martes, 19 de abril de 2016

MIROSŁAW DZIEŃ [18.480]


MIROSŁAW DZIEŃ

Nacido en 1965  - poeta, ensayista y crítico polaco.

Graduado en filosofía y teología por la Universidad Católica de Lublin. Doctor en Humanidades en la Universidad de Wroclaw. Dos veces nominado para el Premio de Poesía Nagrody Poetyckiej im. KI Gałczyńskiego - Orpheus: en 2014 para 
za tom Linia oraz y en 2015 za tom Axis Mundi.

Poesía 

Trzy zdania z Lacana (1990)
Jeżeli dobro (nakładem autora, Cieszyn 1992)
Koła wewnętrznych kół ( Wydawnictwo a5 , Poznań 1997)
Cierpliwość (Open, Warszawa 1998)
Światło w szklance wody (Towarzystwo Przyjaciół Sopotu, Sopot 2008)
Linia (Towarzystwo Przyjaciół Sopotu, Sopot 2013)
Axis Mundi (Towarzystwo Przyjaciół Sopotu, Sopot 2014)


LUCHAR CONTRA EL TIEMPO EN BUSCA DE LA LUZ, LA POESÍA DE MIROSŁAW DZIEŃ

ARTÍCULO DE: XAVIER FARRÉ

¿Cuál es el proceso que tiene lugar en las diferentes literaturas para que algunos autores pasen a ocupar lugares preeminentes y otros no, teniendo en cuenta que en algunas ocasiones el valor de la obra literaria de estos últimos es más alto que en los primeros? Evidentemente, entran muchos factores, entre los cuales, publicar un libro en un momento determinado y no en otro puede ser de capital importancia. También hay que tener en cuenta la función de la crítica y la manera cómo funciona en cada lengua, en cada tradición. Y ya en el campo de la poesía, la inclusión o no de un autor en una antología que ponga los cimientos de una generación, de un movimiento o del objetivo que persiga.

No obstante, siempre hay poetas cuya obra es de un gran valor literario y que pasan por una especie de purgatorio que se va extendiendo a lo largo de los años sin que su obra obtenga el lugar de referencia que le correspondería. Son hechos que ocurren en todos sitios y nadie tendría que rasgarse las vestiduras ante tal situación.

Estas afirmaciones, que en boca de un poeta joven podrían sonar a pataleta, se me plantean cada vez que descubro a un gran poeta de las lindes, a uno de esos poetas que tiene una gran obra, que ha escrito un gran libro y que sigue siendo silenciado en los medios de su país, los amigos poetas no saben a veces dar razón de ese autor. Si el poeta sigue siendo tenaz, seguramente no interrumpirá ni la escritura (el poeta escribe incluso si no tiene público, no busca la fama sino que está atrapado en la red del lenguaje que, como un pez, le obliga a moverse continuamente, a buscar nuevos medios de expresión) ni tampoco dejará de publicar, aunque sea en ediciones minoritarias, más minoritarias ya, si cabe.

Uno de los casos en los que pienso con más frecuencia, ya desde unos hace diez años, cuando lo descubrí por primera vez, es el del poeta polaco Mirosław Dzień. En un país que se ha desdeñado buena parte de la poesía escrita por una generación irrepetible que ha puesto a Polonia en el centro de la poesía mundial, conrear un tipo de poesía cercana a las estéticas y a las preocupaciones metafísicas de estos autores parece estar de entrada condenada al ostracismo. En una época de un país en que la nueva poesía se ocupa de los aspectos más banales de la existencia humana, de la cotidianidad comprendida como la sordidez de hacer pasar las veinticuatro horas del día, preguntarse sobre la conexión del mundo material con el mundo espiritual y la contradicción que de ella resulta representa adentrarse por unos caminos que ya no se quiere transitar. Si, además, entre el último libro publicado y el anterior han pasado diez años, la desmemoria de los círculos literarios actúa con una eficiencia digna de consideración.

Pero Mirosław Dzień no es un autor del todo desconocido en su país, al menos dentro de un grupo restringido que intenta buscar algo más allá de lo que es la corriente principal de creación. En la década efervescente de los 90 publicó un libro, Círculo de círculos interiores, en la editorial del poeta Ryszard Krynicki, a5, actualmente una de las más prestigiosas del país, pero que en aquella época iniciaba su andadura. Eso fue en 1997. Un año después publicó otro libro, Paciencia, y no fue hasta al cabo de 10 años que publicó su último libro, el excelente Luz en un vaso de agua.




Siempre se trata de lo mismo:
de una metáfora adecuada, de una huella
perfectamente reconocible, de un acontecimiento
descrito con todo detalle. Pero es así que te engaña
el demonio cartesiano, en secreto
y con malicia. Siempre estás preparado
a librarte, de conformidad incluso entregas
el sueño que juguetea en los oscuros y húmedos
rincones del cerebro. En una depresión constante
de impotencia, con la señal del espíritu escondido
bajo el edredón de la conciencia.




La alta metaforización del texto, cuyo tema parece ser al principio la metapoesía, o en un ámbito más general, la creación sobre la creación, se convierte después en un poema acerca de la realidad, de nuestra manera de enfrentarnos a la misma y de cómo la percepción que tenemos de las cosas, de los fenómenos, determina nuestra vida. Como decíamos hace un momento, hay un alto grado de un lenguaje metafórico en este texto que posibilita la múltiple interpretación y variación del tema. Con todo, aparecen algunos elementos, el demonio cartesiano, la conciencia, los objetos particulares que determinan nuestra percepción que podrían enlazar con los temas de autores muy anteriores a Mirosław Dzień. En este caso, y salvando todas las distancias, con Czesław Miłosz, el gran autor de la conciencia, del peso del dolor humano llevado a cuestas en la individualidad. Las diferencias están en el uso del lenguaje, mucho más críptico en algunos poemas de Dzień, y también en el manejo de los conceptos, aunque esta segunda característica se debería también al hecho de que la sociedad y la historia van modificando las valoraciones y nuestra mirada sobre el mundo que nos rodea.



EL ARTE DE COPIAR LLAVES

Ahora nos divertimos copiando llaves:
para el mundo, la vida, las cálidas manos.

Nuestros labios se convierten en ojos, miran
y siguen a un pinzón, dedos del viento en cabellos
de hojas, una sombra que desaparece.

No sabemos nada acerca de la muerte.
Seguimos apartando los rayos cálidos
del día, y así pasamos a la otra
cara, como pequeños delincuentes
con una ganzúa en las sudadas manos.



La fuerza de muchos poemas de Dzień está en el contraste entre los dos mundos, el más objetivo, físico, con el más espiritual, metafísico. Establecer relaciones sorprendentes entre ambos para revelarnos lo que Miłosz decía como el forro del mundo, una revelación acerca del propio individuo.

En el último libro de este autor polaco nacido en 1965 en Bielsko-Biała arroja luz sobre los objetos que nos rodean pero sin presentarlos de manera directa, a través de descripciones, sino a través de una individualización y de una presentación bajo otro prisma. Muchos de los poemas siguen el lema que el mismo poeta ha elegido para encabezar una de las partes en las que se divide el libro, un lema de Paul Evdomikov: “El espacio puede existir tan sólo gracias a la luz que hace de él la cuna de cualquier tipo de vida. En este sentido, la vida y la luz se identifican mutuamente”. Unos postulados muy cercanos a poetas de estirpe contemplativa como Adam Zagajewski. Pero lo que en este último autor es celebración, es canto (aunque siempre con la nota presente del horror, de la conciencia -otra vez- de que asistimos a un mundo no desprovisto de dolor) en el autor más joven es una aproximación a lo inefable, también un camino de comprensión hacia la muerte. Lo etéreo, lo inasible rilkeano aporta una visión particular a la poesía de Mirosław Dzień. 




Hay un afán insaciable hacia la contemplación:
Dominar este fuego, estas brasas de las palabras
(aunque no se muevan en absoluto los labios).
Acumular pensamientos, como se acumula el polvo
en estantes con libros que nunca han sido leídos.
Pensar que en ellos está la receta para la claridad,
con la ilusión de comer hasta saciarse,
hasta volver a tener hambre.



La receta para la claridad, que el autor va componiendo y experimentado en cada nuevo poema, entregando ora en un verso ora en otro verso destellos. Pues, en el fondo, los ingredientes, en el momento de combinarlos refulgen para poder acceder a la comprensión de un orden superior. Un camino emprendido que es ajeno a las tendencias imperantes en la poesía de poetas de la misma generación de Mirosław Dzień, y que resistirá mucho mejor los embates del tiempo.





ASÍ ME PERCIBE

Así me percibe una abeja:
una mancha grasienta de vacilantes
dimensiones, apenas distinguible
entre el olor y la forma.


Pertenece al volumen Poesía a contragolpe. Antología de poesía polaca contemporánea (autores nacidos entre 1960 y 1980), con la selección y traducción y selección de Abel Murcia, Gerardo Beltrán y Xavier Farré. El libro fue publicado en las Presas Universitarias de Zaragoza.




UNA CARTA

“En la mateixa necessitat de morir,
creu-me, hi ha una gran ventura.
No hi ha res segur, ni en el transcurs
de tot un dia”. Això podria haver escrit
Luci Anneu Sèneca al senador
amb qui va beure vi un vespre
de l'any passat, quan les cigales
no paraven a la recerca d'un altre so,
molt més profund. El vi era aspre,
ben encebat sota el sol romà.

I després, podria haver pensat
en la descurança que els seus mots
arranquen de l'ànima, i en la sandàlia
que llisca del dit gros amb sorra
groga enganxada; i també en el tic
nerviós del seu cap aquella nit
xafogosa per l'excés de pensaments
que, no se sap com, s'ajoquen
amb el patrici i acumulen la sal
dels matolls sota les aixelles.

Autor traducción: Xavier Farré 





Sempre es tracta del mateix

Sempre es tracta del mateix:
una metàfora adequada, una petja
sense error, uns fets descrits
amb tot detall. Però és així que el dimoni
cartesià t'ensarrona, arter i d'amagat.
Sempre estàs disposat als sacrificis,
fins i tot sense pesar dónes
el somni que fa entremaliadures
en els foscos i humits amagatalls
del cervell. En una depressió constant,
en una davallada de les forces,
amb l'estigma de l'ànima reclòs
sota la vànova de la consciència.

Autor traducción: Xavier Farré 



SET POEMES HIVERNALS

Autor traducción: Xavier Farré 


1. Una bossa a l'espatlla

Un torb. La ciutat sumida en la plata
d'una neu fina. Ocells arronsats en els fils
telefònic adoren els autobusos que conquereixen
els turons amb dificultat – en aquestos pensaments
abrigallats amb la vista s'enganxen als enfosquits vidres.
Hi ha tantes coses que s'han de perdre, per sempre.

Veig la cara d'una noia, del tot pàl·lida. (El fred s'ensenyoreix
dels seus llavis, del front. Als cabells passa comptes
amb el vent, aspre i transparent). Guarda la fidelitat
a la bossa que porta a l'espatlla, i una foto del seu estimat -
és afectuós, l'ardor el domina.




2. Jocs

Jocs en la neu com en els quadres
de Breughel, molts anys més tard.
(La felicitat no envelleix i el temps
no coneix la ingenuïtat infantil, que
fa boles de neu en la seva maneta).

Dos carrers més enllà un seguici
fúnebre: un mercedes, el capellà
amb el breviari i la vídua. La gent
en una botiga gira el cap. Volen
escapar-ne, perdre's en l'enciam,
el pernil, la xocolata, sí, en el gust
dolç del temps present.




3. La màquina llevaneus

La màquina llevaneus abans de l'alba,
en un carrer silenciós i abandonat.
La ciutat en el somni es gira cap a l'altre
cantó. El motor treballa apesarat.
Alguns, en l'ensopiment, contreuen els dits,
les galtes s'arrapen amb més força al coixí.
Per un moment, l'acer que brilla a l'asfalt
sembla ser una resolució.




4. Punt

Nit de desembre. Del cel baixa una negra
neu. Una pesada cortina als llums
dels cotxes, en l'espès fum de la nit ni el volant
ni els seients no es veuen. Només el punt vermell
intermitent de l'alarma atrau l'ull.




5. Conversa

Una conversa de dues dones sobre el temps.
Estan tranquil·les, mouen les mans enlaire
com en un objecte sagrat, amb devoció.
Les mans bellament clivellades. En elles trobem,
traïts pel temps, ells ulls d'unes nenes 
amb llargues trenes i cintes blaves
en un llaç. S'atansa el vespre i el fred
reclama respecte fent pessigolles a les soles
de les botes. Les dones encara parlen
(les paraules es barregen amb les estrelles)
i en la llunyania passa un gat negre.
El camí d'elles no necessita cap superstició,
perquè ja és una paràbola.





6. Et rentes la cara amb l'aigua nítida

Et rentes la cara amb l'aigua nítida
d'un forat al gel. A l'altre cantó del riu
les astes primes dels joncs s'alcen enmig
la neu. No hi ha animals ni persones. 
El silenci del blanc, el blanc del silenci.

El teu peu comprova el gel.
S'esquerda el mirall i els talls s'espesseixen
creant una reixeta de corredors, un laberint
que s'ordeix fora de l'aigua empresonada,
fora de la prada i de la ciutat rere el tossal,
on llampurnen els llums artificials de la central
elèctrica. Ara els teus pensaments s'arrombollen.
Però dels llavis oberts només es pot veure, 
en un fons de cel d'hivern, un núvol pàl·lid.




7. Camp de túmuls blancs

La nit de Nadal la neu cobreix el cementiri.
No queden epitafis, flors, lloances marmòries
als ulls dels coneguts. Un camp de túmuls blancs
fins a l'horitzó. Ocells amb ales negres s'arramben
als avets. Els morts avui somien amb contes blancs
en què cacen l'eternitat a cavall, en selles platejades,
envoltats de perdiguers clars fins a un extrem.





KWIECIEŃ

Kwiecień, gałęzie, drewniane ławki
zajęte jak lektyki oddechem
staruszków, kręte ścieżki pełne
szeptu i zdziwienia. Gładki
policzek cienia dotyka ronda
kapeluszy, ekscesy owadów,
taniec słońca. Już zielone
paznokcie wiosny bez litości
ścierają blady makijaż
z twarzy parku.

Mirosław Dzień
Wiersz z tomiku pt.: "Koła wewnętrznych kół"



Komedyjki, zaklinanki

Żeby się przebić, przekłuć, przecisnąć
- przez szparę, dziurę, przez okno otwarte
na oścież wszystkich możliwości.
Z piosenką na sinej wardze i kapką śliny,
tak śliny, w której zachował się umiar natury.

Żeby być po to, by być i milczeć z powodu
zdumienia. Żeby nie kruszyło się więcej szkło,
i płacz nie wznosił się jak najczarniejszy dym
w najjaśniejsze niebo. Módl się wytrwale.

W popołudniowej porze spokoju traw, w ciszy
ogniska, w leniwym buczeniu trzmieli
- przybędzie ruah. Osądzi cię, odsączy, odcedzi.
Ten wiatr nieporuszony, bezwietrzny.

Mirosław Dzień




Jeszcze inaczej

Już bliżej, coraz bliżej jest ten cień.
Narasta jego obecność. Nikt go nie widział
w uśmiechu dziecka, między palcami, w których
brzęczą monety – ale on tkwi prawem kleszcza, uparcie
wbity w ciało, wessany w tkankę świata.

Nie wolno omijać cienia, ani przekraczać go
- to bardzo zła wróżba. Trzeba wpatrywać się
w jego jednolitą i nieprzeniknioną tunikę,
aż do ran na powiekach, do zakrzepłej
guli śliny raniącej przełyk, i modlitwy, w której
milczenie kawałek po kawałku rozrywa
jego śmiertelny ścieg.

Mirosław Dzień





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