirre. Príncipe de Chile de Morales Monterríos.
Lope de Aguirre, es un personaje histórico que ha sido recurrentemente retomado tanto por la literatura (Arturo Úslar Pietri o el argentino Abel Posse escribieron novelas sobre él) como por el cine (donde Aguirre, la cólera de Dios de Werner Herzog es la película que primero viene a nuestra memoria). La recuperación de un personaje perteneciente al discurso de la historia, por lo general, se actualiza en el arte a manera de reconsideración de la historia misma como verdad definitiva y sirve para dar luces sobre la situación contextual de producción. Simón Villalobos Parada en su reseña sobre el libro de poesía PRINCIPE DE CHILE (Ed. Cuarto Propio. 2007) del poeta Morales Monterríos, reconsidera tal perspectiva en relación a un personaje que deja de ser el Lope de Aguirre para transformarse mediante el juego del lenguaje en un chileno más, que no por eso deja de ser el príncipe que se autoproclamó. Continúa leyendo la reseña de Simón Villalobos.
LOPE DE AGUIRRE.
Príncipe de Chile.
El Dorado es el nudo mítico del espíritu aventurero del siglo XVI y posteriores, a partir de las ataduras de la conquista, descubrimientos y enfrentamientos varios disgregados por América, este templo o palacio simboliza o concentra la imaginación de la riqueza sin fin y la maravilla medieval proyectada en la vastedad americana. Sin embargo, el Dorado siempre está un paso más allá del alcance de quien lo desea, es un objetivo en constante desplazamiento, su principal característica es la de cegar con su ausencia al espíritu emprendedor que colapsa, conspira o medita temeroso en el senda hacia él, inventando los monstruos que lo cercan. La aventura americana, esto es, la aventura occidental en América, es el recorrido de o hacia este mito, desde el primer avistamiento de Colón, que inaugura el conocimiento de las indias occidentales, hasta la United Fruit Company, la explotación del caucho por la Firestone en Brasil y, por último, la individualización de ese tesoro, odisea y guerra en la acotada geografía personal de cada uno.
Lope de Aguirre fue uno de tantos soldados que viajó a América a principios del siglo XVI para luchar en favor de la corona española, propietaria del continente, buscando enriquecerse, como tantos otros, en esa lucha. Sin embargo, este personaje es un punto de inflexión en la historia de la conquista. Luego de sus primeros avatares, asesinatos, condenas y castigos; luego de las múltiples batallas entre españoles y contra los alzamientos indígenas, envejecido -cercano a los cincuenta años-, con sus miembros lesionados y aún pobre, decide enrolarse en la expedición que se interna en la selva hacia el Dorado. En medio de la previsible catástrofe de esta empresa, proporcional a su internación en la selva, Aguirre asume protagonismo en las conspiraciones que en cierto sentido fueron -o son- la salvación frente a la necedad de sus dirigentes. Aguirre asume el lugar del rebelde, pero también del loco y del asesino estratega y del asesino ensañado, en fin, del peregrino americano que antes de hundirse, hunde toda la estructura que lo hiere. Asesina a los líderes de la expedición, uno tras otro -aunque él mismo nombrara a los sucesores uno tras otro- y se alza lanzando un desaforado desafío al rey Felipe II mediante una carta en la cual lo desacredita diciendo: no puedes llevar con título de Rey justo, ningún interés destas partes donde no aventuraste nada, sin que primero los que en ello han trabajado sean gratificados. Firma esta carta el Príncipe de la Libertad de los Reinos de Tierra Firme y las Provincias de Chile. De esta manera, guía un ejercito de vencidos españoles, pobres cansados en los frutos y réditos desta tierra, exigiendo a su rey: igual justicia, premio, paraíso e infierno para cada hombre que se ha esforzado en la conquista española. Justamente cuando ni premio, ni paraíso había sido encontrado, Aguirre se adelantaba a recibir su cristiano infierno.
El otro polo del Dorado es justamente Chile, territorio en los márgenes del virreinato del Perú, notablemente menos rico, y al cual Aguirre nunca llegó, pero cuya imagen alejada, por azar del nombre y la historia, permite enlazar la identidad de quien habla en los poemas de Morales Monterríos, nada menos que un príncipe. El juego textual que soporta al Aguirre de estos poemas, surge con la historia de la búsqueda del maravilloso tesoro americano, sigue con la disgregación del cuerpo satanizado del traidor (Que nadie se acerque porque en esos huesos / Anduvo Lucifer) bajo sus cuatro banderas, cada una con su estandarte de espadas y la leyenda del peregrino sumido en el descontrol de la aventura: SIGO. Su imagen sigue con su cabeza sacada en procesión cada aniversario de su muerte dentro de una jaula (Para que no los mordiera) desde la iglesia que la contiene. Y por azar de la escritura y de la historia y del nombre, termina con un chileno -pero nada menos que un príncipe- hablando en la jerga que ha adoptado en la aventura -la única completamente efectiva en su violencia- acerca de su reinado que se anega y su destino: JURO / NO DEXAR EN ESTA TIERRA COSA / QUE VIUA SEA.
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Simón Villalobos Parada: Santiago, 1980. Poeta y Director de Revista Contrafuerte. Ha participado en varios talleres de poesía. Fue director y editor de la revista Estrago durante los años 2003 y 2004. Ha publicado poemas en Desencanto Personal (Editorial Cuarto Propio, 2004). Obtuvo una Mención de Honor en el Concurso de Poesía Carlos Pezoa Véliz, razón por la cual fue incluido en la antología Selección de Poesía 2005 (Fundación Nueva Poesía, Santiago). Es Licenciado en Literatura y Magíster © en Literatura.
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