Gérard de Nerval
Gérard de Nerval (22 de mayo de 1808 – 26 de enero de 1855) era el seudónimo literario del poeta, ensayista y traductor francés Gérard Labrunie, el más esencialmente romántico de los poetas franceses.
Nació en París en 1808. La muerte de su madre, Marie Antoniette Marguerite Laurent, cuando aún era un niño, marcó no sólo su vida sino también su obra. Murió de meningitis en Silesia cuando acompañaba a su marido Etienne, doctor al servicio de la Grande Armée. Fue educado por su tío-abuelo en la campiña de Valois hasta 1814, cuando fue enviado a París. Durante las vacaciones visitaba Valois y escribió su libro Canciones y leyendas de Valois.
En 1826-1827, tradujo del alemán el Fausto, de un modo muy personal (inexacto pero creativo), lo que propició el conocimiento de Friedrich Schiller y Heinrich Heine, con el cual inició una amistad y del que tradujo poemas. Ejerció diversos trabajos: periodista, aprendiz de imprenta, ayudante de notario. Escribió varias obras dramáticas en colaboración con Alexandre Dumas, además de ser gran amigo de Théophile Gautier (con el cual se reunía en el "club de los hachisianos") y Victor Hugo.
En enero de 1834, recibe una herencia de su abuela materna, y se dirige al sur de Francia; pasa la frontera y llega a Florencia, Roma y Nápoles. En 1835, se instala en casa del pintor Camille Rogier, en donde se reúne el grupo romántico, y funda Monde dramatique, revista lujosa en la que gasta todo su dinero; la vende en 1836. Se inicia ahora en el periodismo; está en Bélgica con Gautier durante tres meses; al finalizar el año, firma por vez primera como «Gérard de Nerval» en Le Figaro.
En 1837, al escribir la ópera cómica Piquillo, conoce a la actriz y cantante Jenny Colon, por la que siente una atracción fatal, y a quien dedica un culto idólatra. Volverá a verla en 1840, antes de su muerte en 1842, que le trastorna. En el verano de 1838, viaja a Alemania, su destino soñado, con Dumas. En noviembre irá a Viena, donde conoce a la pianista Marie Pleyel.
Final
Primera crisis de locura: el 23 de febrero de 1841. Le cuida Marie de Sainte-Colombe, de la casa de salud Sainte-Colombe (fundada en 1785). El día 1 de marzo, Jules Janin publica un artículo necrológico sobre él, en Les Débats (lo que le dolerá mucho). Tiene una segunda crisis el 21 marzo, y le internan en la clínica del idoctor Blanche.
A finales de 1842, Nerval va a Oriente, pasando por Alejandría, Cairo, Beirut, Constantinopla, Malta y Napoles. Los reportajes que hace los publica en 1844, y los reúne en Voyage en Orient (1851]). En Siria estuvo a apunto de casarse con la hija de un jeque y en Beirut se enamoró de la muchacha drusa Salerna. Por el norte de África, en El Cairo compró una esclava javanesa. Su salud se vio deteriorada al parecer por estos exóticos viajes.
Sigue luego su continuo peregrinar: entre 1844 y 1847, Nerval viaja a Bélgica, los Países-Bajos, y Londres, donde conoce a Dickens.
En la bohemia parisina se convirtió en una persona extravagante, como partido en dos, escindido de sí mismo: la realidad y el otro lado. Todo esto se refleja en la continua tensión de contrarios que manifiesta su obra. Vive en la miseria, pero escribe sus obras maestras: Les Filles du feu, Aurélia ou le rêve et la vie.
Gérard de Nerval fue durante toda su vida un espíritu atormentado, que en los últimos años de su vida, los más fecundos, sufrió graves trastornos nerviosos, depresión, sonambulismo y esquizofrenia, lo que le llevó a temporadas en varios hospitales psiquiátricos, en donde, lejos de curarse, aumentaba su locura leyendo libros de ocultismo, cábala y magia, pero también escribiendo. Una de las situaciones que provocó su internamiento fue el pasear a una langosta con una cinta azul.
Tales sucesos, unidos a sus problemas económicos, le llevaron a suicidarse ahorcándose de una farola en rue de la Vieille-Lanterne, de París, en 1855. Lo hizo para «librar su alma en la calle más oscura que pudo encontrar.
Este trágico evento inspiró una litografía de Gustave Doré, quizás la mejor de su obra. Está enterrado en el famoso cementerio parisino de Père-Lachaise.
El escritor
Dejó una obra no muy extensa pero aquilatada y misteriosa que, a pesar de su carácter atormentado, refleja fielmente las inquietudes del alma humana.
Entre sus libros capitales se cuenta Viaje a Oriente (1851); allí relata las leyendas oídas por los caminos durante sus viajes por Europa (Italia, Inglaterra, Alemania, Austria, Holanda, Bélgica) y norte de África.
Les Illuminés, ou les precurseurs du socialisme (1852), fue una colección de relatos y retratos en la que habla sobre Nicolás Edme Restif de la Bretonne, Cagliostro y otros. Las hijas del fuego (1854) es una galería de retratos femeninos en los que invoca el amor.
Aurelia (1855), es un clásico de nuestro tiempo que influyó grandemente a los surrealistas. El autor nos narra aquí su particular viaje vital del brazo de la locura, que es al mismo tiempo la primera mirada moderna a esas profundidades.
El su poemario Las Quimeras (1854), contiene el célebre soneto "El Desdichado". En uno de sus últimos poemas, "Epitafio", ya intuyó su inminente muerte:
A ratos vivo alegre igual que un lirón este poeta loco, amador e indolente, y otras veces sombrío cual Clitandro doliente... cierto día una mano llamó a su habitación. ¡Era la muerte! Entonces él suspiró: "Señora, dejadme urdir las rimas de mi último soneto". Después cerró los ojos -acaso un poco inquieto ante el frío enigma -para aguardar su hora... Dicen que fue holgazán, errátil e ilusorio, que dejaba secar la tinta en su escritorio. Lo quiso saber todo y al final nada ha sabido. Y una noche de invierno, cansado de la vida, dejó escapar el alma de la carne podrida y se fue preguntando: ¿Para qué habré venido?
Debajo de un pequeño retrato suyo, Gérard de Nerval escribió : «Je suis l'autre».
Eco
Ejerció posteriormente influencia sobre Marcel Proust, René Daumal y Antonin Artaud. Proust leyó profundamente su obra; y algo de la sonoridad de Nerval se oye en su Recherche. Los surrealistas nunca lo olvidaron:
Con mayor justicia todavía, hubiéramos podido apropiarnos del término surrealismo, empleado por Gérard de Nerval en la dedicatoria de Les Filles du feu. Efectivamente, parece que Nerval conoció a maravilla el espíritu de nuestra doctrina, en tanto que Guillaume Apollinaire conocía tan sólo la letra.
André Breton en el Primer Manifiesto Surrealista (1924)
Ramón Gómez de la Serna escribió un retrato del autor.
Entre la biliografía francesa destacan: Albert Béguin, Gérard de Nerval, Corti, 1945; Georges Poulet, Les métamorphoses du cercle, Plon, 1961; Raymond Jean, Nerval par lui-même, Le Seuil, 1964; Gérard Macé, Je suis l'autre, Le Promeneur, 2007, que es un ensayo de interpretación.
Obras
(1834) - Odelettes
(1851) - Voyage en Orient.
(1852) - Les Nuits d'Octobre.
(1852) - Lorely, souvenirs d’Allemagne
(1852) - Les Illuminés
(1853) - Petits châteaux de Bohème
(1853) - Sylvie.
(1854) - Les Filles du Feu, cuentos.
(1854) - Les Chimères.
(1854) - Promenades et souvenirs
(1855) - Aurélia, ou le rêve et la vie
(1856) - Promenades et Souvenirs.
Versiones recientes al español
Aurélia o El sueño y la vida, Envida, 2011, ISBN: 978-84-92491-87-2
La mano encantada, Sd. edicions (2011) ISBN: 978-84-92607-56-3
Sylvie, Acantilado, 2009) ISBN: 978-84-95359-89-6
Aurelia y otros cuentos fantásticos, Alianza, 2007 ISBN: 978-84-206-6158-2
La reina de los peces precedido de Canciones y leyendas del Valois, Olañeta (2007) ISBN: 978-84-9716-451-1
Los iluminados, Arena, 2006, ISBN: 978-84-95897-44-2
Poesía y prosa literaria, Galaxia Gutenberg, 2004 ISBN: 978-84-672-0941-9
Obras esenciales I. Edición bilingüe. Selección, edición, traducción, introducción y cronología de Ricardo Silva-Santisteban. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú – Ediciones del Rectorado – Departamento de Humanidades, noviembre 2010. 583 pp. (Colección Obras Esenciales; 20). ISBN 978-612-4057-23-6 [Contiene: "Introducción a Gérard de Nerval", "Esta edición", cronología, La mano encantada (1832), Poesías (1832-1838), El rey de Bicêtre (1839), Memorias de un parisino (1832), Carta a Ida Dumas (1841), Carta a Victor Loubens (1841), Una novela por componer (1842), La novela trágica (1844), Poesías (1842-1845) e Historia del califa Hakem (1847)].
Obras esenciales II. Edición bilingüe. Selección, edición y traducción de Ricardo Silva-Santisteban. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú – Ediciones del Rectorado – Departamento de Humanidades, noviembre 2010. 732 pp. (Colección Obras Esenciales; 21). ISBN 978-612-4057-23-6 [Contiene: Historia de la reina de la mañana y de Solimán, príncipe de los genios (1850), Las noches de octubre: París, Pantin y Meaux (1852), y Pequeños castillos de Bohemia (prosa y poesía) (1853)].
Obras esenciales III. Edición bilingüe. Selección, edición y traducción de Ricardo Silva-Santisteban. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú – Ediciones del Rectorado – Departamento de Humanidades, noviembre 2010. 762 pp. (Colección Obras Esenciales; 22). ISBN 978-612-4057-23-6 [Contiene: Sylvie: Recuerdos del Valois (1853), Octavie (1853), Las Quimeras (1854), Taller de Las Quimeras (versiones previas de Las Quimeras), Amores de Viena: Pandora (1854), Paseos y recuerdos (1854), Aurélia o el sueño y la vida (1854-1855), iconografía (medallones, daguerrotipos, retratos y caricaturas de Nerval, imágenes de personas relacionadas con Nerval, facsimilares de manuscritos y primeras ediciones, acta de defunción y fotografía de la tumba de Nerval) y bibliografía general de y sobre Nerval].
Fragmento del soneto El Desdichado
Este soneto, sin duda el poema más conocido de Nerval, fue publicado por primera vez en la portada del diario parisino Le Mousquetaire, dirigido por Alexandre Dumas, en su edición del sábado 10 de diciembre de 1853. El título del soneto está escrito en español.
Je suis le ténébreux, - le veuf, - l'inconsolé,
Le Prince d'Aquitaine à la tour abolie:
Ma seule étoile est morte, - et mon luth constellé
Porte le Soleil noir de la Mélancolie.
Soy el tenebroso, - el viudo, - el desolado,
príncipe de Aquitania de la torre abolida:
mi única estrella ha muerto, - mi laúd constelado
transporta el negro Sol de la Melancolía.
Traducción de Ricardo Silva-Santisteban.
Tomado de Obras esenciales III (Lima: PUCP, 2010, pp. 230-231.)
Gérard de Nerval
Les chiméres (Las quimeras)
Traducción y notas de Pedro José Vizoso
GÉRARD DE NERVAL
(1808-1855)
Gérard de Nerval nace en París en 1808. El padre es médico militar de los ejércitos napoleónicos. La madre muere cuando Gérard tiene dos años. Esta pérdida dejará en él profunda huella. Inicia muy pronto su actividad literaria, con unas poesías encendidamente patrióticas que ahora, quizás, sea prudente olvidar. A los veinte años publica una traducción del Fausto de Goethe que le da celebridad. Entregado después a un periodismo tan febril como efímero de crónicas teatrales y fantasías ligeras, vive en plena bohemia literaria, con sus amigos los «Jeune-France»: Théo Gautier, Arsène Houssaye, Petrus Borel, Philothée O’Neddy... Dilapida valientemente una herencia que le deja su abuelo en la fundación de una revista, Le Monde dramatique, con el fin de ensalzar a una actriz, Jenny Colon, de la que se ha enamorado locamente. Con Dumas, Méry o Maquet escribe en colaboración obras para la escena. En febrero de 1841, de vuelta de un viaje por Alemania, sufre una crisis de locura y tiene que ser internado en un sanatorio. Recientes investigaciones parecen demostrar que de este primer «descenso a los infiernos» datan algunos de los sonetos de Las Quimeras. La crítica, en todo caso, omite aclarar por qué Nerval elige, para plasmar sus alucinaciones, una estructura tan cerrada y compleja —y de tan escaso prestigio entre los románticos— como el soneto. Quizás la explicación estriba en una apremiante necesidad psicológica de rigor frente al desarreglo de sus procesos mentales. Sea como fuere, el cotejo de las fechas parece concluyente: los sonetos de Las Quimeras son el resultado de la demencia del poeta. Tras una primera curación, Nerval emprende un largo viaje a Oriente que lo llevará por Egipto, Siria, Rodas, Chipre y Constantinopla. Su Viaje al Oriente, publicado años después en dos gruesos volúmenes, uno de los libros más fascinantes de la literatura francesa, contiene el relato de este periplo, y en él se mezclan lo vivido y lo leído, lo real y lo imaginario... En los tres últimos años de su vida, Nerval, previendo quizás, con vertiginosa lucidez, el fatal desmoronamienmto de su razón, entre recaída y recaída, se va reconstruyendo con minuciosa desesperación. Reúne sus escritos dispersos y los corrige y reelabora febrilmente. En breve espacio de tiempo da a la imprenta sus mejores obras: Los iluminados (1852), Pequeños castillos de bohemia (1853), Las hijas del fuego y Las quimeras (1854), y Aurelia (1855), testamento sobrecogedor donde, con humildad conmovedora, nos revela el proceso de su propia locura... Prematuramente envejecido, peregrino en un París ya nocturnal, pobre, sin domicilio fijo, desenganchado de la realidad, a insalvable distancia de sus viejos amigos, en la madrugada del 26 de enero de 1855 se le encuentra ahorcado en un callejón del viejo París. Había pasado un invierno terrible tras su última salida del sanatorio. Uno o dos días antes había dejado esta nota para su tía, en cuya casa se alojaba: «No me esperes esta tarde, porque la noche será negra y blanca». Considerado durante mucho tiempo como un simple aunque feliz cronista de la vida artística de su época, el tiempo y la dedicación de unos pocos lo han situado en el lugar que merece en la historia de la literatura: el que le corresponde como uno de los fundadores de la poesía moderna. Algo aún más sorprendente habida cuenta de la brevedad de su obra poética: aparte de sus composiciones juveniles, de valor meramente testimonial, un puñado de poemas que no pasarán como mucho del medio centenar.
"EL DESDICHADO"
Je suis le Ténébreux, -le Veuf, -l'Inconsolé,
Le Prince d'Aquitaine à la Tour abolie:
Ma seule Étoile est morte -et mon luth constellé
Porte le Soleil noir de la Mélancolie.
Dans la nuit du Tombeau, toi qui m'as consolé,
Rends-moi le Pausilippe et la mer d'Italie,
La fleur qui plaisait tant à mon coeur désolé,
Et la treille où le Pampre à la rose s'allie.
Suis-je Amour ou Phoebus?... Lusignan ou Biron?
Mon front est rouge encor du baiser de la Reine;
J'ai rêvé dans la grotte où nage la Syrène...
Et j'ai deux fois vainqueur traversé l'Achéron:
Modulant tour à tour sur la lyre d'Orphée
Les soupirs de la sainte et les cris de la Fée.
EL DESDICHADO
Yo soy el tenebroso, el viudo, el desolado,
Señor de la aquitana torre que el rayo hendía:
muerta mi estrella está, mi laúd constelado
el negro sol ostenta de la Melancolía.
En la noche del túmulo, tú que me has consolado
devuélveme de Italia Posilipo y bahía,
la flor que de mi espíritu doliente fue el agrado
y la parra en que el pámpano con la rosa se unía.
¿Quién soy? ¿Amor o Febo?... ¿Lusiñán o Birón?
El beso de la reina mi frente ha abrasado;
en la gruta en que nada la sirena he soñado...
Y dos veces las aguas crucé del Aquerón:
modulando a intervalos en la lira sagrada
el gemir de la santa y los gritos del hada.
MIRTO
Mirto, yo pienso en ti, oh divina hechicera
del altivo Posílipo que fulge incandescente,
en los negros racimos de tu áurea cabellera
y en tu frente que baña la alta luz de oriente.
En tu copa he bebido sagrada borrachera
y en la lumbre furtiva de tu mirar sonriente,
cuando a los pies de Baco orando se me viera,
pues la musa me hizo de Grecia descendiente.
Yo sé por qué el volcán se ha encendido otra vez.
Es que ayer lo rozaste con tus ágiles pies
y un manto de ceniza sobre los cielos flota.
Rompió tu dios de arcilla normando soberano.
Desde entonces, debajo del laurel virgiliano,
entre verdor de mirtos, blanca, la hortensia brota.
HORUS
Le dieu Kneph en tremblant ébranlait l'univers:
Isis, la mère, alors se leva sur sa couche,
Fit un geste de haine à son époux farouche
Et l'ardeur d'autrefois brilla dans ses yeux verts.
"Le voyez-vous, dit-elle, il meurt, ce vieux pervers,
Tous les frimas du monde ont passé par sa bouche,
Attachez son pied tors, éteignez son oeil louche,
C'est le dieu des volcans et le roi des hivers!
L'aigle a déjà passé, l'esprit nouveau m'appelle,
J'ai revêtu pour lui la robe de Cybèle...
C'est l'enfant bien-aimé d'Hermès et d'Osiris!"
La déesse avait fui sur sa conque dorée,
La mer nous renvoyait son image adorée,
Et les cieux rayonnaient sous l'écharpe d'Iris.
HORUS
El dios Neftis, temblando, sacudía los mundos:
Isis, la madre, entonces, se levantó del lecho
y a su esposo salvaje contempló con despecho:
brilló el ardor de antaño en sus ojos profundos.
"¡Mirad -dijo-, se muere este viejo truhán,
las escarchas del mundo pasaron por su boca,
atad su pie torcido, cegad su órbita loca:
es el rey del invierno, dios de todo volcán.
Pasó el águila, el nuevo espíritu me llama,
para él de Cibeles la veste me entalama...
¡Es el vástago amado de Hermes y de Osiris!"
La diosa huyó en la grupa de un caracol sonoro.
El mar nos devolvía su reflejo de oro
y el cielo relumbraba bajo el manto de Iris.
ANTEROS
Tu demandes pourquoi j'ai tant de rage au coeur
Et sur un col flexible une tête indomptée;
C'est que je suis issu de la race d'Antée,
Je retourne les dards contre le dieu vainqueur.
Oui, je suis de ceux-là qu'inspire le Vengeur,
Il m'a marqué le front de sa lèvre irritée,
Sous la pâleur d'Abel, hélas! ensanglantée,
J'ai parfois de Caïn l'implacable rougeur!
Jéhovah! le dernier, vaincu par ton génie,
Qui, du fond des enfers, criait: "Ô tyrannie!"
C'est mon aïeul Bélus ou mon père Dagon…
Ils m'ont plongé trois fois dans les eaux du Cocyte,
Et, protégeant tout seul ma mère Amalécyte,
Je ressème à ses pieds les dents du vieux dragon.
ANTEROS
¿Sabéis por qué en mi pecho late tanto furor
y mi cabeza indómita hincha un cuello obediente?
Porque soy de la estirpe de Anteo descendiente
y devuelvo las flechas contra el dios vencedor.
Porque yo soy de aquellos que alienta el vengador:
con sus labios airados me ha marcado la frente.
¡Bajo la palidez de Abel, de sangre fuente,
de Caín tengo a veces el insano rubor!
El último, ¡oh Yavé!, por tu genio vencido
que en los hondos infiernos gritaba "¡Oh tiranía!"
fue mi ancestro Baal, fue mi padre Dagón...
En aguas del Cocito tres veces sumergido,
mi madre Amalecita yo solo defendía
y sembraba a sus pies los dientes del dragón .
DELFICA
La connais-tu, Dafné, cette ancienne romance,
Au pied du sycomore, ou sous les lauriers blancs,
Sous l'olivier, le myrte, ou les saules tremblants,
Cette chanson d'amour... qui toujours recommence?...
Reconnais-tu le Temple au péristyle immense,
Et les citrons amers où s'imprimaient tes dents,
Et la grotte, fatale aux hôtes imprudents,
Où du dragon vaincu dort l'antique semence?
Ils reviendront, ces Dieux que tu pleures toujours!
Le temps va ramener l'ordre des anciens jours;
La terre a tressailli d'un souffle prophétique
Cependant la sibylle au visage latin
Est endormie encor sous l'arc de Constantin:
-Et rien n'a dérangé le ssévère portiqueee.
DÉLFICA
¿No recuerdas, oh Dafne, esa antigua canción,
al pie de algún sicómoro, de laureles lucientes,
bajo olivos y mirtos, bajo sauces dolientes,
este voluptuoso e inacabable son?
¿Reconoces el Templo, ciclópeo partenón,
los limones acídulos que mordían tus dientes
y la gruta fatídica al viajero imprudente,
do yace el viejo semen del vencido dragón?
¡Regresarán los dioses por los que siempre lloras!
Volverá el tiempo al orden de las antiguas horas;
un profético soplo sacudió al orbe entero...
No obstante, la sibila, la del rostro latino,
duerme aún bajo el arco que erigió Constantino:
-Y nada ha perturbado su pórtico severo..
ARTÉMIS
La Treizième revient... C'est encor la première;
Et c'est toujours la Seule, -ou c'est le seul moment;
Car es-tu reine, ô Toi! la première ou dernière?
Es-tu Roi, toi le Seul ou le dernier amant?…
Aimez qui vous aima du berceau dans la bière;
Celle que j'aimai seul m'aime encor tendrement:
C'est la Mort -ou la Morte... Ô délice! ô tourment!
La rose qu'elle tient, c'est la Rose trémière.
Sainte napolitaine aux mains pleines de feux,
Rose au coeur violet, fleur de sainte Gudule:
As-tu trouvé ta Croix dans le désert des Cieux?
Roses blanches, tombez! vous insultez nos Dieux,
Tombez, fantômes blancs, de votre ciel qui brûle:
-La Sainte de l'Abîme est plus sainte &aamp;aamp;à mes yeux!
ÁRTEMIS
La Decimotercera vuelve... y es la primera;
y es la Única siempre, o es el único instante;
porque oh Reina, ¿eres tú la inicial o postrera?
¿Eres tú, Rey, el único o el último amante?...
Amad al que os amó de la cuna en la fosa;
la que sólo yo amaba me ama aún con ternura:
es la muerte o la muerta. ¡Oh delicia, oh tortura!
La rosa que ella lleva es una Malvarrosa.
Santa napolitana de manos que son flamas,
rosa de Santa Gúdula, flor de botón morado:
¿En los Cielos desiertos tu Cruz has encontrado?
Caed albos fantasmas de vuestro cielo en llamas:
¡Rosas blancas que para mis Dioses sois abrojos!
-¡La Santa del Abismo más santa es a miiis ojos!
LE CHRIST AUX OLIVIERS
Dieu est mort! le ciel est vide...
Pleurez! enfants, vous n'avez plus de père!
JEAN-PAUL
I
Quand le Seigneur, levant au ciel ses maigres bras,
Sous les arbres sacrés, comme font les poètes,
Se fut longtemps perdu dans ses douleurs muettes,
Et se jugea trahi par des amis ingrats;
Il se tourna vers ceux qui l'attendaient en bas
Rêvant d'être des rois, des sages, des prophètes...
Mais engourdis, perdus dans le sommeil des bêtes,
Et se prit à crier: "Non, Dieu n'existe pas!"
Ils dormaient. "Mes amis, savez-vous la nouvelle?
J'ai touché de mon front à la voûte éternelle;
Je suis sanglant, brisé, souffrant pour bien des jours!
Frères, je vous trompais: Abîme! abîme! abîme!
Le dieu manque à l'autel où je suis la victime...
Dieu n'est pas! Dieu n'est plus!" Mais ils dormaient toujours!
CRISTO EN EL MONTE DE LOS OLIVOS
¡Dios ha muerto! El cielo está vacío...
¡Llorad, hijos!, ¡No tenéis padre ya!
JEAN-PAUL
I
Alzó el Señor al cielo sus brazos descarnados
entre los sacros árboles, cual hacen los poetas,
y se hundió largamente en sus penas secretas,
y vio que sus discípulos lo habían traicionado.
Y miró a los que abajo lo esperaban echados,
soñando con ser reyes y sabios y profetas...
perdidos en su necio sueño de marionetas,
y gritó: "¡Dios no existe! ¡Os había engañado!"
Dormían. "¡Oh, amigos! ¿Sabéis la novedad?
Llegué a rozar la bóveda de la inmortalidad;
estoy sangrando, roto, largamente sufriendo.
Hermanos, os mentía: ¡Abismo, abismo, abismo!
¡En el ara en que soy la víctima yo mismo
Dios no está, Dios no existe!" Mas seguían durmiendo.
II
Il reprit: "Tout est mort! J'ai parcouru les mondes;
Et j'ai perdu mon vol dans leurs chemins lactés,
Aussi loin que la vie, en ses veines fécondes,
Répand des sables d'or et des flots argentés:
Partout le sol désert côtoyé par des ondes,
Des tourbillons confus d'océans agités...
Un souffle vague émeut les sphères vagabondes,
Mais nul esprit n'existe en ces immensités."
En cherchant l'oeil de Dieu, je n'ai vu qu'un orbite
Vaste, noir et sans fond, d'où la nuit qui l'habite
Rayonne sur le monde et s'épaissit toujours;
Un arc-en-ciel étrange entoure ce puits sombre,
Seuil de l'ancien chaos dont le néant est l'ombre,
Spirale engloutissant les Mondes et les Jours!
II
Siguió: "¡Todo está muerto! Atravesé los mundos
por caminos de estrellas, llegué en peregrinaje
allí donde la vida, de sus vasos fecundos,
derrama arenas de oro y un argénteo oleaje:
Doquiera hallé el desierto ciñendo soledades,
de convulsos océanos, las foscas tolvaneras...
Mas no habita alma alguna estas inmensidades:
un vago soplo mueve las errantes esferas.
Busqué el ojo de Dios: vi una cuenca vacía,
vasta, negra, sin fondo, de la noche morada,
que irradia sobre el mundo y sin cesar lo enfría.
Un extraño arco iris nimba esa sima helada,
umbral del caos antiguo cuya sombra es la Nada,
una espiral que Mundos y Días absorbía.
III
Immobile Destin, muette sentinelle,
Froide Nécessité!... Hasard qui t'avançant,
Parmi les mondes morts sous la neige éternelle,
Refroidis, par degrés, l'univers pâlissant,
Sais-tu ce que tu fais, puissance originelle,
De tes soleils éteints, l'un l'autre se froissant...
Es-tu sûr de transmettre une haleine immortelle,
Entre un monde qui meurt et l'autre renaissant?…
Ô mon père! est-ce toi que je sens en moi-même?
As-tu pouvoir de vivre et de vaincre la mort?
Aurais-tu succombé sous un dernier effort
De cet ange des nuits que frappa l'anathème?...
Car je me sens tout seul à pleurer et souffrir,
Hélas! et si je meurs, c'est que tout va mourir!"
III
"¡Oh Inmutable Destino, centinela silente,
fría Necesidad...! ¡Oh Azar que te insertas
bajo la nieve eterna de las esferas muertas,
y al pálido universo enfrías lentamente,
¿sabes bien lo que haces, potencia original,
con tus soles fantasmas que entre sí se deshacen?
¿Esperas infundir un hálito inmortal
entre un mundo que muere y otro que renace?
¡Padre mío! ¿Eres tú a quien siento en mi carne?
¿Reinas sobre la muerte? ¿Puedes resucitarme?
¿O es que has sucumbido a la maldad postrema
del Ángel de las noches al que hirió el anatema?
Pues me siento muy solo en llorar y sufrir,
y si muero es que todo, ¡ay de mí!, va a morir."
IV
Nul n'entendait gémir l'éternelle victime,
Livrant au monde en vain tout son coeur épanché;
Mais prêt à défaillir et sans force penché,
Il appela le seul -éveillé dans Solyme:
"Judas! lui cria-t-il, tu sais ce qu'on m'estime,
Hâte-toi de me vendre, et finis ce marché:
Je suis souffrant, ami! sur la terre couché…
Viens! ô toi qui, du moins, as la force du crime!"
Mais Judas s'en allait, mécontent et pensif,
Se trouvant mal payé, plein d'un remords si vif
Qu'il lisait ses noirceurs sur tous les murs écrites…
Enfin Pilate seul, qui veillait pour César,
Sentant quelque pitié, se tourna par hasard:
"Allez chercher ce fou!" dit-il aux satellites.
IV
Nadie gemir oía a esta víctima opima
que al mundo ofrece en vano su corazón abierto.
Mas ya sin fuerza alguna, desfallecido, yerto,
llamó al único apóstol que velaba en Solima.
"¡Judas!, gritó, bien sabes en cuanto me dirimen,
date prisa en venderme y tu negocio ultima:
¡Estoy sufriendo, amigo! La tierra me lastima...
¡Oh tú que al menos tienes el ánimo del crimen!"
Mas Judas alejábase, molesto y pensativo
al verse mal pagado, y con pesar tan vivo
que en todas las paredes su culpa escrita hallaba.
Por fin, sólo Pilatos, que a César encarnaba,
sintiendo alguna lástima, volvióse despectivo
y "¡Prended a ese loco!" a su hueste ordenaba.
V
C'était bien lui, ce fou, cet insensé sublime...
Cet Icare oublié qui remontait les cieux,
Ce Phaéton perdu sous la foudre des dieux,
Ce bel Atys meurtri que Cybèle ranime!
L'augure interrogeait le flanc de la victime,
La terre s'enivrait de ce sang précieux...
L'univers étourdi penchait sur ses essieux,
Et l'Olympe un instant chancela vers l'abîme.
"Réponds! criait César à Jupiter Ammon,
Quel est ce nouveau dieu qu'on impose à la terre?
Et si ce n'est un dieu, c'est au moins un démon..."
Mais l'oracle invoqué pour jamais dut se taire;
Un seul pouvait au monde expliquer ce mystère:
-Celui qui donna l'âme aux enfants du llllimon.
V
¡Era él aquel loco, el sublime enajenado...!
¡Aquel Ícaro oscuro que al cielo se aproxima,
Faetón por el rayo de los dioses tocado,
bello Atis malherido que Cibeles reanima!
El vientre de la víctima escrutaba el augur,
la tierra se embriagaba con su sangre preciosa...
La creación entera pendía temblorosa
y el Olimpo un instante vaciló en el azur.
"¡Responded! -gritó César a Júpiter Amón-,
¿Qué nuevo dios es éste que imponen a la tierra?
Y si no es dios, ¿acaso es una maldición?..."
Pero el auspicio para siempre el arcano cierra...
Sólo uno podría revelarlo del todo:
el que insufló un espíritu a los hijos del lodo.
VERS DORÉS
Eh quoi! tout est sensible!
PYTHAGORE
Homme, libre penseur! te crois-tu seul pensant
Dans ce monde où la vie éclate en toute chose?
Des forces que tu tiens ta liberté dispose,
Mais de tous tes conseils l'Univers est absent.
Respecte dans la bête un esprit agissant:
Chaque fleur est une âme à la Nature éclose;
Un mystère d'amour dans le métal repose;
"Tout est sensible!" Et tout sur ton être est puissant.
Crains, dans le mur aveugle, un regard qui t'épie:
À la matière même un verbe est attaché...
Ne la fais pas servir à quelque usage impie!
Souvent dans l'être obscur habite un Dieu caché;
Et comme un oeil naissant couvert par ses paupières,
Un pur esprit s'accroît sous l'écorce des pierres!
VERSOS ÁUREOS
¡Así es, todo es sensible!
PITÁGORAS
¡Hombre, pensador libre! ¿Sólo tú pensar cuentas
en este mundo donde la vida en todo estalla?
Tu libertad dispone de mil fuerzas que ostentas,
mas todos tus consejos la Creación soslaya.
En la bestia respeta un espíritu que alienta:
cada flor es un alma que ante el Cosmos explaya;
un misterio de amor en el metal se asienta:
¡"Todo es sensible" y todo sobre tu ser se ensaya!
Teme en el muro ciego un mirar que te espía:
en la propia materia hay un verbo sepulto...
¡No la emplees en cosa que pueda ser impía!
Suele en el ser más mísero morar un Dios oculto;
y cual ojo cubierto por sus párpados, medra
un espíritu puro tras la piel de la piedra.
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