Nació en Rosario, Argentina el 15 de febrero de 1862. A partir de 1889 se radicó de manera estable en La Plata y en esta ciudad murió el 27 de octubre de 1931. Fue político, abogado, catedrático y magistrado. Como poeta, dio a conocer, entre otras publicaciones, Primaverales (1881), Nuevas hojas (1883) y Horas de emoción (1927). De inspiración romántica en sus orígenes, la poesía de Rivarola va adquiriendo con el correr del tiempo un carácter que la aproxima al modernismo.
Visión
Con seno de jazmín, labios de rosa,
ojos de cielo, luz en la mirada,
la vi, a la sombra de un rosal sentada,
como el mundo dormido, silenciosa.
Y parecióme al verla –vaporosa,
con el perfume del amor formada–,
más bella que la aurora sonrosada
cuando despliega el ala luminosa.
¿Quién era...? Disipóse entre las brumas,
cual se disipan en el mar bravío,
al chocar con las rocas, las espumas.
Era una imagen que en la mente llevo:
miré a mi alrededor, y hallé el vacío;
cerré los ojos, y la vi de nuevo!
Fuente: Primaverales, Enrique E. Rivarola, Edición del autor, La Plata, 1926.
PLANTEMOS UN ÁRBOL
Abramos la tierra, plantemos un árbol;
será nuestro amigo y aquí crecerá,,
y un día vendremos buscando su abrigo
y flores y frutas y sombra dará.
El cielo benigno dé riego a su planta,
el sol de septiembre le dé su calor,
la tierra su jugo dará a sus raíces
y tengan sus hojas verdura y frescor.
Plantemos el árbol, el árbol amigo;
sus ramas frondosas aquí extenderá,
y un día vendremos buscando sus flores
y sombras y frutas y flores dará.
LOS DIARIOS
Para celebrar la loca
ambición que mueve al hombre,
mientras la fama su nombre entre los héroes coloca,
todo una página es poca; y para anunciar la acción
de un hombre de corazón que a las aguas se ha arrojado
y a un pobre niño ha salvado... hay apenas un renglón.
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