Susan Helen Urich Manrique
Maturín, Venezuela 1986
Poeta, traductora, autora del blog La perra de Pavlov. Actualmente cursa estudios en el Instituto de alta cocina y se desempeña como profesora de inglés. Su trabajo poético ha sido publicado Letralia, los fanzine web Ácracia pour le porcs y Los Hermanos Chang, así como en la revista monaguense Pez de Plata y La Cigarra, esta última editada en México.
La poesía de Susan Urich es una búsqueda personal que no aspira sino a la contemplación.
Sinónimos de silencio – Barquisimeto
Amor. Odio. Muerte. Soledad. Vacío. Abismo. Océano. Útero. El segundo en que una contracción expulsa a la criatura con su placenta, el alivio absoluto después de un maldito dolor que dan ganas de mear, cagar, y vomitar al mismo tiempo. Un cuerpo desnudo. Un cuerpo desnudo durmiendo. El sueño como una amalgama entre el cuerpo desnudo que duerme y el cosmos, el silencio que lo lleva es un caracol de aire, una cápsula. Un faro enorme por dentro a medianoche es un ejemplo voraz de silencio marino. Las pisadas de un ciervo. Los pastizales nocturnos cuando caza una hiena. El temblor de hoja invisible de la presa escondida, su miedo, su miedo es el silencio más puro. Negro. Blanco. Poesía.Dolor. Locura. Un gato lamiéndose las patas. La sangre de un pájaro en la acera. El desmayo de una mujer multiorgásmica después de fundir su cuerpo hasta hacerlo caer piedra, qué silencio en el rostro, la expresión. Un niño concentrado jugando. La mente de un niño que ejecuta una pieza de Beethoven. Una planta sentada en el lindero que divide tu sexo de mi sexo. Una mujer herida que planifica el asesinato de su esposo mientras le prepara la cena, -cianuro, tal vez.- Las canciones de chuy sonando en las lágrimas de Ernesto, de Alioth, de todos. La garganta mientras baja un trago de cocuy, eso es mutismo etílico.
La Vargas en plena madrugada. La Vargas después de la feria de La Sabrosa. La Vargas en mi mente siendo locación de un corto animado. El mutismo general que produce una cachetada en público. El morichal cuando hace calor y las palmas parecen fijas en el cielo como atravesadas por un alfiler, queriendo moverse,empujando los alfileres hacia atrás con las nervaduras, pero imposible, el morichal es una película en pausa. Las orquídeas, siempre, las orquídeas, lo absorta que se está mi madre al regarlas, podarlas. El silencio en los huesos de la candela. El silencio post festín de pornografía gastronómica; todos reclinados para tomar aire, llenos, contentos, con una sonrisa idiota en el rostro, sudando casi. De la sombra ni hablar, es el silencio negro y mullido. Un árbol, un árbol arrasado por el fuego, quemado por el frío. Un aripo caliente que recién ardía. El silencio en la vejiga de una tormenta fúrica. La paz de un pez flotando, su silencio llenando de cuarto mi agua cuando me dispongo a escribir. ¿El naguará, siempre si fuiste a buscar el suero? Todo eso es un muñuño de silencio que me nutre, que me froto en la sombra a diario por que si no me turbio, me turbio, me turbio.
Tú, cuando te arrechas* conmigo por que dejé un reguero en el baño
Tú, repitiendo mentalmente un rezo de entrompe para enfrentarte a la página.
Un silencio me obliga a decir
Un silencio me obliga a decir: No sé. Y es cierto que, como Wislawa, no sé lo que es la poesía. Sólo tengo la certeza de que Es, y que no necesita de mi, ni de nadie. Acaso un camino irregular de hormigas le interesa más que una hoja en blanco, acaso el tacto de ese árbol que ha muerto por ella, en parte, para ser herramienta de un poeta, es más importante. Pero tampoco yo necesito a la poesía, en el sentido de que ya no necesito retenerla, correr a escribir. Ella sabe el lugar, el momento indicado, Ella Sabe, la Gran Sabia. No necesito más que mi silencio, el más hondo, para escucharla. Si quitaran de mi la posibilidad de escribir es probable que haga cosas increíblemente absurdas, cosas LOCAS, pero ahora comprendo que la poesía no pide ser leída, pide ser apreciada, simplemente, y esto es tan sencillo como un árbol donde muere un nido de pájaros que ha echado el suelo un gato, o un niño imprudente.
Yo sé de pájaros
Una vez rescaté un pichón de azulejo
era eso o que fuera almuerzo pa hormigas
sus padres no lo rechazaron por que de tanto silencio ya ni siquiera
tengo olor
propio
Han estado conmigo, comiendo del mismo plato
y hasta se dejan arrancar las plumas si soy amable:
las quiero para un marcalibros, les digo… y eso basta.
Así que no me vengan a decir que los poetas no saben de pájaros por que yo
sin ser poeta
sino Artista
cada vez que escribo un puto poema
con el dolor de un parto jodido
logro parir un azulejo
o un buitre
según sea el caso, por supuesto
1
Aquí, por fortuna, una sola vida nos alcanza para muchas muertes.
2
Te pensé
puse los ojos de tu caballo en mis ojos
no apareciste
o mejor dicho: apareciste a tu manera
pero no imaginé que te daría la gana existir
ahora que mi sombra no quiere
no puede coincidir
con la sombra de nadie
3
Entre tu soledad y la mía
hay otra soledad más perfecta:
la que somos anocheciendo
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