Herbert Toranzo Falcón
(Ciego de Ávila, Cuba 1972). Licenciado en Lengua y Literatura Inglesas y graduado del quinto curso de técnicas narrativas del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Ha recibido numerosos galardones por su obra en narrativa y en versos. Mereció el tercer premio en el XI concurso nacional de poesía Regino Pedroso (2007) por su poema en versos libres Circunstancias que ayudan y todo eso. Fue ganador en la especialidad de décima en el concurso Fundación de la Ciudad de Santa Clara, en el año 2008, con su libro Al revés de lo contrario, lauro que repitió en la edición del 2012 con su cuaderno El aeroplano amarillo. Con su obra Flower Power conquistó el segundo puesto en el Premio Iberoamericano Cucalambé 2010. Mereció el Premio Iberoamericano Cucalambé 2014 con su libro Aspavientos. Antes de esos premios, había publicado los poemarios Puente sobre el Estigia (Ediciones Ávila, 2002) y Poemas casi humanos (Editora Abril, 2006). En el 2016, conquistó el Premio Ala Décima en su edición decimoasexta, con su cuaderno La región incidental, galardón que se entregó en el XVI Encuentro Nacional Ala Décima.
La región incidental
(Premio Ala Décima 2016)
[…] la angostura del hombre acorralado
en las calvicies del despeñadero,
sombra de las metálicas gargantas,
promontorio amarillo de la muerte.
Pablo Neruda
Lo lindo es saber que uno puede cantar pío-pío
en las más raras circunstancias […].
Juan Gelman
CULTURA DEL DEBATE
La plaga [¿el qué?], las hormigas,
pueden estarse moviendo
incluso detrás [no entiendo]
de las líneas enemigas;
pueden haber [no me digas…]
creado un segundo frente
[no te escucho]. De repente
siento esa corazonada
[pamplinas]: la lucha armada
no es un proceso consciente,
devorador [no te creo];
ni siquiera perceptible.
[Qué más da…]. Lo más terrible
no es la sangre, el bombardeo
[¿cómo?], sino el redondeo
[te oigo muy mal] de emociones
[demasiadas explosiones],
de inequívocas batallas.
[¡Sigue hablando!]. [¡No te vayas!].
[¿Dónde estás?]. [¡¡No me abandones!!].
EL BUENO, EL SUCIO Y EL MALO
Sube el telón: aparece
de espaldas Giorgio de Chirico
pintando al sujeto lírico
de un poema de Pavese.
Baja y sube: me apetece
gritar que el barco zozobra.
Tercer acto: hay una cobra
que rodea el corazón
de un ángel. Baja el telón.
¿Cómo se llama la obra?
NOVELA EPISTOLAR
«Sábado 24 de noviembre».
Vaya talento para escribir fechas,
alguna que otra cita, frases hechas,
la oscuridad que el pánico no siembre.
Vaya oración mezquina y unimembre
para dejar el tiempo registrado
como un bolso a la puerta del mercado,
como la firma de un analfabeto,
como la ansiada muerte por decreto,
como el único asfódelo en el prado…
JUEGO PERFECTO
Pedazo de mente masticado,
devuelto por el catador;
cuerpo a través de un colador,
sumiso y descalificado.
[Cruzar el magma del cerebro a nado
será todo lo equivalente
que quieras a alejar el lente
para no engrandecer la oscuridad].
Trepanación ilícita de la otra mitad
[Pero no cicatriza con la mente
la insinuación del cuchillo,
no es agua al tiempo que provoca el vómito];
caballo de ajedrez indómito
que Bobby Fischer guarda en un bolsillo
[Subir el puente del castillo
con seguridad no es el remedio,
no va a impedir el asedio
de la tierra que Nadie aún reclama];
fuego para volcar sobre una llama,
para quitarnos del medio.
Yo no estoy bien de la cabeza
si he pensado semejante cosa
[Solo temo a la muerte si es gloriosa],
si a cambio de alguna pieza
disfruto de una sangre más espesa,
me consuelo con el desempate.
[Fischer no estaba loco de remate,
y eso es lo que nos preocupa].
Deberías cambiar el lente de la lupa.
[Fantástico]. No entiendo. [Jaque mate].
GANDALF EL GRIS
Desafortunadamente,
puedo hacer que no reviva
la flor; que caiga hacia arriba
la manzana; que reviente
la bombilla incandescente,
luminaria del cerebro.
Nada pasará si quiebro
mi varita. A lo mejor
hay algo más que una flor
en esa rama de enebro.
SOBREVIVIR POR DEBAJO
Hay una esquina, un saliente
que me llama la atención;
un espejo en la razón;
un vidrio opaco en la mente.
Hay una rara tangente
y un baluarte que se encorva
cuando la mirada torva
lo empuja, y una señal
que, por regla general,
me alivia pero me estorba.
No hay arpegio en el laúd
ni descanso en el respiro
ni memoria en el vampiro
que profana ese ataúd.
No hay riesgo en la multitud
ni sofisma en el teorema.
No es sucia la estratagema
ni urgente la manïobra.
Nada falta; nada sobra.
Creo que ese es el problema.
PUENTING
Esta es la misión. Comprendo
en qué principio se basa:
conservación de la masa
propensa al flujo, el remiendo.
Si continuamos cayendo
al terminar la caída
común, tal vez nada impida
que se estrelle el ascensor.
Sé que me escuchas, Señor.
Au revoir. Misión cumplida.
TESTIGO NO PRESENCIAL
Una linde, un ecuador
que, más que cruzar, transgredo
todos los días; un credo
sorpresivo, aterrador.
Un revólver sin tambor;
un ánima que se enfría.
Fobia, complejo, manía
de la conciencia en remojo.
Sátiro que cierra un ojo
para tomar puntería.
Los hechos tienen que ver
espuria, tangencialmente,
con la historia y con la gente,
con la mañana de ayer.
Soy yo quien tiene el poder
de escuchar tras la cortina
mientras otro yo propina
sus golpes y se aglomera
más gente, como a la espera
de la intervención divina.
LA REGIÓN INCIDENTAL
Supuestamente el cielo está nublado,
tiene forma y color, y no hace ruido.
Supuestamente es un malentendido
y un cargo de conciencia y un pecado.
Quiere decir que hay otro cielo al lado
que se derrumba sobre tu cabeza.
Supuestamente un barco lo atraviesa
por la misma razón intrascendente
que lo quiero abordar: supuestamente,
retórica, delirio de grandeza.
De tales conjeturas se desprende
que Moby Dick no va a salir a flote;
que hay un bote aledaño a nuestro bote
dentro del cual la vida no depende
solo del cuerpo físico; también de
cierta animosidad, ciertos fracasos,
como el no movimiento de los brazos,
la lucha por la pérdida del habla…
Buscar la salvación sobre una tabla
no es muy recomendable en estos casos.
Al revés de lo contrario
(Premio Fundación de Santa Clara 2008)
(Fragmento)
EPÍLOGO
De modo que es posible cobrar por lo que debes,
y no pienso tomarme siquiera la molestia
de vigilar el pulso fallido de la Bestia.
Nadie se canoniza por milagros tan leves.
Que en París cualquier día lluvioso sea jueves
o haya un charco de frío sobre mi corazón
no es la prueba —y en esto me darás la razón—
de que exista la lluvia sin París otro día.
(Yo, en mi lugar, a falta de leña, encendería
la esperanza que otorga la desesperación).
Nos veremos en una de esas caras adversas
que intuyo en ocasiones al volverme de pronto
y arreglar mi perfil —el clásico, el más tonto—
si luego del suicidio me abandonan las fuerzas.
Nos veremos en cada síntoma que dispersas
—la negrura del ángel, su corrosivo aroma—,
siempre que no me salves del estado de coma.
Cuando llegue hasta Ulises la fama de Odiseo.
Cuando el susto devenga su propio mausoleo
y en el aire se escuchen los gritos de Sodoma.
EL BELLO ANATEMA
Déjame ver si lo entiendo:
primero es algo infinito,
subo hasta mí, doy el grito,
respondo y sigo durmiendo.
Mi insinuación, my innuendo,
tendrá que ver con la espada
de Damocles, con La strada,
los ojos de Gelsomina
o el pálpito que adivina
mi sombra decapitada.
Luego no vendrá tampoco
la maldición. Luego existo
fuera de Brahma y de Cristo,
me dejo atar, me hago el loco.
Se oyen truenos. Hace poco
la luz me era suficiente,
relámpagos de la mente
resucitaban el día.
Yo era eterno y me moría
sabia y rencorosamente.
Y esa deidad, ecce homo
yacen en mi desventura;
cierran de golpe la oscura
bóveda por donde asomo.
Luego basta: me desplomo
sin caer de vez en cuando.
La estrella bajo mi mando
cruza conmigo en el centro.
Vuelvo a gritar. Y me encuentro
muy simpático gritando.
CON V DE BURRO
A beses no me pregunto
quién no e cido (pa bariar).
Me ago el chistozo en el var,
me matan (ece ej el punto).
Luego le ecsijo al difunto
que regrece a lo que fue,
mas sin envargo ej usté
quien suve onde me abajo.
Soy, pero nadie me trajo.
Toy aquí, pero ¿pa qué?
NADIE ERIGIÓ LA ESTATUA DE MI
HERMANO GEMELO
Esto que llaman forma de alambicadas ruinas,
que separó del hueso la escritura y el gozo,
no es diámetro del frío ni la muerte en reposo;
mucho menos la nada con que te me avecinas.
Ya que Dios fue creado por las manos divinas
y entre pecho y espalda lo oscuro se endereza,
deberías colarte sin ruido en tu cabeza
y averiguar quién éramos ayer, quién se perdió.
Porque, de ti y de mí, ¿cuál de los dos soy yo:
la piedra o la caída, la savia o la corteza?
Dichoso tú que has visto la cara del verdugo,
que sigues pareciéndote con vago repertorio.
Pobre de mí, sosiego de Kafka y del Tenorio;
medio hermano del Cid; chozno de Víctor Hugo.
Ya sé que no ambicionas ni la estrella ni el yugo,
pero acaso podrías agenciarte el veneno
que amenaza al olvido cuando soy yo el ajeno.
Traigo flores marchitas para mi sepultura.
Como ves, algo estúpido me acerca y te inaugura:
también la perfección tiene su lado bueno.
CANTINFLER
Vaya qué cosa. Ni tanto.
Pos bien, ¿no se los decía?
No es que hoy no fuera el día.
Pero es bello, ¿no? Qué espanto.
Nomás porque me levanto,
cierro el dolor y abro el pico.
¿Qué les cuesta? Si soy rico,
pago, me confieso y todo.
No es justo, güey. Pos nimodo.
La muerte es sabia. ¿Me explico?
CUADRO DE MAGRITTE MIRANDO
A UN HOMBRE
Ese detrás de mí también soy yo
con el fatuo resumen de mi espalda
y el broche y el anillo de esmeralda
que jamás el espejo devolvió.
Se dice que estoy dentro del que no,
del que tal vez oímos santo y seña.
Yo prefiero una duda más pequeña,
decir: «tan poco valga conocerme»,
o el sueño inquisidor del que no duerme
o la vigilia infame del que sueña.
Pero, vamos a ver, ¿acaso el tipo
sin rostro se ocultaba en mi presagio?
Y, a la luz de la muerte, ¿no es un plagio
mi cuerpo, no es verdad que soy Edipo?
¿De qué malaventura participo
releyendo el cristal de la zozobra?
Junto a lo que borró, mi mano cobra
cierto matiz heroico (cierta nada);
recorre la doblez de su coartada;
promulga la existencia y lo que sobra.
Sufro envidia de mí, remordimientos
que me protegen o que a la ligera
retardan la emoción, como si fuera
víctima de ancestrales hundimientos.
Fíjense en estas cosas; bien atentos
al famoso lunar, el brillo amargo
de súplica o desdén, ese letargo
de los ojos que acercan el olvido.
(Y si aún no bastara el parecido,
pueden mirar de frente. Yo me encargo)
El aeroplano amarillo
(Premio Fundación de Santa Clara 2012)
(Fragmento)
REGISTRO DE ABONADOS
«Siga en línea». Me molesta
que no fuese de otro modo.
Quiero pensar; eso es todo.
Miro en dirección opuesta;
lleno el margen de la encuesta
(siempre hago la cruz en «no»).
Me interrogan: «¿Quién es Yo?».
Con gusto respondería.
Busco mi nombre en la guía.
No puedo: se me olvidó.
.
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