Rodolfo "Corky" Gonzáles
(30 junio 1928 a 12 abril 2005) fue un mexicano-americano boxeador , poeta , político y activista. Se convocó la primera vez Chicano conferencia juvenil en marzo de 1969, a la que asistieron por muchos activistas y futuros artistas chicanos. En la conferencia también promulgó el Plan Espiritual de Aztlán , un manifiesto exigiendo la autodeterminación de los chicanos. Como una de las primeras figuras del movimiento por la igualdad de derechos de los mexicano-americanos, es a menudo considerado como uno de los fundadores del movimiento chicano
Bibliografía:
I am Joaquin : an epic poem , (1967).
Message to Aztlán: selected writings of Rodolfo "Corky" Gonzales , (2001) Houston: Arte Público Press. ISBN 1-55885-331-6 .
Rodolfo 'Corky' Gonzales, poeta, boxeador y activista chicano
LOS ÁNGELES TIMES 19 ABR 2005
Rodolfo Corky Gonzales, antiguo boxeador cuyo activismo político y estridente defensa del "poder chicano" le convirtieron en un héroe para los jóvenes mexicano-estadounidenses en la década de los sesenta, falleció el martes en Denver. Tenía 76 años y a finales de marzo se le había diagnosticado insuficiencia renal y coronaria.
Como ideólogo no oficial del movimiento chicano, dirigió boicoteos, marchas estudiantiles y manifestaciones por todo el suroeste de Estados Unidos en protesta contra la brutalidad policial, la vivienda inadecuada, la guerra de Vietnam y lo que él denominaba abandono educativo de los mexicano-estadounidenses.
Pero Gonzales quizá dejara su mayor impronta como poeta. Fue el poeta más destacado del movimiento cultural conocido como la generación de Aztlán, el grupo de activistas que invocaban la tierra natal del mítico azteca como símbolo de la autodeterminación y el nacionalismo chicanos.
Su poema más conocido, Yo soy Joaquín, publicado en 1967 durante una época de disturbios urbanos e idealismo juvenil, llamaba a los jóvenes chicanos a hallar fuerza y orgullo en su cultura e historia. Comenzaba con estos versos, citados a menudo:
"Yo soy Joaquín. / Perdido en un mundo de confusión. / Atrapado en el mundo de la sociedad gringa. / Confundido por la ley, menospreciado por las actitudes. / Suprimido por manipulaciones. Y destruido por la sociedad moderna".
"Aquí estaba por fin nuestra canción colectiva, y llegó como un trueno venido del cielo", afirma Juan Felipe Herrera, que ocupa la cátedra Tomas Rivera de Escritura Creativa en la Universidad de California, Riverside. "Todos los periódicos de barrio desde Albuquerque hasta Berkeley lo publicaron. La gente colgaba reproducciones en las paredes y los postes de teléfono".
Durante un breve periodo a finales de los años sesenta, Gonzales captó la atención nacional por sus protestas, a menudo agresivas, y sus ataques contra lo que él denominaba el "poder gringo establecido", que generaban divergencias entre los activistas mexicano-estadounidenses que confiaban en enfoques más conciliadores para resolver problemas sociales.
En 1968 se unió a Reyes López Tejerina, combatiente por la concesión tierras de Nuevo México, para dirigir un contingente de 1.000 chicanos e indios americanos en una Marcha de los Pobres sobre Washington. "Junto con otros de aquella época", afirma Félix Gutiérrez, catedrático de Periodismo de la Universidad del Sur de California, "Corky aportó visión y voz a quienes éramos mexicano-estadounidenses y nos convertíamos en chicanos: mexicano-estadounidenses con una visión no anglosajona de nosotros mismos y de nuestro papel en la sociedad".
Nacido en Denver, Gonzales era el más joven de cuatro hermanos y tres hermanas. Su madre, Indalecia, falleció cuando él tenía dos años. Su padre, Federico, que emigró de Chihuahua, México, nunca volvió a casarse, pero mantuvo unida a la familia en un duro barrio al este de Denver. Gonzales fue un joven precoz que se ganó su apodo cuando un tío suyo dijo que siempre "saltaba como un corcho" [corcho, en inglés es cork]. Aunque trabajar en los campos locales de remolacha le dejaba poco tiempo para estudiar, Gonzales obtuvo el título de bachillerato a los 16 años. Entró en la universidad privada de Denver, pero la abandonó un trimestre después porque las tasas eran prohibitivas.
Más tarde, Gonzales luchó literalmente por salir de la pobreza. En el cuadrilátero era conocido por comenzar rápido con intensos derechazos directos a la cabeza de su oponente. Ganó 65 de sus 75 combates como peso ligero, y le nombraron para el Paseo de la Fama Deportiva de Colorado. Dejó el boxeo en 1953 para dirigir una taberna de barrio, Corky's Corner.
Después trabajó como agente de fianzas y organizador político del Partido Demócrata. En 1960 fue coordinador de la campaña Colorado Viva Kennedy y presidente de un programa regional contra la pobreza. Frustrado con la política dominante, abandonó su afiliación democrática a mediados de los años sesenta y proclamó que los chicanos debían luchar por su propio poder económico, político y social colectivo. Gonzales fundó la Cruzada por la Justicia, una organización rural de derechos civiles que celebraba asambleas de "liberación" para jóvenes de todo el país, dirigió su propia escuela en Denver, Escuela Tlatelolco, y concedió becas universitarias a jóvenes del barrio.
En años posteriores, Gonzales estuvo entre un grupo de líderes latinos que se aferraban a sus ideales, pero veían cómo su influencia se desvanecía en unos tiempos de cambio. Desde 1988, Gonzales había luchado contra los efectos a largo plazo de un infarto y un accidente de coche.
Pero siguió en activo en asuntos relacionados con la educación pública. "Corky hizo algo de forma muy articulada y firme que pocos más hacían en aquella época", afirma Juan Gómez Quiñónez, catedrático de historia en UCLA. "Le estaba recordando al país que existía una minoría mexicano-estadounidense cuyas necesidades no estaban cubiertas".
YO SOY JOAQUÍN
Yo soy Joaquín
perdido en un mundo de confusión,
enganchado en el remolino de una
sociedad gringa,
confundido por las reglas,
despreciado por las actitudes.
sofocado por manipulaciones,
y destrozado por la sociedad moderna.
Mis padres
perdieron la batalla económica
y conquistaron
la lucha de supervivencia cultural.
y ¡ahora!
yo tengo que escoger
en medio
de la paradoja de triunfo del espíritu,
a despecho de hambre física,
o
existir en la empuñada
de la neurosis social americana,
esterilización del alma
y un estómago repleto.
Sí,
vine de muy lejos a ninguna parte,
desinclinadamente arrastrado por ese
gigante, monstruoso, técnico, e
industrial llamado
Progreso
y éxito angloamericano ...
Yo mismo me miro
Observo a mis hermanos
Lloro lágrimas de desgracia.
Siembro semillas de odio.
Me retiro a la seguridad dentro del
círculo de vida
MI
RAZA.
Yo soy Cuauhtémoc,
majestuoso y noble,
guía de hombres,
rey de un imperio civilizado,
incomparablemente a los sueños
del gachupín Cortés
quien igualmente es la sangre,
la imagen de mí mismo.
Yo soy el príncipe de los mayas.
Yo soy Netzahualcóyotl,
líder famoso de los chichimecas.
Yo soy la espada y llama de Cortés
el déspota.
y
Yo soy el águila y la serpiente
de la civilización azteca.
Fui dueño de la tierra hasta donde veían
los ojos bajo la corona española,
y trabajé en mi tierra
y dí mi sudor y sangre india
por el amo español
que gobernó con tiranía sobre hombre y
bestia y todo los que él podía pisotear.
Cuando la iglesia cristiana tomó su lugar
en el buen nombre de Dios
para tornar y usar mi fuerza virgen y
fe confiada,
los sacerdotes,
ambos buenos y malos,
cogieronpero
dieron una verdad perdurable que
español
indio
mestizo
todos eran hijos de Dios.
y
de estas palabras surgieron hombres
que rezaron y pelearon
por
su mismo mérito como seres humanos,
para
ese
MOMENTO DORADO
de
LIBERTAD.
Yo fui parte en sangre y espíritu
de aquel
padre aldeano y valiente
Hidalgo
que en el año mil ocho cientos diez
repicó la campana de independencia
y dio el constante
el grito de Dolores:
"Que mueran los gachupines y que viva
la Virgen de Guadalupe ... "
Yo lo condené a él
que era yo.
Yo lo excomulgué a él mi sangre .
Lo desterré del púlpito para encabezar
una revolución sangrienta para él y para mí.. .
Yo lo maté.
Su cabeza,
que es mía y de todos los que
pasaron por aquí,
la puse en la pared del fuerte
para esperar la independencia.
¡Morelos!
¡Matamoros!
¡Guerrero!
todos compañeros en el acto, se pararon
ENFRENTE DE AQUELLA PARED DE
INFAMIA
a sentir el arrancón caliente de plomo
que mis manos hicieron.
Yo morí con ellos ..
viví con ellos ..
Viví para ver mi patria libre.
Libre
de la ley española, en
mil ocho·cientos-veinte y uno.
¿Méjico estaba libre ?
Ya no estaba la corona
pero
permanecían todos sus parásitos
y regimentaban
y enseñaban
con fusil y llama y poder místico.
Yo trabajé
yo sudé
yo sangré
yo recé
y esperé silenciosamente que la vida
comenzara de nuevo.
Yo luché y morí
por
Don Benito Juárez,
guardián de la Constitución.
Yo fui él
en caminos empolvados
en terrenos estériles
cuando él protegía sus archivos
como protegió Moisés sus sacramentos.
El detuvo su México
y este gran
en sus manos
en
los terrenos más desolados
y remotos
la cual era su patria.
pequeño zapoteca
no dio
ni una palma de mano
de la tierra de su patria a
reyes ó monarcas ó presidentes
de poderes extranjeros.
Yo soy Joaquín
Cabalgué con Pancho Villa,
tosco y simpático,
un tornado a toda fuerza,
alimentado e inspirado
por la pasión y la lumbre
de su gente mundana.
Soy Emiliano Zapata.
"Este terreno,
esta tierra
es
NUESTRA."
Los pueblos
las montañas
los arroyos
pertenecen a los Zapatistas.
Nuestra vida
o las vuestras
es el único cambio por tierra blanda y
morena y por maíz.
Todo lo que es nuestro regalo,
un credo que formó una constitución
para todos los que se atreven a vivir libre!
"Esta tierra es nuestra ...
Padre, yo te la doy de vuelta.
México debe ser libre.
Peleo con revolucionarios
contra mí mismo.
Yo soy Rural ( ic.)
ordinario y bruto,
yo soy el indio montañero.
superior a todos.
El galope truenoso son mis caballos.
El chirrido de ametralladoras
es muerte para todos que son yo:
yanqui
larahumara
chamula
zapoteca
mestizo
español.
Yo he sido la revolución sangrienta.
el vencedor,
el vencido.
Yo he matado
y he sido matado.
Yo soy los déspotas Díaz
y Huerta
y el apóstol de la democracia,
Francisco Madero.
Yo soy
las mujeres fieles
con sus rebozos negros
que mueren conmigo
o viven
según el lugar y el tiempo.
Yo soy
leal
humilde
Juan Diego.
la Virgen de Guadalupe,
también Tonanzin, la diosa azteca.
Cabalgué las montañas de San Joaquín.
Cabalgué al este y norte
hasta las Montañas Roqueñas,
y
todos los hombres temían las pistolas
de Joaquín Murrieta.
Maté a esos hombres que se atrevieron
a robar mi mina.
que violaron y mataron a
mi amor,
mi esposa.
Luego
yo maté para vivir.
Yo fui Elfego Baca
viviendo mis nueve vidas plenamente.
Yo fui los hermanos Espinoza
del Valle de San Luis.
Todos
fueron añadidos al número de cabezas
que
en nombre de la civilización
fueron puestos en la pared de la independencia,
cabezas de hombres valientes
que murieron por causa o principio.
bueno o malo
¡ Hidalgo! ¡Zapata!
¡Murrieta! ¡Espinozas!
son solamente pocos.
Ellos
se arriesgaron a afrontar
la fuerza de la tiranía
de hombres
que gobiernan
con enredos e hipocresía.
Aquí estoy mirando hacia el pasado,
y ahora "veo
el presente,
y aún
yo soy el campesino,
soy el político, gordo y traicionero yo.
del mismo nombre,
Joaquín,
en un país que ha derrotado
toda mi historia,
sofocado todo mi orgullo,
en un país que ha puesto un peso
diferente de indignidad
en
mi
espalda
centenaria.
Inferioridad
es la nueva carga ...
El indio ha sobrellevado y todavía
emergió el vencedor,
el mestizo debe todavía vencer,
y el gachupín solamente ignorará.
Yo mismo me miro,
veo parte de mí
que renuncia mi padre y mi madre y se
derriten en la mezcla de esta sociedad
para desaparecer en la vergüenza.
A veces
vendo a mi hermano
y lo reclamo
como mío cuando la sociedad me da
liderato tésero
en el mismo nombre de la sociedad.
Yo soy Joaquín,
que sangra en muchos modos.
Los altares de Moctezuma
yo manché sanguíneo
Mi espalda de esclavitud india
fue despojada color encarnado
de los azotes de patrones
que perderían su sangre tan pura
cuando la revolución los hizo pagar,
parados en frente de las paredes de la
retribución.
Sangre
he derramado de
mi
en cada campo de batalla
entre
campesino, hacendado,
esclavo y dueño
y
revolución.
Yo brinqué de la torre de Chapultepec
dentro del mar de fama
la bandera de mi patria
mi sudario con
Los Niños,
cuyo orgullo y valor
no pudieron entregar
con indignidad
la bandera de su patria
a extranjeros ... en su tierra.
Ahora
me desangro en una celda hedionda
de garrote
o pistola
o tiranía.
Me desangro mientras los guantes viciosos de
hambre parten mi cara, mis ojos,
mientras peleo desde barrios corrompidos
al encanto del cuadrilátero
y luces de fama
o mutilantes pesares.
Mi sangre cursa pura en los cerros
escarchados de las isletas de Alaska,
en la playa derramada de cuerpos en
Normandía, tierra ajena de Corea
y ahora Vietnam.
Aquí estoy parado
enfrente la corte de justicia,
culpable
por toda la gloria de mi Raza
a ser sentenciado a desaparecer.
Aquí estoy parado,
pobre en dinero,
arrogante con orgullo,
valiente con machismo,
rico en valor
y
adinerado de espíritu y fe.
Mis rodillas están castradas con barro.
Mis manos ampolladas del azadón.
Yo he hecho al gringo rico,
aún
igualdad es solamente una palabra el
Tratado de Hidalgo ha sido roto
y es solamente otra promesa traicionera.
Mi tierra está perdida
y robada,
Mi cultura ha sido desflorada .
Alargo
la fila en la puerta del beneficio
y lleno las cárceles con crimen .
Estos son
pues los regalos que esta sociedad tiene
para hijos de jefes
y reyes
y revolucionarios sanguinosos,
quienes
dieron a gente ajena
todas sus habilidades y ingeniosidad (sic).
para adoquinar la vía con sesos y sangre
para
esas hordas de extranjeros hambrientos
por oro,
quienes
cambiaron nuestro idioma
y plagiaron nuestros hechos
como acciones de valor
de ellos mismos.
Desaprobaron de nuestro modo de vivir
y tomaron lo que podían usar.
Nuestro arte,
nuestra literatura,
nuestra música, ignoraron
así dejaron las cosas de valor verdadero
y arrebataron a su misma destrucción
con su gula y avaricia.
Disimularon aquella fontana purificadora
de naturaleza y hermandad
la cual es Joaquín.
El arte de nuestros señores excelentes,
Diego Rivera,
Siqueiros,
Orozco, es solamente
otro acto de revolución para
la salvación del género humano.
Música de mariachi, el
corazón y el alma
de la gente de la tierra,
la vida de niño,
y la alegría del amor.
Los corridos dicen los cuentos
de vida y muerte,
de tradición,
leyendas viejas y nuevas,
de alegría de pasión y pesar
de la gente - que soy yo.
Yo estoy en los ojos de la mujer,
amparados debajo
su rebozo negro
ojos hondos y
dolorosos
que llevan el pesar de hijos enterrados
o agonizantes.
muertos
en batalla o en el alambre de púas
de la lucha social.
Su rosario lo reza y lo pulsa
infinitamente
como la familia
trabajando una hilera de betabel
a dar vuelta
y trabajar
y trabajar.
No hay ningún fin.
Sus ojos un espejo de todo el calor
y todo el amor para mí,
y yo soy ena
y ena es yo.
Juntos afrontramos la vida con
pesar, coraje, alegría fe y
pensamientos deseosos.
Yo soy Joaquín.
Debo pelear
y ganar la lucha
para mis hijos, y ellos
deben saber de mí,
quien soy yo.
Parte de la sangre que corre hondo en mí
no pudo ser vencida por los moros.
Los derroté después de quinientos años,
y yo perduré.
La parte de sangre que es mía
ha obrado infinitamente cuatrocientos
años debajo el talón de europeos
lujuriosos.
i Yo todavía estoy aquí!
He perdurado en las montañas escarpadas
de nuestro país.
He sobrevivido los trabajos y esclavitud
de los campos.
Yo he existido
en los barrios de la ciudad
en los suburbios de la intolerancia
en las minas de snobismo social
en las prisiones de desaliento
en la porquería de explotación
y
en el calor feroz de odio racial
y ahora suena la trompeta,
la música de la gente incita la
revolución.
como un gigantón soñoliento lentamente
alza su cabeza
al sonido de
patrulladas
voces clamorosas
tañido de mariachis
explosiones ardientes de tequila
el aroma de chile verde y
ojos morenos, esperanzosos de una
vida mejor.
y en todos los terrenos fértiles,
los llanos áridos,
los pueblos montañeros,
ciudades ahumadas,
empezamos a AVANZAR.
¡La Raza!
¡Mexicano!
¡Español!
¡Latino!
¡Hispano!
¡Chicano!
o lo que me llame yo,
yo parezo lo mismo
yo siento lo mismo
yo lloro
y
canto lo mismo.
Yo soy el bulto de mi gente y
yo renuncio ser absorbido.
Yo sor (sic). Joaquín.
Las desigualdades son grandes
pero mi espíritu es firme,
mi fe impenetrable,
mi sangre pura.
Soy príncipe azteca y Cristo cristiano
¡YO PERDURARÉ!
¡YO PERDURARÉ!"
8 Gonzáles, Rodolfo "Corky". "Yo soy Joaquín". Bantam Editions. E.U ..
1972 en Gómez, Op. e j¡. pp. 70-83.
I Am Joaquin
by Rodolfo Corky Gonzales
Yo soy Joaquín,
perdido en un mundo de confusión:
I am Joaquín, lost in a world of confusion,
caught up in the whirl of a gringo society,
confused by the rules, scorned by attitudes,
suppressed by manipulation, and destroyed by modern society.
My fathers have lost the economic battle
and won the struggle of cultural survival.
And now! I must choose between the paradox of
victory of the spirit, despite physical hunger,
or to exist in the grasp of American social neurosis,
sterilization of the soul and a full stomach.
Yes, I have come a long way to nowhere,
unwillingly dragged by that monstrous, technical,
industrial giant called Progress and Anglo success....
I look at myself.
I watch my brothers.
I shed tears of sorrow. I sow seeds of hate.
I withdraw to the safety within the circle of life --
MY OWN PEOPLE
I am Cuauhtémoc, proud and noble,
leader of men, king of an empire civilized
beyond the dreams of the gachupín Cortés,
who also is the blood, the image of myself.
I am the Maya prince.
I am Nezahualcóyotl, great leader of the Chichimecas.
I am the sword and flame of Cortes the despot
And I am the eagle and serpent of the Aztec civilization.
I owned the land as far as the eye
could see under the Crown of Spain,
and I toiled on my Earth and gave my Indian sweat and blood
for the Spanish master who ruled with tyranny over man and
beast and all that he could trample
But...THE GROUND WAS MINE.
I was both tyrant and slave.
As the Christian church took its place in God's name,
to take and use my virgin strength and trusting faith,
the priests, both good and bad, took--
but gave a lasting truth that Spaniard Indian Mestizo
were all God's children.
And from these words grew men who prayed and fought
for their own worth as human beings, for that
GOLDEN MOMENT of FREEDOM.
I was part in blood and spirit of that courageous village priest
Hidalgo who in the year eighteen hundred and ten
rang the bell of independence and gave out that lasting cry--
El Grito de Dolores
"Que mueran los gachupines y que viva la Virgen de Guadalupe...."
I sentenced him who was me I excommunicated him, my blood.
I drove him from the pulpit to lead a bloody revolution for him and me....
I killed him.
His head, which is mine and of all those
who have come this way,
I placed on that fortress wall
to wait for independence. Morelos! Matamoros! Guerrero!
all companeros in the act, STOOD AGAINST THAT WALL OF INFAMY
to feel the hot gouge of lead which my hands made.
I died with them ... I lived with them .... I lived to see our country free.
Free from Spanish rule in eighteen-hundred-twenty-one.
Mexico was free??
The crown was gone but all its parasites remained,
and ruled, and taught, with gun and flame and mystic power.
I worked, I sweated, I bled, I prayed,
and waited silently for life to begin again.
I fought and died for Don Benito Juarez, guardian of the Constitution.
I was he on dusty roads on barren land as he protected his archives
as Moses did his sacraments.
He held his Mexico in his hand on
the most desolate and remote ground which was his country.
And this giant little Zapotec gave not one palm's breadth
of his country's land to kings or monarchs or presidents of foriegn powers.
I am Joaquin.
I rode with Pancho Villa,
crude and warm, a tornado at full strength,
nourished and inspired by the passion and the fire of all his earthy people.
I am Emiliano Zapata.
"This land, this earth is OURS."
The villages, the mountains, the streams
belong to Zapatistas.
Our life or yours is the only trade for soft brown earth and maize.
All of which is our reward,
a creed that formed a constitution
for all who dare live free!
"This land is ours . . .
Father, I give it back to you.
Mexico must be free. . . ."
I ride with revolutionists
against myself.
I am the Rurales,
coarse and brutal,
I am the mountian Indian,
superior over all.
The thundering hoof beats are my horses. The chattering machine guns
are death to all of me:
Yaqui
Tarahumara
Chamala
Zapotec
Mestizo
Español.
I have been the bloody revolution,
The victor,
The vanquished.
I have killed
And been killed.
I am the despots Díaz
And Huerta
And the apostle of democracy,
Francisco Madero.
I am
The black-shawled
Faithfulwomen
Who die with me
Or live
Depending on the time and place.
I am faithful, humble Juan Diego,
The Virgin of Guadalupe,
Tonantzín, Aztec goddess, too.
I rode the mountains of San Joaquín.
I rode east and north
As far as the Rocky Mountains,
And
All men feared the guns of
Joaquín Murrieta.
I killed those men who dared
To steal my mine,
Who raped and killed my love
My wife.
Then I killed to stay alive.
I was Elfego Baca,
living my nine lives fully.
I was the Espinoza brothers
of the Valle de San Luis.
All were added to the number of heads that in the name of civilization
were placed on the wall of independence, heads of brave men
who died for cause or principle, good or bad.
Hidalgo! Zapata!
Murrieta! Espinozas!
Are but a few.
They dared to face
The force of tyranny
Of men who rule by deception and hypocrisy.
I stand here looking back,
And now I see the present,
And still I am a campesino,
I am the fat political coyote–
I,
Of the same name,
Joaquín,
In a country that has wiped out
All my history,
Stifled all my pride,
In a country that has placed a
Different weight of indignity upon my age-old burdened back.
Inferiority is the new load . . . .
The Indian has endured and still
Emerged the winner,
The Mestizo must yet overcome,
And the gachupín will just ignore.
I look at myself
And see part of me
Who rejects my father and my mother
And dissolves into the melting pot
To disappear in shame.
I sometimes
Sell my brother out
And reclaim him
For my own when society gives me
Token leadership
In society's own name.
I am Joaquín,
Who bleeds in many ways.
The altars of Moctezuma
I stained a bloody red.
My back of Indian slavery
Was stripped crimson
From the whips of masters
Who would lose their blood so pure
When revolution made them pay,
Standing against the walls of retribution.
Blood has flowed from me on every battlefield between
campesino, hacendado,
slave and master and revolution.
I jumped from the tower of Chapultepec
into the sea of fame–
my country's flag
my burial shroud–
with Los Niños,
whose pride and courage
could not surrender
with indignity
their country's flag
to strangers . . . in their land.
Now I bleed in some smelly cell from club or gun or tyranny.
I bleed as the vicious gloves of hunger
Cut my face and eyes,
As I fight my way from stinking barrios
To the glamour of the ring
And lights of fame
Or mutilated sorrow.
My blood runs pure on the ice-caked
Hills of the Alaskan isles,
On the corpse-strewn beach of Normandy,
The foreign land of Korea
And now Vietnam.
Here I stand
Before the court of justice,
Guilty
For all the glory of my Raza
To be sentenced to despair.
Here I stand,
Poor in money,
Arrogant with pride,
Bold with machismo,
Rich in courage
And
Wealthy in spirit and faith.
My knees are caked with mud.
My hands calloused from the hoe. I have made the Anglo rich,
Yet
Equality is but a word–
The Treaty of Hidalgo has been broken
And is but another threacherous promise.
My land is lost
And stolen,
My culture has been raped.
I lengthen the line at the welfare door
And fill the jails with crime.
These then are the rewards
This society has
For sons of chiefs
And kings
And bloody revolutionists,
Who gave a foreign people
All their skills and ingenuity
To pave the way with brains and blood
For those hordes of gold-starved strangers,
Who
Changed our language
And plagiarized our deeds
As feats of valor
Of their own.
They frowned upon our way of life
and took what they could use.
Our art, our literature, our music, they ignored–
so they left the real things of value
and grabbed at their own destruction
by their greed and avarice.
They overlooked that cleansing fountain of
nature and brotherhood
which is Joaquín.
The art of our great señores,
Diego Rivera,
Siqueiros,
Orozco, is but another act of revolution for
the salvation of mankind.
Mariachi music, the heart and soul
of the people of the earth,
the life of the child,
and the happiness of love.
The corridos tell the tales
of life and death,
of tradition,
legends old and new, of joy
of passion and sorrow
of the people–who I am.
I am in the eyes of woman,
sheltered beneath
her shawl of black,
deep and sorrowful eyes
that bear the pain of sons long buried or dying,
dead on the battlefield or on the barbed wire of social strife.
Her rosary she prays and fingers endlessly
like the family working down a row of beets
to turn around and work and work.
There is no end.
Her eyes a mirror of all the warmth
and all the love for me,
and I am her
and she is me.
We face life together in sorrow,
anger, joy, faith and wishful
thoughts.
I shed the tears of anguish
as I see my children disappear
behind the shroud of mediocrity,
never to look back to remember me.
I am Joaquín.
I must fight
and win this struggle
for my sons, and they
must know from me
who I am.
Part of the blood that runs deep in me
could not be vanquished by the Moors.
I defeated them after five hundred years,
and I have endured.
Part of the blood that is mine
has labored endlessly four hundred
years under the heel of lustful
Europeans.
I am still here!
I have endured in the rugged mountains
Of our country
I have survived the toils and slavery of the fields.
I have existed
In the barrios of the city
In the suburbs of bigotry
In the mines of social snobbery
In the prisons of dejection
In the muck of exploitation
And
In the fierce heat of racial hatred.
And now the trumpet sounds,
The music of the people stirs the
Revolution.
Like a sleeping giant it slowly
Rears its head
To the sound of
Tramping feet
Clamoring voices
Mariachi strains
Fiery tequila explosions
The smell of chile verde and
Soft brown eyes of expectation for a
Better life.
And in all the fertile farmlands,
the barren plains,
the mountain villages,
smoke-smeared cities,
we start to MOVE.
La raza!
Méjicano!
Español!
Latino!
Chicano!
Or whatever I call myself,
I look the same
I feel the same
I cry
And
Sing the same.
I am the masses of my people and
I refuse to be absorbed.
I am Joaquín.
The odds are great
But my spirit is strong,
My faith unbreakable,
My blood is pure.
I am Aztec prince and Christian Christ.
I SHALL ENDURE!
I WILL ENDURE!
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