sábado, 7 de mayo de 2016

EZEQUIEL VIETA [18.644]




Ezequiel Vieta Estévez 

(1922-1995). Narrador, dramaturgo y crítico cubano. Una de las figuras más relevantes de la literatura cubana contemporánea. Sus ya clásicas obras Aquelarre (1954), Vivir en Candonga (Premio UNEAC, 1965), Mi llamada es (1982), y Baracutey (1984) lo reafirman como uno de los narradores de presencia inquietante e ineludible en las letras cubanas de la segunda mitad del siglo XX. Su novela Pailock, aparecida en 1991 y Premio de la Crítica en 1992, consolida esta opinión. Su teatro, de una breve producción, es menos conocido y divulgado. El crítico e investigador literario Luis Álvarez ha sintetizado de manera muy clara algunas de las claves que sitúan a la obra de Ezequiel Vieta como una de las realizaciones más singulares del panorama literario cubano de las últimas cinco décadas del siglo XX. Para él, en la obra de Vieta “hay otro tipo de estilo de narrar, donde no es la causalidad de la secuencia narrativa lo que importa, sino que, por el contrario, el texto tiene aliento y empuje a partir de un trazado en espiral, que se ocupa de las resonancias semánticas, y lo hace de manera tan obsesiva y concentrada, que esa espiral produce una orquestación especialísima de imágenes, ideas, sensaciones, ritos que convocan a una percepción difícil y renovada, ajena a la concatenación tradicional de los hechos y las psicologías.”

Por su parte Alberto Garrandés, el investigador que quizás con más asiduidad se ha acercado a la obra de Vieta, ha intentado resumir de manera sintética la importancia de su obra de la siguiente forma: “Aquelarre, el primer libro de Vieta, está allí, en su sitio, en el grupo de las mejores ficciones dadas a conocer en Cuba en los años cincuenta. Libro de los epílogos es otro gesto casi solitario (heroico, diríamos mejor) y de extraordinaria energía a inicios de los años sesenta. Vivir en Candonga nos hablará siempre sobre la épica de una pasión individual frente a los casi groseros emparejamientos de la historia y sus hacedores. Mi llamada es será el insustituible experimento que es gracias a la pertinacia de su estilo, que constituye un prodigio de simetría entre la calidad dionisíaca del mito continental del Che Guevara y la naturaleza apolínea de una operación de intervención y apropiación. Baracutey le hace señalamientos muy precisos a la narrativa de los años ochenta. Y Pailock... bueno, ese es un libro-náufrago, un libro megalítico, impávido, que sobrevive a la época en que debió de aparecer, fenómeno ese que nunca me cansaré de subrayar, escrita como estaba la novela —su primera mitad— ya muy a principios de la década de los sesenta.”

(Fuente: EnCaribe, Enciclopedia de historia y cultura del Caribe. www.encaribe.org )



Ezequiel Vieta con Ambrosio Fornet y César López en Verbena de Madrid, en 1959.



EZEQUIEL VIETA. Y SE ANTOJAN LAS VELAS

Por Ángel Cerviño

 "Y se antojan las velas,
así el bufón ría,
el aura del crepúsculo
a veces lo suscita" 

Tseurezure-Gusa (siglo XIV)

Ezequiel Vieta (La  Habana, 1922 - 1995) no publicó en vida ni un solo poema, su obra narrativa más ambiciosa, Pailock el prestidigitador (1991), resulta ser un libro inencontrable (doy fe de ello), desde hace muchos años, a ambas orillas del Atlántico y, pese a todo, no dudaría ni un segundo en calificarlo como autor de alguno de los versos más míos.  El único libro de poemas de Ezequiel Vieta (Y se antojan las velas, La Habana, 1996) se publicó póstumamente y supuso, al parecer, una desconcertante sorpresa incluso para su apretado círculo de amigos y allegados; nadie estaba al corriente de esa actividad poética que ahora querríamos adivinar nocturna y encubierta.

Y se antojan las velas es un libro tejido de engaños y simulaciones, y lo es ya desde su apocada apariencia exterior de poemario provinciano y anacrónico que nunca ha dislocado un hipérbaton; por los paratextos empezamos a saber que Vieta tiene, tenía, un nieto llamado Dionisio (dato acaso significativo) y que, como prueba el epígrafe apócrifo que abre el texto (el mismo que preside estas palabras), atribuido a un imposible poeta del siglo XIV, al autor le divierten, le divertían, los juegos metaliterarios. Un bien plantado prólogo, del también poeta y crítico cubano Luis Álvarez Álvarez, se ofrece como guía a los desnortados lectores, convendría no desoír sus advertencias.

No me alcanzarán las fuerzas para dar cuenta cabal de las monstruosas promiscuidades de este librito, de su infinitesimal desmesura, ¿cómo abarcar su "mutabilidad sin freno"? Los modos métricos y estilístico se suceden sin descanso ni fatiga, los versos avanzan en laberinteado y concupiscente diálogo con otros textos, Vieta convoca a esta cámara de ecos todas las máscaras, todas las eras, "léxico arcaizante, sintaxis culterano-conceptista, ecos del legítimo romanticismo decimonónico, ritmos melódicos renacentistas, coloquialismo, prosaísmo, verso libre" (L. Álvarez), superposición de voces y escenas, encabalgamiento de  tiempos y miradas:


Acepto orfeos
merodean al filo de semana
Todos los tiempos
yo los meriendo
me desayunan



Los recursos retóricos, como también señala agudamente el prologuista, "son dinamitados, paradójicamente, en la misma medida en que no se les rechaza, sino que se les incorpora" al propio discurso, sin establecer jerarquías ni discriminaciones. Si la escritura, toda escritura, libera una procesión de máscaras autorales, los disfrazados espectros de Vieta aparecen y desaparecen por esas fisuras entre diferentes estilos, hiatos del decir que el autor dispone en dionisiaca sobreabundancia para la irrupción y el estallido de lo otro:


Brújulas inmensas
grandes como ogros         vomitando



Por otro lado, Y se antojan velas se nos muestra, pese a su incontrolable desenfreno formal, como un texto meticulosamente estructurado, dividido en cinco secciones de resonancias musicales (Fugueta, Humorésque, Rubato,  Crescendo, Diminuendo); cada una de ellas explora sus propias tensiones tonales, sin perder nunca de vista la orquestada sonoridad del conjunto. Aquí, en estas selvas musicales, el lector deviene rastreador -no le queda otra- de la errancia carnavalesca del sujeto lírico, y huésped gozoso de sus múltiples cobertizos y estancias.

(I. Fugueta)

AUNQUE HABÍA MAR, PARECÍA MAR, ERA MAR

Por las brumas líquidas y a la manera del que aguarda, también por el silencio, terrestre y afligido, por otras causas -aquí indefinibles- se podría precisar aquella como hora reciente que al punto se baña en su bautizo. Alguno, que no sé si marcha o anda detenido, concibe que la arena toda ampara y redime la palabra playa... pero, ¿quién va a fiarse de imágenes ajenas? (.../...)


 (II. Humorésque)
BESO NEGRO
(.../...)
Beso negro
tan lanudo
que es incierto

(IV. Crescendo)
INVENTARIANDO LA LUZ
(.../...)
Y la mula de mi alma corcovea
ante tanta tentación      desconocido
¿cuándo parará mi máquina?
así       estar tranquilo       yacer
no ser custodio de desvelos de otro
Lechuza vive en mí
y voy sembrado

Ahíto quedo
sin haberme nunca sobrevenido convincentemente
                                                                             n  a  d  a


En la última sección, cerrando ya el poemario, se incluye un homenaje a dos cuadros de Marc Chagall (La nuit tombante y La queue des sirènes), en el que Vieta combina párrafos en prosa y líneas de verso, convirtiéndolo posiblemente en una de las piezas más ambiciosas de la obra:


¡Sirena, sirena
yo cargo tus cristales!
(.../...)
¡Sirena, sirena
por qué sentirme bestia!


Y aquí y allá, andante de mis esperas, opacos soñados, tinieblas alumbradas, copiosos instrumentos; parches y retoques, de mi luna hecha rasgo, asaltada de negros moradores, perfilada de tierra y un círculo torcido (.../...) 

Innumerables registros se quedan fuera en una lectura tan apresurada como esta, allí están, pero no salen en la foto, Hamlet y Polonio, junto a diversas quejas sobre la escasa fiabilidad de las palabras ("engañadizas, prometedoras y vanas"), Orestes y la Erinias,  Edipo y Sísifo, Nerón y Agripina, retóricas defensas de la ambigüedad ("amplía el vericueto / libérate a divagar"), respetuosa parodias de formas clásicas ("A muelle no me atengo / porque quiero navegar"), visitas varias a la canción popular ("Tres negros / tienen tres cuartos / tres cuartos / tienen tres ojos"), ripios consonantes ("Todos tienen miedo al verso / como si fuera diablillo / y le metiera cepillo / al poeta más disperso"), puras enumeraciones rítmicas ("Ahora no / si llega/ perfecta / sospecha / cruzada / que vuelve / la baba / sangrienta / anteojo / cuchillo enojo / y la náusea / los cuerpos / rollizos / los pechos / partidos / tambor y / corneta .../..."), retruécanos, aliteraciones, juegos tipográficos que rondan el caligrama, cualquier recurso le parece bueno a Ezequiel Vieta para asestarnos sus puñaladas de goce y espanto. No saldremos indemnes de esta jungla.
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Ángel Cerviño (Lugo, 1956)Escritor y artista visual. Ha publicado los libros: “¿Por qué hay poemas y no más bien nada?” (Amargord Ediciones, Madrid, 2013), “El Ave Fénix solo caga canela”, con el que resultó ganador del XV Premio de Poesía Ciudad de Mérida, (DVD Ediciones, Barcelona, 2009), “Teleprompter” (Centro Torrente Ballester, Ferrol, 2009), “Kamasutra para Hansel y Gretel” (Ediciones Eventuales, Madrid, 2007), y numerosos textos críticos en torno a las nuevas prácticas artísticas en revistas, catálogos y publicaciones de arte contemporáneo. Es miembro del Instituto de Arte Contemporáneo (IAC). Paralelamente a su actividad como artista plástico, ha comisariado las exposiciones: “Teleprompter” (Ferrol, 2009); y “Casus Belli” (Santiago de Compostela, 2011), “El boceto del mundo” (Vigo, 2013), “En plenas facultades I y II” (Pontevedra, 2013-2014), y Eva Díez, Os que habitan (Vigo, 2014). También ha sido miembro del consejo editorial de la revista SINAL (órgano de expresión de la Asociación Galega de Artistas Visuais) y ha participado en diversos proyectos editoriales, entre otros: Entrecruzar - Proxecto edición (CGAC, Santiago de Compostela, 2006), RETAL - Fragmentos de cultura contemporánea (Vigo, 2007 - 2008).
Blog, TURBULENCIAS: http://turbulencias2.blogspot.com/






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