Digdora Alonso
Poeta cubana.
Nació en Matanzas el 20 de agosto 1921 y falleció en La Habana el 1 de julio del 2007.
Algunos de sus poemarios editados: Casi invisible al atardecer (Matanzas, 1986), Bajo el hongo (1986), Como ángel cierto (Ediciones Unión, La Habana, 1987), En las márgenes del diario y Bajo el cielo de adentro. Poemas suyos han sido incluidos en antologías y traducidos a otros idiomas. Es miembro de la Unión de Escritores de Cuba. Su poema Ojos y lámparas forma parte del Tomo II de la Antología de la Poesía Cósmica Cubana (Frente de Afirmación Hispanista, México, 2001).
Destacada personalidad de la pedagogía en Cuba. Profesora y ensayista. Una de las voces más prestigiosa de la poesía cubana. Profesora del Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas y de la Facultad Obrera y Campesina Julio Antonio Mella. Doctora en Filosofía y Letras.
La profundidad y originalidad de su obra escrita contribuyen a conformar en quien la lee o escucha, un gusto a la vez que guía la valoración y el acercamiento a sutilezas del texto que pudieran escapar al lector común.
Dulce María Loynaz la califica como una de las voces más importantes de la poesía cubana.
Aportes a la pedagogía
Trabajos críticos y reflexiones sobre la fusión de ciencia y arte, quehaceres de relevancia universal para la cultura del país. De innegable valor para la cultura del país son sus libros:
Para leer la Rosa Blanca.
Casi invisible al atardecer.
Bajo el hongo.
En las márgenes del diario.
Bajo el cielo de adentro.
Distinciones y reconocimientos
En los reconocimientos que destacan su labor docente se encuentran:
Distinción Por la Cultura Nacional.
Distinción Por la Educación Cubana.
Finalista en el Concurso Casa de las América.
Micros
(Fragmentos)
La música de las esferas
el sonido de la sangre en su torrente
y el de la sombra
¿A dónde irán las notas de los saxófonos
matando como truenos?
¿Qué tempestades de aire
desato con mi brazo al moverlo?
¿Qué seres arrastraré en el torbellino?
Hay un mundo de colores y formas
en la pared más blanca
oculto.
Como los edificios en las lejanías.
Tan dentro de mis manos
que no puedo asirlos
tan cerca y, sin embargo,
tan semejantes a las galaxias.
En el túnel que se forma
entre mis pies y la tierra
¿Qué eclipses producirán mis pisadas?
¿Qué nube yo
adonde llego
enormemente invisible,
lentamente avanzando?
No te hace daño el gigante mío
te piso y no te alcanzo
mi peso te llega
como a mí la mole de la luna.
Desde el crepúsculo
Te voy a ver y hasta la tierra inerte
danza bajo mis pies,
te voy a ver y tiemblan conmigo
las puntas de mi pañuelo,
las perlas de mi collar.
Te voy a ver
y estoy llorando ahora
por todas las mujeres sin amantes,
te voy a ver y no me perfumo
por no tener el olor
de ninguna otra mujer del mundo.
Casa difícil
Hoy que te abres como un sol de estío
sobre mi soledad anochecida,
hoy tengo el corazón tan despiadado
como un impermeable de soldado
donde ni más lágrimas se quedan.
Casa difícil sin ninguna puerta
a cal y canto mía, casa sin techo,
para llegar a sus intimidades
hay que subir el aire, trecho a trecho.
Publicamos esta breve carta de la poeta Dulce María Loynaz (1902-1997) a su amiga, la poeta matancera Digdora Alonso (1921-2008), gracias a la cortesía de su nieta Vanessa Ruíz, quien conserva una valiosísima colección de las cartas escritas a su abuela por la poeta habanera, entre los años 1985 y 1991.
http://laprimerapalabraque.blogspot.com.es/
La Habana 9-12-85
A Digdora Alonso: Estimada poetisa: recibí su gracioso ramillete de versos y vea que le doy un título que no suelo malgastar.
A mi juicio está más en su marco lo que me envía, que editado por la impresoras de por aquí, tan malas todas, que apenas dejan (libro -tachada en el manuscrito-) sin mutilar libro que salga de sus manos. Así ha sucedido con la selección que hicieron de mi obra sin que yo se lo pidiera y que no es selección ni es nada. Y menos mal que me dejaron intervenir a última hora.
Y en cuanto a circulación, no creo que circule mucho; hacen muy pocos ejemplares y para colmo los retienen hasta que el público se canse de pedirlos.
Valga lo que le digo si es que puede consolarla en algo y reciba con estas líneas el testimonio de los buenos deseos que para el a(ño -falta en el manuscrito) entrante le expresa
Dulce María Loynaz
Incógnita
¿Dónde está el cementerio de los pájaros?
¿A qué lugar remoto y desconocido
emprenden su último y definitivo vuelo?
Algunos los he visto morir, casualmente,
por el impacto brutal de un autobús
o la criminal audacia de un tirapiedras
Pero los otros, ¿en qué lugar reposan?
¿O es que acaso nunca mueren, sino
que un día, volando simplemente,
se vuelven aire, luz, color o música?
¿Serán ellos los únicos y privilegiados seres
Que entran sin reparo al Paraíso?
Creo que nadie nunca lo sabrá.
CONTEMPLACIONES
Autor: Fernando Rodríguez Sosa
Reseña: Sobre la obra de Digdora Alonso
“Este árbol quiso parecer hombre.
Dos ramas se alargan
para ser brazos extendidos.
La copa redonda como cabeza de gigante.
Ni flores ni frutos desdibujan la semejanza.
Arrojados los pistilos
las hojas van cayendo en un otoño verde.
Desnudo,
ahuyenta los pájaros como el hombre”.
Con este poema, titulado Un árbol, se abre Contemplaciones (Ediciones Unión, Colección Contemporáneos, 68 pp), hermoso y diferente cuaderno de versos, que firma Digdora Alonso. Hermoso y diferente, por múltiples y poderosas razones. Entre ellas, porque la autora es dueña de un cuidado e inteligente discurso, desprovisto de banales y frívolos recursos estilísticos. Mas, también, por ese especial interés en emplear la poesía como instrumento para conocer y entender, reflexionar y cuestionar, al hombre y su mundo. E, igualmente, porque, cada uno de estos textos, encierra, más allá de lo meramente anecdótico y referencial, los postulados de una sólida y sustancial poética. En Contemplaciones, Digdora Alonso es capaz, así, de entregar otra mirada del universo. En estos poemas, con oficio y mesura, la escritora se detiene no sólo en el mito de Narciso, en la leyenda de la mujer de Lot y en Shiva, dios de la procreación. De igual forma, al contar de la aparente muerte de la mosca, del paso lento de la hormiga y del lastimero rugido del león, hace que el hombre valore sus propios sentimientos y actitudes. “¿Quién es Digdora Alonso en el universo concéntrico de su poesía?”, se pregunta el también poeta Rolando Estévez. Y afirma: “no es su vida elemento mayor en el andamiaje de su obra. Su vida es sólo la razón (como cualquiera de las vidas que ella contempla y traduce) de un juego filosófico donde comenzamos a entender, con otredad de entendimiento, nuestra propia historia. Hay una razón y una sin razón del ser poético. Ella es la contempladora: y luego nos traduce como nadie”. Pedagoga de profesión, además ensayista, Digdora Alonso (Matanzas, 1921), en 1984, dio a conocer su primer libro de versos: Casi invisible al atardecer. Luego vendrían, entre otros, los poemarios En las márgenes del Diario (1987), Como ángel cierto (1988), Yo, mi desconocida (1998), Bajo el hongo (2001) y Anaquel (2004). Bibliografía que se completa con dos cuadernos para niños y un volumen de ensayos. Ahora, con Contemplaciones, Digdora Alonso reafirma su inconfundible identidad en el panorama de la lírica cubana de entre siglos. Porque estos poemas, quién lo duda, son auténtica y veraz expresión de una singular voz que, afortunadamente, ya comienza a recibir, como reclamaba el Maestro, ese elogio oportuno que fomenta el mérito.
“Este árbol quiso parecer hombre.
Dos ramas se alargan
para ser brazos extendidos.
La copa redonda como cabeza de gigante.
Ni flores ni frutos desdibujan la semejanza.
Arrojados los pistilos
las hojas van cayendo en un otoño verde.
Desnudo,
ahuyenta los pájaros como el hombre”.
Con este poema, titulado Un árbol, se abre Contemplaciones (Ediciones Unión, Colección Contemporáneos, 68 pp), hermoso y diferente cuaderno de versos, que firma Digdora Alonso. Hermoso y diferente, por múltiples y poderosas razones. Entre ellas, porque la autora es dueña de un cuidado e inteligente discurso, desprovisto de banales y frívolos recursos estilísticos. Mas, también, por ese especial interés en emplear la poesía como instrumento para conocer y entender, reflexionar y cuestionar, al hombre y su mundo. E, igualmente, porque, cada uno de estos textos, encierra, más allá de lo meramente anecdótico y referencial, los postulados de una sólida y sustancial poética. En Contemplaciones, Digdora Alonso es capaz, así, de entregar otra mirada del universo. En estos poemas, con oficio y mesura, la escritora se detiene no sólo en el mito de Narciso, en la leyenda de la mujer de Lot y en Shiva, dios de la procreación. De igual forma, al contar de la aparente muerte de la mosca, del paso lento de la hormiga y del lastimero rugido del león, hace que el hombre valore sus propios sentimientos y actitudes. “¿Quién es Digdora Alonso en el universo concéntrico de su poesía?”, se pregunta el también poeta Rolando Estévez. Y afirma: “no es su vida elemento mayor en el andamiaje de su obra. Su vida es sólo la razón (como cualquiera de las vidas que ella contempla y traduce) de un juego filosófico donde comenzamos a entender, con otredad de entendimiento, nuestra propia historia. Hay una razón y una sin razón del ser poético. Ella es la contempladora: y luego nos traduce como nadie”. Pedagoga de profesión, además ensayista, Digdora Alonso (Matanzas, 1921), en 1984, dio a conocer su primer libro de versos: Casi invisible al atardecer. Luego vendrían, entre otros, los poemarios En las márgenes del Diario (1987), Como ángel cierto (1988), Yo, mi desconocida (1998), Bajo el hongo (2001) y Anaquel (2004). Bibliografía que se completa con dos cuadernos para niños y un volumen de ensayos. Ahora, con Contemplaciones, Digdora Alonso reafirma su inconfundible identidad en el panorama de la lírica cubana de entre siglos. Porque estos poemas, quién lo duda, son auténtica y veraz expresión de una singular voz que, afortunadamente, ya comienza a recibir, como reclamaba el Maestro, ese elogio oportuno que fomenta el mérito.
DE SU POEMARIO:
CÓMO ÁNGEL CIERTO
INCANTABLE
De Ti hay que hablar así,
siempre en pasado,
Por eso digo que eres triste y
rubio
Juegas con la muerte como un
regalo,
Eres casi un niño y casi un
ángel.
Aún lloras, aún sonríes, aún me besas....
La ciencia escasa y la plegaria
inútil.
Te vas todos los días una vena
Y yo no aprendo a decirte adiós
POR SU AUSENCIA
I
Hijo, la vida tiene cosas inexplicables,
Tú eras el pajarito que cantaba
en la jaula,
Tú eras la flor del patio
perfumando el hogar,
Tú eras aquel jarrito de agua azucarada.
Y ya ves, aquí estoy pintándome las uñas,
Sonriendo el adiós de la gente
que pasa,
Y voy al cine todos los domingos
como antes,
La radio canta y esta abierta la ventana.
Y no hay más allá de este dolor
un grito,
Ni una lágrima puede humedecer encima,
Si pudieras venir en una carne
nueva,
Aquí los ojos secos del insomnio
te esperan.
II
Toda tu vida me cupo en los
brazos
Pero tu muerte no cabrá en mi
vida.
Por ti todos los niños tienen
la risa triste
Y el mundo es triste porque hay
muchos niños,
Mi corazón golpea tu recinto sin
puertas
Y el eco me responde como mi voz repetida.
III
Hay zapatos sin pies adentro de
mi casa,
Hay ropas con el olor arrancado
de su dueño
Y juguetes que esperan por
nadie.
Hay ojos y sonrisa de papel
fotográfico
Y una madre sin hijo.
IV
Su cabello había muerto desde
antes
Y era un montón de heno tirado
en un pajar;
Yo lo miraba como una hojita al
final del verano.
Era toda la lluvia sobre una
violeta
Los vientos desatados como una mariposa
Y la ruina de mi alma
desplomada en su cuna.
DE SU PRESENCIA
Todo el que llega a mi éter lo
conoce
Y conoce mi llanto más líquido
que el agua
Detrás de mi sonrisa fotográfica.
Era el descenso astral de la
llovizna
Era un color sin peso a cielo
abierto
Y se olvidó de respirar un día.
Casi perfume como los lirios.
Como los lirios casi sin cuerpo.
En mi alma respira todavía.
DE SU POEMARIO: BAJO EL HONGO
10
Ahora que nos pueden caer
cosas
desde el cielo
desde la invisible ceniza
radioactiva
hasta etapas de un cohete
o cohetes enteros
me acuerdo del maná
18
El famoso rubí de la corona
hubiera servido para hacer
un bisturí de luz
pero sólo se usó entonces
para adornar una cabeza de
reina.
DE SU POEMARIO:
CASI INVISIBLE al ATARDECER
CASI INVISIBLE al ATARDECER
EL GIRASOL
Lo ama.....
puede verlo desde su ceguedad,
seguir su rumbo en los cielos,
girar con él cada día de la vida
sin cansancio.
Lo ama...
su corola de pétalos amarillos
esplende como irradiando luz.
Tan unido al distante
alzándose a su beatitud,
la criatura.
PÁJARO Y LUNA
Hundió el pico en el estanque
y se hizo pedazos la luna
sorbo a sorbo creyó bebérsela
toda.
Hubo un minuto redentor
y la luna volvió a estar
cercana
alta
una
en medio del estanque.
PALABRAS NUESTRAS
Mis palabras al viento,
para que viajen sin mí
como sonidos del aire
y alguien las escuche
desde dentro de sí mismo
y las repita
como si fueran suyas.
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