José María Egas
José María Egas (Bahía de Caráquez, ECUADOR 1896 - 1982) era un poeta, abogado, y escritor ecuatoriano. Estudió leyes en la Universidad de Guayaquil, graduándose en 1927.
Obras
Poesía:
Unción (1923)
Unción y otros poemas (1941)
El milagro (1941); Unción
El milagro y Otros poemas (1954)
Canto a Guayaquil (1960)
Poesías completas (Guayaquil, 1982. 2.ª. Ed)
Antologías:
Indice de la poesía ecuatoriana contemporánea (Santiago de Chile, 1937)
Otros modernistas (Guayaquil, s.f.)
Poesía viva del Ecuador (Quito, 1990)
La palabra perdurable (Quito, 1991)
Poesía modernista ecuatoriana (Quito, 1991).
FIGULINA
(HOJA DE ÁLBUM)
Pasas con chic de aristocracia suma
frívolamente sobre mis martirios.
Pareces hecha con blancor de espuma
o levedad finísima de lirios!
Una serena majestad reviste
tu vida espiritual que sufre y calla ...
Resumes toda la elegancia triste
de una puesta de sol que se desmaya.
¡Mensaje blanco de las primaveras! ...
¡Albura espiritual! ... ¡Oh! figulina
¡de ponerte a exhibir en las vidrieras! ...
Porque eres grácil, impecable y fina;
al tocarte parece que tuvieras
fragilidad de porcelana china.
(De La senda florida)
CANCION GRIS
Lluvia...
Melancolía!...
................................................
(En el balcón, tu cabecita rubia
es como el sol de la mañana fría.)
Lluvia... Melancolía!
Las campanas, enfermas de langor y dulzura
ponen su vieja nota gris.
El alma tiene santidad de albura
como los pétalos de un lis.
El paisaje se duerme en su infinita
serenidad...
Y la lluvia cae lenta, cae la lluvia
infinita sobre las cosas, sin piedad.
La mañana
pone con dulce languidez de hermana
la vaguedad de su matiz.
Y al apagar su débil
tono de luz, su tono de rosa,
fluye más larga, flébil,
más dolorosa, la canción gris.
Lluvia... Melancolía!
(En el balcón, tu cabecita rubia
es como el sol de la mañana fría.)
ALMA
HABLANDO a media voz, sin que nadie la entienda,
Alma, la dolorosa virgen, va por la senda.
Tiene los bucles rubios, las miradas azules,
y es casi una ilusión hecha de finos tules.
Blanca, toda irreal, en éxtasis divino,
va con los ojos muertos, fijos en el Destino ...
Un mal aristocrático su belleza extenúa ...
Se aleja como un símbolo por el viejo camino
donde cae en monótona vaguedad la garúa.
Un mal aristocrático su belleza extenúa.
Espiritualizada, femenina, exquisita,
con las miradas húmedas de emoción infinita,
Alma, la dolorosa, huella su triste vía
con temblores de nervios y sudor de agonía ...
La pobre tiene un gesto de perdón para todo.
Santificó su vida con celestes martirios;
y de este fango humano de miseria y de lodo
ella resurge intacta con su veste de lirios!
Alma sueña... Se aleja como una distraída,
haciendo un gesto irónico de cansancio a la vida.
Y en éxtasis supremo huella la triste vía
con temblores de nervios y sudor de agonía ...
(De La senda florida)
VAS LACRIMARUM
No te arrimes mucho sobre mi desgracia
ni afines tu oído para mi canción.
Porque es tan dolida y humilde mi gracia
para las finuras de tu aristocracia
y las maravillas de tu corazón!
Yo sé que me sigue tu cariño santo
como una estrellita de felicidad.
A veces te lloro, y a veces te canto!
Pero me da pena que te mires tanto
sobre la fontana de mi soledad!
Mis invernaderos dañarán tus rosas...
Grave y pensativa te hará mi laúd.
Yo soy un enfermo que tiene sus cosas...
Retira en silencio tus manos preciosas
de la herida mala de mi juventud!
Yo soy un enfermo que tiene sus cosas. . .
No busques alivio para mi orfandad.
Serás, con tus manos floridas de rosas
y son tus unciones misericordiosas
como una hermanita de la caridad.
Pero yo no quiero que por mí desveles
el sueño dorado de tu corazón.
Ni agotes tu néctar ni seques tus mieles...
Que ya puse al margen de mis horas crueles
la dulce ironía de mi salvación.
No sé qué destino te puso a mi vera...!
ni qué bebedizo de magia sutil
dejó que mi pobre ceguedad te viera
pasar en las glorias de tu primavera
como una infantina de cuento de Abril!
No sé qué herbolario, ni qué hechicería,
o qué libro malo me dio su licor ...
Pero, misterioso fakir, yo quería
deslumbrar el Asia de mi fantasía
con tu fabulosa leyenda de amor.
Y no sé qué alquimia doró mi desgracia ...
Y fue todo música y luna y canción!
Y soñé rondeles floridos de gracia
para las finuras de tu aristocracia
v las maravillas de tu corazón.
Pero ya sangraba la herida secreta.
Ardía en silencio la llama fatal.
Y, cuando quisimos coronar la meta,
triunfó la injusticia de nacer poeta,
rondó mi celeste vendaje ideal...
Y sólo quedaron las alas marchitas,
el libro soñado... lo que pudo ser!
Y algún misterioso temblor en mis cuitas
por tus inefables miradas benditas
y tus pecadoras manos de mujer!
Algún escondido retazo de pena...,
Algún idealismo y alguna inquietud. . .
Y no sé qué dulce bondad nazarena
para esta fatiga, para esta cadena
del santo suplicio de mi juventud!
Tengo, por extirpe, mi solar cristiano
Mi heráldica sabe de la Flor de Lis
Vibran abolengos al tender la mano ...
Y va por la vida mi amor franciscano
como un hermanito del Santo de Asís.
Pero no te acerques con unción de gracia.
Ni afines tu oído para mi canción.
Porque te pudiera tentar la desgracia
de hacer corona de tu aristocracia
con las maravillas de mi corazón.
(De Unción)
LA HORA MÍSTICA
(PARA J. EDUARDO MOLESTINA)
Hora en que deja el cautiverio
para cantar, el corazón... - Arturo Boria
Una adorable castidad de rosas
perfuma los crepúsculos en el mes de María.
El ángelus doliente sobre todas las cosas
pone un beso infinito de paz... Melancolía
que hace más buena la naturaleza
Tristeza
honda y semidormida
que flota en el paisaje diáfano de la vida! . . .
El sagrario
predispone a las santas devociones del rito.
Suena dolientemente la voz del campanario
y siento que me embriagan éxtasis de infinito ...
La tarde deja una bendición nazarena. . .
Y hasta la piedra dura quiere sentirse buena.
Yo, con mi alma, podría
perfumar la inocencia de los pies de María.
La oración
despierta y hace florecer la aurora
místicamente purificadora
de la Anunciación!
.............................................................................
Una adorable castidad de rosas
perfuma los crepúsculos en el mes de María! ...
(De La senda florida)
EL AMOR
Deja que venga solo, deja que venga piano,
alegre, doloroso, como quiera venir.
Que arome de silencios tu corazón cristiano
y pueble de luceros tu noche de zafir.
Pero nunca te empeñes en forzar el arcano!
Amor es un tesoro que se cae de la mano ...
Es arpa de los cielos que la tendrás que oír.
Deja que venga solo... Que llegará en un día
de sorpresa inefable para tu corazón;
cuando traigas del valle de tu melancolía
humedad en los ojos y en los labios canción.
Pero nunca te empeñes con inútil porfía
Amor vendrá de suyo, como una Avemaría,
a tu madrugadora campiña de ilusión!
(De Unción)
SONETOS DE LA TARDE
I
Despacio... y como atentos a la voz del destino
diluida en el grave son de los campanarios,
íbamos silenciosos por el viejo camino
donde se alzan escuetos árboles milenarios.
Lejos lloraba el ángelus desde la triste ermita.
Se desmayó la hora trémula en el ocaso.
Y tuvieron la angustia de esa tarde infinita
las hojas que caían muertas a nuestro paso.
Ella y yo por la senda triste... La fuente clara
rimaba sonatinas como si fuesen para
nuestro amor, para ella, que tenía en su frente
una vaga dulzura crepuscular dormida ...
Yo le dije un secreto triste como la vida
y ella cerró los ojos melancólicamente ...
II
Ingenuamente pones en tu balcón florido
la nota más romántica de esta tarde de lluvia.
Voy a hilar mi nostalgia de sol que se ha dormido
en la seda fragante de tu melena rubia.
Hay un libro de versos en tus manos de luna.
En el libro, un poema que se deshoja en rosas...
Tiendes la vista al cielo... y en tus ojos hay una
devoción infinita para mirar las cosas.
Tiembla en tus labios rojos la emoción de un poema.
Yo, cual viejo neurótico, seguiré con mi tema
en esta tarde enferma de cansancio y de lluvia.
Y siempre, cuando mueran crepúsculos de olvido,
hilaré mi nostalgia de sol que se ha dormido
en la seda fragante de tu melena rubia.
(De La senda florida)
ULTRAVIOLETA
He llegado al más grave silencio religioso.
Despierto en un milagro fantástico de gemas. . .
Y el alma sigue urdiendo su telar misterioso
en el ritmo ideológico de las cosas supremas.
Escucharé mi dulce clavicordio sonoro.
Soy el príncipe rubio de un castillo lejano...
Mi vida, como esquife sonámbulo de oro,
se perderá en el ultravioleta de lo arcano.
Sé que la Esfinge de ojos hieráticos y graves
responderá a mi angustia con sus eternas claves.
Pero así tendré el vértigo supremo de la altura,
el placer exquisito de sentir que estoy solo;
y como un refinado sacerdote de Apolo
oficiaré en el viejo ritual de mi locura.
(De La senda florida)
BAJO EL OTOÑO
El parque estaba húmedo, gris y convaleciente.
La tarde se hizo toda languidez femenina.
Y entre rosas de otoño, bajo la niebla fina,
iba por el sendero que enjoyaba el poniente ...
Iba por un sendero de rosas... Lentamente
cubríala un ropaje de seda vespertina...
Y su elegancia regia de emperatriz latina
triunfó sobre mis mármoles de orfebre decadente!
Desde entonces prosigo mi viaje solitario
con los ojos abiertos sobre el devocionario
y el alma -con su niebla crepuscular- dormida.
Ella, como un recuerdo, sonámbula, se aleja...
Y una dulzura triste como de pena vieja
naufraga en los otoños celestes de mi vida...
(De La senda florida)
LA ÚLTIMA TARDE
La vida siempre igual! ... Con su color de tedio,
con sus tardes lluviosas que estremecen de frío
y son como la angustia de este mal sino remedio
que nos va consumiendo de locura y hastío!
Dejar que el alma llore con su misma dolencia
y se pierda en canciones vagas y misteriosas ...
Seguir viéndolo todo con esa indiferencia
del que sabe el amargo secreto de las cosas!
Ya no nos queda nada! . . . Ni aquellos ojos negros
que eran como el encanto de una noche dormida. . .
Ni aquella risa loca que iba fingiendo allegros
en ese pentagrama lírico de la Vida!
Y sentir un perfume como a novias lejanas...
Y el corazón llorando con un dolor eterno,
con ese dolor místico que tienen las campanas
que lloran al crepúsculo de una tarde de invierno.
La lluvia sigue hilando su canción de abandono.
Ha llegado la tarde final en que mi vida
cantará sus tristezas, y con su mismo tono,
así, como una flauta, se quedará dormida ...
(De La senda florida)
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