EMILCE STRUCCHI
Emilce Strucchi (Florida, Provincia de Buenos Aires, Argentina 1956). Entre otras distinciones, obtuvo el Primer Premio en género poesía, Concurso Refugio de poetas (Madrid, España, 2002); el Segundo Premio en género poesía, en el Concurso Leopoldo Marechal (Buenos Aires, Argentina, 2003); y el Primer Premio en el Concurso Internacional de Poesía Raúl Rivero (Cuba, 2004). Fue finalista del Concurso Internacional de poesía Ciudad de Melilla (2003), y también en el Concurso Internacional de Novela Territorio de la Mancha (España, 2006) con su primer novela, Andar ligero. Ha publicado los poemarios: Pleno de ausencia (2001), Los trofeos del abandono (2003), La luz es otra cosa (2004); los poemarios El tamaño del abismo y Poseemos lo irremediable son libros inéditos. La siguiente selección pertenece a Amansalva (2006). Además de poeta, es psicóloga clínica y laboral.
Emilce, palabra con que el resto del mundo suele identificarla, fue operada en el Instituto Fleming en diciembre de 2003. Éste es el tercer año del argumento de su experiencia.
I
como quien sale al mundo por vez primera
ella extiende límite a su llanto:
la ronca huella
no su calor
y busca el rostro con los puños cerrados
se acerca a ciegas a su boca
y a ciegas
se aproxima a conocer el pecho
hasta olvidarse el cuerpo en los brazos del hijo
para ser murmullo
el olor gutural
y un estallido que asesine la región del simulacro
ese bocado de humanidad que le arrancaron a un hueco del destino
por donde un ala sangra su parte de fracaso
y no hay quien tenga recuerdo de su origen:
ninguna foto
para testificar tantos preludios
abrazados a heridas implacables
(o ciertas)
cuando era alondra y desbordaba el canto
como quien regresa con mi fe intacta
para reconstruir su muerte en paz
curvándose sobre estos pies difusos…
a mis espaldas se alzan las voces
susurran
un delito anterior
II
amansalva
en las inmediaciones
fuera de mí
delatora
y a sabiendas
lentamente
a favor de la furia
con todo, contra todos
sobra fervor:
la exponen y la esculpen
consumen su ternura, la mastican
ella traga violencias
amansalva
se soporta
se apunta
se ametralla
con todo, contra todos
se enjoya de vestigios
se sostiene
me goza sin temor
ella absorbe el placer,
se babea
el grito la arrodilla
liberado se amansa, salvador de su nombre
con todo, contra todos
ella mira y llora lo que ve:
su cuerpo es un allanamiento compasivo
entonces la resisto
y ensayo una danza alrededor de la ira
y ensayo una danza alrededor de la ira
escupo con calma
y un talismán dorado se me desliza sobre el pecho
ella se desnuda
la aman al fin
a la hora de escribir la reconocen
arrastrada y sensual
a apedrean
la derrumban
la doblegan, la rompen
¿o la muelen?
(se resguardan)
ni una huella le queda
después de mutilar su mansedumbre
IV
Cada vez hay menos territorio para perpetuarse agua.
La fura de mi carne bebió de un trago su hendidura densa
Anochece.
El vacío me abruma los párpados.
A media luz
presiento lo que nunca acaricié
¿o lo que no seré capaz de dar?
Hambrienta
ella me confía que me mantendrá impura.
Entonces
la mujer
insiste
anónima.
Arrasa
con voracidad.
VII
Sigue de pie.
No hay culpables ni castigos pendientes.
Indefensa, ella aguarda absolución.
Desde los hombros la cubre un negromanto.
Y en las profundidades,
discípulas promesas
arrasan
hasta las balas.
La toman de rehén.
Yo exijo que le restituyan
la libertad que defendía.
XVI
La mujer oculta sus cicatrices,
lamenta las sobras de su hambre.
Ella descubre que la poesía es un pantano
y siempre la emboscada
con su olor a muerte.
Una ilusión de nombre.
Yo alcanzaré mi aldea en lo callado.
Sentenciada a fiesta y a dolor
me ofreceré
para esta ceremonia.
XXI
Habrá que tolerar esta parte cotidiana de muerte
que protege respiraciones de luna
a latigazos de claridad.
¿Quién la coronó de índigo azabache?
¿Quién le confió su vicio feroz de centinela
que me reitera noches como lanzas?
Aquí sus labios incumplidos.
Y aquí su desnudez:
el ritual de un hechizo.
Es sitio donde vislumbra sin piedad
la conspiración
que urde su reflejo.
XXVII
Si soy la verduga ella es mi rehén
amordazada
bocabajo
omóplatos abruptos
a picahielo
nacen ensueños bajo el cuerpo
contra la anestesiada, conspiración
en un baile de látex
tentáculos extremos
máxima pulcritud, percusiones
metal y olor a muerte limpia
minúscula seguridad
de sol sobre la espalda
¿cabeza en agujero de camilla?
¿o es contra aquella pared de su infancia?
están alrededor
desgajan
meten
se entrometen
allanan y cobaltan
usurpadores
buscan
rebuscan
más, rehúnden manos en la orgía
ella vomita madre
yo
la protejo del deseo.
XXVIII
Digo lo que no fue el amor.
Edifiqué los laberintos
para conmemorar brutalidades.
Ella cinceló agua sobre hielo
hasta arrancarme las mejillas,
hasta triunfar sobre mis ojos.
Digo lo que no fue de amor
porque poblé mi pesadilla para todas las noches
en que me regresaba.
Ella cedió el vacío
a las palabras,
al filo de la servidumbre.
Todavía
mastico su oscuridad.
XXX
Este desamparo de habitaciones me da miedo.
En las proximidades
no hay sonido que guíe
la persecución de mis difuntos.
¿Será que las voces se enduelen más al aire?
Mis hondos artesanos insisten en las fosas
cuando soy la criatura
animal humano
errante
que rehúye
que escribe con furia de cautiva.
XXXVII
Acecha a contra rayo.
Una fuerza final
mueve su mano después de la pregaria.
ya conquistó la noche.
Grabó en su cuerpo rojo
agasajos de estafas que no se merecía.
Digna dueña de opacidades
ella me escucha
Jungla o Puñal
Locura Desapego.
Por eso implora el fervor de la sed:
para recuperar el sol y ajusticiar mis párpados.
Agusanar las horas
calmamente
hasta inventar
mi pretensión de oscuro.
XLIII
La muerte es muerte porque nos separa
John Done
Regresar a casa.
Regresar a la casa
es una sucesión de fresnos
amapolas piezas abandonadas
saber que no habrá ceguera
para los zapatos vacíos
sobre el pasto y la humedad de la tierra
que se despiden de los pasos
–los ruidos de sus pasos–
del crujido posterior al ruido de tus pasos
la madera estridente
regresar a la casa
es la sucesión de flores silvestres y tréboles y juncos
sacrificio de cuadros de familia
colgando en las paredes
el acto de tantear habitaciones
una a una
habitaciones que son un caos
mudo
de orden perfecto
puntiagudocortante
y en cada lugar al que entramos
nos espera la nueva despedida
una ausencia rotunda de su voz
que busco y busco te busco sorda muda
por todos los rincones
escaleras peldaños
debajo de las mesas
puede ser juego inofensivo
perverso peligroso
tal vez detrás de algún aromo…
fijarse darse vuelta
buscarle las pupilas
el perfume
el pañuelo de acuerdo con el traje
seguir
las casuarinas los sauces los alerces
y no
colores de luto o los otros
primos hermanos o lejanos
tías ellas oscuras
que cuentan las anécdotas
¿pared o paredón el muro?
después coro cantos canciones
la perseverancia de las canciones los chillidos
las luces los ramos de azucenas
los frenos no funcionan
que me trague la tierra el campo
el horizonte que esta vez termina
la ruta que concluye en otra ruta
se destrozan los pies
los frenos no funcionan
te tragan los maizales
el trigo los sembrados
los hierros retorcidos
la puta muerte que te trae
te lleva.
Homenaje a mi amigo Carlos
.
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