martes, 4 de junio de 2013

ALEJANDRO CORONADO TEIJEIRO [10.002]




Alejandro Coronado Teijeiro (1985; Cuernavaca, Morelos. MÉXICO): «El primer texto que escribí fue un breve poema dirigido a mi madre cuando recién aprendí a escribir. No conservo  el recuerdo de haberlo escrito pero mi madre ha guardado ese trocito de papel y me lo mostró cuando comencé a escribir (o volví a la escritura) alrededor de los catorce o quince años, etapa en la que me vinculé con la literatura e incorporé la lectura a mi cotidianidad. Desde entonces he escrito poemas —su mayoría en prosa—. No he publicado ningún material. He compartido mis poemas con amistades cercanas y en círculos íntimos. No obstante, la poesía me ha otorgado la posibilidad de forjar vínculos particularmente especiales con otros escritores a través de Internet convirtiéndose algunos de ellos, incluso, en sólidas amistades».
Contacto con el autor: coronado[alt]live.com.mx.





El ruido del agua 



Qué violenta se extiende tu tragedia 
que es de todos 
Mi nación de barrios tristes 
De deleites tristes 
Cada día es un perro que llora herido 
como la gente de tus pueblos 

Duele vivirte 
Duele vivirte estando lejos 
pues tus hijos quieren vivirte 
sacudirse el yugo y dormirse 
en tu ombligo 



II 

En tus selvas caía la luz sencilla 
no es para nosotros tu palabra vacía de verdad 
sino tu verdad vacía de palabra nuestra

¿Cómo interpretar tu lastimosa realidad? 
Cada recodo tuyo despierta un misterio 
Portas un rostro distinto 
Resultas tan desconocida 

Vale la pena el riesgo 
pues tanto vales la pena 
con tus piedras y plumas 
tus calaveras y tus juguetes 

Un conjunto de voces tiembla dentro de tus caracoles 
¿Cuándo podremos caminarte con ritos simples? 
Dar el paso sin angustia sobre los márgenes de tu gloria 



III 

La contradicción es el vértice 
El día a día 
Qué incierto eres y qué absurdo 
Y qué posible y siempre otro 

Qué ambiguo eres 
Palacio de serpientes y tunas 
Y tan común y corriente 

Tu gente está confundida 
y del silencio florece una tortuga 
un murmullo que suplica 
un movimiento



IV

La manifestación de la justicia roída 
enmudece a palmos 
como si muriera un sentimiento antiguo 
como si hubiera sido otra tierra     otro vientre 

Enfermos sueñan tus volcanes y tus niños 
y mientras tú: ungida de muerte 
Muerte plena en la sensación consciente 
del árbol y la estrella más allá de las ramas altas 

Tu bandera no ondea 
cuelga siniestra como un cuerpo avergonzado 
flota quizá invertida       opaca 

El tono de tu circunstancia es de fatalidad 
de oquedad terrible 
de atroz vértigo y tendencia indisciplinada 
De vigilada soledad 
de gesto y voz condenada 
de vulnerable y abusada soledad 
¿Qué punto de apoyo existe 
sino el filo del poema? 




Hoy no cantas ningún huateque 
te tuerces como el color del cielo 
entre el ridículo y la dolorosa experiencia 

Te absorbes en tu propia ruptura 
Te hundes en tu desastre 
Afónicas están tus mujeres 
pues tejen rezos silentes noche tras noche 
y día tras día por sus niños y sus hombres 
soportan la impiedad del tiempo roto




Lenguajes 

Se proyecta 
la lengua del sueño 
mientras duermo. 

Se disuelve el sueño 
en mi lengua 
mientras digo. 






El pez

Te he visto robar noche
y me curtes en el oficio
te he visto temblar de frío
ser maíz y polvo
te he visto temblar de danza
y ser canción y serpiente
y duende

es tu andar paciente
el que escurre en el hábito
de perderse
de reventar en mis venas
afiladas

puedo decir que te he visto
te vi nacer en el beso
del copal y del fuego
en la arruga del higo
en el no decir nada

estás nadando entre susurros
distinto fracasas     vez tras vez
húmedo entre mis dedos
resbalas de lo cotidiano
y te miro en el cielo diciendo otra cosa

dormido estás 
vas como dormido
no estás en mis manos
me hablas desde dentro
discurres natural y dúctil
por el jardín
desde la infancia.






En la noche, tú

En la noche tú
con tu noche de piedra
y tu boca blanda y rosa

tu carne entre mis piedras
tu carne como arroyo
como un jugo
tenso el juego de mi carne
niña

una sombra que cruje
una rama de carne
tu carne como arrullo
como comienzo
como el sueño que es camino
y vas volando tú conmigo

entre las piedras
por el agua
en tu vientre
reconociéndonos en la arena
y con vicios      recostados
como un reflejo recostado en sus espejos
y en tu ombligo

vivimos un conjuro
éste de estar sentados
ignorando un mar muy visto

sueña el café en tus manos
violentas y pequeñas tus manos
y el metal      el óxido  los barcos
tanta luna en tus muslos
que también sueñan

tú con todo el tiempo
detrás de las telas
tras las risas puras     siendo ellas
soñando que estás sola
taciturna
y que despiertas    
cogiendo piedras en el camino
que son manzanas y también
peras.






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