Pedro de Oña
Pedro de Oña (Angol, CHILE 1570 - † Lima 1643) fue un teólogo, poeta y escritor chileno, nacido en Angol. Su principal obra es Arauco Domado, largo poema épico inspirado por La Araucana, de Alonso de Ercilla, y escrito a petición de García Hurtado de Mendoza, virrey del Perú.
Hijo del capitán burgalés Gregorio de Oña, que pasó a Chile en 1558, y de Isabel de Villegas y Acurcio. Fallecido su padre en un enfrentamiento durante la guerra de Arauco, fue trasladado a Lima, donde obtuvo una beca asignada al Real Colegio de San Felipe y San Marcos (1590), y se graduó de Licenciado en Artes. Desde su infancia sintió apego a la literatura.
A las órdenes de Pedro de Arana, participó en una expedición enviada a Quito para sofocar la rebelión iniciada contra las alcabalas (1593). A su retorno, inició en la Universidad Mayor de San Marcos el curso de Teología. Nombrado corregidor de Jaén de Bracamoros, el 3 de mayo de 1596, presentó el manuscrito del Arauco Domado al Cabildo de la ciudad (7 de junio de 1596) para que lo revisase Leandro de Larrinaga Salazar, y parece que ejerció la corregiduría hasta 1602.
Luego viajó a Charcas, siguió a Santiago del Estero y Córdoba adonde llegó en junio de 1606. Posiblemente se embarcó en Buenos Aires para visitar España, pues en la península asumió la representación de la Academia Antártica al suscribir uno de los poemas laudatorios que Diego Mexía de Fernangil insertó en los preliminares de su Parnaso antártico (1608).
Retornó a Lima y fue nombrado corregidor de Yauyos (desde julio de 1608 hasta octubre de 1610), y hallándose de licencia, fue testigo del violento temblor que azotó Lima en 1609. Luego pasó al Cuzco, donde fue corregidor de Vilcabamba (1615-1617) y de Calca (hacia 1630). Allí terminó un extenso poema histórico en 1635, y aún vivía hacia 1643.
Además, fue quien introdujo una variante de estrofa de ocho versos: la octava de Pedro de Oña, que se compone de ocho endecasílabos (es decir, de once sílabas) en rima consonante. Es una modificación de la octava real producida por su cruce con la copla de arte mayor.
Si pluma y vista de águila tuviera,
pluma con que romper el vacuo seno
y vista para ver el sol de lleno,
seguro de temor volara y viera,
o si tan remontada no estuviera
la soberana cumbre do me estreno,
prestárame el trabajo sus escalas
o me valiera entonces de mis alas.
Obras
Arauco Domado (1596), influenciado por La Araucana
El Temblor de Tierra de Lima (1609)
Ignacio de Cantabria (1629)
El vasauro (1635)
Arauco Domado (1596)
FRESIA y CAUPOLICAN EN EL BAÑO
La fuente, que con saltos mal medidos
por la frisada, tosca y dura peña
en fugitivo golpe se despeña,
llevándose de paso los oídos,
en medio de los árboles floridos
y crespos de la hojosa y verde greña,
enfrena el curso oblicuo y espumoso,
haciéndose un estanque deleitoso.
Por su cristal bruñido y transparente
las guijas y pizarras de la arena,
sin recibir la vista mucha pena,
se pueden numerar distintamente;
los árboles se ven tan claramente
en la materia líquida y serena,
que no sabréis cuál es la rama viva,
si la que está debajo o la de arriba.
Aquí Caupolicano caluroso
con Fresia, como dije, sesteaba,
y sus pasados lances le acordaba
por tierno estilo y término amoroso:
no estaba de la guerra cuidadoso,
ni cosa por su cargo se le daba,
porque do está el amor apoderado,
apenas puede entrar otro cuidado ...
Descienden al estanque juntamente,
que los está llamando su frescura,
y Apelo, que también, los apresura
por se mostrar entonces más ardiente;
el hijo de Leocán gallardamente
descubre la corpórea compostura,
espalda y pechos anchos, muslo grueso,
proporcionada carne y fuerte hueso.
Desnudo al agua súbito se arroja,
la cual con alboroto encanecido,
al recibirle forma aquel ruido
que el árbol sacudiéndole la hoja;
el cuerpo en un instante se remoja,
y esgrime el brazo y músculo fornido,
supliendo con el arte y su destreza
el peso que le dio naturaleza.
Su regalada Fresia, que lo atiende,
y sola no se puede sufrir tanto,
con ademán airoso lanza el manto
y la delgada túnica desprende;
las mismas aguas frígidas enciende,
al ofuscado bosque pone espanto,
y Febo de propósito se para
para gozar mejor su vista rara ...
Es el cabello liso y ondeado,
su frente, cuello y mano son de nieve,
su boca de rubí graciosa y breve,
la vista garza, el pecho relevado;
de torno el brazo, el vientre jaspeado,
columna a quien el Paro parias debe,
su tierno y albo pie por la verdura
al blanco cisne vence en la blancura ...
Va zabullendo el cuerpo sumergido,
que muestra por debajo el agua pura
del cándido alabastro la blancura,
si tiene sobre sí cristal bruñido;
hasta que da en los pies de su querido,
adonde, con el agua a la cintura,
se enhiesta sacudiéndose el cabello
y echándole los brazos por el cuello ...
Alguna vez el ñudo se desata,
y ella se finge esquiva y se escabulle,
mas el galán, siguiéndola, zabulle,
y por el pie nevado la arrebata;
el agua salta arriba vuelta en plata,
y abajo la menuda arena bulle:
la tórtola envidiosa que los mira,
más triste por su pájaro suspira.
(ARAUCO DOMADO, canto V.)
INCREPACIÓN DE GALVARINO
En medio viene el indio maniatado,
sirviendo a los demás de mofa y juego,
y echando por los ojos vivo fuego
su rostro ferocísimo y airado;
el cual, de golpes cárdeno, y manchado
de polvo, sangre, y más de enojo ciego,
la tierra turba y fiero en torno mira
y al techo celestial envuelto en ira.
Vestido de una rota camiseta,
que deja el muslo casi descubierto,
con arrogante paso y cuerpo yerto
camina al ronco son de una corneta;
grita le da la cáfila indiscreta,
y todos gran lanzada a moro muerto;
mas él encara en ellos de tal modo,
que con mirar se paga bien de todo.
Estira por quebrar el atadura,
que como está fortísima y revuelta,
no sólo no la rompe ni la suelta,
mas antes apurándola se apura;
y lleno de infernal desenvoltura,
al menos con la lengua que está suelta,
los hiere, los baldona, los agravia,
diciéndoles así, deshecho en rabia:
"¿Pensáis que por llevarme desta suerte
ya me tenéis vencido, vil canalla,
o que forzado voy a la batalla
y riguroso trance de la muerte?
Pues, entended que el golpe menos fuerte
y más a mi contento es el pasalla;
por más pesado tengo y más esquivo
quedarme de vosotros hombre vivo.
"Mas, aunque no lo puede hacer mi diestra,
no dejo de morir con alegría,
muriendo por la dulce patria mía,
que es una misma cosa con la vuestra;
y no es mi voluntad llamarla nuestra,
por no contarme en vuestra compañía,
ni conceder, ¡oh Chile!, que te llames
engendrador de hijos tan infames.
..¿De qué nación tan bárbara se sabe
que ofenda su linaje y propia tierra
por excusar el peso de la guerra,
juzgando que el servir es menos grave?
¡Traidores!, en vosotros sólo cabe
y en esos pechos pérfidos se encierra,
según lo que tenemos hoy delante,
atrocidad y crimen semejante.
"Por no sufrir el peso de la lanza,
un peso para el hombre tan pequeño,
sufrís cargar la leña y aun el leño,
que suele ser la parte que os alcanza;
ponedme cada peso en su balanza
veréis, si ya no estáis en torpe sueño
que al cielo va de leve la primera,
y al suelo de pesada la postrera.
"¡Que déis la libertad, ¡indignos della!,
por ser contra nosotros, en batalla!
¿Qué más pudiera hacerse por buscalla
de aquello que habéis hecho por perdella?
Así que así no veis que sin tenella
andáis con el acero y con la malla,
sin excusar trabajo de algún modo,
sino que le tenéis doblado en todo.
"Pues, si pasáis la misma pesadumbre
tan libres como siervos, gente dura,
¿no fuera más honor y más cordura
pasalla en libertad que en servidumlbre?
¿No veis que un libre tiene dulcedumbre
para poder templar el amargura
del áspero trabajo más acerbo,
lo cual es imposible siendo siervo?
"La natural premática, ¿no manda
que por la cara patria los mortales
padezcan todo género de males,
aunque hayan de morir en la demanda?
Mirad que cometéis maldad nefanda,
pues va contra las leyes naturales,
y que es monstruosidad tan gran flaqueza,
pues quita lo que da naturaleza.
"¿Paréceos que es más lícita la guerra
contra el pariente propio y el amigo
que con extraño y áspero enemigo,
tirano usurpador de vuestra tierra?
Y si temor el ánimo os atierra
para seguir la causa que yo sigo,
temed morir mil veces con deshonra
y no una vez que muero yo con honra.
"Yo muero, casta vil, porque defiendo
la tierra que pisáis y os ha engendrado;
vosotros, por haber degenerado,
pensando que vivís, estáis muriendo;
envidia me tenéis, a lo que entiendo,
yo lástima y pesar de vuestro estado,
y de que dejo carnes como aquestas "
en suelo que tal gente sufre a cuestas.
(ARAUCO DOMADO, canto XII.)
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