Mª José Fernández Sánchez
(1961, Navalvillar de Pela, Badajoz), poeta, escritora, columnista extremeña. Pertenece a la Asociación de Escritores Extremeños, al Club de Lectores en el Ateneo de Badajoz, la Asociación Cultural “Gallos Quiebran Albores”(Mérida), miembro del Ateneo (Badajoz) y de la Unión de Bibliófilos Extremeños (UBEx. Articulista en el SEMANARIO VEGAS ALTAS Y LA SERENA desde el 2012, desde el 2015, colaboradora en EXTREMADURA 7 DÍAS, en revistas culturales y antologías desde el año 1999.
Ha logrado reconocimientos como el primer premio poesía "Mario Roso de Luna" (Logrosán), primer premio "cartas de amor" (Don Benito), finalista del premio "Porticvs" de poesía (Villanueva de la Serena), los tres en 2001, primer premio “cartas de amor” (Cabeza del Buey), en 2003,... en el último, finalista en dos “nanosolerías” en EL SOL SALE POR EL OESTE-CANAL EXTREMADURA RADIO, en 2013. Ha publicado en 2004 Retazos de infancia, en 2005 el poemario El descuido de la rosa, en 2007 la antología poética La Gruta de las palabras, en 2009 el cuento infantil La bella golondrina y el viento, ilustrado por Juan Calderón Moreno, en 2010 metapoesía La creación, en 2012 Retazos de infancia II, en 2014 Dualidad, también en 2014 La cochinilla maravillosa, ilustrado por Petri Fernández Sánchez.
PASIÓN
I
A MI CELOSO CORAZÓN
¿Adónde acudo, amor de mi secreto,
mortal trampa que aturdes el sentido?
Como la soledad quiere al olvido,
Me aferro con mi cuerpo a ti esqueleto.
Adónde acudo a ti, tan dolorida,
Dolor que reconforto yo contigo?
A tus besos, mi amor, que los mendigo;
Alma en pena que siente desvalida.
¿Adónde acudo? A ti, que estoy herida
de ese férreo ardor que me encadena;
acógeme dolor, que estoy rendida.
Recojamos la pasión del poema;
como ofrenda una flor enardecida,
vencida al sol, en el soneto quema.
II
TRASPLANTE DE MÉDULA ÓSEA
A mi querido esposo, en su lucha
a muerte para vivir la vida.
(MªJ.F.S)
Acaso el gesto triste te domina,
o manso es el dolor que te encadena;
allí donde la muerte estuvo ajena,
la médula en tu cuerpo fue la espina.
¡Fatal indignación¡, que se avecina
un trasplante de dolorosa pena:
Lugar donde revisa y se condena
a ver <<niveles de creatinina>>.
Un cáncer fue la causa; y, yo creo,
que luchando a la par de la quimera,
lograrás al final... lo que en ti anida:
Alcanzar la salud es tu deseo;
combatir la enfermedad, sin que muera
la gana de aferrarse a la vida.
Llanto de teléfono
anudan la distancia:
un tiempo que se enreda
con soledad de agua.
Laguna de silencio
frente a mi almohada.
(MªJ.F.S)
III
MEDITACIONES
(reflexión 2007)
Pienso amor, que te vas; que he vivido
el declive de un soplo en agonía;
–tu vida trasplantada a otra vía–
de perpetua oscuridad, y en el olvido.
¿Te imaginas el dolor que sentiría...?
¿La impotencia de mi pecho dolorido,
cuando deje el hogar... enaltecido,
sembrado de cariño y armonía?
Y aquí sigues esposo ¡Amor mío!
Mirándome a los ojos: Pasó el día
teñido de amargura y sin sentido.
Contémplate a mi vera: ¡Se fue el frío!
–¡Pletórica está el alma de alegría!–
Llegó la primavera... ¡y no te has ido!
IV
CUANDO LLEGUEN LAS LLUVIAS
Bodas de plata.
Cuando llegue la aurora al horizonte nuevo
y descubra implacable tu frenético aliento,
hallaré en el soplo de una luz decadente
el eterno dorado declive del sueño.
Grabaré tu suspiro en la voz del albatros;
buscaré cicatrices en tu cuerpo guerrero;
rociaré –con cicuta– tu pecho azulado:
sentiré su fulgor llameante de fuego.
Cuando flote en el aire el ardor que estimamos,
y en el cóncavo éxtasis quedemos completos,
pasará mi quebranto en el último instante:
en el brocal de la vida colguemos los besos.
Si nos pilla la noche, en su umbral de silencio,
contemplándote –exacto– con las luces del miedo,
me hallarán en tu tumba herida de gozo:
cuando lleguen las lluvias en un Dios de aguacero.
1ª parte
CAEN LAS ESTRELLAS
Cómo ca
en las estrellitas del cielo,
se d e s p l a z a n
con tristeza contenida.
Cómo ca
en, y se alejan;
cómo ca
en, y se olvidan.
Y se van
sin saber porqué se han ido:
con adiós efímero, lastimero;
cómo ca
en deprimidas, sin consuelo:
-Como caen en la vida-
¡Cómo caen las estrellitas del cielo!
2ª parte
CAEN LAS ESTRELLAS
A la tristeza de mi hija por su padre.
Cómo ca
en las estrellitas del cielo;
se d e s p l a z a n
con tristeza contenida.
Cómo ca
en, y se alejan;
cómo ca
en, y se olvidan;
y se van
sin saber porqué se han ido:
con adiós efímero lastimero;
cómo ca
en deprimidas...
l
-Cuando caen en la vida, sin consuelo- elo
ielo
Cuando ca se levantan, las estrellitas del cielo!
en
LOS HIJOS DEL PARAÍSO
Homenaje a Khalil Gibrán
Los hijos son avecillas de latidos fieros,
bocanadas de melancólicas alondras
inundadas de llanto aéreo: Doloroso clamor
de cristalina esperanza.
Llevan cuenta las veces que no los miramos,
restando siempre nuestro desvelo. Los hijos nos
pinchan como alfileres eternos en el alma; nos llagan,
nos electrizan con tristeza sideral;
tras de ellos flotamos
con sonrisa hipnótica.
Nos nacen –casi todos–, creyéndolos siemprevivas;
con clamor de viento huracanado, los hijos nos alborotan el ser;
nos instan en sus atardeceres ingratos,
para saber cuándo fue la última vez que no los velamos.
Tan sólo el aire que nos aspiran, nos sabe a nardos
doloridos: Los pudrimos a besos y a caprichos;
en nosotros se instalan como un pellizco de alma transida.
Con ellos nos adornamos: prendedor experimental
de mariposa delirante;
los lanzamos –al vuelo– con orgullo infinito:
en un anhelo irrefrenable que perfuma el ocaso de nuestros sueños.
Lo mejor de todo es que son frutos
que casi siempre, cuando maduran, se nos mueren
después de habernos ido;
lo peor, que cuando nos vayamos,
los quedaremos huérfanos de anocheceres;
tal vez, porque los hijos son el arco iris
que iluminan el firmamento
de nuestra cósmica existencia.
CONJUNCIÓN DE LOS AMANTES
I
Tengo las manos vacías
necesitan... Amor
con ese gesto sagrado
la dicha será certera
Y el cuerpo con otro cuerpo
se fundió
formaron uno
Tú
hombre
fuiste mi aliento
alimento necesario
para el nuevo ser creado y compartido
II
N o s o t r o s
que comprometimos el amor
ahora es un grabado eterno
arca ineludible del deseo perecedero
A m b o s
conscientes lo reconocimos
como la más grandiosa obra
en mente certera
<<Nuestra hija>>
III
Canto al más bello himno glorioso
que enerva y resucita un
gesto eternamente enamorado
Ella
ave canora efervescente
que resurges de la nada imperiosa
sonriéndonos...
devorándonos con sus cariños
mi carne legítima tan prendida
aferrada a su teta madre
Y cómo nos sentimos dopados tan felices
Más embriagados que nunca emborrados en la dicha
IV
Hija
amor creado
en autentica comunión
sentimiento sublime
hombre vida
Disfrutemos al máximo siendo inocentes
que donde crece el amor va aterida la loca
dependencia
el sufrimiento eterno conflicto
Sin amor... el mundo se nos muere
Con amor vives
ya ves cómo
también mu
ri
en
d
o
VENUS DORMIDA
(a las Venus y sus tiránicos amantes)
Lánguida y soñadora descansa la tarde en su lecho inerme,
de suaves de colinas de auroras.
Su piel resplandece ante mis ojos:
hermosa, doliente y cansada.
De vez en cuando, la efigie, abre sus ojos “azúreos”
que cerró el medio día.
Cabellos ensortijado cubren el rostro y ovillan su espalda.
La adolescente, después de tocar largas horas,
dedica su siesta a recordar las notas melodiosas
del “Clair de Lune” by Claude Debussy
y ¡ha quedado exhausta!
Su lecho soporta el peso del cuerpo
derrotado por las teclas de un negro piano de cola.
La músico levita,
mientras anhela tocar una inalcanzable y sublime melodía.
Dormida resuelve notas en silencio: En su mundo de auroras
y de sueños, pretende elevar al viento los acordes;
por encima de las nubes; que sus manos resuelvan la melodía,
vuelen a mayor velocidad que el pensamiento,
al ritmo de la luz si fuera preciso...
Su madre, abnegada, la observa desde la cama,
como diosa del etéreo sacrificio:
“Está derrotada la niña, –suspira en silencio–.
Que nada empañe su visión:
parece una flor ovillada en un lecho.
Si supiera lo bonita que está, quizás se levantase
a mirarse, coqueta, al espejo:
Hija mía, ¡despierta...!”
Se arruga la tarde,
se entristece el ocaso al abrir sus ojos celestes
y contemplar que le espera...
el instrumento de castigo: ¡Ah, el piano!
“ Mamá, voy a dormir, de nuevo: ¡estoy agotada!”.
Reposa la dulce belleza y cierra sus puertas la tarde.
La madrugada trae destellos de luz a la alcoba:
La joven se levanta descolorida,
pinta el cuadro de “El beso” de klimt;
con el fin de precisar en su mente
qué hay de color en los acordes de Debussy,
y lograr descansar de nuevo.
A la mañana siguiente, alguien la llama a su puerta:
“¡Despierta!, muchacha, soy... Claude Debussy”.
Es el oscuro y tiránico amante;
desea ser acariciado
por su Venus dormida en un “Clair de Lune;” le espera impaciente, a que despierte, a la sombra.
VENUS DORMIDA
(a las Venus y sus tiránicos amantes)
Lánguida y soñadora descansa la tarde en su lecho inerme,
de suaves de colinas de auroras.
Su piel resplandece ante mis ojos:
hermosa, doliente y cansada.
De vez en cuando, la efigie, abre sus ojos “azúreos”
que cerró el medio día.
Cabellos ensortijado cubren el rostro y ovillan su espalda.
La adolescente, después de tocar largas horas,
dedica su siesta a recordar las notas melodiosas
del “Clair de Lune” by Claude Debussy
y ¡ha quedado exhausta!
Su lecho soporta el peso del cuerpo
derrotado por las teclas de un negro piano de cola.
La músico levita,
mientras anhela tocar una inalcanzable y sublime melodía.
Dormida resuelve notas en silencio: En su mundo de auroras
y de sueños, pretende elevar al viento los acordes;
por encima de las nubes; que sus manos resuelvan la melodía,
vuelen a mayor velocidad que el pensamiento,
al ritmo de la luz si fuera preciso...
Su madre, abnegada, la observa desde la cama,
como diosa del etéreo sacrificio:
“Está derrotada la niña, –suspira en silencio–.
Que nada empañe su visión:
parece una flor ovillada en un lecho.
Si supiera lo bonita que está, quizás se levantase
a mirarse, coqueta, al espejo:
Hija mía, ¡despierta...!”
Se arruga la tarde,
se entristece el ocaso al abrir sus ojos celestes
y contemplar que le espera...
el instrumento de castigo: ¡Ah, el piano!
“ Mamá, voy a dormir, de nuevo: ¡estoy agotada!”.
Reposa la dulce belleza y cierra sus puertas la tarde.
La madrugada trae destellos de luz a la alcoba:
La joven se levanta descolorida,
pinta el cuadro de “El beso” de klimt;
con el fin de precisar en su mente
qué hay de color en los acordes de Debussy,
y lograr descansar de nuevo.
A la mañana siguiente, alguien la llama a su puerta:
“¡Despierta!, muchacha, soy... Claude Debussy”.
Es el oscuro y tiránico amante;
desea ser acariciado
por su Venus dormida en un “Clair de Lune;” le espera impaciente, a que despierte, a la sombra.
HIMNO POSTRERO
Los amantes yacen en el lecho, inmóviles;
se miran ante los ojos del cada día,
para ver como surge la aurora
o se derrumban sueños.
El alba persigue el curso indolente de sus vidas;
atrás, van dejado, un rastro de mirada melancólica.
Apenas les restan anhelos que se regalen
ni juventud latente que ellos no estrenen;
quizás, el transito de las horas,
les devuelva el eco de lo que, un tiempo, fueron:
recuerdos de ocasos “amanecidos”.
Los amantes yacen contritos,
mirándose a los ojos con denuedo:
no hay sombra ni luz por donde
no hayan transitado sus cuerpos;
en el reverso de las horas sucumbe un trémulo suspiro:
se les escapa la esencia de su juventud antigua,
para quedar como peces dormidos,
en un mar de días improbables.
En ese declinar de la existencia,
el corazón se hace eco, arruga el deseo;
donde todo acontece, se desgrana,
con palpito que hiere al olvido o enmudece al sentimiento.
Los amantes yacen en el lecho,
se miran a los ojos como pájaros heridos;
regalan caricias al crepúsculo,
por el poco tiempo que les queda de sombra;
ya los perros ladran preludiando la aurora.
Entonces las tinieblas se diluyen,
se esconden en los abismos de los oscuros afanes.
Ahora, la semilla cohabita, junto a la mujer,
el sembrador de hijos, se recobra del nutrido sudario
que surcaron sus ansias:
un canto supremo del placer dividido...
Mientras se recobran, los amantes, del ensueño,
van dejando su estela de ejemplo vital, al nuevo día:
Como himno postrero, después del amor.
El himno hiriente
ME DERRUMBA EL TANTO QUERERTE
Tanta herrumbre me hastía y me derrumba.
y merezco, a ratos, remover la terca espina,
que parece una daga que se clava en mi suerte;
después de tantos años, de un amor dolorido que
a veces me abruma, el anhelo se torna o vuelve obsesivo:
después de tanto y tanto quererte.
He de decir que, a ratos, se torna en olvido, mis dudas,
desiste la fe que convoca al dolor.
No pretendo ahondar en heridas de hospitales
que un día se abrieron
y soltaron el látigo de escozor y amargura;
pues, no hay más llanto empeñado
que el que se engendra o se merece,
ni más flores que perfuman tu estampa abatida,
ni hay soles ni lunas que ofrezcan desvelos:
eres cruz de mi alma, siempre dolorida.
Me derrumba el dolor de tanto quererte;
en un acervo infinito aparece mi duda.
Y no tengo más lágrimas que las que he derramado,
el hospicio abnegado de mis amarguras.
Fuiste cruz de mi alma y un volcán de delirios,
en un día que quise convocar al amor,
y esa vez, en mis labios, se eclipso tu alborada
descompuesta, enferma, que condujo al dolor.
Y no espero más que aquello, lo que siempre adoramos,
librando batallas con afán e ilusión;
pero un día de agua, hiriente pesadumbre, convocamos al himno
y quedamos perplejos, con nuestra canción:
Tanta herrumbre me hastía y me derrumba.
y merezco, a ratos, purgar la terca inquina
que parece una daga que se clava en mi suerte;
después de los años, de un amor compartido que
a veces me abruma, ese anhelo se torna o vuelve obsesivo...
Me derrumba el tanto y tanto quererte.
Cada día florece la Virgen
al hacerse más bondadosa.
LA ROSA ERES TÚ
(Soledad Coronada)
He de olerte, mi “en-rosada”, sin apenas mancillarte;
exhalar tu dulce aroma; besar con la mirada
tus pétalos fragantes. Voy al centro, rubor azul,
de prisionera pureza, la efímera y temblorosa
minúscula primavera en el seno de su cruz.
Con delicia extenuada te me escondes, venusina,
tan doliente y diamantina, que musitas al albor de
una promesa, pues mi rosa enamorada eres Tú.
Elevarte con mimo y embeleso; hallar en tus
pétalos divinos el cultivo de unos versos, y obtener
tu presencia peregrina, sorteando mis espinas.
Y embarcar, “Vrg.” Soledad, en cada nota, al auxilio
de Tu Luz, para hallarme en el Edén, con cada verso,
en éxtasis y embeleso, pues mi Rosa Coronada eres Tú.
(al profesor Allan del King's,
que ha recibido el Premio Esto-es el-colmo
del agua)
ODA AL CREADOR DEL AGUA
Quien creó el agua hubo de amar la vida de los peces;
tuvo tiempo de soñar con los corales y embellecer
el color del fondo marino; acaso, bien pudo convocar
a los dioses del Olimpo
para atraer la obra de los cielos estelares.
Quien creó el agua engendró los mitos del Edén;
se enterneció a la sombra y propuso amores originarios
a la caída del ocaso, en un día de azogue solar
y de medusas aéreas.
Quien creó el agua azotó los siglos con sus inviernos; con
sus fuentes apagó la sed y forjó el abismo de los sueños;
en los días de agua regó a los amantes; con fluidos
apasionados, se adentró la unión.
Quien creo el agua forjó la erosión salada de los deseos,
dulcificó el sueño; limpió la herida y apaciguó
la árida sequía:
¡Ah!, nuestra sociedad socorrida siempre por el Agua...;
y en este punto agrario,
llegamos a Allan del King's,
el creador de la lluvia virtual:
experto líder en los recursos hídricos mundiales...
Y en ello andamos:
Oda, pues, al hombre, creador virtual de la lluvia.
_________________
Día Mundial del Agua 2014
se celebró el 22 de marzo.
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