Laura López Morales
(Villa Dolores, Córdoba, Argentina 1976) Publicó en Poesías de Dolores y la plaqueta Poesía 24, en Poesía hacia el nuevo milenio (antología de poetas argentinos) y en la antología Poemas de la Sierra Grande. Participó de la colección Squeo con Signos en tu espalda, en “Asueto Hojas de Poesía” y en la antología Más vale tardes del grupo “Tardes de la biblioteca Sarmiento”. En 2012 participó de “Habitar el grito”, poesía y memoria en La Perla. En 2013 publicó el poemario Las desperdigadas minucias y en 2014 También afuera es todo esto (Llanto de Mudo). Desde 2003 vive en las sierras chicas de Río Ceballos.
porque también
lo que no está
hace aquí su casa
su retrato preferido
su leña para el fuego
de a una junta las migas del mantel
hace pan de los restos
juega a ser el cuchillo
la rodaja
laura
tus calles del deber
tu pormenorizado perfil
ya no responden
abrís tu caja de tesoros
y aventás todo al aire
plumas
piedras
cintas de colores
llaves
no esperás a ver
cómo todo cae
qué se une con qué
al lado de
entre
sobre
lejos de
no esperás
como tampoco creés
que comió vidrio
el único perro que tuviste
(De También afuera es todo esto.)
Frontera
Bastó confundirse con ella
para hacer de invisible límite.
Dejar caer el peso aquí
donde termina algo
que no se sabe muy bien donde empezó.
desanudar las riendas
abrir despacio
este racimo de libertad contenida
vislumbrarla apenas
lo suficiente
para que el horizonte
sea siempre eso que ves
una línea
extremadamente clara.
“Las desperdigadas minucias”, 2013
Pensarte,
y del otro lado de las hojas
un oriente rojo
y una luna delgada...
Redes de arena
para no aferrarse,
para solo pararse entre las cosas
y oir el murmullo
desprevenido,
celeste,
sustancioso del viento.
De toda esta verdad
tan verde
tan de nadie
escarbo la tierra con gusanos
el odio
que también es una piedra
la fiera que espera
en el envés de las hojas
a dar una estocada
para este día
o para el próximo
así es como se escarba
la piel cambia
los dientes roen
las uñas laceran
el pozo se ahonda
es preciso enterrar en él
una verdad
o un pájaro.
Se vive sembrando vidrios
pequeños trozos en punta
que crecen hasta cercarnos
no dan tregua
los resquicios del espanto
suelen volverse agudos
implacables
levantar la mano a tiempo
puede a veces
merecer la lluvia.
BÚSQUEDA
Un poema
me desnuda
y no soy más
que esa desnudez
cuando digo piedra.
Y no vengo
de otro lugar
que no sea el deseo
del agua
cuando digo río.
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