Francesco Petrarca
(Arezzo, 20 de julio de 1304 – Arquà Petrarca, Padua, 19 de julio de 1374) fue un lírico y humanista italiano, cuya poesía dio lugar a una corriente literaria que influyó en autores como Garcilaso de la Vega (en España), William Shakespeare y Edmund Spenser (en Inglaterra), bajo el sobrenombre genérico de Petrarquismo. Tan influyente como las nuevas formas y temas que trajo a la poesía, fue su concepción humanista, con la que intentó armonizar el legado grecolatino con las ideas del Cristianismo. Por otro lado, Petrarca predicó la unión de toda Italia para recuperar la grandeza que había tenido en la época del Imperio romano.
Hijo del notario Pietro (Petracco) di Ser Parenzo, pasó su infancia en el pueblo de Incisa in Val d'Arno, cercano a Florencia, pues su padre había sido desterrado de Florencia por los güelfos negros en 1302 a causa de sus relaciones políticas con Dante, que era güelfo blanco. El notario y su familia marcharon luego a Pisa y a Marsella. Los exiliados llegaron a Aviñón en 1312 y Francesco se instaló en Carpentras donde aprendió humanidades con el profesor toscano Convenevole da Prato. Pasó toda su juventud en la Provenza, asimilando la lírica trovadoresca, y empezó a estudiar Derecho en Montpellier a comienzos del otoño de 1316; allí conoció a varios miembros de la familia Colonna, y luego pasó a la Universidad de Bolonia; ya entonces manifestó un gran amor por la literatura latina clásica, en especial por Cicerón; pero su padre, enemigo de esas lecturas, que veía poco provechosas, arrojó esos libros al fuego en 1320; la leyenda cuenta que la desesperación de Petrarca fue tal que tuvo que sacar lo que quedaba de ellos de la chimenea.
Tras la muerte de su padre regresó a Provenza e hizo los votos eclesiásticos menores. El 6 de abril de 1327, viernes santo, vio por primera vez a Laura, la mujer que idealizaría en sus poemas, en Aviñón. Poco se sabe de ella, aunque es muy posible que fuese la dama Laure de Noves, casada con un antepasado del marqués de Sade y, por tanto, llamada tras su matrimonio Laure de Sade (1310–1348). Por ella sintió una pasión pura y constante, como la que Dante Alighieri había sentido por Beatrice Portinari, la Bice de La Divina Comedia. Vivió entre 1337 y 1353 en Vaucluse o Fontaine de Vaucluse, un lugar con la fuente más caudalosa de Francia, en las cercanías de Aviñón. Tuvo dos hijos, Giovanni y Francesca, (en 1337 y 1343), sin poder asegurarse si fueron fruto de una o dos relaciones. Nunca los referenció en sus obras directamente, teniéndose constancia de que el varón, que murió joven, le dio disgustos a diferencia de su hija quien le proporcionó la alegría de varios nietos. Petrarca terminó sus días en Arquà; según afirma la tradición, lo encontraron muerto sobre un libro que estudiaba.
El 26 de abril de 1336 Petrarca junto a su hermano y otros dos compañeros, escaló el monte Ventoso de los Alpes de 1.909 metros y más tarde escribió una memoria del viaje en forma de carta a su amigo Francesco Dionigi. Como en ese tiempo no era usual escalar montañas sin fin práctico alguno, se considera ese día la fecha de nacimiento del alpinismo como deporte y a Petrarca como uno de los precursores del mismo.
Su vida transcurrió al servicio de la Iglesia y de la poderosa familia Colonna. Poseído por una pasión de bibliófilo, de la que da cuenta el capítulo consagrado a la bibliomanía de su De remediis, viajó constantemente por Europa (Francia, Italia, Países Bajos, España, Inglaterra) buscando códices de autores clásicos, y se convirtió en poeta laureado por el Senado de Roma por su poema latino en hexámetros Africa.
El encuentro con Giovanni Boccaccio en Florencia fue decisivo para sus ideas humanistas y junto a éste se constituyó en figura principal del movimiento que intentó rescatar la cultura clásica de los siglos oscuros en el primer Renacimiento italiano; intentó armonizar el legado grecolatino con las ideas del Cristianismo. Por otro lado, Petrarca predicó la unión de toda Italia para recuperar la grandeza que había tenido en la época del Imperio romano.
Vittore Branca escribió sobre él que
Se presenta como una especie de Jano que mira a la vez hacia el pasado y el porvenir, la antigüedad y la cristiandad, la frivolidad y el recogimiento, el lirismo y la erudición, el interior y el exterior [...] Ocupa en la historia de la poesía y de la cultura de Europa cristiana y moderna un lugar excepcional: jamás, quizá, un escritor haya tenido una influencia tan decisiva ni tan prolongada.
Como filólogo en el curso de sus viajes pudo rescatar del olvido a algunos autores clásicos. En Lieja descubrió el discurso Pro Archia poeta de Cicerón y en Verona, Ad Atticum, Ad Quintum y Ad Brutum de este mismo. Una estancia en París le permitió encontrar las elegías de Propercio y en 1350 la revelación de Quintiliano marcó, a decir del poeta, su renuncia definitiva a los placeres de los sentidos. Petrarca fue el gran redescubridor de Vitruvio y tras la difusión por el florentino de la obra de este autor clásico, podemos afirmar que decir Vitruvio es decir todas las bases de la arquitectura Renacentista.
Obras
Su obra principal es el Canzoniere, publicado originariamente con el nombre de Rime in vita e Rime in morte de Madonna Laura y que fue ampliando con el transcurso de los años. Es aquí donde Laura se constituye en el objeto idealizado de su amor, representante de las virtudes cristianas y de la belleza de la antigüedad. Posteriormente se denominaría Cancionero petrarquista a las colecciones de poemas líricos creadas por diferentes autores a manera del Canzoniere del Petrarca.
Poco antes de su muerte, publicó I trionfi («Los triunfos»), dedicados a exaltar la elevación del alma humana hacia Dios.
Petrarca fue autor también del poema épico Africa, que canta en hexámetros las hazañas del conquistador romano Escipión el Africano, y una colección de biografías de personajes ilustres. Escribió además Bucolicum carmen, un conjunto de églogas de estilo virgiliano, epístolas y un elogio de la vida retirada, De vita solitaria. Sus primeras composiciones, Africa y su primera prosa, por ejemplo Secretum, un diálogo imaginario con San Agustín, estaban escritas en latín, pero solamente I trionfi y el Canzoniere lo están en el dialecto toscano del italiano.
Los poemas del Cancionero fueron escritos en italiano: se trata de una colección de más de trescientos sonetos y otros poemas (canciones, sextinas, baladas y madrigales), la mayoría de los cuales revelan la historia de su pasión por Laura y los avatares y estados espirituales y emocionales por que atravesó, incluso después de la muerte de su amada, cuando su recuerdo la transforma en un ángel (donna angelicata) que intercede a Dios por él para transformar su pecaminoso amor profano en amor divino a la sabiduría y la moral. Se puede dividir en dos partes, coincidiendo con la muerte de su amada en la peste negra de 1348, cuando el autor da un giro a su vida tras las vanidades juveniles para profundizar en valores espirituales. Su creación final se convierte en palinodia de la inicial.3 En la obra se intercalan algunos dedicados a amigos y a otros temas, para marcar como miliarios la cronología de esa historia, así como otras composiciones que tienen la función de romper la monotonía métrica del conjunto.
La utilización del verso de once sílabas (endecasílabo) y sus perfectos sonetos encandilaron a poetas de los dos siglos siguientes y tuvieron influencia en el Siglo de Oro español, aunque algunos autores los rechazaran y los juzgaran como extranjerizantes.
Obras latinas
Opera Latina, edición de Sebastian Brant. Basilea: Johann Amerbach, 1496.
En verso
Africa, escrito entre 1339 y 1342, y después corregido y retocado. Poema heroico incompleto sobre la Segunda guerra púnica y en particular sobre las gestas de Publio Cornelio Escipión.
Bucolicum carmen, compuesto entre 1346 y 1357 y constituido por doce églogas sobre temas amorosos, políticos y morales.
Epistole metricae escritas entre 1333 y 1361, 66 cartas en hexámetros, de las que algunas tratan sobre amor, aunque la mayoría trata sobre política, moral o materias literarias. Algunas son autobiográficas.
Carmina varia, que recogen poemas dispersos en varios lugares:
1–6: F. Petrarchae, Poemata minora quae extant omnia, vol. III, Medioelani 1834.
7–24: K. Burdach, Von Mitteralter zur Reformation. IV. Aus Petrarcas Altestem Deutschen Schülerkreise, Berlin 1929.
25: E.H. Wilkins, The Making of the "Canzoniere" and other petrarchan Studies, Roma, Edizioni di Storia e Letteratura 1951, p. 303.
26: G. Billanovich, «Un carme ignoto del Petrarca», Studi petrarcheschi, V (1989) pp. 101–125.
En prosa
De viris illustribus (1337), colección de biografías de hombres ilustres redactada a partir de 1337 y dedicada a Francesco da Carrara, señor de Padua en 1358. Su intención original era reunir las vidas de personajes de la historia de Roma desde Rómulo hasta el emperador Tito, pero sólo llegó hasta Nerón. Después añadió personajes de todos los tiempos, comenzando por Adán y terminando en Hércules. Como quedó incompleta su amigo Lombardo della Seta la continuó hasta la vida de Trajano.
Rerum memorandarum libri (1350), colección de ejemplos históricos y anécdotas reunidas con un propósito de educación moral.
Itinerarium ad sepulcrum Domini, descripción de los lugares que se va encontrando en el viaje desde Génova a Jerusalén.
Secretum o De secreto conflictu curarum mearum, compuesto entre 1347 y 1353, y en seguida revisada, diálogo imaginario en prosa latina en tres libros entre el poeta mismo y San Agustín, en presencia de una señora muda que simboliza la Verdad. Como examen de conciencia personal, afronta temas íntimos del poeta y por esto no fue concebido para divulgarse, por lo cual lleva ese título. El primer libro trata del mal en general y concluye, según el pensamiento agustiniano, que eso no existe, sino que es una insuficiente voluntad de bien causada por las pasiones terrenas que anegan el espíritu. Petrarca mismo no puede guarecerse de la acidia. En el segundo libro, se analizan las pasiones negativas de Petrarca mismo, incluida la envidia de Dante Alighieri. En el tercero examina otras dos pasiones del poeta, en particular el amor por Laura y por la gloria, consideradas las dos las más graves culpas de Petrarca y las que le impedían acceder al equilibrio espiritual por el que suspiraba. Le da la razón a San Agustín, pero no sabe cómo liberarse de ellas.
De vita solitaria (1346–1356 circa) Tratado religioso y moral elaborado en 1346 y sucesivamente ampliado en 1353 y en 1366. Exalta la soledad, tema querido para el ascetismo medieval, pero el punto de vista con que la observa no es religioso: al rigor de la vida monástica contrapone el aislamiento laborioso del intelectual, dedicado a las lecturas y a las varias escrituras en lugares apartados y serenos, en compañía de amigos y de otros intelectuales. El aislamiento del estudioso es un marco natural que favorece la concentración. De aquí deriva la expresión de Humanismo cristiano de Petrarca.
De otio religioso (1346–1356) es un tratado que exalta la vida monástica y el otium o tranquilidad de espíritu definida como la mejor condición de vida posible.
De remediis utriusque fortunae (1360–1366) es una colección de breves diálogos escritos en prosa latina, compuesta de 254 escenas de diálogos entre entidades alegóricas: prima la «Alegría» y la «Razón», después el «Dolor». Son diálogos educativos y morales para reforzar al individuo contra los golpes de la fortuna, tanto la buena como la adversa.
Invectivarum contra medicum quendam libri IV (1355)
De sui ipsius et multorum ignorantia (1368)
Invectiva contra cuiusdam anonimi Galli calumnia o Contra eum qui maledixit Italiam
Epistole (Familiares, Seniles, Sine nomine, Variae)
De gestis Cesaris
Psalmi penitentiales
Posteritati, epístola excluida por su propia voluntad de la colección Seniles, en la que se describe a la posteridad con los atributos que pueden ser propios del humanista (la recuperación de la ciudadanía clásiuca y el amor por el latín)
Contra quendam magni status hominem
Collatio laureationis
Collatio coram Johanne rege
Collatio inter Scipionem, Alexandrum, Hannibalem
Arringhe
Orationes
Testamentum.
Colecciones epistolares
De extrema importancia son las cartas latinas, que, recogidas en orden cronológico, ofrecen la imagen autobiográfica del poeta; Petrarca tendía a ofrecer de sí mismo una figura ideal. Algunas fueron revisadas e incluso vueltas a escribir de nuevo. Van agrupadas por títulos como Familiares, Seniles y Sine nomine liber, que contienen algunas sobre política y polémicas; por fin, las Variae.
Obras en italiano o «lengua vulgar»
En tiempos de Patrarca, al italiano se le conocía como «lengua vulgar», pues la lengua considerada culta era el latín.
El Canzoniere (título original: Francisci Petrarchae laureati poetae Rerum vulgarium fragmenta). Comprende 366 piezas: 317 sonetos, 29 canciones, 9 sextinas, 7 baladas y 4 madrigales. Otras piezas poéticas anduvieron perdidas o fueron incluidas en otros manuscritos.
La mayor parte de estas rimas son de tema amoroso; una treintena son de tema moral, religioso o político. Son célebres las canciones «Italia mia» y «Spirto gentil», en las cuales el concepto de patria se identifica con la belleza de la tierra natal, soñada libre de las luchas fratricidas y de las milicias mercenarias. Entre las canciones más recordadas se recuerdan más «Chiare, fresche e dolci acque» y entre los sonetos «Solo e pensoso».
La colección es dividida entre los editores modernos en dos partes: rimas in vita y rimas in morte di Madonna Laura, es decir, las rimas en vida y las rimas tras la muerte de Laura. En realidad, Petrarca cuidó bien la estructura sucesiva del Cancionero incluyendo rimas ya compuestas en su juventud para Laura y otras mujeres, pero atribuyéndolas en esta ocasión a Laura. En muerte, dedica poemas a Laura ya fallecida como el único puro amor que conduce a Dios, según una concepción teleológica y mística del amor que se encuentra ya en el Dante de la Vita nuova y la Divina Comedia. Sería impropio hacer coincidir la colocación de varios textos en la obra con el efectivo orden cronológico de la composición. El amor a Laura es el centro anímico de la rica y original poesía de Petrarca, en la cual todo en función de eso deviene literatura y deseo de gloria literaria.
Petrarca perfeccionó las formas de la tradición lírica medieval y de la lírica provenzal, cambió la forma de la sextina y reelaboró los modos poéticos. La amada de Petrarca es un ser superior espiritualmente al poeta al cual este rinden homenaje, pero no tiene todavía nada de sobrehumano, ella es modelo de virtud y de belleza. Asocia el nombre de Laura al lauro, al laurel poético de la gloria literaria, y juega con su nombre cambiándolo con l'aura (el viento) como en el soneto «Erano i capei d'oro a l'aura sparsi».
La segunda parte del Canzoniere se concluye con la canción Alla Vergine («A la Virgen») en la cual el poeta se dirige a María e implora perdón y protección.
I trionfi
Frammenti e rime extravaganti
Testi del Vaticano latino 3196.
A una joven en un verde laurel
Vi más blanca y más fría que la nieve
que no golpea el sol por años y años;
y su voz, faz hermosa y los cabellos
tanto amo que ahora van ante mis ojos,
y siempre irán, por montes o en la riba.
Irán mis pensamientos a la riba
cuando no dé hojas verde el laurel;
quieto mi corazón, secos los ojos,
verán helarse al fuego, arder la nieve:
porque no tengo yo tantos cabellos
cuantos por ese día aguardara años.
Mas porque el tiempo vuela, huyen los años
y en un punto a la muerte el hombre arriba,
ya oscuros o ya blancos los cabellos,
la sombra ha de seguir de aquel laurel
por el ardiente sol y por la nieve,
hasta el día en que al fin cierre estos ojos.
No se vieron jamás tan bellos ojos,
en nuestra edad o en los primeros años,
que me derritan como el sol la nieve:
y así un río de llanto va a la riba
que Amor conduce hasta el cruel laurel
de ramas de diamante, áureos cabellos.
Temo cambiar de faz y de cabellos
sin que me muestre con piedad los ojos
el ídolo esculpido en tal laurel:
Que, si al contar no yerro, hace siete años
que suspirando voy de riba en riba,
noche y día, al calor y con la nieve.
Mas fuego dentro, y fuera blanca nieve,
pensando igual, mudados los cabellos,
llorando iré yo siempre a cada riba
por que tal vez piedad muestren los ojos
de alguien que nazca dentro de mil años;
si aún vive, cultivado, este laurel.
A oro y topacio al sul sobre la nieve
vencen blondos cabellos, y los ojos
que apresuran mis años a la riba.
Amor lloraba, y yo con él gemía
Amor lloraba, y yo con él gemía,
del cual mis pasos nunca andan lejanos,
viendo, por los efectos inhumanos,
que vuestra alma sus nudos deshacía.
Ahora que al buen camino Dios os guía,
con fervor alzo al cielo mis dos manos
y doy gracias al ver que los humanos
ruegos justos escucha, y gracia envía.
Y si, tornando a la amorosa vida,
por alejaros del deseo hermoso,
foso o lomas halláis en el sendero,
es para demostrar que es espinoso,
y que es alpestre y dura la subida
que conduce hacia el bien más verdadero.
Versión de F. Maristany
Bendito sea el año, el punto, el día
Bendito sea el año, el punto, el día,
la estación, el lugar, el mes, la hora
y el país, en el cual su encantadora
mirada encadenóse al alma mía.
Bendita la dulcísima porfía
de entregarme a ese amor que en mi alma mora,
y el arco y las saetas, de que ahora
las llagas siento abiertas todavía.
Benditas las palabras con que canto
el nombre de mi amada; y mi tormento,
mis ansias, mis suspiros y mi llanto.
Y benditos mis versos y mi arte
pues la ensalzan, y, en fin, mi pensamiento,
puesto que ella tan sólo lo comparte.
Versión de F. Maristany
El que su arte infinita y providencia
El que su arte infinita y providencia
demostró en su admirable magisterio,
que, con éste, creó el otro hemisferio
y a Jove, más que a Marte, dio clemencia,
vino al mundo alumbrando con su ciencia
la verdad que en el libro era misterio,
cambió de Pedro y Juan el ministerio
y, por la red, les dio el cielo en herencia.
Al nacer, no le plugo a Roma darse,
sí a Judea: que, más que todo estado,
exaltar la humildad le complacía;
y hoy, de una aldea chica, un sol ha dado,
que a Natura y al sitio hace alegrarse
donde mujer tan bella ha visto el día.
En la muerte de Laura
Sus ojos que canté amorosamente,
su cuerpo hermoso que adoré constante,
y que vivir me hiciera tan distante
de mí mismo, y huyendo de la gente,
Su cabellera de oro reluciente,
la risa de su angélico semblante
que hizo la tierra al cielo semejante,
¡poco polvo son ya que nada siente!
¡Y sin embargo vivo todavía!
A ciegas, sin la lumbre que amé tanto,
surca mi nave la extensión vacía...
Aquí termine mi amoroso canto:
seca la fuente está de mi alegría,
mi lira yace convertida en llanto.
Versión de Alejandro Araoz Fraser
Fue el día en que del sol palidecieron
Fue el día en que del sol palidecieron
los rayos, de su autor compadecido,
cuando, hallándome yo desprevenido,
vuestros ojos, señora, me prendieron.
En tal tiempo, los míos no entendieron
defenderse de Amor: que protegido
me juzgaba; y mi pena y mi gemido
principio en el común dolor tuvieron.
Amor me halló del todo desarmado
y abierto al corazón encontró el paso
de mis ojos, del llanto puerta y barco:
pero, a mi parecer, no quedó honrado
hiriéndome de flecha en aquel caso
y a vos, armada, no mostrando el arco.
Los que, en mis rimas sueltas
Los que, en mis rimas sueltas, el sonido
oís del suspirar que alimentaba
al joven corazón que desvariaba
cuando era otro hombre del que luego he sido;
del vario estilo con que me he dolido
cuando a esperanzas vanas me entregaba,
si alguno de saber de amor se alaba,
tanta piedad como perdón le pido.
Que anduve en boca de la gente siento
mucho tiempo y, así, frecuentemente
me advierto avergonzado y me confundo;
y que es vergüenza, y loco sentimiento,
el fruto de mi amor é claramente,
y breve sueño cuanto place al mundo.
Mi loco afán está tan extraviado
Mi loco afán está tan extraviado
de seguir a la que huye tan resuelta,
y de lazos de Amor ligera y suelta
vuela ante mi correr desalentado,
que menos me oye cuanto más airado
busco hacia el buen camino la revuelta:
no me vale espolearlo, o darle vuelta,
que, por su índole, Amor le hace obstinado.
Y cuando ya el bocado ha sacudido,
yo quedo a su merced y, a mi pesar,
hacia un trance de muerte me transporta:
por llegar al laurel donde es cogido
fruto amargo que, dándolo a probar,
la llama ajena aflige y no conforta.
Mis venturas se acercan lentamente
Mis venturas se acercan lentamente,
dudando espero, el ansia en mí renace,
y aguardar y apartarme me desplace,
pues se van, como el tigre, velozmente.
Ay de mí, nieve habrá negra y caliente,
sierras con peces, mar que olas no hace,
y el sol se acostará por donde nace
Eufrate y Tigris de una misma fuente,
antes que ella una tregua, o paz, me ofrezca,
o Amor otro uso enseñe a mi señora,
que en contra mía ya han pactado alianza:
que si algo hay dulce, tras la amarga hora,
hace el desdén que el gusto desfallezca;
y de sus gracias nada más me alcanza.
No tengo paz ni puedo hacer la guerra
No tengo paz ni puedo hacer la guerra;
temo y espero, y del ardor al hielo paso,
y vuelo para el cielo, bajo a la tierra,
nada aprieto, y a todo el mundo abrazo.
Prisión que no se cierra ni des-cierra,
No me detiene ni suelta el duro lazo;
entre libre y sumisa el alma errante,
no es vivo ni muerto el cuerpo lacio.
Veo sin ojos, grito en vano;
sueño morir y ayuda imploro;
a mí me odio y a otros después amo.
Me alimenta el dolor y llorando reí;
La muerte y la vida al fin deploro:
En este estado estoy, mujer, por tí.
Versión de Julián del Valle
Porque una hermosa en mí quiso vengarse
Porque una hermosa en mí quiso vengarse
y enmendar mil ofensas en un día,
escondido el Amor su arco traía
como el que espera el tiempo de ensañarse.
En mi pecho, do suele cobijarse,
mi virtud pecho y ojos defendía
cuando el golpe mortal, donde solía
mellarse cualquier dardo fue a encajarse.
Pero aturdida en el primer asalto,
sentí que tiempo y fuerza le faltaba
para que en la ocasión pudiera armarme,
o en el collado fatigoso y alto
esquivar el dolor que me asaltaba,
del que hoy quisiera, y no puedo, guardarme.
Si con suspiros de llamaros trato
Si con suspiros de llamaros trato,
y al nombre que en mi pecho ha escrito Amor,
de que el Laude comienza ya el rumor
del primer dulce acento me percato.
Vuestra realeza, que hallo de inmediato,
redobla, en la alta empresa, mi valor;
pero ¡Tate!, me grita el fin, que honor
rendirle es de otros hombros peso grato.
Al Laude, así, y a reverencia, enseña
la misma voz, sin más, cuando os nombramos,
oh de alabanza y de respeto digna:
sino que, si mortal lengua se empeña
en hablar de sus siempre verdes ramos,
su presunción tal vez a Apolo indigna.
Si el fuego con el fuego no perece
Si el fuego con el fuego no perece
ni hay río al que la lluvia haya secado,
pues lo igual por lo igual es ayudado,
y a menudo un contrario al otro acrece,
Amor -que un alma en dos cuerpos guarece-,
si has siempre nuestras mentes gobernado,
¿qué haces tú que, de moda desusado,
con más querer, así el de ella decrece?
Tal vez igual que el Nilo que, cayendo
desde muy alto, su contorno atruena,
o cual sol que, al mirarlo, está ofuscando,
el deseo que consigo no consuena,
en su objeto extremado va cediendo
y, al espolear demás, se va frenando.
Soneto
Bendecidos el año, el mes, el día
y la estación y el sitio y el instante
y el hermoso país en que delante
de su mirar mi voluntad rendía.
Y bendecida la tenaz porfía
de amor entre mi pecho palpitante,
y el arco y la saeta y la sangrante
herida que en mi corazón se abría.
Bendecida la voz que repitiendo
va por doquier el nombre de mi amada,
suspiros, ansias, lágrimas vertiendo.
Y bendecido todo cuanto escribe
la mente que al loarla consagrada
en Ella y sólo para Ella vive.
Versión de Carlos López Narváez
Soneto a Laura
Paz no encuentro ni puedo hacer la guerra,
y ardo y soy hielo; y temo y todo aplazo;
y vuelo sobre el cielo y yazgo en tierra;
y nada aprieto y todo el mundo abrazo.
Quien me tiene en prisión, ni abre ni cierra,
ni me retiene ni me suelta el lazo;
y no me mata Amor ni me deshierra,
ni me quiere ni quita mi embarazo.
Veo sin ojos y sin lengua grito;
y pido ayuda y parecer anhelo;
a otros amo y por mí me siento odiado.
Llorando grito y el dolor transito;
muerte y vida me dan igual desvelo;
por vos estoy, Señora, en este estado.
Versión de Jorge A. Piris
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