jueves, 23 de octubre de 2014

PABLO GARRIGA [13.811]


Pablo Garriga

Nació en La Serena -Chile- el 22 de febrero de 1855 y estudió humanidades en el Liceo de Valparaíso y en el Instituto Nacional de Santiago. Recibió el título de abogado en 1881. Este mismo año fue nombrado profesor de literarura en el liceo de Valparaíso, y en 1883 promotor fiscal del mismo puerto.
Falleció en Santiago en 1893.
Publicó un primer volumen de Ensayos poéticos en Valparaíso, 1874; La huérfana, drama en tres actos, 1877, y Poesías, 1882, en forma de cuatro folletos de numeración separada con juicio de Francisco Vargas Fontecilla y prólogo de Benjamín Vicuña Mackenna; Una Oda y un canto, 1885.
Existen referencias sobre el autor en La poesía de Chile, por J. M. Torres
Arce, Revista Chilena 1878, t. XlI, p. 341.



DULCE ES MIRAR

Dulce es mirar en la aurora
brillar el rojo arrebol,
como un jirón encendido
de la túnica del sol;

dulce es mirar en la tarde
las blancas nubes del Cielo,
como velos que han perdido
los ángeles en su vuelo;

dulce es mirar en la noche
fulgurar la clara luna
y como un ojo del cielo
contemplarse en la laguna;

pero es más dulce, alma mía,
mirar tu frente a toda hora,
¡porque ella brilla más pura
que el arrebol de la aurora!

y es más blanca que la nube
de la tarde silenciosa
y en ella hay más poesía
que en la luna esplendorosa.





TODO HABLA

Hombre, escucha por doquiera
la voz de algún sentimiento:
todo habla en la azul esfera,
en la tierra y en el viento.

Sonriendo con la laguna
conversa tranquilo el cielo
y el búho dice a la luna
tristes palabras de duelo.

Los céfiros imprudentes
hablan con las tiernas flóres
y hácenlas bajar las frentes
con sus palabras de amores.

Y la nube que arrebola
el azul, veja al torrente
porque él nunca reflejóla
bien en su inquieta corriente.

Y las aves amorosas
hablan en tiernos arrullos
con las ramas temblorosas
que les mandan sus murmullos.

El monte mirando al cielo
le dice al astro fulgente,
le dice con mudo anhelo:
"Ven a besarme en la frente".

Y la flor agradecida
dice a la fuente serena:
"Gracia , tú me das la vida,
yo haré tu ribera amena".

Hombre, escucha por doquiera
la voz de algún sentimiento:
todo habla en la azul esfera,
en la tierra y en el viento.





CAMADEVA, EL DIOS DEL AMOR

(TEMA INDIANO)


La luna, el sol, los astros rutilantes
lucieron en el éter cristalino
con rayos más serenos y brillantes,
cual si estuvieran de placer radiantes,
cuando del cielo Camadeva vino.

De las flores los cálices se abrieron,
y sus hojas el tinte purpurino
de la rosada aurora obscurecieron,
y su aroma en los aires esparcieron
cuando del cielo Camadeva vino.

Durmióse el mar en su ribera undosa,
bañóse el monte en púrpura y en rosa,
y ante sus ojos de esplendor divino,
toda nube escondióse presurosa
cuando del cielo Camadeva vino.

Y el ave entre los árboles posada
de amor cantó en la plácida enramada,
soltó el león su presa en el camino
escondiendo su garra ensangrentada
cuando del cielo Camadeva vino.

Y el corazón del hombre, de contento,
se sumergió en un éxtasis divino,
y el arpa del poeta exhaló al viento
sus armonías de inefable acento
cuando del cielo Camadeva vino.

¡Y los seres sintieron nueva vida,
deliciosa embriaguez desconocida,
y hasta la muerte y el feroz destino
soltaron su guadaña maldecida
cuando del cielo Camadeva vino.





UN RECUERDO

Yo la amaba. Su vida era mi vida.
Mi corazón ante ella redoblaba
sus jóvenes latidos en mi pecho
y nueva fuerza a mis sentidos daba.

Cual se anima la flor, a los destellos
del sol naciente que los prados dora,
y abre su cáliz húmedo y helado
para beber los rayos de la aurora:

así mi alma en su angélica pupila
aspiraba la luz con ansia ardiente
al despertar en la mañana bella
de la dorada juventud naciente.

¿Y ora qué es de ella? Yo no sé; la busco
en vano aquí con ávida mirada;
pregunto al cielo y a la mar: "¿Qué se hizo?"
y el mar y el cielo me responden: "¡Nada!"

¡Fue una ilusión! Nació de mis quimeras
cual Venus bella de la blanca espuma,
y como Venus en el ancho espacio
se disipó cual vagarosa bruma.

¿Qué soy yo ahora sin su amor divino?
Astro sin luz errante en el vado;
y mi alma es flor que se agostó en la aurora
húmeda aún del matinal rocío.














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