sábado, 10 de enero de 2015

EDGAR ALEJANDRO ROMERO VARGAS [14.444] Poeta de México


Edgar Alejandro Romero Vargas 

Seudónimos: Alexander Abraxas, Alejandro Abracxas. Guadalajara, Jalisco, México, 1991. Curso la licenciatura en psicología, integrante del grupo de poetas y escritores “Letrambulario” hasta 26 de agosto del 2014, autor del poemario “Guirnalda de púas” en Editorial La Rueda Cartonera (2013), autor de la obra  dramática  “Salamandra de fuego” (2014) participo en el poemario colectivo binacional entre Mexico y Perú Acracia en (2014) Editorial La Rueda Cartonera (2014), fue premiado como finalista en el concurso “La ciudad y Yo” por parte de taciturno Editores y se publicó su poema “aullido del tiburón” en 500 cuadernillos.

Participo en la revista literaria “Oscuridad de noviembre” en Julio del 2014
Participo en la revista cultual “Papalotzi” en Noviembre del 2014





Aullido del tiburón

Huelo él bahíopido cuerpo
escucha mi aullido criatura
de terrego etéreo

Mi ciudad se ha olvidado sus deidades
ha empujado
a fieras cósmicas, 
a transformarse en hombres sin sueños

Mi ciudad es dicha desconocida
es transverso el viaje perverso
explicado pecado por un pescado

Durgas antes adoradas
por poderíos cósmicos
han perdido sus brazos
y guirnaldas celestes

Por ropas vanidades
Y fotos impresiones 
humillacepciones 
de sus acicalados cuerpos

Los paraísos donde 
imperaba la ciencia
son lugares de miedos soledades

Mocedades envanecen
reinos pulcros de la perdida

Carruajes ballenicos tiránicos
devoran el cruce
de la pierna materna

Severa Calipso
espera a los vírgenes viajeros
dispuestos a ahogar su alba
en el océano llamado búsqueda

Soy marrajo herido podrido en golfo
llévame pléyade al encuentro 
con mi océano Calipso

He visto estatuas hombres adoradas
y esas mismas orgánicos hombres 

Enraizando cercas imaginarias
encarnando camas sin descanso
asfaltos sin caminos
montañas sin subidas
caminos sin destino
encarnando el dolor del semejante

Los verdes campos sosegados carreteicos
esperan los frutos frambueses
moradaicos, zarzamorales y fresanficos
para adquirir dureza
            y verter el acero al país del río
équese rompe bajo rocas

He visto bardas decoloradas que declaran
nombre propio renaciente de poesía
desdichada que encadenan
en nombre del prostituido afecto
una vida de hastió y enajenación
alienante declaración

He visto construcciones ayermar
las riquezas de pobres de transeúntes sin alma

He visto cómo sus tiempos son destruidos 
y convertidos en desiertos estériles
sus futuros de arena y presentes encapsulados en cristal

He sentido el cal blanco de canes embravecidos
llenos de posiciones pletóricas
y figuras pictóricas recorren el paso
de su exquisito cuerpo.

He visto cementerios blancos
llenos de caricias marmolicas solares
adoquines resplandecientes
que encierran la resurrección 
a un cuerpo enterrado

He escuchado el lamento de la Miosotis
gemir por un desesperado roció
en su gigantesco invierno
es hoy, hojarasca quebrada

Me veo,
un pez alado plumeante

Costillas plumas 
bañadas del tinte rojo
latido rumiante por seguir vivo

Désta arena pequeños granos 
acarician mis branquias directamente
el mar me olvido…

Soy su devorador
que da muerte 
a escama semejante
para vivir,

Veo por fin
resurgir al Abracxas del fondo del mar
y esculpir en el sol un eclipse
rezorando crístico y proteico

Marea vienes por fin
sedienta por espuma

brava me recoges
brava me llevas
brava me azotas 

Al peñasco donde dejo de aullar
y regalé el vino rojo
que recubría mis arterías
a la eternice  salada.


“Guirnalda de púas” 
 Editorial La Rueda Cartonera (2013)


Guirnalda de Púas

Que los sátiros me compadezcan,
Y las ninfas bailen en mis aposentos,
Hasta que el cuerpo amanezca

= Ha nacido esta guirnalda =

Una guirnalda convertida en la modernidad
En protección, en herida, en cuchillo,
En filomanía, en precocidad y 
Principal en dolor.



UNA GUIRNALDA DE PÚAS 

 - Alejandro Abracxas. – Edgar Alejandro Romero Vargas 



Importa

I

Insolente, 
Al no compartir mis entrañas
A los cuervos que pasan.

Quizás, 
Ya las han devorado
Beales escarnecedores de pieles.

Lo único que queda
Es mi compañía
Fútil consuelo…

Más allá de las pericias profesas,
Axiomas,
Racimo de principios,

¿Qué es lo que queda? 
Cruel cadáver,
Si ni me importa ser carroña de lo escribo.



Goce

II

Mi alma está repleta
De dicha y goce
Al encontrar tú mirada en tormento diario.
Sin embargo,

Mi mariposa se parte en gajos 
Al saber que tendré que esperar tus cielos, 
Deleitables rayos,
Añicos sin forma aparente de sus coloridas alas,

Más estoy seguro, 
Que la carne
Aguardara carrera espera,
Pues nadie somete al llanto en viento,

Es la insípida rabia, 
De transcurrir ríos
Sin poder apaciguarlos,
Esa la que solo añora el próximo día que nos encontremos.




Sabio

A Rimbaud


III

Siento sonetos de los sabios
Retumban las venas esparcidas por la piel
Mil ochocientos cincuenta y cuatro
Susurra el poeta del ayer.

Escucha mi triste canción,
Ven a jugar
Compadécete y sufre,
Myosotis inmundos, 
Ningún orietur,

Excelsa dicotomía, 
Del demonio hecho ángel,
Del adolescente hecho niño
Con estoque por lengua
Absenta por pólvora y burla de muerte.





Vagabundo

IV

Bailarina, de huecos en la ropa,
Pinceles de lodo y orina,
Desgarrada mi alma está.

Sólo espero el agua loca de la tarde
Y la compañía del olvido,
A la media noche
Para no tener que soñar, duermo.





Sonrisa de sol

V

Solariego de tus días 
Entregarás en una sonrisa
Solarios cristalinos
Dispuestos a ser hombres,

¡Así te abrazare!
¡Con brazos de arenisca!
¡Ven dulce Aluqah!
¡Bebe sempiterno sepulcro!





Congoja

VI

Corazón sin pecho de la madrugada,
Congoja destá mañana,
Sólo dime no 
Sólo dime basta.

Llévame a la gloría
O tira mi eterno por la ventana
Tigre divino,
Vástago de estrellas y canceles,

Soy tu presa
Y cólera arbitraria,
Dale tus piadosos labios,
A esté macho que te llama.




Pasión

VII

Pasión llena de miel
Cristalera que sóspira
Pienso en el resbalar de tus bragas
Por mis espinosos dedos

Como la luna llena
Hace subir las mareas,
Néctar sublime,
Qué revela perfume de placer.

Amor fatigado en la distancia 
Ocaso cielo
Aún oscuro
Brisa desgarradora del pensar,

Beberé del río de tu cuerpo
Vagina en selva 
Senos menguantes 
Esfinge de piel
Cual ebrio bebé licor.


Más en lo que llegas,
Seré abstemio
Esperando tu amor.





Oración

VIII

Deja que te cure en libertad 
Y te acompañe en agonía

Flechas de luciferina,

En viaje cósmico, 
Guiadas por Sofía
Atraviesen tu seno marchito.

Hueco que alberga brasas aún calientes
¡Que en plena luz de las doce!
La lira de Apolo suene 
y se adviertan sus romanzas.

Pasemos los días sensibles, ligados, 
Acariciando los belfos

Y sol,
Gran astro de hogueras,
Nos bañe con gala y honores.

Mas cuando el atardecer se haya consumido
Esperemos a media noche
El tierno sonsonete de Morfeo

Y no me apartes
Solo deja doblegarme 
Suavemente a tu lado.

Genésicos días vivamos
Efímeros placeres pasaderos muramos
Más que la vorágine del concluido día 

No deje pasar al olvido
Que las flores pasaron entre roció
Quizá puede
Que solo sea uno de tantos pétalos marchitos.





Invitada

IX


Cauta ojeada de halcón
Inspecciona
Con inherente voluntad
Un pigmento de nostalgia,

Un inconfundible absoluto
De lo necesitado,
Romance anónimo,                                                                    (Yepes)  
Divide la esencia en exhausta congoja 

Exclusiva percepción 
Destello de la mirada
Contempla un cuerpo
Considerada raíces en piernas. 

Perséfone del jardín
Omito el silencio
Desté palpitar
En ese hueco. 

Resucita,
Vuelve a deslizar aflicción
Serpientes altaneras
Sierpes de desdichas

Travesía de amargura
En cada visita
Camino de fríos 
E intangibles pastos de lodo.

Tierra que mojaba
Indigno pulgar

La tierra encubre
La tierra florece
La tierra ofrece
También solloza 
Lagrimea
Para dejar vivir a los palos con hojas,

Me quede con ella por cortesía
Y una vez más
Por corrupción.




Anochece

X

Colosal simplicidad pasa del día a noche 
Contra sapiencia del halo galáctico,

Vientos airados
Eolo sin piedad
Llega a la sombra,

Continúa sencillez sacrílega
Impar reloj de arena, 
No detiene su caer 
Seth otra vez gana batalla
En turbada cobardía.




Bendición

XI

Frescor de fincas hundidas
Pasto envejecido abnegado
 Su soledad dé nuevo aliento

Llaga gesta por designio cruel 
No me obsequies
Desierto compromiso
Ni calor hecho mártir pérfido.

Hoy mis entrañas, palpitan negro, 
Al saber ¿qué serás?
Solo mis entretelas son de poeta serán  

¡Qué solo dios puede consolar!
¡Quédate paraje mío!
¡Qué nuestro ósculo enajene la eternidad!




Acróstico fútil

XII

Torrente de lágrimas vertidas en acantilado
Estancia del frío y la calma, soledad apacible o tormento continúo

Quimeras del que pasará después, cómanme vivo ahora
Unidos en esta ilusión, es mejor no estar lejos de atención
Indúceme por caminos desconocidos, o mátame cuando tropiezo
Esperanza fútil, sueño inalcanzable, delirio inagotable
Recorrido hecho por Dante, una, y mil veces más
Ósculo en el aire, espejismo flotante.




Amenaza

XIII

¿Quién paga flor con navaja?
O sueño con amenaza
En íntima melancolía
Funge tristeza y oxido llanto olía

De tales ojos acristalados
Sufrimiento enorme inmaculado
Congoja inesperada salía
Rivera del alma sangrado fría

Estoque adornado en espinas,
Ave maría,
Llanto de sangre escurría
Cuarzo parte penuria

Rosario y Pentagrama
Llevan recelo tinte esmeralda.





Quieta

XIV

Quieta cuando escuches el rubor de mi voz
Quieta como estatua acristalada
Frágil o rompible

Endeble y adornada.
Arrepentida por las
Desnudas palabras.




Ansías

XV

El pudor exige muerte
Lucidos idilios y pasiones
¿Quién tendrá tanta suerte?
Probando caricias sabores;

Sí cuándo coraza entrega
Filo no penetra
¿Y sí?
Sigue igual la uretra;

Sí cuándo brazo tintinea
Dulzura no se entrega
Frío profano se queda;

Si cuando pensando queda
Viejos amores aún recuerda
Cuerpo en calambres refleja.




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