María Cristina Ramos
María Cristina Ramos (nació en San Rafael, provincia de Mendoza, Argentina, en 1952) es una escritora y editora argentina, dedicada a la literatura infantil.
Desde 1978 que vive en Neuquén, Argentina. Es Profesora de Literatura y capacitadora docente.
Realizó varias tareas de promoción de la lectura en la provincia donde radica. Tuvo a su cargo el programa "Formación de Coordinadores de Talleres Literarios Infantiles" del Consejo Provincial de Educación neuquino. Entre 1982 y 1990 se desempeñó en la Dirección Provincial de Cultura de Neuquén, coordinando el Taller Literario para niños, jóvenes y adultos. Actualmente sólo coordina talleres para adultos. En 1987 y 1988 se desempeñó como coordinadora del Plan de Lectura y Escritura provincial.1 Este trabajo influyó activamente en su labor literaria, ya que al ver como los chicos escriben y la relación que los mismos establecen con los libros que les gustan, se siente movilizada a escribir.
Desde 2002 posee un emprendimiento editorial propio, llamado Editorial Ruedamares, que coordina desde la ciudad de Neuquén.3 Este proyecto editorial surgió por la dificultad que tuvo la autora para conseguir publicar libros de poesía para pequeños lectores, según relata:
(...)no conseguí que en Argentina aceptaran mi propuesta de un libro muy ilustrado de poesía para pequeños lectores. Así surgió Maíces de silencio, editado por nuestra Ruedamares, y esto generó el espacio y el deseo de seguir editando también a otros autores.
Entre sus preferencias literarias menciona las obras de Di Benedetto, Rulfo, Cortázar, Borges, Carver y en poesía los poetas españoles de la generación del 98, Martí, Gelman, Orozco, y otros.
Obras
1988 - Un sol para tu sombrero (poesía)
1991 - Cuentos de la Buena Suerte (narrativa)
1991 - De papel de te espero (poesía)
1993 - El árbol de la lluvia (narrativa)
1995 - El libro de Ratonio. Informe confidencial sobre su vida (autorizado por el personaje) (narrativa)
1995 - Azul la cordillera (narrativa)
1997 - Un bosque en cada esquina (poesía)
1997 - De barrio somos (narrativa)
1997 - Ruedamares, Pirata de la mar bravía
1997 - El árbol de la lluvia
1998 - Del amor nacen los ríos (narrativa)
1999 - Belisario y el violín (narrativa)
2001 - Cuentos del bosque (narrativa)
2001 - Las lagartijas no vuelan (narrativa)
2002 - Las sombras del Gato (poesía)
2002 - Maíces del silencio (poesía)
2003 - Belisario y los espejos de agua (narrativa)
2003 - La secreta sílaba del beso (narrativa para adultos)
2004 - Eleazar y el río (narrativa)
2004 - La rama de azúcar (narrativa)
2005 - Papelitos (narrativa)
2005 - La luna lleva un silencio (poesía)
Premios
Primer premio de poesía en el "Concurso Cuyano Leopoldo Marechal"
1991 Premio al mejor texto en el "Concurso Latinoamericano Antonio Robles" (organizado por IBBY México), por el cuento De coronas y galeras.
1991 Lista de honor de ALIJA (Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de la Argentina) por el libro Un sol para tu sombrero.
1997 Finalista del Premio Latinoamericano de Literatura Infantil y juvenil Norma-Fundalectura por el libro De barrio somos.
1997 Premio Nacional Fantasía Infantil por Un bosque en cada esquina.
2000 Lista de Honor de ALIJA por Del amor nacen los ríos (en el rubro Recreación de relatos orales).
2002 Premio Pregonero de la Fundación El Libro, por su labor de difusión de la literatura infantil y juvenil.
Música
Corté su azul como un hilo de encanto,
como un racimo que ya no prospera.
Como un cauce donde tal vez había
el cristal que el agua alumbra de la nada.
Corté su escaso cielo por lo sano,
ya no más la suavidad del escondite,
música donde bebía mi silencio.
Suele pasar con retoños tardíos
que brotan, indefensos,
de la rama quebrada.
Viaje
Ha traído un baúl lleno de historia en pena
y está en la galería posado su silencio.
A su lado es el hombre el que viaja y no llega
desde su origen al puerto inesperado.
Madera descubierta con metal afligido,
el baúl guarda en celo su búsqueda viajante.
El hombre está parado a orillas de este cielo
que ajeno se desborda de estrellas ignoradas.
El baúl toca tierra de rincones esquivos,
él se pliega en el hondo recelar de sus años.
Las aves migratorias siempre son extranjeras;
nunca se vuelve al cielo que una vez se ha dejado.
La que huye
Tengo que hablar seriamente con la liebre.
No sé por qué me busca con un rabo de sombra,
la he visto complacerse en la hierba,
alumbrar su pelaje en escondites.
La he visto con sus largas alertas
detenerse y mirarme,
como quien esgrime una pregunta
y después esfumarse en hebras de desierto.
Tiene que haber un modo
de entender su mirada,
con razonable pausa alcanzar su carrera.
Llevo siglos en esto, ya no aparto la alfalfa,
me tomo este sosiego
de esperar que algo cambie
en un claro del mundo.
De: "En un claro del mundo", Editorial Ruedamares, 2012
El gallo azul
El gallo azul quiere casarse
pero no sabe como hacer.
No hay novia azul ni hay una casa
que lo pudiera complacer.
Pica maíces de silencio,
porque no sabe contestar
a las preguntas que le hacen
las gallinitas del corral.
Entonces, se sube al techo,
se pone un traje de metal
y se convierte en la veleta
que marca un punto cardinal.
El color de los flamencos
Perdido estaba en el cielo
el color de los flamencos,
y ellos andaban de Blanco
en un lago de silencio.
Lentas patas, largo andar
duda en los ojos abiertos
En el agua se miraban,
con un blanco desconcierto.
La luna lleva un silencio
Fantasmita
Un fantasma pequeño,
colgadito de un hilo,
se mueve entre las sombras,
un rumor, un suspiro.
No es fantasma de nadie,
solo del mundo mío;
tiene su cielo propio
adentro de un racimo.
Las sombras del Gato
Cielo
La luna se llena
con agua sin pena
que saca del mar.
Ángeles de nube
tienen sed y suben
todos a tomar.
Después se pasean
con las panzas llenas
de brillo lunar.
De papel te espero
¿Y el botón?
Se me ha perdido un botón
y el ojal está asustado.
¿Alguien ha visto pasar
a un gordito nacarado?
Dicen que rodó esta tarde
despeinado y en hilachas,
con aire de distraído
algo dudosa su facha.
Se comenta que llevaba
un atadito de ropa,
un sombrero de papel
y un cuenco para la sopa.
Bolsillos del vecindario
revisan sus callejones,
y algunas mangas chismosas
sospechan por los rincones.
Hasta que llega de noche
el botoncito canchero,
nácar de luz la sonrisa,
media flor en el sombrero.
Y todos quieren saber
qué riesgos ha desafiado,
qué monstruos lo han perseguido,
¡pobre botón extraviado!
Pero el botón, calladito,
se sonríe de costado,
como suele sonreír
un botón enamorado.
Y se columpia en un hilo,
y se acomoda la flor,
y sube a ocupar su puesto
silbando un silbo de amor.
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