Fernando Pinto do Amaral
Fernando José Branco Pinto do Amaral es un escritor portugués, nacido en Lisboa en 1960.
Ha frecuentado la Facultad de Medicina de la Universidad de Lisboa durante 4 años. Es Licenciado en Lenguas y Literaturas Modernas, tiene un doctorado en Literatura Portuguesa y lecciona desde 1987 en la Facultad de Letras de la Universidad de Lisboa.
Es hijo del médico António Pinto do Amaral (1910 - 1977) y de su segunda mujer, Maria Eugénia Rodrigues Branco (Lisboa, 1927), actriz de la década de 1940 en Portugal y España. Tiene una hija de la escritora portuguesa Inês Pedrosa.
Obra
Su obra incluye Acédia (1990, poesía), A Escada de Jacob (1993, poesía), Às Cegas (1997, poesía), O Mosaico Fluido — Modernidade e Pós-Modernidade na Poesia Portuguesa Mais Recente (1991, Prémio de Ensayo del Pen Club), Na Órbita de Saturno (1992, Ensayo) y Poesia Reunida (2000). En 2004 ha publicado Pena Suspensa (poesía) y A Aventura no Game Boy (infantil). Ha publicado también el conjunto de relatos Área de Serviço e Outras Histórias de Amor (2006) y el poemario A Luz da Madrugada (poesía, 2007).
Ha colaborado el las revistas literarias LER, A Phala, Colóquio/Letras, Relâmpago e hizo crítica en los periódicos portugueses Público y JL. Ha traducido Las Flores del Mal, de Baudelaire, (Premio del Pen Club), los Poemas Saturnianos de Verlaine, una antología de Gabriela Mistral y toda la obra poética de Jorge Luís Borges.
Sus libros más recientes son la novela O Segredo de Leonardo Volpi (2009) y A Minha Primeira Sophia (2009, para niños).
En febrero de 2008 ha recibido, en Madrid, el Premio Goya, en la categoría de Mejor Canción Original, por su Fado da Saudade, interpretado por Carlos do Carmo, en la película Fados, de Carlos Saura.
Es comisario del Plan Nacional de Lectura de Portugal desde 2009.
En 2012 ha publicado el poemario Paliativos.
En España han sido publicados dos de sus libros - Exactamente mi vida (antología, 2009) y La luz de la madrugada (2010).
Barcelona ja no és bona
(Jaime Gil de Biedma)
Ahora que duermen mis sueños
suspendidos en la apatía de una tarde
como ésta, descubriendo en cualquier sombra
una pequeña luz tranquila, resignada,
los miedos, las angustias, los dilemas
empiezan a hacerse cada vez más claros,
terriblemente sencillos – basta ver
cómo los copos de ceniza de un cigarro
parecen disiparse en la atmósfera
al azar, con la misma consistencia
de los años borrados: fue en esta ciudad
donde vivió mi madre durante unos meses
para rodar una película o dos – por ejemplo
Cuando los Ángeles duermen.
Medio siglo después, aquí estoy:
aún existe la Plaza Urquinaona,
los ángeles siguen durmiendo
y todas las imágenes y los sonidos
regresaron a la nada, florecieron
en otras imágenes siempre seductoras,
proyectadas al rojo vivo en la agonía de pantallas
brillantes como la punta de un cigarro
en el momento exacto en que absorbo
el sabor de su fuego.
Ah, qué dulce la alegría del cielo
en los ojos de las personas, entre las Ramblas
y el barrio llamado gótico donde tomo
el segundo café de este sábado, apático
y ya sin esperar ninguna epifanía
mientras las horas oscurecen
y la voz de la razón me va aconsejando,
a la manera de Horacio,
que aproveche el tiempo: “carpe noctem”,
como si el alma pudiese escabullirse
por las calles estrechas y amar
la música luminosa de los bares
demasiado humanos, como si ella no fuese
sólo este humo, a veces literario,
y tan asqueroso,
que sube de un cigarro agonizante.
Marina Tsvietaieva
Hoy he cumplido treinta y cinco años:
en la línea del horizonte la fortaleza
palidece bajo la lluvia. Aquí estoy yo
contigo, en uno de los viejos corazones
donde late una Europa que se extingue
entre la risa idiota de los turistas austriacos
y el encanto decadente de los conciertos
de música barroca en iglesias barrocas
pero casi con vergüenza de sí mismas.
Por la mañana temprano me enteré:
lo encontraron muerto en su casa
con golpes en el cuello hasta las vértebras
y todo el día la sangre de esas venas
rebosó por el cielo y llovió sobre nosotros.
En la víspera, al final de la tarde, en Josefov,
entre decenas de sepulturas judías,
vimos los dibujos clandestinos
hechos en Terezin por algunos niños
poco antes de salir para Auschwitz.
Tal vez la mano alemana que mandó
quemar a aquellos niños
y la mano árabe que acuchilló
a un poeta en bruselas
sean tan sólo una: la mano
que desde el principio y hasta el final
siempre odió y siempre odiará
a poetas y a judíos. Y sin embargo
poemas y dibujos han de resistir
en el desorden anónimo y errante
de las almas que se exponen bajo la piedra
de las tumbas o de la tiniebla que las devora.
Después cayó la tarde: nuestros pasos
iban por Mála Strana, centelleaban
en la niebla como las voces tan eternas
del interior de las voces y sentían
una dulzura antigua en esas calles
sin peso ni medida, respirando
con bohemia ironía, una certeza
de que todo es incierto y se transforma
más tarde o más temprano
en "risa y olvido". Fue entonces
cuando atravesamos otra vez el río
y fuimos, también nosotros, dos estatuas
perdidas, escuchando apenas el sonido de las aguas,
su brillo irreal, el color del frío,
hasta que nuestros ojos desaguaron
en un silencio abierto a los pies de Dios,
en ese lugar de luz aterida
donde la muerte y la vida se confunden
y todas las heridas y todos los dolores
dejan transparentar el rostro de una estrella
desfigurada y muda, para siempre
dentro de nuestro pecho, en la palma de nuestras manos.
Fernando Pinto do Amaral en Às Cegas, publicado en la revista Manga ancha (nº 0, diciembre de 2004).
Consejo a los críticos del nuevo siglo
Si quieres parecer inteligente,
desdeña a quien escribe cosas simples
y desconfía, desconfia siempre
de los sentimientos, de las convicciones.
Habla mal de tu época,
procura dar a todo un aire difícil
y cita a algunos autores que nadie leyó.
Si quieres que te respeten,
reserva la admiración y el elogio
para ciertos muertos bien escogidos,
preferentemente extranjeros,
y por encima de todo
no caigas nunca en la vulgaridad
de ser comprendido por los que te lean.
Conselho aos críticos do novo século
“Admit nothing
Blame everyone
Be bitter”
Barbara Kruger
Se queres parecer inteligente,
desdenha de quem escreve coisas simples
e desconfia, desconfia sempre
dos sentimentos, das convicções.
Diz mal da tua época,
procura dar a tudo um ar difícil
e cita alguns autores que ninguém leu.
Se queres que te respeitem,
reserva a admiração e o elogio
pra certos mortos bem escolhidos,
de preferência estrangeiros,
e acima de tudo
não caias nunca na vulgaridade
de ser compreendido pelos que te lerem.
FRONTEIRA
É doce
a tentação do labirinto
assim que o sono chega e se propaga
ao contorno das coisas. mal as sinto
quando confundo a onda sempre vaga
deste falso cansaço que regressa
ao som da minha estranha e dócil fala
cada vez mais submersa como essa
pequena luz da rua que resvala
plo interior da noite. É quase um sonho
A respirar lá fora enquanto o quarto
se dilui na fronteira que transponho
e afoga a consciência de onde parto
agora sem direito nem avesso
no incerto momento em que adormeço.
ARTE POÉTICA
Palavras,
só palavras, nada mais
que a vã matéria, o seu sentido
eco de muitos ecos, repetido
reflexo de poderes tão irreais
como essas emoções graças às quais
terei de vez em quando pretendido
dizer um só segredo a um só ouvido
ciente de que nunca são iguais
os segredos e ouvidos que procuro
às cegas neste mar sempre obscuro
onde a voz desagua como um rio
sem nascente nem foz - apenas uma
incerta confidencia que se esfuma
e só foi minha enquanto me fugiu.
IV
16.
Mais uma noite, amor. Ao recordar-te
retomo os fins do mundo, a cinza, os dias
manchados de outras lágrimas. Sabias
como eu a cor das sombras, essa arte
que nos engana agora e se reparte
por esquinas e cafés. Já não me guias
os muitos passos vãos, as fantasias
da minha falsa vida. Vou deixar-te
fugindo-me. Na chuva, sem ninguém,
apenas alguns vultos, o que vem
«e dói não sei porquê» -este deserto
onde te vejo, imagem outra vez,
até de madrugada. O que me fez
sentir o muito longe aqui tão perto?
(De A Escada de Jacob - Assírio & Alvim)
A ÚNICA RESPOSTA
Jantáramos os dois pela primeira vez:
amizade ou amor, pouco interessava
desde que alI estivesses. O meu mundo
ia mudando à medida do teu,
a cada gesto vão da vã conversa
antes que fôssemos pIo Bairro Alto
e enfim o Lumiar, a tua casa.
Eu podia contar uma história, dizer
como aquele rosto atravessava o meu -mas não,
«nada de narrativas, nunca mais».
Apenas a certeza de estar morto
há tanto tempo, que já não me lembro
de cor nenhuma dos teus olhos. Não,
já não existe o dia nem a noite
e este silêncio deve ser talvez
a única resposta. É bem melhor
ficar à espera de que não regresses.
(De A Escada de Jacob - Assírio & Alvim)
ZEITGEIST
Os meus contemporâneos falam muito
e dizem: “Então é assim”,
com o ar desenvolto de quem se alimenta
do som da própria voz, quando começam
a explicar longamente as actuais tendências
das artes ou das letras ou das sociedades
a pouco e pouco iguais umas às outras
neste primeiro mundo em que nascemos,
agora que o segundo deixou de existir
e que o terceiro, mais guerra, menos fome,
continua abstracto, em folclore distante.
Parece que está morta a metafísica
e que a verdade adormeceu, sonâmbula,
nos corredores vazios onde, às escuras,
se vão cruzando alguns milhões de frases
dos meus contemporâneos. Todavia,
falam de tudo com o entusiasmo
de quem lança «propostas» decisivas
e percorre as «vertentes» de novos caminhos
para a humanidade, enquanto saboreiam
a cerveja sem álcool, o café
sem cafeína e sobretudo
o amor sem amor, pra conservarem
o equilíbrio físico e mental.
Os meus contemporâneos dizem quase sempre
que não são moralistas, e é por isso
que forçam toda a gente, mesmo quem não quer,
a ser livre, saudável e feliz:
proíbem o tabaco e o açúcar
e se por vezes sofrem, tomam comprimidos
porque a alegria é uma questão de química
e convém tê-la a horas certas, como
o prazer vigiado por preservativos
e outros sempre obrigatórios cintos
de segurança, pra que um dia possam
sentir que morrem cheios de saúde.
Quando contemplo os meus contemporâneos
entre as conversas trendy e os lugares da moda,
“tropeço de ternura”, queria ser
pelo menos tão ingénuo como eles,
partilhar cada frémito dos lábios,
a labareda vã das gargalhadas
pela madrugada fora. No entanto,
assedia-me a acédia de ficar
assim, mais preguiçoso do que um Oblomov
à escala portuguesa - ó doce anestesia
a invadir-me o corpo, a libertar-me
desse feitiço a que se chama o «espírito
do tempo» em que vivemos, sob escombros
de um céu desmoronado em mil pequenos cacos
ainda luminosos, virtuais
estrelas que se apagam e acendem
à flor de todos os écrans
que os meus contemporâneos ligam e desligam
cada dia que passa, nunca se esquecendo
de carregar nas teclas necessárias
para a operação save
e assim alcançarem a eternidade.
(in Poesia Reunida, 1990-2000)
SEGREDO
Esta noite morri muitas vezes, à espera
de um sonho que viesse de repente
e às escuras dançasse com a minha alma
enquanto fosses tu a conduzir
o seu ritmo assombrado nas trevas do corpo,
toda a espiral das horas que se erguessem
no poço dos sentidos. Quem és tu,
promessa imaginária que me ensina
a decifrar as intenções do vento,
a música da chuva nas janelas
sob o frio de fevereiro? O amor
ofereceu-me o teu rosto absoluto,
projectou os teus olhos no meu céu
e segreda-me agora uma palavra:
o teu nome - essa última fala da última
estrela quase a morrer
pouco a pouco embebida no meu próprio sangue
e o meu sangue à procura do teu coração.
(De Às Cegas)
Á CHEGADA DO INVERNO
Nem sempre
a vida acolhe ou alimenta
os nomes do passado, o seu abismo
repetido num sonho, na mais lenta
assombração, no mais íntimo sismo
Do que chamamos alma. Não existo
sem essa febre mansa que relembro
enquanto as nuvens cobrem tudo isto
com o frio escuro de um dezembro
Longe de mim, de ti, de qualquer lei
ou juízo a que dêmos um sentido:
o que finjo saber é o que não sei
e as palavras colam-se ao ouvido.
Página publicada em julho de 2008,
para a I Bienal Internacional de Poesia de Brasília.
Século XXI
Falam de tudo como se a razão
lhes ensinasse desesperadamente
a mentir, a lançar
sem remorso nem asco um novo isco
à espera que alguém morda
e acredite nessa liturgia
cujos deuses são fáceis de adorar
e obedecem às leis do mercado.
Falam desse ludíbrio a que chamam
o futuro
como se ele existisse
e as suas palavras ecoam
em flatulentas frases
sempre a favor do vento que as agita
ao ritmo dos sorrisos ou das entrevistas
em que tudo se vende
por um preço acessível: emoções
& sexo & fama & outros prometidos
paraísos terrestres em horário nobre
- matéria reciclável
alimentando o altar do esquecimento.
O poder não existe, como sabes
demasiado bem - apenas uma
inútil recidiva biológica
de hormonas apressadas que procuram
ser fiéis aos comércio
dos sonhos sempre iguais, reproduzindo
sedutoras metástases do nada
nos códigos de barras ou nos cromossomas
de quem já pouco espera dos seus genes.
in 'A Luz da Madrugada'
Conocía a este gran poeta. Gracias. Buena selección. Es entrañable y no sé si se le ha puesto música a algún poema.
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