Carolina Jobbágy
Nació en Buenos Aires, Argentina en 1975.
Ha publicado el libro de poesía Tabla periódica (Buenos Aires, Tsé=Tsé, 2002) y esta Historia clínica en 2014. Sus poemas forman parte de diversas antologías, como Taquigrafía para principiantes (Buenos Aires, Paradiso, 2002), Vozes femininas (Río de Janeiro, Sette Letras, 2003), Enjambre berlinés (Bahía Blanca, VOX, 2008) y Transversalia (Berlín, Verlagshaus J. Frank, 2011), y han sido publicados en revistas y suplementos literarios de Argentina, Brasil, España y Alemania. Una selección de poemas de Historia Clínica obtuvo el premio La voz + joven de la Obra Social Caja Madrid en 2007. Reside en Barcelona.
“Historia clínica”, un hipocondríaco poemario de Carolina Jobbágy: editado por Kriller 71 Ediciones.
por ARANCHA RODRÍGUEZ
En Historia clínica, Carolina Jobbágy nos ofrece un poemario extremadamente original y estructurado, casi como si fuera una base de datos del dolor; una base de datos que, más allá de darnos todos los detalles, presenta esbozos de las heridas de un paciente hipotético, de un sujeto universalizado. Historia Clínica son secuencias rotas, imágenes del deshielo (a pesar de que el libro esté dividido en dos partes diferenciadas: invierno y verano). Los poemas nos producen algo, la rotura de una fibra, un acercamiento a la enfermedad.
Jobbágy ha escogido bien los nombres, creando una suerte de catálogo enfermizo que somatiza al lector y lo arrastra al cosmos del poemario. Sin embargo, son estos poemas que no acaban de tener una conclusión. La autora palpa la conclusión sin acercarse, sin rematarla; cada pieza de este libro es como la semilla del poema; una semilla que no llega a germinar. Bien es cierto que se reconocen irremediablemente angustiosos, muy personales, todos ellos hablan para el epicentro del propio sujeto que se enfrenta a la situación, pero en ocasiones este intimismo acaba por resultar incomprensible.
Una historia clínica bien pensada a la que acaban por faltarle demasiados diagnósticos.
Hidrofobia
Pudo tratarse de tifus
esos perros
muertos en la calle
pero al tercer o
cuarto día
los ganglios inflamados
sentado en el jardín
deja
que el cielo se deslice
inevitable
ruptura de moléculas
adelgazan
y se arrugan
por el muro sigue
tibio
un cambio de luz
hasta aceptar el color gris
entre sus dedos
acumula
datos clínicos
el curso lento de la enfermedad.
Peste neumónica
Del norte
lento
las nubes
se retuercen
contra el horizonte
apenas zumba
una mosca en el abdomen
por miedo al veneno de la peste
la siesta
detrás de los postigos
aire rancio
ozono
lo que huele
metálico
a tormenta.
Peste blanca
Este invierno
con la nieve
las esporas
y una mancha
negra en el pulmón
bajo cero
de los labios
surge
algo violáceo.
Acidia
Pudo tratarse de tifus
esos perros
muertos en la calle
pero al tercer o
cuarto día
los ganglios inflamados
sentado en el jardín
deja
que el cielo se deslice
inevitable
ruptura de moléculas
adelgazan
y se arrugan
la huida fue a sitios apartados
lejos
donde no lleguen esquirlas
la inercia del corazón
por el muro sigue
tibio
un cambio de luz
hasta aceptar el color gris
entre sus dedos
se acumulan
datos clínicos
el curso lento de la enfermedad.
Cólera
Manzanas y otros
alimentos crudos
tiempo cálido
la higiene
cierra el paso
pero escurrir la ropa
un descuido
gotas del agua letal
en la calle
una de cada cuatro casas
prosperan los patógenos
segunda pandemia
desde persia
la ruta
hacia puntos del norte
el flujo de la bilis
alcanza moscú
austria hungría
1831 el terror
azul
la piel
está fría
en ausencia de líquido
abundantes calambres
si cae berlín
la antártida
una tierra
libre de microbios.
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