Dulce María González
Dulce María González (Monterrey, 11 de julio de 1958 − Ibídem, 11 de julio de 2014), fue una escritora mexicana. Licenciada en Letras Españolas por la Universidad Autónoma de Nuevo León.
Fue coordinadora del Centro de Escritores de Nuevo León entre 2003 y 2005, vocal de literatura del Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León de 1995 a 1997, becaria del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Nuevo León en 1999, del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en 1996 y del Centro de Escritores de Nuevo León de 1988 a 1989. Fue maestra de literatura en la Escuela de Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL, y en el área de Humanidades de la Universidad de Monterrey.
Fue maestra de Apreciación de las Artes en la Facultad de Medicina de la UANL, y titular desde el 2001 de la columna Literespacio en la sección ARTE del periódico El Norte. En febrero de 2002 recibió el Premio Nuevo León de Literatura por la novela Mercedes Luminosa, y en septiembre de 2003 el Premio a las Artes, reconocimiento que otorga la UANL a los artistas de Nuevo León por su trayectoria.
Falleció el mismo día de su cumpleaños: 11 de julio de 2014 por complicaciones del cáncer que padecía.
Obras
Gestus (crítica de teatro) en la Dirección de Publicaciones del Estado de Nuevo León, 1991.
Detrás de la máscara (cuento) en Editorial Premiá, Universidad Autónoma de Puebla y Universidad Autónoma de Zacatecas, 1993.
Donde habiten los dioses (prosas) en la Colección Abra-palabra, Alcaldía de Guadalupe, Nuevo León, 1994.
Crepúsculos de la ciudad (crónica) en Libros de la Mancuspia, 1996.
Ojos de Santa (poesía) Ed. Castillo, 1996.
Elogio del triángulo (narraciones) en la Colección Los Cincuenta, coedición del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y la Universidad Autónoma de Nuevo León, 1998.
Mercedes luminosa (novela) en la Dirección de Publicaciones del Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León, 2005.
Encuentro con Antonio (novela), Colección Árido Reino, Dirección de Publicaciones del Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León, 2006.
Los suaves ángulos (novela), Colección Contemporáneos, Editorial Jus en coedición con UANL, 2009.
Un océano divide (poesía, en colaboración con el artista visual Oswaldo Ruiz), Vaso Roto Poesía en coedición con UANL, 2012
La eternidad
Sucedió en la casa de la selva
junto a los arcos del corredor donde se bebe horchata
frente al abierto zaguán
el zorro ocultó sus ojos tras el oleaje de tules
y ahí la niña se detuvo
el aire corría entre sus piernas
azotaba las gasas de su vestido
la llamaron a gritos desde la cocina
y el viento elevó una sábana
al fondo del patio.
Lo perdido
Vaso Roto Ediciones, Madrid, 2014.
El umbral del año
Doce campanadas, doce (el aire)
Se desnuda
cierra los ojos
bebe un vaso de agua
Imagina la palabra: vacío
y dice: nada
na
n
La Mujer Loba
Como buzón de casa abandonada
de alcohólicos y anónimos prohibidos
donde en silencio dos desconocidos
se arroban con café de madrugada
Sin código que viole tu morada
Sin nada que confunda a los sentidos
Sin hallarnos ni darnos por perdidos
Sin palpar, sin que medie la mirada
Te escribo con la voz casi encogida
por pena de abordarte sin mesura
jugando a que me escondo en una arroba.
Perdón por verte así, desprotegida,
ajena a tu vestido o tu armadura,
desnuda a mis palabras, Mujer Loba.
Dulce María González
Al parecer la muerte pisa los talones, toda vez que ha llevado a su reino a la generación de los nacidos a mediados de los años cincuentas, a la que pertenecemos un bien un número de escritores y periodistas en activo. Primero fue, por desgracia, José María Mendiola, excelente escritor; ahora la muerte se ensaña y se lleva a Dulce María González, escritora y amiga de primer nivel.
Dulce hacía honor a su nombre, algo que pocas veces se da. Su carácter melancólico no reñía con su amabilidad sin descartar, claro, los ratos de ira benévola, muy común en las personas. Pero siempre anteponía una sonrisa a quien la saludara y no un gesto hosco. Y conversar con ella significaba un vuelo de mariposas no amarillas sino multicolores.
Ahora se ha ido, bueno, no. Los escritores que dejan camino andado no se van, viven en sus libros. Y ahora Dulce enfrenta ese desafío, deja, por fortuna, un amplio círculo amistoso que sin duda alguna difundiremos su obra y su palabra. Los escritores, periodistas y otras miembros de la misma cepa, aquellos que buscan lo etéreo y no lo circunscrito al concreto, al vidrio o al acero, cuentan con la impronta que desafía los límites establecidos, entre ellos la muerte.
Nacida en Monterrey en 1957, nace a las letras en sus colaboraciones de crítica teatral en el suplemento cultural “Aquí Vamos” de nuestro periódico El Porvenir, misión que abordó con dedicación y puntualidad. Posteriormente reunió una selección de lo mejor de su trabajo en esta área en su primer libro Gestus publicado en 1991. Dulce se recibió de la licenciatura en letras de la UANL, donde trabajó como maestra en la división de teatro y asimismo fue maestra de humanidades en la UDEM.
A su palabra escrita sumó actividades propias de su trabajo, como animadora de lecturas, vocal de escritores en el Consejo de las artes del estado, coordinadora del Centro de Escritores, colaboradora desinteresada del volante literario “Los papeles de la Mancuspia”, animadora de páginas electrónicas, articulista semanal en el periódico El Norte. Y en todas puso entusiasmo y supo desentrañar la telaraña de intereses y particularismos de los escritores e igual supo torear las negativas y evasivas típicas de los funcionarios públicos.
Luego publicó el libro de cuentos Detrás de la máscara en 1993; Donde habiten los dioses (1994); Crepúsculos de la ciudad en 1996 libro de crónica urbana; Elogio del triángulo, libro de narraciones breves en 1998. Y otros, entre cuentos, narraciones y novela, como Mercedes luminosa en 2005.
Fundamentalmente narradora, Dulce trató también el género de la poesía, con el libro Ojos de Santa, poemas dedicados a Monterrey con motivo del cuarto centenario de su fundación.
“Desperté con la cabeza a punto de explotar. ¿Dónde estoy? ¿quién soy?, me preguntaba a mí misma en un intento de aclarar el escenario que amenazaba con echar abajo el edificio de mi vida”. Escribe Dulce al inicio de la novela Mercedes Luminosa. Ahora es la situación de la propia Dulce. Y la respuesta es sencilla: en el cielo.
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