Martha Susana Álvarez Galarza
Nació en Ambato, Ecuador, en 1949. Es licenciada en Lengua y Literatura por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central del Ecuador. Ejerció la docencia universitaria y secundaria. Miembro de número de la Casa de la Cultura, Núcleo de Loja, y del Consejo Hispanoamericano de Letras y Artes. Ha escrito libros de poesía: Memorial de los días, Celosía del Alba, Fiorella de Agua;ensayos estilísticos: Ellos son y están aquí...encuentros; y libros sobre cultura popular: Antología de la leyenda ecuatoriana, Loja y sus leyendas, Cuentos, mitos, leyendas y fantasías lojanas (coautora). Como activista cultural organizó la Primera Bienal de Escritores de Literatura Contemporánea de Zamora. En 2012, la Municipalidad de Ambato le otorgó el Premio Juan León Mera, en reconocimiento de su obra literaria y de gestión cultural.
CANCIÓN REDONDA DE ROSADA PULPA
Naces amor así de repente,
Con la oración del ciprés,
Incontenible como el ángelus.
Así de repente con tu azul esencia
cuando el pañuelo enjuga tu sonrisa
sin orillar el tiempo que palpita.
Así, de pronto blanda levadura
de panes blancos de ternura,
canción redonda de rosada pulpa
asomas así de repente,
con tu risa miel de mediodía,
que estalla bendecida de rubores.
Vienes con tu corazón llovido
y tu frío toca el rumor largo
del beso que en tu boca es alegría.
Naces amor así de repente
Como quien encuentra su sendero
y sabe que ya pasó por él.
Ese de repente
que tiene su propio fuego,
siento su abrazo al liberarme.
Sin embargo, el dulzor
del momento fugitivo,
es canción en alas de golondrina.
FAROLES
La negra hiedra, ebria grita,
al verso su réquiem de secretos,
entre una espera y otra, solo hay
el vacío de luna...
Efluvios de amor que fluyen
como el agua que huye a lo profundo.
Percibo la sombra que riega
la distancia entre tus labios y los míos.
Me seduce el eco de la nostalgia,
me aniquila la embriaguez de malva,
cuando tu risa noctámbula
hiere el cristal de mis querencias.
¿Quién dice que el amor pasa como luz
-frágilmente- sin tocar a nadie?
Allá donde la memoria cae lluviamente
donde expiran mariposas del ayer.
TRANVÍA
Se deshace el azul
de los estíos errantes
cuando me amas
entre ciruelos
con fulgores de rayo
en una noche de lluvia
y allí se abren tus brazos
almenas para mi piel de luna
me acogen vencida
de insomnio y deshabitados besos
y tú...hecho para mis brazos
fundamos el rocío los vientos
el alba las olas de fuego
entonces te llamo amor
de cerezos ardiendo
en todos los besos que palpitan,
te amo por todos los inviernos
que pasaron arrogantes
sin mirarnos
amor de estrellas quemantes
con frescura de amarantos
llénate de mis horas de ternura
y en tu hora mediodía
que gotea sobre mi alma
soy un gemido en la ruta tuya
quemante sin límites
en la hora vértigo de tu sangre.
MANOS
Mis manos tienen la memoria
de tu cuerpo...el olor del mundo
y de trébol en el amanecer.
Tus manos cantata de luna
que pasa el alba entre sus dedos
¿Y el sol? ¿el llanto del amor?
gorrión que atraviesa el otoño
llega a la nieve huraña
del invierno infinito.
Espada que busca un secreto
en mi acento en mi canto
Te pierdes en mis manos
de ámbar y agua
para tus vendavales
y vivo en tu amor
el suplicio de la tormenta.
Es mi destino de lluvia
errante con el viento silvestre
de tanto amar esta tristeza.
HEREDAD
Vengo de la ternura de la tierra
de la caricia honda,
del viento de las floraciones,
del follaje de los frutos añejos.
Vengo de ti, Padre mío,
de tu corazón ajado
en la ausencia extendida
de tu eterno silencio.
De la historia de tu sangre,
de la heredad de sus abstracciones.
Aún me golpea la lasitud de tu voz
y el eco de tu andar taciturno.
Vengo de la esperanza,
De los días del arcoíris,
del duelo de la lluvia y la luciérnaga,
y de la plenitud del fragor filial.
Vengo de ti, Madre buena,
del idioma de los trinos,
en el que me hablabas,
sembradora de esperanzas
me enseñaste el abecedario.
Madre dime ¿vendrás
a enseñarme geometría
en cartulina?
Ahora eres caricia matinal
enredada en ternuras infinitas.
Vengo del linaje de las primaveras
en el ulular del granazón.
¡Entraña telúrica de mis padres
heredad gravitante del amor!
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