Fanny Enrigue
(Guadalajara, México, 1976)
Estudió Filosofía en la Universidad de Guadalajara, donde ahora imparte la materia de Estética. Ha participado en encuentros de poesía nacionales e internacionales. Su obra aparece en diversas revistas (Reverso, Metrópolis, entre ellas) y antologías (Mapa poético de México, Poesía viva de Jalisco…). Ha publicado los poemarios Sucesión de la sombra (Paraíso perdido / Santa María Juana, 2007) y Prácticas de crueldad para el verano (Editorial El viaje, 2012).
1.
Nada dicen los espejos de ti, sólo esa rabia que se acumula
en pequeños papeles tirados al fuego, en el graznido absurdo de la distancia
manos en su rito por mi cuerpo
tu imagen rondando ciega mis estanques
la ofrenda de quemarme hasta quedar saciada de cicatrices tuyas
mordeduras de cigarro,
aburrimiento
hay que contar alas, hojas amarillas cayendo en la extrañeza, en-callando
hay que bebernos en las contorsiones de los zapatos
pero el sueño, la tarde, los lápices
memoria que juega a esconderse en los sitios más visibles de mis labios
acabo por permanecer pegada a piedras
huella de mi propia aparición
me siento a cantar en voz baja
no sé si decir magia, mariposa
no sé si haya importado que sea yo, tú o sólo una noche húmeda
o el tiempo, caballo sin freno corriendo por nuestros sexos
letras amontonadas en la boca
no sé si importa este rostro mío, el tuyo que deja caer la desesperación
al primer trago de la mañana
imagino nuestros pasos distraídos en calles con otros colores
accidentados por tanto derrumbe de estridencia, tanto choque de pájaro melancólico
no sé qué buscar, dije al regresar a mi casa
de locos y cerré la puerta con cuidado
2.
Para atrapar arañas tienen su truco las noches
enredan minutos en la ficción, hacen que todo parezca otra cosa
no más linda o abrupta, sólo otra cosa, no un simple vagabundeo
una breve iluminación de locura
tienen los cuerpos sus formas de llamarse, de tropezar
justo en el filo
intuir en la distancia temblores, sin retroceder un centímetro, animales de presa
hay en los cuerpos un lenguaje
cifrado en augurios, en dilatación
de cordura, presentimiento de cerros que se miran de noche
volvamos a las llagas de los desconocidos
dejemos atrás manotazos de ahogado
marcas metafísicas
si nos hemos detestado, si nos hemos deseado tanto
no sabemos si las pesadillas aparecen en la carne vivida o en la carne soñada
todo se presenta cada vez como el mismo hueco
la misma pierna tambaleante, descubrimiento de nuestras voces
como agua cayendo de las manos
todo es una absurda ofrenda
a la carne que trémula brillaba
pidiendo algo desde un nicho
3.
La distancia puede ser fuego tendiéndose en sábanas
sin retroceder sin miramientos ni azoros vanos, sin retroceder ni un milímetro
me dejo tocar por un fantasma y sus cuerdas
me haces bailar en pleno verano encendido de tristeza
haces que me quite la piel
como quien deja su abrigo en la silla
no guardo en cofres tus hazañas, tus perversos secretos
manchados con mi aroma
no tengo nada para decir “aquí estuviste”, “nuestras sombras quedaron dormidas
en algún parque”
tengo recuerdos sin fe, mis manecillas flotando
entiendo en silencio la geografía
de la crueldad
miro quebradiza cómo traen las horas algo destructivo
casi con placer de seguir cayendo
hasta el dolor
4.
En la guillotina
el ángel que me decapita tiene tus mismos ojos cerrados, una sonrisa igual
a la que imagino cuando me vuelvo de espaldas y caen piedras, canto, lluvia, tus ojos
y mi boca se llena de espuma sin pájaros, mi angustia se vuelve veneno en la lengua
de una casa habitada por tus sombras
nada viene a negarme las ficciones de nuestros gestos en la madrugada
mi tristeza esperando cuchillos;
todo habla de las tierras arrastradas
por tu palabra, la destrucción de lo que no existe
COMIENZAN MIS PALABRAS A SER CARNE
dejan su vuelo gris
para quedarse en el estómago.
cuál estruendo del día desborda mi sed
por tantos cauces;
suenan piedras de río.
espero como una llama prolongada andar la calle.
recuerdo haber visto este año brotar la primavera
preguntarme a qué hora llegaría mi madre
a desbaratar los hilos.
a qué hora llegaría yo.
protestan pájaros.
y es el viento sobre palmeras, la humedad en las nubes.
son mis ojos que huyen del espejo.
Dos poemas de "Prácticas de crueldad para el verano"
Dejar que la ciudad se incendie
Y no haya ninguna memoria
no haya memoria
el recuerdo es insano, multiforme,
nos va haciendo escarcha
la cabeza, nos obliga
a caminar hacia lo que fue
nuestra casa.
El ácido muriático tiene
una calavera sonriendo, una
abertura a la medida
de mi tristeza el ácido
muriático hace soñar y
despertar en el infierno, donde
de cualquier otra forma
también despertaríamos
invita a soñar mentiras,
creer que más allá de estos
barrotes hay
otra cosa
y no hay nada, nena
vamos a berrear toda la noche,
vamos a esperar que el
monstruo de las treinta
mil cabezas nos despierte
con un machete, nos dé lecciones
sobre lo que debemos desear
(lo que no deberíamos querer
es reventar con ayuda del
gas en un pequeño cuarto,
no deberíamos desear morir
fumando, en una espera
sin objetos ni manos).
La lluvia cae, qué ganas
de tirarme con la boca abierta,
reír viendo caer agujas
en el cuerpo
ya sin limitaciones de saldos.
Decir que un libro
De fin
a precipicio
debe embravecerse
con la fragilidad
con que se resbalan
los espejos de las manos
caer en el juego
del doble desorientar
la izquierda
la diestra. Resignarse
a nuestros pies
al milagro de duplicación
en el rito
la admiración asimétrica
dejar resbalar
el espejo.
LA LLAMA DEL TIEMPO HORMIGUEA EN MIS MANOS.
pasa todo y hiere estar aquí o en otro lado.
cenizas de segundos se acumulan. esta distancia.
los ojos, este viento, rompen algo, chocan.
quiero nombrar cada cosa en su aureola de sueño.
espero que se derrumben los muros
las bacías
se conviertan en yelmos
relumbren
y canten los batanes
canten para poner al desierto sus lindes.
es tarde. sigo siendo una víspera.
SIN PODER SILENCIAR LOS DEMONIOS
a riesgo de que mis palabras salgan del cauce poético y mueran
pisoteadas por los rebaños de la vulgaridad
a riesgo de verme en el espejo repitiendo en secreto lo que he dicho antes en voz alta
un poco tímida para pasear por los abismos sin la cautela
de fingirme otra
(parecida a mis propios deseos, tan parecida a la que un lunes
se pone a errar en los recuerdos
y reconstruye lo posible
desde la máscara de la mesura)
tan poco (o tan) adicta a la culpa
para creer con firmeza en el cuchillo sin (con) filo del arrepentimiento
PUERTA CERRADA
lluvia
con qué lengua encontrar los límites
oscuros de mi cuerpo
si la piel se ha tensado hasta el desequilibrio
y no alcanzo ya mi propia sombra
me encuentro juntando cadáveres de pájaros
muertos en agosto,
certezas
prostituyéndose en el burdel más barato,
pero sólo la ausencia
la carne y sus venganzas
sólo contornos infinitos del deseo
de haberme dejado devorar
por entero (limo
a limo
hasta la última fuga)
de no ocultar lo frágil al amparo de ceniza
ni dejar al verano
cuidado en los caminos de la lengua
cierra mi cuerpo fronteras
con la pesadez de una condena, de un olvido
sin saber, sin poder callar
cómo callar
tu voz que se levanta
y me dice
"estoy cansado, otro lleve el tiempo
la máscara
otro se quede contigo"
canto a tu oído lleno de rocas
las palabras
se hunden
a la orilla
de la cama
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