Luis Masís
(Nicaragua) Poeta. Administrador de Empresas, Proyectista, Contador y estudiante de Psicología.
Integrante del Grupo Literario Metanoia. Editor y director de Revista Pandemia.
DES – PEDAZO EL MAR
Tus huellas
en la plomiza arena de la playa
se borran
bajo la espuma de las olas
que ya no regresan.
Camino y golpeo
la salada sábana del mar
que grita persistente
como puerta violenta
se cierra a tus espalda
Des – pedazo el mar
con luna óleo sobre el líquido
o larga mancha blanca embravecida,
emergen voces,
gemidos,
brisa; humedad en los ojos,
ternura irascible.
Duermo en el cóncavo histórico
de las remarcadas huellas
de tus pasos.
HOY QUE TE VI
Hoy que te vi...
fui un poco más discreto;
quizá te diste cuenta.
Hoy que te vi...
la acostumbrada conversación
con el espejo tomó sentido...
no sé si te pasó lo mismo.
Hoy que te vi...
mentir fue necesario
y te reías sabiéndolo
por que vos también mentías.
MI TRISTEZA
Yo no lucho contra mi tristeza
mi tristeza es fascinante
arrastra sus uñas en mi cara
y finge dolor.
No se avergüenza de mí
sino de ella de ella
que no ha podido sentirme como la siento
de ella, que sin mí, no fuera ilustre
sino loca impertinente en los burdeles del amor.
Demencia
Deja de llorar con ese porte de irremisibilidad.
Hanzel Lacayo
Juega a que eres hoja
lívida
cayendo en la corriente
y llora
llora
hasta que tu llanto
sea el charco
en el que vivas.
El ángel y el otro
Que la vida sienta mi partida y que la muerte celebre mi llegada.
Luis Masís
Soy el retrato de un niño muerto
mi epitafio no tiene tumba.
Soy el Otro detrás del Ángel
el mártir de la historia.
De nada dudo
más que de mi propia existencia;
mi estéril compañía.
Si todo tiene que ver contigo,
entonces, todo carece de ojos.
La pesadilla no acaba aquí,
falta el beso de buenas noches.
Ahora, la soledad me permite
escribirte un poema
y estrangularte sin testigos.
Esperas la noche
Esperas la noche
y practicas a estar dormido
para siempre
la tierra ensaya un nuevo hijo
con rostro pero sin nombre
y ves correr los gatos
hacia donde dormirás mañana.
Cada quien en su sitio
Puedes atardecer conmigo
sin esperar sobriedades
arrugar tus labios con los míos
que tendré cuidado;
los devolveré como llegaron
incluso, un poco más nuevos.
Tal vez la tarde
a su ritmo – tiempo – espacio
te haga volver como la lluvia
cada vez que quieras,
_ sin un cada quien en su sitio,
atardecer conmigo
Solo quería un café
Arjona sólo quería un café
“con poco azúcar, quizá un croissant
no iba por la tertulia”.
Yo iba por la mesera
y echarle un buen vistazo.
Él jura que fue por un café
… pero la vio.
Y según él, le cambió su vida, su ritmo, su espacio,
su tiempo, su historia, sus sueños y todo.
Para no redundar tanto
a mí,
me cambió por otro.
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