JAIME CANELAS LÓPEZ
(Cochabamba, Bolivia, 1927-1961).- Poeta. Activista del grupo ‘Gésta Bárbara’ en su ciudad natal (1946-1948). Estudiante de Derecho, dejó las aulas para dedicarse a promover el arte. Organizó en Cochabamba el 1er. Encuentro Nacional de Poetas (1959). Director y editor de ‘Papel de Poesía’.
Comenzó en las líneas de la poesía Social.
Pronto comprendió que ésa no podía ser su actitud definitiva, porque sobre todas las cosas era un poeta lírico. Encontró los temas de sus estrofas en la naturaleza y en el Paisaje. Se los metió muy dentro para entregarlos después iluminados por sus éxtasis interiores. Poco a poco fue cogido en la malla de los problemas trascendentales, hasta que un día desembocó en un arte insuflado de Cristianismo.
A decir de Héctor Cossío Salinas, Canelas "hizo de su existencia un poema de vivencia plena, henchida de matices y sabores, voces y canciones. / Cantó a su valle con un fervor de joven enamorado; en sus imágenes, siempre frescas y jubilosas, su voz se revela rica y transparente con un lenguaje directo y objetivo en un principio y más profundo y subjetivo después, pero siempre desbordante de lirismo".
Uno de sus textos titulado Siete poemas de amor, dice: "Perdóname amor mío, sin al comenzar en día / no he calzado sandalias a la rosa. / En mi jardín la rosa de la noche / perfuma todavía los cristales del beso. / Y si al gozar del aire / de tan temprana vida, / no he dado 'buenos días' a la alondra / desde tu blanca cúpula, / perdóname, amor mío, pues tu voz / es música más pura. / ¡Y sólo, sólo en dádiva de oro /puedo dorar el trigo de tu sueño!".
LIBROS Poesía: El joven río (1953), Las transfiguraciones (1957), Un camino a la aurora (1961).
ENCUENTRO
En cada lecho tuyo, dulce valle,
donde tus hombres guardan el pan nuestro,
mi corazón se ha vertebrado en cáliz,
como si fuese trigo nuevo.
Ahora está el surco humedecido
con la sal del aguacero...
¡Mira cómo han crecido mis raíces,
llevándose mi corazón por dentro!
Y está la tierra encima, como un poncho
que hace girar el viento.. .
- Dame tu beso, compañera,
mientras el valle me hincha de contento!
Aquí juntó la yunta
grano, sudor, trabajo honrado y bueno.
Yo he recogido en cada mano
un poco de ese sueño...
Aquí juntó el verano
verdor y sentimiento,
¡ven a trillar el trigo de mi mano,
buscando de la tierra mi corazón primero!
VIDA QUE DEJASTE, PADRE...
Padre,
el molle que dejaste
crece junto conmigo.
El en la mano pétrea, cerca de la montaña.
¡Y yo en el río!
El valle, dulcemente, se cubre de gavillas,
como si fuese vid que pronto ha de ser vino.
San Isidro, en la cúpula
de la iglesia, dormido,
sueña con el verano.
El verde de los campos tiene ojotas de niño.
Y de pronto en los años que son como tu vida
las mieses se han dorado con el sol del estío,
y una mano de gracia
toca cada capullo de la flor de domingo.
Valle tuyo, lo mismo que del tiempo,
porque no tiene edad la pureza del lirio.
Tuyo, porque en mazorca
de amor creció tu nido;
porque el sauce hace calle a tu riachuelo;
porque el dulce membrillo
tiene el aroma de tu buen recuerdo;
porque, en fin, en el limo
cada río que atraviesa el valle,
está el abono de tu nombre tibio.
Padre: el molle que dejaste
crece junto conmigo.
El en la choza humilde.
Yo en mitad de los campos, como el trigo.
Danos la lluvia fina que duerme en las alturas
para dejar en cada surco el brillo
de una gota de vida: ¡Milagro
de pan y de verdor fue tu camino!...
PERMANENCIA
Lo mismo tu presencia que tu olvido.
Igual en todo, en trigo o en sequía,
tu corazón está conmigo.
Viendo la tarde que dibuja rosas.
O dejando el oído
correr de prisa por los árboles.
En día o en nocturno eres lo mismo.
Y así en las eras eres mies granada.
En los barbechos eres ya destino.
Y en la esmeralda de los verdes campos,
¡el germen vivo!
Lo mismo en la montaña, a tres mil metros
sobre el nivel de lo perdido,
o en la florida cuenca de los valles,
¡tu corazón está conmigo!
Al fin de todo,
igual que en un principio,
en la alta estrella o en el hondo abismo,
¡serás cauce mortal del mismo río!
RENUNCIAMIENTO
¡Qué vertical, qué sueño
unido a los secretos de la bruma!
Y los ojos, en ascensión de fuga,
hacia el silencio del olvido.
¿Qué muerte irá, qué estrella
alumbraré el sepulcro de esta noche?
¡Déjame, déjame con el capricho
de no verte más, nunca!
Mira cómo el cristal se quiebra
y se transforma
como el aire en la herida.
Si quieres ver mi sombra
búscame
- cielo y nube -
en la primera lágrima nocturna!
POR LA RAÍZ AL SUEÑO
Por el ala que entibia los ojos de los hombres
al cielo de la infancia.
Este dolor que suba, transparente y lejano,
por suaves avenidas de murmullos y cánticos.
Este dolor, tan mío,
de no estar cerca de alguien.
Déjame entonces flotar en pura niebla,
bebiendo de la fuente de sueños infinitos,
como esas criaturas que están hechas de cielo.
Cuando el viento repique
sus bronces de aguacero,
mi humedad dará un lirio por los brazos del cuerpo!
TAL VEZ LLAMÓ LA MUERTE
Cuando el azul fragmento se detiene
no sé qué de espantoso cautiverio
se desata del día y de la noche.
El corazón se inunda de interiores
y medias luces.
La sed no implora ya su vital alimento
Traen supervivencias las flores más antiguas
cuando un viento agorero
clama, al doblar del bronce, los yugos invisibles.
Tenue sopor no obstante,
llama que poco a poco se aligera!...
Y si esto no es la partida?
Si aún nos quede el destino de la rama
sujeta al tronco vivo?
Qué bruma pende entonces, fiel racimo,
de esta luz detenida?
Por qué el agua se enturbia
cuando asoma el aliento?
Este anclar
fecunda así de lutos de tiempo.
Nacen días difuntos.
Rosas de amanecida
que semejan remotas catacumbas.
…
Volveremos al mundo
con la savia del árbol o el gris del aguacero.
Memorias insepultas
empujarán las manos anhelantes al verde
lejano todavía.
Y un labio de ceniza
consumirá otra vez un fragmento de vida...
Su paso por la casa será un errar del tiempo!
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