Elena Caricati Pennella
(Buenos Aires, 1936-José León Suárez, 2009)
Poeta y narradora. Publicó: Y no quise ver más, poemas (2003) y Liturgia del abismo, poemas (2008).
Algunas de las distinciones obtenidas:
Tercer Premio, "Primer Certamen Nacional de Poesía Municipalidad de Gral. San Martín"(2007) (por un jurado integrado por las poetas Graciela Maturo, Paulina Vinderman e Isabel Llorca Bosco).
Segundo Premio II Concurso Nacional de Poesía Macedonio Fernández. Centro Médico de Lomas de Zamora (2005) Primer Premio de Poesía "Primer Concurso Literario de Escritores del Norte Bonaerense" (1995)
Primer Premio de Poesía "Certamen Nacional Encuentro de Escritores de Avellaneda” (1998). Primer Premio de Poesía "Torneo Abuelos Bonaerenses" Medalla Dorada en Mar del Plata (2003). Designada Mujer del Año en el rubro Poesía, en San Martín (2003).
Primer Premio Cuento Infantil. Torneo Abuelos Bonaerenses Municipalidad de San
Martín (2004). Primer Premio Juegos Florales "Los Poetas del Encuentro"(2005/2006)
Primer Premio de Poesía "Concurso Nacional Los Poetas del Encuentro" (2007)
Primer Premio Cuento "Torneo Abuelos Bonaerenses Municipalidad de San Martín"(2007)) Segundo Premio Poesía "Concurso Nacional Los Poetas del Encuentro"(2008) Segundo Premio Poesía "Torneo Abuelos Bonaerenses Municipalidad de San Martín" (1998/99/2005) Tercer Premio de Poesía "Certamen Nacional Club de Leones"(2004).
Segundo Premio Poesía "Encuentro de Escritores de Avellaneda" Segundo Premio Poesía "SESAM – Sociedad de Escritores de San Martín
Tercer Premio de Poesía "Certamen Nacional Club de Leones"(2004).
Mención en el “Certamen Nacional de Tres de Febrero”( 2008)
DIOS DE LOS PSIQUIÁTRICOS
Dios de los psiquiátricos,
azotada aún por las voces,
me abismo y te ofrezco
el nacimiento de visiones.
Dios lejano,
yo te llamaba
mirando hacia el Oriente,
cuando soportaba
mi entrada al estupor,
pero no contestabas.
Sentía el miedo
debajo de las aguas multiplicadas,
sentía la oscuridad
debajo del júbilo.
En danza indescriptible
me internaba
en territorios de ruptura
mientras la lava crepitaba
en el desierto verde.
Dios de los que cruzan el charco
o la frontera,
caminábamos
en lentos pasos de barbitúricos
bajo las constelaciones primeras
respirando abandonos.
¿Dónde estabas?
Te buscaba en los escondrijos
de mi alma
con el aire desasido
de aquellos que han muerto
y no lo saben.
Dios del centro inmóvil y silencioso,
Tú veías mis ruinas,
mis jardines devastados.
Yo te rezaba
con la insistencia de los santos
en las trincheras del abismo,
pero no me escuchabas.
Dios ungido de vastas lejanías,
entré en los atajos de las grietas.
¿Por qué los demonios de la irrealidad
osaron tocarme con su lepra?
Dios de la Justicia,
¿por qué se han repartido las raciones
y nada he recibido,
solo un licor adverso.
Dios de los psiquiátricos,
las leyes que me regían
ya no existen
y es un tiburón azul
mi mente alucinada,
disgregada y violeta
la hierba de mis muros interiores
crece y alumbra las tinieblas.
Dios del delirio vertical, incierto.
¿Por qué a mí
las tareas imposibles:
hilar la arena,
dibujar el rostro del viento,
conocer el espanto?
Dios del cósmico fragor,
aliento de las piedras,
cuando ejerzas tu sentencia
no te olvides
de los comensales del caos.
Aun en la oscura sustancia
hay resplandor.
INFANCIA
Techos de zinc cantaban
y caían gotas
como estrellas efímeras:
en la mesa de madera,
la manteca y el pan como ofrendas,
allí donde mamá labraba mi destino,
allí donde me ataban
las palabras a los labios
y aprendía a callar.
Mientras la tarde
se volvía azul en las glicinas,
alegre en las burbujas tornasol,
jugaba y aprendía a callar,
a guardar las palabras
para otras horas,
otras claridades;
las palabras dormían
oscurecidas,
trizadas como pétalos de fuego,
para retornar como la lluvia,
como la tierra mojada
en otro espacio,
en otro tiempo,
esperando el poema.
PERSONA
Me alejé,
dejé en las hojas del jardín
todas las máscaras,
caminé en oquedad
como un espantapájaros
de mimbre y ceniza.
Dejé mi sombra en la hiedra,
donde beben los mirlos.
Oculté las palabras.
Ya no padezco,
no tengo identidad.
Diligentes humanos me requieren
con sus trivialidades,
rituales,
aún me hablan,
no se dan cuenta que no existo.
Conozco el espacio del vacío,
profunda devastación del alma.
No puedo amar, ni odiar.
Una voz dice:
te buscaré,
te gritaré
del otro lado de los sueños.
INCERTIDUMBRE
Al final del ojo celeste
sobre las bóvedas de oro
la incertidumbre mora.
Sometido a su ley,
a la intemperie de soles negros,
sombra del cuervo
o zafiro
la incertidumbre resplandece.
Apoyo mis pies abstractos
sobre los juncos oscuros,
rozo las cornisas del abismo,
la brisa del oriente alucina,
trae cánticos de ángeles caídos
que alaban su lenguaje de grietas.
En la vastedad del silencio medito.
Extraña dualidad,
amarla y temerla.
Rabí de las manos traspasadas,
indefenso
quiero hacer pie,
plantar mis banderas
en las planicies de los sueños,
hazme llegar a zonas de indulgencia.
ALQUIMIA
Y la luz de los cielos
se derrama en torrentes
cuando según el Dogma,
Ritual de la Alta Magia
recibo la sapiencia
de la trasmutación.
Crepuscular y grávida,
crezco en alas oscuras
y respiro el aliento
de la corneja negra.
Aquella noche astral
coloco en la redoma
el sagrado licor.
Ya arden los demonios
que habitan en el fuego.
Con destellos de oro
logro la posesión
de la aurora radiante.
La noche se va abriendo
en diagonal de haces,
maceración y espera,
el color del abismo.
Centelleante traspongo
los umbrales del riesgo.
En leyes del ritual
y en campos del silencio
en el recto camino
se ha gestado la rosa
de pétalos exactos.
INTENTO
Para obturar la noche oscura
tallo con palabras una lágrima,
la del origen,
en el lugar exacto del dolor,
en la memoria del miedo,
en la ruptura
(qué hacer con la intemperie).
No escribiré la elegía de la rosa,
la curvatura del vuelo
de un pájaro trizado.
Si el día me ofrece
un hilo de sol,
bordaré un ideograma de luz.
Mi vocación de júbilo
subsiste.
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