John Greenleaf Whittier
(1807-1892). Poeta, periodista y director de publicaciones norteamericano, nacido en East Haverhill (Massachusetts) el 17 de septiembre de 1807 y fallecido en Hampton Falls (New Hamshire) el 7 de septiembre de 1892.
John Greenleaf Whittier nació en el seno de una familia de campesinos cuáqueros y se crió en la granja que sus padres poseían en East Haverhill, donde, desde su tierna infancia, se familiarizó con la poesía de Burns. Whittier recibió una instrucción muy limitada y fue hasta cierto punto una persona autodidacta, pues si bien su padre era un modesto terrateniente, no poseía los medios económicos necesarios para que sus hijos recibieran una completa formación intelectual. Pero el joven Whittier, que sentía un enorme placer con la lectura, se dedicó a estudiar a través de los textos clásicos de poesía inglesa que aparecían en la New England Weekly Review en Hartford, y dio prontamente verdaderas muestras de su vocación por la poesía. De esta manera, su hermana Mary, convencida del ingenio poético de su hermano, hizo llegar una de sus poesías al director de The Free Press, un periódico de Newburyport. Garrison, el director, no sólo publicó el poema en el periódico, sino que quiso conocer al joven poeta, que contaba entonces con diecinueve años. Garrison reafirmó las ambiciones literarias de Whittier y sus aptitudes como poeta, y le animó a continuar en sus estudios. Whittier, decidido a dedicarse por completo a la poesía, comenzó a asistir a la “Haverhill Academy”, donde estudió durante algún tiempo, y se comprometió con A. Thayer, el director de The Gazette de Haverhill, a escribir semanalmente algunos versos para este periódico.
Al año siguiente, cuando Whittier ya había cumplido los veinte años, emprendió la empresa de componer un volumen de versos que finalmente no llegaría a completar, The poems of Adrian (1828, Los poemas de Adriano). En 1929, Whittier fue nombrado director de The Gazette y, un año más tarde, en 1830, ocupaba este mismo puesto en The New England Weekly Review de Hartford (Connecticut). Mientras se ocupaba de la dirección de este periódico, dio a la imprenta su primer volumen de versos, Legends of New England in Prose and Verse (1831, Leyendas de Nueva Inglaterra en prosa y verso), y un poco más tarde publicó Moll Pitcher (1832). En 1883, movido por la lectura de la obra de Garrison Thoughts on Colonization (Pensamientos sobre la colonización), Whittier se comprometió políticamente con el movimiento de emancipación de los negros, del que se convirtió no sólo en partidario sino en portavoz. Desde esa fecha hasta 1865, cuando se produjo la emancipación de los negros con el final de la Guerra Civil, Whittier se dedicó por completo a realizar una labor política junto a quienes defendían los derechos de los esclavos negros, si bien mantuvo una actitud conservadora como político, exceptuando los problemas sociales y económicos; contribuyó asimismo en la fundación del partido republicano y, aunque fue elector presidencial en 1865, abandonó la política tras la guerra civil. Whittier se apoyó en su cargo de director y editor de numerosos periódicos para promover la abolición de la esclavitud, labor que fue especialmente intensa entre 1833 y 1840. Se enfrentó como periodista a todos aquellos que defendían la esclavitud a través de sus artículos y sus versos, lo que provocó más de un incidente en las oficinas de sus periódicos, tal como sucedió durante la campaña de prensa que llevó a cabo entre 1838 y 1839 en Filadelfia, cuando los partidarios de la esclavitud de los negros saquearon e incendiaron la imprenta del periódico antiesclavista The Pennsylvania Freeman. A pesar de estas contrariedades, Whittier nunca abandonó la defensa de sus ideas y la lucha por la libertad, por lo que continuó publicando sus argumentaciones en forma de versos en distintos periódicos, en los que también ejercía función de director, como en el famoso diario abolicionista The National Era.
Aunque nunca abandonó el periodismo, después de 1840 se aplicó más de lleno a su primera vocación literaria, la poesía. Rápidamente apareció un volumen de poemas con el título de Lays of my Home and Other Poems (1843, Cantos de mi patria y otras poesías), gracias al cual consiguió su primer gran éxito literario, lo que le supuso igualmente una relativa tranquilidad económica. Después de este primer triunfo literario apareció Voices of Freedom (1846, Voces de libertad), volumen donde Whittier recogió sus poemas contra la esclavitud, a través de los cuales intentó justificarse como poeta por su intensa preocupación por la libertad y la fraternidad entre los humanos, inquietudes que se originaban en su educación en las creencias cuáqueras; en este libro se incluye el famoso poema “Massachusetts to Virginia”. De entre sus trabajos anteriores a la Guerra Civil destacan títulos como Leaves from Margaret Smith’s Journal (1849, Hojas del diario de Margaret Smith), una obra escrita en prosa en la que Whittier retrató la sociedad del Massachusetts de finales del siglo XVII; Old Portraits and Modern Sketches (1850, Viejos retratos y esbozos modernos), Songs of Labor (1850, Canciones del trabajo), seguramente su mejor obra; The Panorama (1856), donde destacan poemas de la talla de “Maud Muller” y “Barefoot Boy”; Home ballads (1860, Las baladas del hogar) y In War Time (1864, En tiempo de guerra), donde se recoge el célebre poema “Barbara Frechtie”, o el titulado “Marguerite”.
Después de la Guerra Civil, Whittier se dedicó completamente al cultivo de la poesía, con obras como Snow-bound (1866, Prisioneros de la nieve), donde se recoge el célebre poema escrito a la muerte de su querida hermana Elizabeth, en el que el autor rememora su infancia, y con el que consiguió hacer del libro un rotundo gran éxito. En esta misma época Whittier publicó The tent on the beach (1867, La tienda en la playa), un sorprendente documento donde se retratan la vida y las antiguas costumbres rurales de Nueva Inglaterra, haciendo referencia a su historia y sus leyendas. Destacan también Among the Hills and Other Poems (1869-71, Entre las colinas y otras poesías) o Miriam and Other Poems (1871, Miriam y otras poesías), entre otros. Su entera producción literaria fue recogida más tarde en sus Complete Works (Obras Completas), en ediciones realizadas entre 1888 y 1889, cuando el autor todavía vivía.
Whittier estuvo considerado entre los críticos de su mismo siglo como un importante poeta, al que colocaron a la altura de autores de la categoría de Longfellow, y su obra tuvo gran trascendencia en Inglaterra mientras Whittier seguía escribiendo. Su reconocimiento se hizo patente en el momento en que fue objeto de un homenaje de carácter nacional, precisamente cuando Whittier celebraba su septuagésimo aniversario. Falleció mientras realizaba una excursión a las cascadas de Hampton a causa de una hemorragia cerebral.
Si bien sus primeras obras, como Voices of freedom, reflejan toda la energía, el vigor y la pasión de su poesía en oposición a la esclavitud, Whittier ha sido popularmente conocido por sus nostálgicos poemas sobre Nueva Inglaterra, lo que le supuso una valiosa reputación como poeta regionalista. No obstante, gran parte de lo mejor de su poesía se origina a partir de la Guerra Civil, cuando Whittier muestra en sus poemas el interés que sentía por su tierra natal, especialmente preocupado por retratar la belleza de las costumbres rurales y el folclore de Nueva Inglaterra, lo que le llevó a cultivar lo que él mismo denominó la “pastoral yanqui”. Sus famosos poemas, así como los cerca de cien himnos que compuso, le han supuesto a Whittier disfrutar de ser tenido por uno de los poetas más populares de su tiempo, una reputación que no le ha sobrevivido, aunque su obra puede encontrarse en las numerosas ediciones antiguas existentes.
Poesía de John Greenleaf Whittier
Escogida y traducida por Benigno Sánchez-Eppler y Susan Furry
Amado Señor, Padre de todos
Amado Señor, Padre de todos,
¡Perdónanos nuestras necedades!
Revístenos en mente buena y justa.
Que con vidas más puras te sirvamos,
y con más honda humildad te adoremos.
Que oigamos el llamado de tu gracia
con la llana confianza de los pescadores.
Y al igual que aquellos,
sin palabras, levantémonos
y sigamos en pos de ti.
En el descanso del séptimo día,
en la calma de las colinas galileas
Jesús se arrodilló compenetrándose
con tu silencio eterno
y con tu amor.
Con tu profunda quietud ven y avasalla
todas esas palabras y obras nuestras
que ensordecen el delicado silbo del llamado,
y haz que en silencio tu bendición,
como el maná, nos caiga.
Esparce tu rocío de sosiego
hasta que cesen todas nuestras luchas.
Quita de nuestras almas la fiebre y el bullicio;
y haz que nuestras vidas ordenadas
confiesen lo bello de tu paz.
Sopla por entre los ardores del deseo
tu frescura y tu bálsamo;
enmudece los sentidos, aquieta la carne;
y por entre el terremoto, el viento, el fuego,
habla tú, oh voz apacible de calma.
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1. Aquí traducimos las últimas seis estrofas del poema titulado “Haciendo Soma” porque sólo éstas sirven de letra a un himno muy querido por los cuáqueros de habla inglesa. Existe una traducción de N. Martínez y G.P. Simmonds, con rima y métrica cantable En nuestra traducción, libre de la necesidad de adaptarnos a la música, hemos podido ofrecer una versión más cerca al texto original.
2. Mateo 4:18-22, Marcos 1:16-20
3. Éxodo 16
4. 1 Reyes 19:11-12. La frase hebrea traducida en Reina-Valera como “un silbo apacible y delicado” aparece en la versión de King James con una frase que corresponde literalmente a “una voz sosegada y pequeña.”
Dear Lord and Father
Dear Lord and Father of mankind,
Forgive our foolish ways!
Reclothe us in our rightful mind,
In purer lives Thy service find,
In deeper reverence, praise.
In simple trust like theirs who heard
Beside the Syrian sea
The gracious calling of the Lord,
Let us, like them, without a word,
Rise up and follow Thee.
O Sabbath rest by Galilee!
O calm of hills above,
Where Jesus knelt to share with Thee
The silence of eternity
Interpreted by love!
With that deep hush subduing all
Our words and works that drown
The tender whisper of Thy call,
As noiseless let Thy blessing fall
As fell Thy manna down. 3
Drop Thy still dews of quietness,
Till all our strivings cease;
Take from our souls the strain and stress,
And let our ordered lives confess
The beauty of Thy peace.
Breath through the heats of our desire
Thy coolnesss and Thy balm;
Let sense be dumb, let flesh retire;
Speak through the earthquake, wind, and fire,
O still small voice of calm! 4
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1. These are the last six stanzas of “The Brewing of Soma,” which serve as the text of a hymn that is very dear to English-speaking Quakers. It has been translated previously into a singable version, but in our translation, which is not intended to be sung, we have been able to stay closer to the original text.
2. Matthew 4:18-22, Mark 1:16-20
3. Exodus 16
4. 1 Kings 19:11-12. The Hebrew phrase translated as “a still small voice” in the
King James Version is translated in Reina-Valera with a phrase that literally
means “a peaceful and delicate whisper.” One modern English translation calls it “a sound of sheer silence.”
Nuestro Maestro
Amor sin muerte y siempre pleno
rebosando libérrimo y sin límite,
un eterno compartir, un todo entero,
pleamar sin reflujo, agua de vida.
Nuestros labios lo confiesan supremo
por sobre todo nombre que se nombra;
sólo el Amor sabe de donde vino,
sólo el Amor al mismo amor comprende.
¡Soplen, vientos de Dios! ¡Despierten
y dispersen las nieblas de la tierra!
Irradia Luz Divina, y muestra a nuestros ojos
cuan perdidos estamos de la más recta senda.
¡Cállense los labios y ciérrense los libros!
¡Sosiéguese la pugna entre las lenguas!
¿Por qué afanarse buscando hacia delante o hacia atrás
ese amor que como el aire siempre nos abraza?
No podemos subir hasta los cielos
para hacer descender a Jesucristo;
y en vano rebuscamos en lo hondo
por quien ningún abismo ahogaría.
Ni el santo pan, ni las sangrantes uvas
pueden rehacernos ese rostro anhelado
de Quien ya no tenemos
ni en forma externa ni en su humana carne.
Él no viene para sentarse en tronos,
y la esperanza del mundo se adelgaza;
los siglos pasan su agobiante espera
oteando y buscándolo en las nubes del cielo.
Viene la muerte y la vida se va;
no reciben respuesta ni el ojo ni el oído;
la sepultura es muda,
y el hueco cielo, silente y triste.
La letra fracasa, los sistemas caen,
todo símbolo mengua;
mas el Espíritu todo lo empolla bajo sus alas
y Eterno Amor siempre presente queda.
Si como Juan sentimos su sonrisa de amor,
si como Pedro, el peso de su reprimenda,
ya no buscamos señas de su presencia
ni cielo arriba ni tierra abajo.
En el gozo de la paz interior,
o en la tristeza bajo el pecado,
Él mismo brinda su mejor evidencia;
su testigo está adentro.
Ni fábula antigua, ni cuento de mito,
ni sueño de poetas o profetas,
ni un hecho muerto varado
a orillas de los años inconscientes; –
sino consuelo presente es Él,
cálido, dulce, tierno;
y la fe todavía tiene su Olivar,
y el amor su Galilea.
Tu vestimenta sin costura
riega salud
ahí mismo, a la vera del lecho adolorido.
Muy dentro del gentío y bullicio la tocamos
Y nos rehace enteros, vivos, sanos.
Por Él mismo se eleva la confiada plegaria
que tan tierna pronuncian los labios de la infancia,
y el susurro final de nuestros muertos
sosegado resuena con Su nombre.
Amo y Maestro de nosotros todos,
sea cual fuere nuestro nombre y signo,
oímos Tu llamado, afirmamos por siempre Tu dominio,
mesuramos nuestra vida por la Tuya.
Tú nos juzgas, Tu pureza condena
todo el pecado en nuestra desmesura;
la ira que lo abrasa y lo calcina
es ese mismo Amor que a Ti nos lleva.
Abierta queda a Tu mirar la mente:
nuestro pecar secreto está desnudo
en la luz blanca
de Tu rostro puro.
Tierna, tu Luz irradia en la aflicción
penetrando con un dolor que sana;
Tu dulzura es lo amargo del pecado,
Tu gracia, la dentellada del remordimiento.
Aunque seamos débiles y ciegos,
Tú reconocerás nuestro servicio;
variadas son nuestras ofrendas
y por amor, ninguna nos rechazas.
Con todos sus gozos y dolores,
nuestra natura a Ti Te pertenece;
el agravio que un hombre le hace a otro,
hace una herida en Ti mucho más honda.
El que odia, Te odia a Ti;
el que ama, a Ti se apega;
todos los dulces frutos del pecho y del hogar
son el multiplicar de Tu semilla.
Métanse Tus raíces en las profundidades
del polvo nuestro que Tu amor fecunda,O Vid celeste:
humano total, divino todo;
Flor de hombre y de Dios.
¡Amor! ¡Vida! Tu presencia hace una
nuestra fe y nuestra vista; y así,
trasfigurando lo blanco de las nubes
vislumbramos el sol de mediodía.
Así, atenuado, más tierno para ojos mortales,
recubierto con Tu velo de carne,
nos enseñas en Ti muy revelado
el desnudo corazón del Padre.
Escuchamos confusos susurros,
vemos oscuramente por espejos,
y a Ti nos dirigimos con frases incoherentes.
Sin embargo, ya sea en confusión o nitidez,
en Ti reconocemos Luz, Verdad, y Camino.
El Padre también goza
de toda reverencia que a Ti rendimos;
ningún celo ni envidia separa
la cruz del Hijo y el trono del Altísimo.
Hacer Tu voluntad es mejor que alabarte,
lo dicho vale menos que lo hecho;
sólo la fe sencilla discierne Tu camino
extraviado por la cartografía de los credos.
En Tu servicio no cabe nuestro orgullo;
no hay lugar para el yo ni lo mío.
Nuestras fuerzas humanas son flaquezas
y nuestra vida es muerte aparte de la Tuya.
Apartados de Ti, toda ganancia es pérdida,
toda labor por vanidad se hace,
y la sombra solemne de Tu cruz
nos da más luz que el sol del mediodía.
¡Amor innominable,
sólo tu nombre salva!
Descarriarnos de Ti ya es el infierno,
Y caminar contigo, paraíso.
Tú estás tan firme en todo lo que eres –
¡cuan vano es defenderte con clamores!
El suspiro de un pecho arrepentido
mucho más vale que el batir de labios.
La petición de los intolerantes, no es para Ti;
ni es Tuya la condena que asestan los fanáticos;
no Te hace falta ningún amor por Ti
que desemboque en odio contra el hombre.
Amigo nuestro, nuestro Hermano y Señor,
¿qué servicio podemos ofrecerte?
Nada de nombres, nada de ritos,
nada más que escucharte para seguir Tus sendas.
No Te damos ofrenda de holocausto;
no amontonamos lápidas ni altares;
quien más Te sirve es el que más ama
a sus hermanos, que también son Tuyos.
El tierno oficio de amor y gratitud
es tu letanía,
y hacer el bien con gozo
es la mejor liturgia y sacramento.
En vano se dispersan los humos del incienso
por la vacía bóveda;
en vano se enaltece el ruido de los bronces
desmelenados desde la espadaña.
Repica el corazón campanas del Nacido,
y alza en sus entrañas Tus altares;
su fe y su esperanza son Tus cánticos,
y su obediencia fiel es alabanza.
Our Master
Immortal Love, forever full,
Forever flowing free,
Forever shared, forever whole,
A never-ebbing sea!
Our outward lips confess the name
All other names above;
Love only knoweth whence it came
and comprehendeth love.
Blow, winds of God, awake and blow
The mists of earth away!
Shine out, O Light Divine, and show
How wide and far we stray!
Hush every lip, close every book,
The strife of tongues forbear;
Why forward reach, or backward look,
For love that clasps like air?
We may not climb the heavenly steeps
To bring the Lord Christ down:
In vain we search the lowest deeps,
For Him no depths can drown.
Nor holy bread, nor blood of grape,
The lineaments restore
Of Him we know in outward shape
And in the flesh no more.
He cometh not a king to reign;
The world’s long hope is dim;
The weary centuries watch in vain
The clouds of heaven for Him.
Death comes, life goes; the asking eye
And ear are answerless;
The grave is dumb, the hollow sky
Is sad with silentness.
The letter fails, and systems fall,
And every symbol wanes;
The Spirit over-brooding all
Eternal Love remains.
And not for signs in heaven above
Or earth below they look,
Who know with John His smile of love
With Peter His rebuke.
In joy of inward peace, or sense
Of sorrow over sin,
He is His own best evidence,
His witness is within.
No fable old, nor mythic lore,
Nor dream of bards and seers,
No dead fact stranded on the shore
Of the oblivious years; –
But warm, sweet, tender, even yet
A present help is He;
And faith has still its Olivet,
And love its Galilee.
The healing of His seamless dress
Is by our beds of pain;
We touch Him in life’s throng and press,
And we are whole again.
Through Him the first fond prayers are said
Our lips of childhood frame,
The last low whispers of our dead
Are burdened with His name.
Our Lord and Master of us all!
Whate’er our name or sign,
We own Thy sway, we hear Thy call,
We test our lives by Thine.
Thou judgest us; Thy purity
Doth all our lusts condemn;
The love that draws us nearer Thee
Is hot with wrath to them.
Our thoughts lie open to Thy sight;
And, naked to Thy glance,
Our secret sins are in the light
Of Thy pure Countenance.
Thy healing pains, a keen distress
Thy tender light shines in;
Thy sweetness is the bitterness,
Thy grace the pang of sin.
Yet, weak and blinded though we be,
Thou dost our service own;
We bring our varying gifts to Thee,
And Thou rejectest none.
To Thee our full humanity,
Its joys and pains, belong;
The wrong of man to man on Thee
Inflicts a deeper wrong.
Who hates, hates Thee, who loves becomes
Therein to Thee allied;
All sweet accords of hearts and homes
In Thee are multiplied.
Deep strike Thy roots, O heavenly Vine,
Within our earthly sod,
Most human and yet most divine,
The flower of man and God!
O Love! O Life! Our faith and sight
Thy presence maketh one,
As through transfigured clouds of white
We trace the noon-day sun.
So, to our mortal eyes subdued,
Flesh-veiled, but not concealed,
We know in Thee the fatherhood
And heart of God revealed.
We faintly hear, we dimly see,
In differing phrase we pray;
But, dim or clear, we own in Thee
The Light, the Truth, the Way!
The homage that we render Thee
Is still our Father’s own;
No jealous claim or rivalry
Divides the Cross and Throne.
To do Thy will is more than praise,
As words are less than deeds,
And simple trust can find Thy ways
We miss with chart of creeds.
No pride of self Thy service hath,
No place for me and mine;
Our human strength is weakness, death
Our life, apart from Thine.
Apart from Thee all gain is loss,
All labor vainly done;
The solemn shadow of Thy Cross
Is better than the sun.
Alone, O Love ineffable!
Thy saving name is given;
To turn aside from Thee is hell,
To walk with Thee is heaven!
How vain, secure in all Thou art
Our noisy championship!
The sighing of the contrite heart
Is more than flattering lip.
Not Thine the bigot’s partial plea,
Nor Thine the zealot’s ban;
Thou well canst spare a love of Thee
Which ends in hate of man.
Our Friend, our Brother, and our Lord,
What may Thy service be? –
Nor name, nor form, nor ritual word,
But simply following Thee.
We bring no ghastly holocaust,
We pile no graven stone;
He serves Thee best who loveth most
His brothers and Thy own.
Thy litanies, sweet offices
Of love and gratitude;
Thy sacramental liturgies
The joy of doing good.
In vain shall waves of incense drift
The vaulted nave around,
In vain the minster turret lift
Its brazen weights of sound.
The heart must ring Thy Christmas bells,
Thy inward altars raise;
Its faith and hope Thy canticles,
And its obedience praise!
La cruz
Ricardo Dillingham, joven miembro de la Sociedad de Amigos, murió
en la prisión de Nashville, donde fue encarcelado por haber ayudado en
la fuga de esclavos.
"Si bien la llevas, la cruz no es carga, sino sostén."
Kempis
lo dijo así hace ya tiempo.
Y tú, joven generoso, valiente y fiel
buen testimonio de esta verdad nos diste.
En ti pusieron carga de martirio,
y ese madero de dolor y vergüenza
se convirtió en cayado entre tus manos
por aquellos senderos donde sólo con fe
pudiste ver los pasos del Maestro.
No yace olvidada la semilla
de ningún sacrificio generoso,
y aunque parezca echada en el desierto,
en flor y fruto brotará por fin.
Tuya fue la siembra;
sólo Dios sabe el fin de lo plantado.
Ciegos somos, la siega es de Él.
The Cross
RichardDillingham, a young memberoftheSociety ofFriends, died in the
Nashville penitentiary, where hewasconfined for aiding in theescapeof
fugitiveslaves.
“The cross, if rightly borne, shall be
No burden, but support to thee;”
So, moved of old time for our sake,
The holy monk of Kempen spake.
Thou brave and true one! upon whom
Was laid the cross of martyrdom,
How didst thou, in thy generous youth,
Bear witness to this blessed truth!
Thy cross of suffering and of shame
A staff within thy hands became,
In paths where faith alone could see
The Master’s steps supporting thee.
Thine was the seed-time; God alone
Beholds the end of what is sown;
Beyond our vision, weak and dim,
The harvest-time is hid with Him.
Yet, unforgotten where it lies,
That seed of generous sacrifice
Though seeming on the desert cast,
Shall rise with bloom and fruit at last
Por obras
No le tildes de hereje a quien, sin credo,
confiesa su fe en la bondad con obras.
Todo lo que se haga en nombre del amor,
librar al preso, alzar al caído,
se le hace a Cristo. Quien de hechos y palabras
no es contra el Señor, por Él obra.
Triste y agotado, anhelando febril
el dulce consuelo del amor,
Jesús buscó la puerta de las dos hermanas;
Una vio al hombre celestial, la otra al humano.
¿Alguien podría decir quién amó más al Maestro?
By Their Works
Call him not heretic whose works attest
His faith in goodness by no creed confessed.
Whatever in love’s name is truly done
To free the bound and lift the fallen one
Is done to Christ. Whoso in deed and word
Is not against Him labors for our Lord.
When He, who, sad and weary, longing sore
For love’s sweet service, sought the sisters’ door,
One saw the heavenly, one the human guest,
But who shall say which loved the Master best?
Requerimiento
Vivimos por la Fe;
mas la Fe no es esclava de texto ni leyenda.
La voz de la Razón, la voz de Dios,
las voces del Deber y la Naturaleza
jamás entran en pugna.
¿Qué pide nuestro Padre de sus hijos?
Nada más que humildad y piedad y justicia:
la cosecha fecunda de algunas buenas obras,
una vida sin mancha, y el pecho tierno
alerta al menester del prójimo,
reverencia, confianza, y oración
por la luz que ilumina las huellas del Maestro
en la vía nuestra de cada día.
Ningún azote de penitente,
ni filo ni ascua de sacrificio,
sólo la paz preciosa de una vida ordenada,
en la que el respirar eleva soplos que alaban sin palabras.
Una vida como todas las vidas verdaderas,
arraigada en la fe que Dios es Bueno.
Requirement
We live by Faith; but Faith is not the slave
Of text and legend. Reason’s voice and God’s,
Nature’s and Duty’s, never are at odds.
What asks our Father of His children, save
Justice and mercy and humility,
A reasonable service of good deeds,
Pure living, tenderness to human needs,
Reverence and trust, and prayer for light to see
The Master’s footprints in our daily ways?
No knotted scourge nor sacrificial knife,
But the calm beauty of an ordered life
Whose very breathing is unworded praise! –
A life that stands as all true lives have stood,
Firm-rooted in the faith that God is Good.
En Voz Alta
¿Y de qué sirven las flacas palabras
para alcanzar de la Verdad el seno?
¿Quién, ciego y débil, será capaz de señalar la vía,
de captar el misterio en lenguaje corriente?
Mas, si acaso entrara por tu mente indigna
algo no tuyo – alguna sombra de aquel Pensar
del cual nuestros esquemas, credos, religiones, ritos,
son sólo sueños tenues – no te es permitido esconder
lo que tampoco has de atreverte a pronunciar a la ligera,
para que en tu boca lo real no suene falso,
ni la hermosura menos que divina.
Y así, sopesando el deber en balanza de oración,
da lo que tú sientas haber recibido –
quizás una semilla de bondad
echada en suelo barbecho, tierra necesitada.
Utterance
But what avail inadequate words to reach
The innermost of Truth? Who shall essay,
Blinded and weak, to point and lead the way,
Or solve the mystery in familiar speech?
Yet, if it be that something not thy own,
Some shadow of the Thought to which our schemes,
Creeds, cult, and ritual are at best but dreams,
Is even to thy unworthiness made known,
Thou mayst not hide what yet thou shouldst not dare
To utter lightly, lest on lips of thine
The real seem false, the beauty undivine.
So, weighing duty in the scale of prayer,
Give what seems given thee. It may prove a seed
Of goodness dropped in fallow-grounds of need.
La bondad eternal
Oh amigos, con los que he caminado
por sosegados pasillos de oración,
gozoso afirmo vuestro ardor por Dios
y vuestro amor al prójimo.
Bosquejo el trazo de vuestro argumento,
la concatenación de lógica y razón;
lo sopeso como quien teme a la discordia,
y le huye al error de la duda.
Sin embargo mis manos son muy débiles
para empuñar los férreos credos vuestros:
contra lo que me mandáis a decir,
el corazón dentro de mí suplica.
¿Quién sondea el Pensamiento Eterno?
¿Cómo hablar de orden y designios?
¡El Señor es Dios! No le hace falta
ningún baladí artificio del hombre.
Ando con pies descalzos y callados
sobre la tierra que pisáis audaces.
No me atrevo a tasar con ningún límite
ni el amor ni el poder de Dios.
Alabáis Su justicia;
igual estimo yo Su amor clemente.
Vosotros buscáis rey; yo anhelo tocar
la orla de Su manto sin costura.
Vosotros veis la maldición que nubla y amenaza
un mundo de dolor y pérdida;
yo siento las bienaventuranzas del Señor,
y Su ruego en la cruz.
¡Ay! – yo mismo reconozco muy adentro
algo peor de lo que el escolástico adoctrina:
no podéis pintar ni el pecado tan negro,
ni el mérito tan ínfimo como yo los siento.
Rindo mi frente al polvo,
ciego mis ojos de vergüenza.
Desde lo trémulo de mi autodesconfianza
elevo una oración falta de mérito.
Veo el mal que me cerca,
siento la culpa adentro,
escucho los aullidos y el gemir
con los que el mundo su pecar confiesa.
Mas, dentro del loco laberinto,
sacudido y anegado por tormentas,
mi espíritu se aferra a una confianza firme:
¡Yo sé que Dios es bueno!
Aunque no estoy para mirar visión
que serafín
ni querubín
aguanta,
sí sé que lo malo en mí
no puede ser bueno en Él.
El mal que me atormenta el alma aquí en la tierra,
no me atrevo a achacárselo a Dios allá en su trono.
No conozco Su odio.
sólo conozco Su bondad y amor.
De los dones recibidos
vislumbro más que no he visto.
Al igual que el salmista castigado,
confieso lo recto de Su juicio.
Anhelo aquellas voces que del hogar se han ido;
las sonrisas borradas anhelo.
Los amados que Dios me dió, también me los quitó,
y lo que Él hace no puede ser agravio.
No sé qué guarda el futuro
de sorpresa o maravilla.
Sólo sé que Su misericordia
cimienta vida y muerte.
Si débil es mi corazón para aguantar
insólitos dolores, si débil es mi carne,
no quebrará el Señor la caña cascada,
la fortalecerá y mantendrá erguida.
No tengo ofrenda ni obra propia
como prueba de fe;
sólo puedo dar lo que Él me ha dado;
todo amor que de mí brote es Suyo.
A la vera del Mar Silencioso
espero el remo fúnebre;
sea en tierra o en océano
ningún daño me viene de Su mano.
No sé donde Sus islas alcen
las frondas de palmas al aire;
sólo sé que ni aun a la deriva
me saldré de Su amor y Su ternura.
¡Oh hermanos! si mi fe es vana,
si estas esperanzas me traicionan,
orad por mí, pedid que mis pasos alcancen
el camino recto y seguro.
¡Y Tú, Señor! que ves tal como son
a todas Tus criaturas, perdona
si me excedo al apoyar tanto en Ti
mi frágil corazón humano.
The God And love
Oh friends! with whom my feet have trod
The quiet aisles of prayer,
Glad witness to your zeal for God
And love of man I bear.
I trace your lines of argument;
Your logic linked and strong
I weigh as one who dreads dissent,
And fears a doubt as wrong.
But still my human hands are weak
To hold your iron creeds:
Against the words ye bid me speak
My heart within me pleads.
Who fathoms the Eternal Thought?
Who talks of scheme and plan?
The Lord is God! He needeth not
The poor device of man.
I walk with bare, hushed feet the ground
Ye tread with boldness shod;
I dare not fix with mete and bound
The love and power of God.
Ye praise His justice; even such
His pitying love I deem:
Ye seek a king; I fain would touch
The robe that hath no seam.
Ye see the curse which overbroods
A world of pain and loss;
I hear our Lord’s beatitudes
And prayer upon the cross.
More than your schoolmen teach, within
Myself, alas! I know:
Too dark ye cannot paint the sin,
Too small the merit show.
I bow my forehead to the dust,
I veil mine eyes for shame,
And urge, in trembling self-distrust
A prayer without a claim.
I see the wrong that round me lies,
I feel the guilt within;
I hear, with groan and travail-cries,
The world confess its sin.
Yet in the maddening maze of things,
And tossed by storm and flood,
To one fixed trust my spirit clings;
I know that God is good!
Not mine to look where cherubim3
And seraphs
4 may not see,
But nothing can be good in Him
Which evil is in me.
The wrong that pains my soul below
I dare not throne above,
I know not of His hate, – I know
His goodness and His love.
I dimly guess from blessings known
Of greater out of sight,
And, with the chastened Psalmist, own
His judgments too are right.
I long for household voices gone,
For vanished smiles I long,
But God hath led my dear ones on,
And He can do no wrong.
I know not what the future hath
Of marvel or surprise,
Assured alone that life and death
His mercy underlies.
And if my heart and flesh are weak
To bear an untried pain,
The bruisëd reed He will not break
But strengthen and sustain.
No offering of my own I have,
Nor works my faith to prove;
I can but give the gifts He gave,
And plead His love for love.
And so beside the Silent Sea
I wait the muffled oar;
No harm from Him can come to me
On ocean or on shore.
I know not where His islands lift
Their fronded palms in air;
I only know I cannot drift
Beyond His love and care.
O brothers! if my faith is vain,
If hopes like these betray,
Pray for me that my feet may gain
The sure and safer way.
And Thou, O Lord! by whom are seen
Thy creatures as they be,
Forgive me if too close I lean
My human heart on Thee!
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