martes, 18 de febrero de 2014

FRANCO BOCZKOWSKI [11.012]


Franco Boczkowski 

(1983, Presidencia Roque Sáenz Peña, Provincia del Chaco, Argentina)
Publicó en 2013: Razones personales.





Hoy también

Como hombres de razón que somos,
nos mantiene vivos
un montón de asuntos pendientes,
según hoy mismo he comprobado cuando,
luego de ordenar, con paciencia
pero sin tranquilidad, mis papeles,
haciendo que el tiempo me pase
en lugar de dejarlo pasar,
renunciando a cualquier expectativa de abandono
o permanencia contemplativa,
y entregándome, para mi mayor seguridad,
a la razón del tiempo y al ordenado deber
de cumplir con los días,
en éste de hoy,
he dejado mi casa tranquila
(cotidiano, nuevamente, imperativo de la razón)
para salir a buscar,
casi sin razones, salvo
la de agregar algunos asuntos
nuevos a los ya pendientes,
y volver a comprobar que no hay ninguna,
salir a buscar, entonces,
la necesaria porción de bienes
y servicios previos
a la felicidad.





Mediodía en Atenas

La época tiene su atractivo de libro de historia
sumado al otro atractivo de ser actual
y quedar nada más que a unos cuantos pasos
de la puerta de casa, donde concentran, a veces, cada día,
sectores de masas diversos, atentos
a sus reclamos. Este mediodía en Atenas
enfrentaban, congregados, el ajuste.
Este mediodía, el sol, en Córdoba, mostraba
toda su experiencia de miles de años,
la preparación de una huelga general
en Grecia, contra la troika que negocia condiciones
para una nueva ayuda financiera,
aunque el ministro de finanzas asegure
que el dinero alcanza para pagar hasta noviembre,
y aquí la FIAT informe que no habrá suspendidos el viernes
porque Brasil empezó a mover, nuevamente, los mercados,
el 19 de octubre marcharon en Atenas
más de medio millón. Decenas de miles
en todas las ciudades griegas
mostraban el futuro de la Unión Europea,
porque las ciudades, como las personas, cambian,
aunque el sol del mediodía sea el mismo (el mismo sol
que permitió a Aristóteles estudiar los eclipses
y la poesía) y aunque se insista con estar blindados,
Volkswagen aquí adelanta vacaciones,
Renault suspende por falta de insumos,
y nos movemos, alterados, bajo el sol inalterable
del mediodía, entre la experiencia, la mentira,
la convención y las posibilidades de que ocupemos la historia,
como en Atenas hoy se ocupaban
edificios públicos, calles y portadas
en los diarios del mundo.







Gran depresión

adeudado a Ezra Pound
“For us, there is only the trying. The rest is not our business.”
T. S. Eliot

Es necesario gastar
para evitar caer en la depresión
dijo el FMI,
la crisis recesiva es ya intolerable.
No estamos en tiempos normales,
estamos en tiempos extraordinarios.
El déficit y la desaceleración,
la única forma de salvar la economía, dijo Bush.
Hay que echar el lastre para subir,
pero cuánto del pasado es desechable.
El crédito y el consumo se derrumban;
el capitalismo, tal como me enseñaron,
es una usura despiadada, un robo sin orden ni control;
el capitalismo nos ha enseñado
a no desear a la mujer del prójimo,
sólo su trabajo,
que vale más que una mujer.

Era una decisión,
la caída del euro no te iba a afectar en lo más mínimo.
¿Habrá sido por eso que te fuiste?
Los países de Europa tienen bancos más grandes que sus estados nacionales;
es imposible cualquier salvataje.
La Unión Europea, querida,
será Europea pero no es para nada una Unión.
La ciudad se iba llenando de basura.
Pero no te importaba. Te ibas,
arreglabas los últimos asuntos.
Nuestras casas ya valen menos
que los créditos que por ellas pagamos.
Es mejor abandonarlas, irse a otra casa,
o dejar de pagar.
Es mejor irse, decidiste,
y diste origen y motivo a una gran depresión.
La realidad de las pérdidas contrasta con las ganancias ficticias.
Toda riqueza queda en el pasado.
Los periódicos hablan ahora de China y de América Latina,
pero los capitales se fugan, la moneda se devalúa,
y los “países emergentes” son sólo eso,
países en estado de emergencia.
Y mientras tanto, la ciudad se va llenando de basura,
y tres años de vida entran apretados en dos valijas.
Yo quedo afuera.
Sólo ocupo el lugar de la basura, el desecho despreciable de un pasado inventado y fabulesco.

¿Cuánto del pasado es desechable?
Los bonos tóxicos son créditos del pasado,
un banco vende el crédito, otro lo compra y lo quiere vender;
y todo queda en el pasado, querida.
Toda riqueza queda en el pasado.
Qué bella forma de inventarse uno y hacerlo llamativo.
¿O no?
¿Habré sido, alguna vez, parte del presente?,
¿o alguna esperada promesa por cumplir?,
¿algo más que un recurrente recuerdo fabricado?
Incluso cuando estaba al lado tuyo
y decías que había cosas que seguramente eran el amor
formaba todo un pintoresco recuerdo
que sería mejor tener que no tener.
Siempre es preferible olvidar que ignorar.
Sólo nos queda el intento y nada menos
de nada podemos arrepentirnos;
el resto no es asunto nuestro,
no hacemos dinero con este negocio.

No hagas caso, querida. No me prestes atención.
El despecho contamina más que la basura.
Veo, no es éste, seguramente, el olor natural de la ciudad.
Tampoco es tu hábitat ni el mío.
Fue sólo un pequeño pedazo de tiempo y de tierra que a ambos nos ha pertenecido
por sólo un pequeño pedazo de tiempo y de tierra.
La eternidad sólo se mide adentro de los museos.
No hagas caso.
Es solamente un conflicto por la basura
pero no es nuestra basura.
Basura son judíos y cristianos,
y con usura van juntos y olvidan
que son judíos y cristianos.
El capitalismo es una usura despiadada
que nos ha obligado
a no desear a la mujer del prójimo,
porque, después de todo, es propiedad privada.





Resultados electorales

Los diarios publican hoy en tapa
los resultados electorales, y ofrecen
pasar en paz el resto de la jornada.
Podríamos aceptar la oferta, si es que aún nos toleramos.
Lo haríamos, ¿no es cierto? Afrontaríamos
con gusto ese resto de día que nos dejan.
En paz, en guerra, según sea el humor
que nos domine, o el que demande la ocasión.
Lo que vale para nosotros podrá no valer para el resto.
Algo se perdió en el camino para llegar hasta aquí. Pudimos
haber prescindido de fines inútiles, o habernos dignado
inclinarnos para recogerlo del suelo si nos hacía falta.
Era necesario comprobar que el tiempo
pasaba para nosotros también, y no solamente
para cada uno. Un poema de mañana
no puede evitar los titulares, ni prescindir de las páginas
que comprueban, con crueldad, que el tiempo es algo colectivo,
y para nada indiferente. Un porcentaje así
no augura la paz sin el conflicto.
Lo que vale para el resto valdrá también para nosotros. Si asesinan
por negocio, por delirio, o por violencia
de género o de cualquiera; si amenazan con default o recesión
en países lejanos que no pensamos visitar
revolucionan nuestro tiempo y es cada vez menos
el que disfrutamos en paz entre los dos
los fines de semana o los feriados, las horas vacías
que ya dejamos de ocupar y que nos ocupan
los dueños de la única materia con que contamos
para hacer, con pedazos de estación, nuestra vida en común.






Una nueva tentativa

No es ni debió haber sido nunca terminado aquel momento
en que te vi dormir, apenas inclinado
sobre vos, apenas respirando, los dos
al mismo tiempo, ese mismo tiempo
que no te importaba, ni te importa, todavía, perder,
separados ambos del tumulto
que venía de la otra habitación
donde tu madre gritaba bajo el efecto
del nuevo aniversario de su hermana, y ella,
sí, ella misma, tan igual, iba, de a poco, adquiriendo
el hábito del desamor o la impaciencia
que la hiciera preferir a lo real el recuerdo
de haber sostenido un par de momentos felices
y ser ella misma, nuevamente, al lado mío, libre,
fluida, auténtica, quizá por miedo, o tal vez, pereza de construir
(mientras nos dejaba a ambos encerrados
en aquella reducida reclusión del tiempo)
algo más que ruinas anacrónicas,
previas al esplendor de cualquier civilización.
Conserva, pues, por eso, allí, tu lengua recluida
a su modesto papel que se reduce, por ahora,
a imitar y chupar, sobre todo, y no intentes
indagar con el lenguaje en las razones
que hacen fracasar las tentativas
y reservan la victoria solo al tiempo,
ese devenir del que, en un pacto, nos hemos escapado,
los dos solos, sin la palabra y el grito,
con apenas la simple, acompasada, respiración.
Que no te preocupe, entonces, esa forma de cambiar;
nos exceden, como ves, esas razones. No son nuestras,
es la tuya que con fuerza se conserva.
Todas nuestras voluntades han sido sepultadas.

30.30 poesía argentina del siglo XXI, Editorial Municipal de Rosario, Rosario, 2013.






Manifiesto

Siendo como eres un fantasma
que recorres Europa, América,
el mundo, y me recorres;
siendo como eres, tú y no vos,
qué otra cosa puedes hacer
más que aparecerte así, esporádicamente,
ocupando los espacios de alegría
de esta rutina depreciada.
Si llevamos al extremo aquel camino
si alguna vez serviste para algo
si hasta las vías del tren se cruzan
en el infinito,
seguramente es otro el tiempo recordado.
La noche es invisible,
es el invisible nexo de momentos
de dos momentos claros, distanciados.
Decías que íbamos a llegar, y yo confiaba,
que no nos iba a envolver la oscuridad,
y yo confiaba,
que la costumbre de la derrota no nos hace fracasados
pero sí el hecho de aceptar esa costumbre.
Y yo confiaba,
tenía en los ojos la nostalgia que enamora a las mujeres;
tenía los ojos,
destruidos a cuenta de esperarte.
El otoño es recurrente, son siempre las ausencias
las que parecen ocuparlo.
Vaya día el de hoy, cuya noche invisible
sirve para entregarnos en uno, dos momentos.
La suerte nos espera.
Por ahora,
tengo con qué llenar mi mente.







Galileo

Y el único deseo fue el de un momento, un lapso
de quietud que sin embargo se mueve.
El momento en que el hombre
deja de ser el sol para ser el hombre
y organizar su trabajo.
El hombre debe organizar su trabajo,
usufructuar su trabajo,
sudar su frente,
como si el sudor fuera ganarse el pan,
como si el pan no fuera
su propia fuerza del día siguiente
para el trabajo, solamente.
Y resultamos todos tontos
por aspirar a la quietud sin movernos,
por aspirar a la paz sin siquiera hacer la guerra.
No hace falta una palanca para mover al mundo.
La ciencia y la fe deben ser campos delimitados
para que no haya interferencias entre ellas.

¿Y a quién mandó Josué detenerse?

Y acudió Israel a su Dios en su defensa.
Y su Dios maneja los cielos,
y las tormentas de granizo.
Y sus instituciones manejan la tierra.
¿A quién mandó Josué que se detenga?
Sólo lo que se mueve puede detenerse.
Ya superan las de Israel
a las muertes del granizo.
Sólo la final guerra dará inicio a la paz.






Transición

No fue tragedia la primera, ni sería
farsa la segunda vez que nos encontremos,
nosotros mismos o distintos, o este martes
negro que no es y hace años se prolonga
y no acaba ni con Grecia, ni con Francia, ni Alemania,
ni con nosotros acaba, esta vez tampoco;
ni el tiempo y el espacio nos acaban.
No hay heroísmo en abandonar el conflicto
y evitar dar la pelea. Son éstas
las condiciones y el estado
de equilibrio al que llegamos sin siquiera
habernos propuesto ese deber
de sentir, como mandato, el peso
de esta tarea de vernos obligados
a construirlo todo, incluso
lo necesario para destruir
el estado en el que nos tienen las cosas;
este ahogado estado de las cosas:
si se han ido las circunstancias, entonces,
se ha ido también el amor;
mil bancos pueden derrumbarse sobre el vientre
de mis hijos, o los tuyos, o los otros,
los frutos que evitamos por propia decisión
y que ya no vuelven con el tiempo
porque no acaban con nosotros
ni el tiempo, ni el espacio, ni estas pobres circunstancias
que, agotadas, entonces, se llevan el refugio
y no nos dejan, al parecer, otra cosa más que algunas
deudas imposibles de pagar,
la pura intemperie de esta transición
en la que nos ampara el amor,
o nos destruye el estado.







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