lunes, 2 de septiembre de 2013

LUISA JOHNSON [10.436]


LUISA JOHNSON

(Chile, 1928)
Poeta. Fue parte del Grupo Fuego de la Poesía. Publicó “Al nivel de los pájaros” (Antofagasta: Hacia, 1959) y “Horario de un caracol” (1963). En 1951, fundó con un grupo de pintores y escritores las Ediciones “Hondero”. Estudió en la Facultad de Filosofía de la Universidad del Estado de Río de Janeiro. Realizó una antología de la poesía del Movimiento Romántico Brasileño. Al regresar a Chile en 1955 se radica en Antofagasta.

Luisa Johnson, aún cuando dice desconocer su generación literaria es una de esas voces chilenas que responde a la memoria obligada de una constelación poética brillante; entre otras, Delia Domínguez, Stella Díaz Varín, Carmen Gaete confluyen en la palabra al  mismo tiempo que ella enseñaba a niños en la oficina salitrera de María Elena, donde situó su residencia durante unos años junto a su marido (profesor de música) y su hija.  Desde ahí, le envía cartas y poemas al poeta chileno Andrés Sabella, quien también, asumiendo el mismo rolo epistolar realiza trascendentales observaciones a su obra, publicándole al poco tiempo su primer libro en la revista "Hacia".  

Posteriormente se viene a Santiago, trabaja como secretaria, obtiene el título de Bibliotecología y Documentación en el Pedagógico de la U. de Chile, trabaja por horas en el Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas; ya había publicado su segundo libro y así el dolor le pesa un poco menos a esta cálida mujer que obedece a la razón y a los sueños, separada del músico, motivada por el derecho a crearse una nueva vida, por su hija.

Comenzó escribiendo prosa y durante quince años lo hizo en la poesía con un talento que sólo hoy logra dimensionar tal como si de pronto analizara o leyera los poemas de alguien más.  





SOMBRAS ENTREVERADAS

fragmentos

II

Qué profunda es la sombra
allí quieta y oscura.
Su silencio lastima
y entonces pienso:
debo hablar por ella,
afirmarle tal vez
de lo inconsolable
que a veces
resulta el día 
cuando la lluvia
con ruido sordo
sólo me invita
a que calle.


IV

Te tengo presa,
eres quizás
lo único seguro
sombra
con que cuento.
Pero a veces
resultas esquiva,
las nubes te roban,
la lluvia te borra,
te deshacen en nada.


IX

Tengo la pena incrustada,
te la cedo, sombra mía,
sin importar que la lluvia
te deshilache en el suelo oscuro.
Te pesa y clavada quedas
mientras yo trepo ligera
por los trozos del día.

De Sombras Entreveradas”





OSCURECE

La lluvia
es dulce en su abrazo,
en el silencio al que nos obliga.
Callemos mientras ella brota,
mientras juega saltando.
¿Sabrá acaso que enmudecemos
como si viviéramos un duelo?

Pero hay otros
que te extienden la mano
porque eres el camino de los peces
y la leche de las cosechas.

Lluvia eres, eres eres,
la que sonríes en el arco iris
y entonces soy el niño
que tal vez nunca fui.







Temblor

En noches desveladas,
las murallas de adobe oscuro
se deshilachan en mi cuarto;
pienso, un temblor
puede alzarlas en un árbol de polvo
arrollándolas conmigo;
también pienso,
a pesar que la muerte nos acecha
cada día más cerca,
ya no tengo amigos
pues no hay donde sentarlos
ni vino que ofrecerles,
tampoco conversación para darles
sin una maldición:
no me quedan alegres risas
de tierra recién mojada.

Pero siempre, a pesar de todo,
aunque sea por fin tarde
llega el sueño.

en Horario de caracol, 1963



Horario de un caracol



Luisa Johnson expresa con sinceridad y voz tranquila sus impresiones y reminiscencias en un breve libro de poesía: “Horario de un caracol” (Colección “El viento en la llama”, Santiago, 1963). Su sencillez no desdeña las palabras prosaicas ni los giros familiares del idioma. Cuenta, con apacible flujo de versos:



“De noche
me deseo un buen reposo
y también me saludo en la mañana.
Hay ciertas cortesías necesarias
cuando se está sola.
Aún quiero atender
al canto de los pájaros
imaginar cómo se entibian
las piedras al mediodía
o asistir a tiempo
para coger el huevo húmedo”.

Estos poemas no trastornarán la poesía chilena, ciertamente. Pero al leerlos se advierte la nota auténtica, la “capacidad de ser” y no de parecer. Y esto es mérito para recordarlos.
CRÍTICA APARECIDA EN EL MERCURIO EL DÍA 1964-04-04. AUTOR: HERNÁN POBLETE VARAS






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