José Carlos Picón
(Lima, Perú, 1979). Promotor cultural, editorial y periodista. Estudió Ciencias y Artes de la Comunicación en la PUCP. Su primer y único poemario hasta el momento se titula Tiempo de veda (2006). En la actualidad, viene preparando una plaquette y su segundo libro en verso.
Ha publicado reseñas, artículos y textos poéticos en las revistas virtuales de literatura El Hablador, Porta 9 y Los Noveles. Asimismo, ha colaborado en El Comercio, el suplemento Variedades de El Peruano y las revistas Caras, Asia Sur, Quehacer, Vía Lima, DedoMedio, entre otras. Fue vocalista de las bandas de rock and roll Los Falsos del Perú y de hard rock El Crúor.
Aparato
Voy escogiendo entre los escombros
cables vidrios metales
para reciclarlos
y recrear un aparato
capaz de desvanecerse
al contacto con los dedos.
El gallo de tu espejo
1
Ya ni se instaurase el augur que clama por creencias
Ni si se tornan las estrellas en el lomo de los auquénidos
Podría atravesarte con mi lengua
Porque así como hastías a la explanada más doliente
Así voy recrudecido de tu aliento en la constelación de lo parques
—imaginario parque—
Solo el poder de las aureolas que se escapan de los santos
Se resigna a tocarte
Solo la herida que registra una cámara de video harta de lo mismo
Vuelve a representar el close-up de una angustia parecida a la de todos
Es por eso que digo que el blues tiene más de aire que de aluvión
Y yo que espero en la galería viendo un ensamblaje de Garreaud
Puedo escuchar los gemidos que en tu astucia has elevado
Para hacerte diosa amada del efímero gallo que ronda en tu espejo
2
Si es por este swing por el que tratas de recorrer la parte plana del reloj
O por esta forma amarillenta que voy implementando como una estrategia
Que cogerá de los pies al dragón alarmado de tus pechos
Cuando la tarde se haya convertido en una canción para que el sol descalzo
Cuelgue sus calzoncillos después de zambullirse en el mar naranja
Si es por todo ese conjunto de equis y de grafías desconocidas que escupo sobre mi cuerpo
Por las tablas desvencijadas
O las puertas sin goznes que coloco, con descuido, en la fachada de mi casa
Pues temo decirte que los silencios cuando se agotan suelen ser más dolorosos
Más irrebatibles
Parecidos
En todo caso
A los papiros que acarician el temblor de las aguas
3
Si naciste y te reprodujiste en ti misma
Como una falta de ortografía
Está de más que alguien venga a irrigar los campos que devastaste
4
Ya no estás para escogerme la chaqueta y la camisa
O para abandonar intempestivamente mi habitación
Cuando una palabra circunnavegaba alrededor de tu cabeza
Como los asteroides en la estratosfera —de la que nunca hablamos por cierto—
5
No hablamos de muchas cosas
Tampoco hicimos lo que describen los sueños o las películas de amor
No paseamos en bicicleta con un ramo de flores sobre el timón
No sonreímos tras haber trepado a los árboles en un bosque de hadas
Ni siquiera descansamos sobre el grass de un parque mientras
Las aves del ecosistema trinaban sus primeras o segundas canciones
Muchas cosas
Fueron las que no hicimos
El luto de la Noche
La noche va entonando su silencio
al encontrar
tus trenzas en palabras;
las estrellas en su viaje
bailan
zapatean en el tumbo lejano.
Tus sueños cobijan el resplandor del infinito.
Papeles tapices parecen adornar
la nocturna cadencia
en los ojos de la oscuridad.
Halos fugitivos
encuentran calor
dando matices...
Rosicler que venció la querella del alba,
presente en el ornamental desfile
sin movimiento,
solo las estrellas parecen despedirse...
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