Gonzalo Ledesma
Nació en abril de 1984 en Montevideo, Uruguay.
Es Co-editor de La Propia Cartonera e integrante de la brigada de arte Lágrimas de Chipre, con la cual hacen una revista mensual llamada Caracú.
Publicó Sudáfrica, antología poética en la que participan: Elder Silva (uy), Diego Recoba (uy), Pablo García (ar), Ricardo Piña (ar), Manuel Forega (es), David Liquen (es), Manuel Podestá (ar) y Juan Luis Saldaña (es), que salió en los tres países.
Poemarios: Harlem Globetrotters (2011) y Pingos (2013).
(de Harlem Globetrotters):
la entrada multicolor
en el cajón de la cómoda de mi viejo
cambiaba la leyenda de Harlem
con letras amarillas
por un dedo pulgar hacia arriba
de una mano que se hundía
en el ácido.
Terminator o algún otro personaje de cinema
con el tatuaje de un 9 y un 0 en nuestros brazos
haría que jamás volviera a repetirse la historia
*
dicen que
Wilt Chamberlain
tirando triples
viajó
de Nueva York a Chicago
y de Chicago a Villa Española
solo para decirle al Canario Luna
que si hubiera cantado una canción
también sería para el Villa.
Después de eso retiraron el número 13 del team
de manera muy sabia
pero tuvieron que pasar 10 años
*
el 90 también
fue un gran año para Whoopi Goldberg,
Ghost fue como hundirla
después de un traveling
y así fue que la nombraron
honorary member
y yo como no me creo menos
quiero que quede sentado
que en este momento
nombro a Goldberg
madrina de esa década
*
cuando volvimos al Cilindro
unos años más tarde
a ver patinaje sobre hielo
cambiando los envoltorios de alfajor
por las entradas
pude encallar en el vacío que genera la pobreza
Textos de Gonzalo Ledesma.
Selección y comentarios de Diego Recoba.
En la primera entrega de estas notas hablé del miedo que la mayoría de la poesía de nuestro país le tiene a lo festivo, a la alegría, a la buena conexión con el mundo. Como si se asumiera tácitamente que poesía es todo aquello que surge de lo sórdido, de la tristeza y que contra toda la mierda del mundo y la que puede acumular una persona en sus múltiples vidas es imposible luchar a través del arte, quedándonos sólo la chance de resignarnos y basar nuestras creaciones en la incapacidad de tener momentos de felicidad. Por momentos parecería que algunos poetas jugaran un campeonato para ver quién odia más la vida, a quién se le nota más la desesperanza, quien está más cerca de la muerte, quien cae más bajo. Lo festivo de por sí no es un refugio desde donde combatir la poesía del bajón continuo y, de hecho, creer que son plataformas válidas desde las cuales crear es tan peligroso como equivocado. Pero tan falso como considerar que lo festivo o lo bajón es un tipo de poesía, es considerar que se puede evitar todo lo feliz que también sucede en la vida.
A través de sus dos libros de poesía Harlem Globetrotters (2011) y Pingos (2013), Gonzalo Ledesma viene intentando pasarla bien con su poesía. Y la cosa no parece ni forzada ni artificial, sino una luz contagiosa.
La poesía de Ledesma, al igual que mencionábamos en relación a Sebastián Pedrozo, es una obra de identificación, de auto exploración. Ledesma parece escribir para conectarse con su todo, para saber quién es y quién fue, cómo es su mundo y cómo era. Pero a diferencia de Pedrozo, que establece con su poesía un pacto de honestidad, de no ir más allá de sus recuerdos y los hechos tal como fueron, Ledesma hace un trato de ficción e imaginación. En su poesía lo real y lo inventado se confunden, como si supiera que en definitiva lo real y la ficción están conectados y tienen un tronco común, que si nos ponemos a hilar fino es imposible determinar a ciencia cierta qué de lo que vivimos o recordamos vivir es real o ilusorio. Esta incapacidad de saber a través de su poesía qué es lo real no parece amargar a Ledesma, quien constantemente celebra que en sus versos todo pueda suceder, como una chance de poner en su lugar todas aquellas cosas que por diferentes circunstancias no se dieron como debían haberse dado. El poeta en este caso escribe no sólo para saber. Escribe para mejorar el mundo en que vive y para sentirse a gusto en él y en el pasado que derivó en este presente. Ledesma demuestra que la búsqueda de la belleza en la poesía no necesariamente tiene que ver con escribir sobre cosas lindas o bonitas, ni hacerlo con palabras elegantes, versificación eficiente y ritmo preciso, también es bella o busca belleza una poesía que intenta llegar a la felicidad, a través de un recuerdo feliz, o de encontrar buenos momentos en el presente. Es realmente impresionante la forma en que consigue una obra optimista y festiva sin necesidad de cursilerías ni golpes bajos, pero sin tener miedo de usar lo cursi o los recursos que sean necesarios para lograr lo que quiera, porque más allá que querer construir un poema perfecto, lo que busca es que el arte le haga bien, que lo conecte con su pasado, presente y futuro, con los que lo rodean y con su entorno, tratando de que todo sea una gran celebración.
Para finalizar esta serie de notas, algunas consideraciones. Como se mencionó en la primera entrega, quizás lo que más haya impedido que se pueda hablar de una nueva poesía uruguaya haya sido el fuerte apego a la tradición, a modelos clásicos, y a un romanticismo oscuro y sufrido bastante anacrónico. Hace un tiempo, un editor argentino me dijo sobre la narrativa uruguaya de los últimos años que salvo saludables excepciones todos los jóvenes escribían como cincuentones. Me dijo que la nueva literatura uruguaya parecía escrita por jóvenes viejos. Algo parecido podría decirse de la nueva poesía uruguaya, pero la cosa tiene pinta de cambiar. En los últimos años es posible ver nuevas posturas ante la poesía, nuevas búsquedas y nuevas formas de escribirlas. A los nombres sugeridos en esta serie de notas se pueden agregar los de Diego de Ávila, Horacio Cavallo, Federico Giordano, Natalia Mardero y Marcelo Silveira. Tomando en cuenta los que se me pueden haber olvidado, los que no conozco y la cantidad de poetas del interior invisibilizados por un sistema literario como el uruguayo, terriblemente centralizado, la situación parece alentadora. La idea no es romper todo, ni tener vocación mesiánica, sino simplemente dialogar a través del arte con nuestro tiempo, nuestros fantasmas y los que vendrán, con nuestras preguntas, nuestra forma de hacerlas y nuestra forma de responderlas.
En mi casa
las entradas multicolores con la leyenda
de Harlem Globetrotters
abrían el cielo
para devorarse una tras otra las imágenes
como hacía el ácido con Terminator
al mismo tiempo que levantaba su pulgar
y nos tatuaba con tinta china
un nueve y un cero en nuestros brazos
*
Dos días ya se habían borrado de la memoria de Wilt
y seguía con los malestares orgánicos
que le había provocado el show,
el whisky nacional
y el sexo extremo practicado
una y otra vez hasta niveles agónicos
con una morena de Piedras Blancas.
Esas melodías lanzadas por los metales,
fueron cadenas de inevitable placer
que ataron a esos mortales
para llevarlos lejos
dejando si efecto las barreras de la lengua
sex and love del anglo
dame más del charrúa
*
Nosotros volvimos al cilindro
como él a su lugar,
pero esta vez
a ver patinaje sobre hielo
canjeando los envoltorios de alfajor
por las entradas
y encallando casi sin querer
en el vacío
a esa altura carente de imaginación.
Aunque nos preguntamos
qué pasaría si la voz de Celine Dion
que salía de los altoparlantes
fuera de un hombre entrajado
llamado Yesty Prieto
moviendo lentamente su pelvis
en el centro del escenario
cantando y sugiriendo al hielo
derretirse lentamente
para formar una piscina de agua fresca
donde la gente se zambullera
en el momento en que no diera más del calor
por tanto baile y alboroto
cerca de las chapas del techo
(fragmentos de “La verdadera historia de los Harlem Globetrotters”)
*
Odiar el fútbol
andar al rayo del sol
en pleno verano
con una casaca de Defensor Sporting ajustada
jugar al fútbol tenis sin red
tirar un taco y caerse
reventarse la zapán contra el piso
llenarse la barba de arena
secarse el sudor de la frente y rasparse
Sentir el olor a gordo
mezclado con el desodorante Kosiuko,
levantarse
darse vuelta
ir a buscar la pelota…
lucir una camiseta con la leyenda
G. SORONDO
2
Cosas buenas
Hoy salí a tirar al cielo
petardos, palomas vivas
y más piedras a palomas
que son estrellas entre las nubes.
Hoy es navidad,
hay árboles y guirnaldas
luces de incendios,
rescates a inundados
Flores cortadas como problemas que se van
hacen levantar los vasos hacia el cielo,
tirar ese líquido espeso
y salpicar el pulcro azul de mantel
para pedir cosas nuevas,
como piedras y cosas buenas
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